“El futbol es un patrimonio del pueblo brasileño. Pero históricamente ha sido usado por algunos para enriquecerse. Cuando el aficionado perciba la fuerza que tiene y los jugadores entiendan que son los principales actores del espectáculo, esa explotación se acabará”, concluyó el jugador exiliado en Oriente Medio Paulo André, en entrevista con los autores del trabajo publicado en 2013.
El libro demuestra que el futbol ha sido la fuente de riqueza de unos cuantos: en este caso, los dirigentes de la FIFA, la Confederación Brasileña de Futbol (CBF) y sus socios disfrazados de patrocinadores, que en realidad son los grandes corruptores del deporte.
El extenso reportaje de investigación se enfoca en las figuras de Ricardo Teixeira, Joao Havelange, Sandro Rosell y un grupo de oportunistas –entre los que se encuentra José Maria Marin, expresidente de la CBF, hoy detenido– que, gracias a la amistad-colusión con ellos, hacen negocios con métodos dignos de un cártel consolidado. Las pruebas: registros oficiales y mercantiles; pesquisas parlamentarias en Brasil y de un tenaz fiscal suizo que derribó el secreto que los magnates del futbol buscan gozar en el paraíso fiscal.
Lo relatado en El lado sucio del futbol no compete sólo al medio brasileño, pues la historia de Joao Havelange –contada en la primera parte del libro de 264 páginas– repercutió en el deporte más popular del mundo de tal manera que el modelo mercantil, impulsado por la corrupción de los grandes consorcios y los directivos de la FIFA, tiene un futuro garantizado… por los contratos firmados cuya vigencia trascenderá por lo menos la próxima década.
Los periodistas explican los caminos seguidos por Havelange y su exyerno Teixeira para hacerse de la dirección del futbol y las artimañas –sobornos, empresas paralelas, inversiones multimillonarias– utilizadas por Adidas, Tv Globo y Nike para convertirse en los verdaderos dueños de la pelota (nota: es imposible no pensar que los nombres de Televisa y Emilio Azcárraga Milmo se sumarían, de hacerse un trabajo periodístico similar en México).
“Estimado lector, prepare su corazón. Si usted es uno de esos aficionados bien fanáticos, este libro va a agitar sus sentimientos y su enorme pasión”, advierte Romário en el prólogo. Y tiene razón. El apasionado de las habilidades de las piernas ajenas normalmente no piensa de quién es el futbol y factura millones de dólares por él. Al terminar de leer, el aficionado tendrá claro que es la parte menos importante del espectáculo, que su papel dentro del futbol es el de un fiel alienado consumidor.
La ruta del dinero –que invariablemente pasa por paraísos fiscales, empresas fantasma o fachada, asociaciones internacionales–, el cinismo y goce de impunidad son explicados con fechas y detalles, con nombres y razones sociales.
“Si yo pudiera darle algún consejo al pueblo, le diría que dejase de colocar su pasión y su dinero [en el futbol] porque todos son empresarios. Yo ya fui fanático del Santos [Futebol Clube] y dejé de serlo por la Comisión Parlamentaria de Investigación. Hoy ya no le voy a ningún equipo. Hasta es difícil que le vaya a la selección brasileña”, confiesa el doctor Rosinha, diputado miembro de la comisión que indagó la torcida influencia de Nike en el balompié brasileño.
Entre la trama de corrupción, ascensos y aparentes caídas, el tema central de El lado sucio del futbol, el gran objetivo que logra demostrar es la privatización del futbol desde hace décadas y escandalosamente evidente en la Copa Mundial de Futbol de Brasil 2014.
El lado sucio del futbol es una lección para todo aquel que se considere periodista deportivo. El libro es una bofetada para quienes aseguran que lo que ocurre fuera de la cancha no compete a los que cubren, narran o analizan la forma de rodar del balón.
Havelange, Teixeira, Rosell, Blatter y otros titiriteros del futbol son los casos expuestos, pero al final de cuentas modélicos de lo que ocurre en el mundo gobernado por la FIFA y sus asociados.
“Yo todavía amo el futbol. Pero durante mi trabajo entendí que el deporte es dirigido por personas que no deberían estar ahí. El futbol es un bien cultural de la humanidad y debería ser gobernado por el pueblo, no por los viejos enemigos del deporte”, agregó con pesar Rosihna, uno de los diputados que destapó y olió de cerca la podredumbre del futbol secuestrado por el capital, por las empresas trasnacionales y los directivos al servicio de éstas que se enriquecen en el camino. Tal vez el lector se quede con la misma sensación.
Ficha bibliográfica:
Título: El lado sucio del futbol
Autores: Amaury Ribeiro Jr, Leandro Cipoloni, Luiz Carlos Azenha y Tony Chastinet (traducción al español de Cláudio Tavares)
Editorial: Planeta, México, 2014
Mauricio Romero, @mauricio_contra
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