Asiento de los poderes federales del Estado desde 1824, la capital del país como Federación ha sido escenario de todos los acontecimientos históricos desde su fundación geopolítica en, al menos, 1325, o quizá desde 1255, de Aztlán al cerro de Chapultepec. Y del señor Tenoch a Cuauhtémoc (1325-1521). Después, de la era de la conquista al virreinato (1524-1821). Luego de Iturbide y la Regencia (1821-1872). Llega el periodo de Lerdo de Tejada a León de la Barra (1872-1911). Irrumpe el periodo de Madero a Cárdenas (1911-1940). Pasando por el Departamento del Distrito Federal de Aarón Sáenz a la jefatura del Distrito Federal por elección directa de Cuauhtémoc Cárdenas. Y de éste para acá el arribo de Miguel Ángel Mancera para reinaugurar los malos gobiernos, siguiendo el ejemplo depredador de Martínez Domínguez-Hank González-Aguirre-Espinoza Villarreal y Marcelo Ebrard, la llegada de Mancera, el millonario heredero de la franquicia de 70 años de los Bisquets Obregón.
Ha emprendido obras al estilo peñista de: “¡háganle como quieran!”, sin la menor consulta ni consenso. Y su “CDMX” se ha convertido en asilo del narcotráfico, que al menudeo es un negocio de parte de la policía y los vendedores. Todos los días hay un homicidio. Y el quíntuple crimen de la colonia Narvarte sigue en el misterio. La recolección de basura es, además de negocio, un reparto de canonjías que sólo recoge la que lleva una propina o el pago cuantioso en las colonias burguesas.
En la Ciudad hay infinidad de baches, auténticos cráteres y coladeras destapadas, que la hacen parecer una zona bombardeada. Los camellones para hacer ejercicio son respiraderos de esmog; y los aparatos para ejercitarse están abandonados en selvas de pastos y hierba. Y ahora el señor Mancera dice que dará viviendas a los maestros, alejadas de sus fuentes de trabajo y en el quinto infierno, sólo como propaganda de enfrentamiento con Aurelio Nuño, quien ha invadido las escuelas públicas para expropiarles a los niños la ceremonia de izamiento de bandera. Mancera es jefe del mal gobierno defeño, con sus constantes apariciones para juntar adeptos para su calentura presidencial, “amenazando” con ir de independiente para hacerle el favor a los Chuchos de enfrentarse con Andrés Manuel López Obrador, y como éste ya se entrevistó con el papa, Mancera de inmediato entregó su carta en la nunciatura apostólica para dizque invitar a Francisco a su guarida en el Cabildo para que le dé la bendición.
En más de 30 años la Ciudad de México nunca había tenido a un desgobernador como Mancera, y vaya que ha tenido especímenes aterradores. Los ha superado en mediocridad, demagogia, cinismo y una corrupción generalizada, acompañada de la ola criminal con el poder del narcotráfico que se enseñorea con toda la impunidad posible. Por donde se vea la Ciudad es un desastre social. Florece el desempleo, y la informalidad como salida es combatida a sangre y fuego, para obligar a los “creativos” a ingresar en la delincuencia en lugar de facilitarles la instalación de sus changarros; y sus empleados los persiguen o les piden un soborno. No hay una política pública de empleo. Y ha permitido que la iniciativa privada cierre plazas laborales.
Eso de Médico en tu Casa y Abogado en tu Casa es una vacilada de Mancera, quien quiere a todas horas estar en los noticiarios y aparecer con su amigo López-Dóriga en Televisa, a razón de 2 millones el minuto. Sus seudométodos para ordenar la vida colectiva de la Ciudad son un fracaso. Hay desorden por las arbitrariedades del transporte público que no respeta los paraderos. El servicio policiaco por delegaciones sigue sin funcionar. Y el nuevo Reglamento de Tránsito busca criminalizar draconianamente la circulación vehicular, mientras privatiza las vías rápidas para favorecer al elitismo; y la pobreza es un cáncer que no alivian sus comedores de 10 pesos.
Delegados y Mancera son 17 malos funcionarios que nada tienen de servidores públicos. Más bien se sirven de sus cargos, y en lugar de desempeñar sus obligaciones andan en grillas, desayunos y componendas para seguir escalando y enriqueciéndose; al fin y al cabo aquí priva la impunidad para toda clase de corrupción. Y si estalla la crisis general de la Ciudad de México, vuela por los aires el sistema-régimen, porque aquí se asientan los tres poderes del Estado. De ese tamaño es el desastre defeño y Mancera no tiene tamaños para desactivar la crisis que su mal gobierno ha generado. El mancerismo es ya el detonador.
Álvaro Cepeda Neri*
[BLOQUE: OPINIÓN] [SECCIÓN: CONTRAPODER]
*Periodista
Contralínea 464 / del 23 al 29 de Noviembre 2015
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