El Instituto Republicano Internacional asegura emprender acciones de apoyo al “buen gobierno” en las democracias incipientes de América Latina: Colombia, México, Venezuela y Bolivia, entre otras. Por su historia, el IRI es considerado “el arma secreta de la derecha más recalcitrante de Estados Unidos” que opera con “millonarias campañas de engaño y manipulación”
Bogotá, Colombia. Máximo Zaldívar Calderón, director de programas del Instituto Republicano Internacional (IRI), se expresa con voz pausada y clara. Habla de las actividades que ese instituto realiza en América Latina: “Estamos en México, que es nuestro programa más reciente; Guatemala; El Salvador; Nicaragua; Colombia, que apenas se puso en marcha hace dos años; Bolivia, y Venezuela”.
Pese a la suspicacia que genera entre algunos sectores políticos del continente la presencia y el trabajo de esta organización estadunidense, el también politólogo salvadoreño agrega que ese instituto realiza proyectos en 64 países acordes con el discurso que hace 26 años pronunció el presidente republicano Ronald Reagan ante el Parlamento Británico, que proponía lanzar una “cruzada por la libertad” que condujera a un mundo en el que las personas decidieran su propio destino.
En entrevista con Contralínea, Máximo Zaldívar responde a las críticas de intervencionismo que se lanzan contra la actividad del IRI en América Latina y el mundo:
“A veces, nuestra presencia es malinterpretada. Sin embargo, el IRI trabaja en los países en los que es bienvenido, donde se logran asociaciones con partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil; gobiernos locales o administraciones que nos abren los brazos para contribuir con ellas. Definitivamente, considero que haciendo el trabajo y demostrando a la gente lo que podemos hacer, y siendo abiertos y transparentes, se podrá apreciar nuestro trabajo”.
Esa organización se ostenta como no lucrativa, no partidista. Públicamente declara que su misión es “buscar avances en la libertad y la democracia mundial mediante el desarrollo de organizaciones cívicas y elecciones abiertas”. Zaldívar agrega que también lo hace en “otros más en los que no tenemos presencia física, aunque existen proyectos para ellos que se manejan desde Washington”, sede del instituto. “El mensaje es que vean que no hay ninguna agenda oculta y que no hay que temer o mantener este mito de las organizaciones no gubernamentales”.
Actividades en Colombia
Hace un par de años el IRI se instaló en Colombia, país marcado por la secuela del conflicto entre el gobierno y las guerrillas más antiguas del continente: las Fuerzas Armadas Revoluciarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional, que se remontan a la década de 1960.
El conflicto armado se recrudeció cuando algunos sectores se aliaron al narcotráfico y cuando surgió el paramilitarismo. Ese complejo escenario trajo consigo el desplazamiento de miles de colombianos, la existencia de zonas minadas y la ingobernabilidad.
“Esto es novedoso para el IRI, porque a finales de 2007 aquí se comenzó un programa piloto en un municipio muy pequeño a las afueras de Bogotá, denominado Soacha, en el departamento de Cundinamarca, y que se extendió a cinco ciudades más: Cartagena, Pasto, Riohacha, Valledupar y Cúcuta”, apunta Zaldívar, quien también ha participado en misiones internacionales de observación electoral, como en los comicios presidenciales de Ecuador de 2002.
Manifiesta que, tradicionalmente, su organización se ocupó de brindar asistencia en materia de fortalecimiento democrático a partidos políticos y asistencia electoral a la sociedad civil, sin abordar la asistencia en buen gobierno, “es decir, en ayudarle a los personajes que han sido electos por la sociedad una vez que ya están en funciones”. Ahora, para lograr el éxito en esa asistencia, el IRI integró un equipo de jóvenes colombianos profesionistas, la mayoría de ellos especializados en relaciones internacionales, con posgrados cursados en universidades europeas en distintas áreas de la gestión política.
“Es un trabajo fascinante, porque te pone en contacto con la población y se trata de lograr esa participación ciudadana y acercarla al gobernante local; tratar de eliminar esas barreras que siempre han existido. Ojalá que esos programas se logren poner en marcha en otros países en los que trabajamos”.
Algunos de los programas paradigmáticos del IRI en Colombia prosperan en alcaldías o departamentos en los que gobierna una amplia gama de partidos políticos: en el departamento del César –al noreste del país cuya capital es la ciudad de Valledupar–, auspició el Centro de Información y Transparencia para que los cesarenses accedan a planes de desarrollo, presupuestos públicos, contratos e informes de gestión, como manifestó el gobernador Cristian Moreno Panezo, exdiputado del Partido Verde Opción Centro.
De igual manera, esa organización estadunidense apoyó la creación del Centro de Documentación y Transparencia de la alcaldía de Cartagena, situada en el barrio de Chiquinquirá. Ahí gobierna la alcaldesa Judith Pinedo, del movimiento ciudadano Por una sola Cartagena. Con una lógica similar, el IRI y el Ministerio de Comunicaciones se unieron a la actual alcaldesa de San José de Cúcuta, María Eugenia Riascos, quien fue candidata de la Alianza Social Indígena.
En la alcaldía de Pasto, donde la actividad del volcán Galeras pone en riesgo la vida de miles de habitantes de las poblaciones de Genoy, La Florida, Mapachico y Nariño, el Instituto trabaja con el Comité Regional de Prevención y Atención de Desastres en el establecimiento del Comité de Comunicaciones para la Gestión del Riesgo. Ahí, el IRI desarrolla con la alcaldía estrategias de comunicación para prevenir cualquier peligro para la población.
América Latina, el objetivo
La conversación con el politólogo del Instituto Republicano Internacional ocurre unos días después del golpe de Estado militar en contra del presidente de Honduras, Manuel Zelaya, y a menos de una semana del encuentro –de apenas 40 minutos– entre el presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez con su homólogo estadunidense Barack Obama, quien se pronunció rotundamente contra la segunda reelección, una posibilidad que aún baraja el mandatario colombiano.
Respecto del contexto político latinoamericano, el oficial de alto rango del Instituto Republicano Internacional indica: “Aparentemente, en América Latina las cosas están bien, pero de repente suceden cosas que nos hacen preguntarnos si realmente las cosas están tan bien como parecían. El caso de Honduras es muy lamentable. Es un país que se mantuvo al margen de los conflictos internos de Centroamérica –a diferencia de Guatemala, Nicaragua y El Salvador–, aunque tiene una sociedad muy polarizada con un bipartidismo clásico entre el Partido Nacional o conservador y el Partido Liberal; esa situación convirtió a la hondureña en una democracia siempre muy polarizada”.
Agrega que “el presidente Zelaya cometió el error de querer ir en contra de algo que estaba normado constitucionalmente y que no es posible en Honduras. Creo que no agotó las instancias de diálogo y consenso; quiso hacer las cosas apresuradamente, tal vez asesorado por algunos presidentes de la región que simpatizan con él, y la situación fue la que se dio en este momento (el golpe de Estado) y que es muy lamentable”.
Cuando se le pide que amplíe su análisis acerca de Colombia, el entrevistado advierte que, siendo huésped de este país, sólo opina como analista. “Aquí, la situación electoral sí está normada”, y si el presidente Uribe toma la decisión de reelegirse, pasará por un proceso que tendrá el reto de reunir 7.2 millones de votos para aprobar el referéndum que establece la nueva ley y que debería realizarse en septiembre. Después, está pendiente la conciliación entre las dos cámaras: el Senado y la Cámara de Representantes; finalmente, debería conseguir la aprobación de la Corte de Constitucionalidad.
Para el estudioso de los procesos políticos, Uribe Vélez “cuenta con un gran apoyo popular. Ha sido un presidente exitoso, pues Colombia no es la misma que fue hace 15 o 20 años. ¿Será lo mejor buscar una reelección? Pues eso ya estará en manos de los colombianos”.
Respecto de México, el IRI tiene una presencia reciente en la persona de Juan Henao, cuya actividad se centra en apoyar activamente el proceso electoral (que concluyó el 5 de julio) a partir de la promoción de debates entre los aspirantes de diversos partidos “para que logren hacer llegar sus ideas y planteamientos a la población mexicana”. Zaldívar explica que desde México también se coordina el programa regional de buen gobierno, que se extiende hacia Honduras y Guatemala.
La maquinaria de la ultraderecha estadunidense
Creado en 1983 por ideólogos fundamentalistas del Partido Republicano, el Instituto Republicano Internacional (IRI) ha sido acusado de “repartir 75 millones de dólares entre organizaciones subversivas de derecha contra cualquier régimen verdaderamente democrático y para desestabilizar gobiernos legítimos” (Manú Dornbierer).
El instituto, además, está vinculado a la National Endowment for Democracy, organización creada por el expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, en 1982, para darle continuidad a las labores de la CIA (Central Intelligence Agency).
Para el periodista canadiense Jean- Guy Allard, el IRI es “una maquinaria de propaganda infernal que gasta anualmente millones (de dólares) del dinero de los contribuyentes (estadunidenses) en conspiraciones antidemocráticas a través del mundo. Parte esencial de la CIA para atacar a gobiernos progresistas latinoamericanos, el International Republican Institute es el arma secreta de la derecha más recalcitrante de Estados Unidos para lograr sus propósitos a través de millonarias campañas de engaño y manipulación”. (Redacción)
El IRI en Darfour
Máximo Zaldívar fue testigo de las negociaciones entre el gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, que cristalizaron en los Acuerdos de Paz de Chapultepec de 1992. Esa experiencia le ganó su nominación para asistir a la transición política de los grupos rebeldes del sur de Sudán. “Específicamente, ayudamos a esos movimientos guerrilleros que firmaron el acuerdo de paz de 2005 (el Darfour Peace Agreement y el Comprehensive Peace Agreement), para su transformación, de un movimiento armado a un organismo político moderno, estructurado”.
Zaldívar refiere que “fue de gran satisfacción ver a esos grupos ya totalmente integrados políticamente, contando ahora con el respaldo popular que tuvieron durante su lucha armada y que ahora se refleja en un sistema democrático”. Menciona que en junio venció la fecha para que se inscriban esos grupos, a los que el IRI asistió en democracia y elecciones para los comicios de enero próximo.
Quien fuera el responsable del IRI en Sudán, recuerda que ése es el país más grande de África, con 50 millones de habitantes, con una diversidad étnica y cultural: árabes, africanos, católicos.
Refiere que ahora se plantea el reto del referéndum de 2010 en donde se decidirá si el sur de Sudán se emancipa del norte o no, de ahí que “estas elecciones van a servir como un termómetro para ver cuál va a ser el futuro de ese país. El IRI sigue presente ahí, nuestro programa continúa hasta 2011. Ahora ya estamos de vuelta en América Latina”. (NE)
Desde el infierno
Soacha es un municipio conurbado de Bogotá cuyo nombre evoca la peor de las pesadillas. Conformado por cientos de casas de cartón, piedras, algunos tabiques y madera, se desarrolló en un terreno que, algunos de sus pobladores decían a Contralínea en diciembre de 2007, era propiedad de un poderoso paramilitar. La peste que emanaba de un riachuelo de aguas contaminadas privaba entonces todo el ambiente, era el anuncio del acceso a un mundo en el que convivían víctimas y verdugos: los desplazados y los paramilitares impunes.
Hasta ese lugar, olvidado de todo plan de desarrollo urbano, educativo, médico y social de las autoridades, jóvenes de la Universidad Nacional apostaron a ayudar a los miembros más miserables de esa comunidad –conformada por campesinos, exlíderes sindicales provenientes de toda Colombia que huyeron hacia la capital en un intento por evitar las mutilaciones que divertían a los paramilitares–, mediante el deporte, enseñanza de lecturas y música. Ese pionero esfuerzo de los estudiantes en esa zona insegura, ahora cambió.
Desde 2007, el IRI comenzó un programa de “buen gobierno” en Soacha, que tras la elección de José Ernesto Martínez Tarquino, del Partido Liberal, como alcalde, se tradujo en una acción de “buen gobierno”. Junto con el Programa Presidencial colombiano Anticorrupción, Transparencia, Eficiencia y Modernización, el instituto apoya la puesta en marcha de mecanismos de transparencia y estrategias; fortalece la participación ciudadana en la toma de decisiones y promueve una contabilidad gubernamental desde la comunidad.
Ahora, el fétido olor del arroyo se evaporó, pues ya se entubaron sus aguas que envenenaban a los pequeños. La alcaldía buscó la construcción del primer paso del sistema de transporte colectivo Transmilenio, que comunicará a los pobladores de este municipio directamente con Bogotá sin tener que rodear a la capital. Soacha es ahora territorio del gobierno, como no lo fue antes. (NE)