El exguerrillero, experredista, miembro de la fracción parlamentaria del Partido Verde Ecologista de México en el Senado de la República y cercano al Grupo Atlacomulco, René Arce Islas, aspira a la jefatura de gobierno del Distrito Federal. Tacha de “populista” a la “izquierda” que encabezan López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas. La de Marcelo Ebrard, dice, es “neoliberalista salinista”. No se entusiasma con su propia candidatura y promueve la de la priísta Beatriz Paredes. Se muestra orgulloso del acuerdo al que llegó con el actual gobernador del Estado de México: 140 mil votos por un “instituto de economía social”
Como militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Arce consiguió cargos públicos como la jefatura delegacional en Iztapalapa y la senaduría, hasta que en 2009 presentó su renuncia a ese partido. En septiembre pasado se unió a la fracción parlamentaria del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en el Senado de la República.
El exguerrillero había firmado un acuerdo con Eruviel Ávila, en plenas campañas electorales, cuando todavía era candidato a la gubernatura del Estado de México. Dicho documento estipulaba la creación del Instituto Estatal de Economía Social y Solidaria del que Arce sería director, a cambio de 140 mil votos.
“Lo que he planteado, tanto con el licenciado Peña [Nieto] como con otros más, es que discutamos un proyecto de país. Si discutimos un proyecto sobre seguridad, educación, economía, libertades, vamos juntos y si no, cada quien por su lado”, se justifica.
El apoyo a Ávila, ahora gobernador del Estado de México, según explica, no fue incondicional ni eterno; se fundamentó en un proyecto que se discutió y firmó. “Para mí, está primero el proyecto; acordar cosas concretas, firmadas, sobre el qué hacer, cómo, con cuánto dinero y en cuánto tiempo. Con Ávila firmamos sobre educación, seguridad, economía social y solidaria, y estamos viendo que se instrumenten, porque papelito habla; si no, denúncialo”.
Pese a su cercanía con el priísmo del Estado de México, el autodenominado “senador sin partido” asegura que continúa siendo un hombre de izquierda. “Soy parte de una izquierda social demócrata, yo creo en la socialdemocracia, en esa izquierda que todavía en este país no tiene un asiento fuerte”.
De acuerdo con el funcionario, en México se necesita construir una izquierda que no le tenga miedo al mercado, pero que busque democratizarlo y darle inclusión social; sin temor a la inversión privada, pero que regule los monopolios y los oligopolios; que no le atemorice cobrar impuestos pero que también sepa utilizarlos, invertirlos.
“Yo no comparto la izquierda asistencialista que sabe regalar dinero pero no generar riqueza, porque hasta los Reyes Magos regalan dinero. Necesitamos una izquierda que resuelva los problemas a futuro.”
Advierte que en México la izquierda está conducida fundamentalmente por el populismo nacionalista, de donde vienen Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, y por el neoliberalismo salinista disfrazado de izquierda, el de Marcelo Ebrard y Manuel Camacho Solís, izquierda que, dice, incluso aprueba leyes a cambio de promoción y apoyos: “Ésa no es izquierda, al menos no a la que aspiro”.
—¿Usted concilia su “proyecto socialdemócrata” con Eruviel Ávila y con el Partido Verde Ecologista de México?
—Voy a intentar que muchos de mis planteamientos, como lo hice con Eruviel, queden plasmados en un acuerdo; lo mismo tendría que hacer en el caso de un proyecto con el Partido Revolucionario Institucional [PRI] a nivel nacional y con el Verde. Me interesa que mis proyectos sobre economía social y solidaria, referente a la autonomía del Ministerio Público, de cómo cuidar el agua en este país, queden plasmados en cosas que digan en concreto qué vamos a llevar a cabo. La gente no quiere vivir de promesas a futuro, quiere ver cómo lo vamos a hacer y ésas son las cuestiones que me interesan.
De la guerrilla al Grupo Atlacomulco
—Para algunos es difícil asociar a René Arce con el Grupo Atlacomulco después de haber formado parte de la guerrilla en la década de 1970.
—Uno tiene que hacer como que se le olvidan las cosas, aunque no se le olviden; porque si no, no vamos a construir un nuevo México. Si me la pasara recordando lo que nos hicieron, nunca me pondría de acuerdo: viviría con rencor y frustración. Tenemos que construir un país, y hay que hacerlo a veces, incluso, con aquellos con los cuales, en otros tiempos, estuvimos dispuestos a enfrentarnos.
El senador hace referencia al presidente de Uruguay, José Mujica Cordano. Pepe Mujica, ingresó en la década de 1960 al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Preso en cuatro ocasiones, pasó 15 años en la cárcel como rehén de la dictadura. Cuando salió, relata Arce, entendió que para construir un nuevo país, había que hacer acuerdos incluso con aquellos que lo privaron de su libertad.
Agrega que la exmandataria de Chile, Michelle Bachelet, se sentó con la democracia cristiana, con quienes asesinaron a su padre, Alberto Bachelet, militar nacionalista, miembro del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende; hizo acuerdos y trabajaron juntos “para darle a Chile la posibilidad de crecer y desarrollarse”. Lo mismo que hizo el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva para construir Brasil: llegó a acuerdos con quienes, en tres ocasiones, le impidieron llegar a la presidencia.
En México, señala, conseguimos lo más importante, la alternancia. El PRI ya no es el partido del Estado que era antes; aquel contra el que luchábamos ya no está; pasó a la oposición; lleva 11 años fuera del gobierno federal. “Ahora necesitamos acuerdos”.
Agrega: “No logramos acuerdos porque pasamos el tiempo peleando para ver a quién le va mejor en la próxima elección, y a los únicos que les va bien es a nosotros que tenemos un cargo, un salario bastante adecuado, privilegios. Muchos tienen guardaespaldas, viven en casas totalmente protegidas, tienen asegurado su patrimonio hasta para las dos o tres generaciones siguientes. Es muy cómodo pelarse aquí [en el Senado de la República]”.
Y pregunta si la razón de la existencia de los legisladores y funcionarios es la confrontación o si se trata de buscar fórmulas que permitan el desarrollo. Las disputas entre partidos, dice, no benefician en nada a la población, no resuelven el desempleo o la inseguridad.
Aduce que cuando era militante del PRD cuestionó si el papel de la izquierda era continuar en el terreno de la confrontación o si ésta debía mostrarse generosa y acordar con el Partido Acción Nacional y el PRI para resolver problemas.
Las críticas que ha recibido por su acercamiento con el priísmo, dice, no lo perturban. “Lo importante es cómo me voy a sentir dentro de algunos años; si hice o no lo suficiente para que este país cambiara. Y si me equivoco, lo reconoceré; espero que no sea así”.
Candidatura
Sin saber aún si algún partido le permitirá contender por la jefatura del gobierno capitalino en 2012, diputados locales priístas y dirigentes del Movimiento Territorial del Distrito Federal expresaron su rechazo ante la posibilidad de que sea el candidato del PRI.
—Recientemente se dio a conocer la postura de algunos priístas frente a su posible candidatura.
—Respeto su punto de vista; no tengo más que decir al respecto. Yo no estoy metido en los asuntos internos de los demás partidos.
Antes de determinar cuál será el partido que lo habrá de respaldar, Arce espera armar un proyecto para el Distrito Federal, afinarlo con los precandidatos para decidir después quién es el mejor posicionado. “Hay otros que pueden ser muy buenos candidatos: está Beatriz Paredes, es una muy buena opción; ojalá se meta a discutir el proyecto y podamos construirlo entre todos”.
Espera que al elaborar un plan para la metrópoli, los de “enfrente” se vean obligados a redefinir su proyecto. “Que ya dejen de seguir promoviendo el clientelismo, el corporativismo, el asistencialismo”.
El deterioro en la seguridad pública; la justicia; el medio ambiente; el campo de Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta; al igual que la falta de respuestas por parte del gobierno capitalino para resolver el abastecimiento de agua; el crecimiento urbano descontrolado; la educación; el comercio informal; y el transporte, son el resultado, explica, de la falta de coordinación con el gobierno federal y con los gobiernos estatales.
“La ciudad tiene 15 años en esa dicotomía; no hace proyectos con el gobierno federal porque no lo reconoce”. Asegura que Ebrard no se sentó con el presidente Felipe Calderón o con Enrique Peña Nieto para plantear un desarrollo troncal de transporte en el Distrito Federal, porque tenía que dialogar con quien durante cinco años calificó de ilegítimo hasta que le convino.
La obsesión por la presidencia
En la evaluación de la gestión de Ebrard, enfatiza que ha sido un gobierno “cosmetológico”, que maquilla; con una política social basada en el asistencialismo, en la entrega de dinero, más que en la organización social.
Refiere que el 50 por ciento del Distrito Federal todavía es rural y, sin embargo, persiste la tala de bosques, no hay agroindustria, se permiten asentamientos sobre las áreas verdes, se cambian arbitrariamente los usos de suelo y el negocio inmobiliario ha tenido un crecimiento exponencial.
A su parecer, las obras en la capital se planearon con miras a las elecciones presidenciales de 2012, “para que en los últimos meses, si es que Ebrard va de candidato, empiece a inaugurar y quede como un jefe de gobierno que hizo muchas obras”.
Para Arce, el jefe de gobierno del Distrito Federal está obsesionado por la Presidencia de la República. “Tiene una mentalidad muy pequeña. Es un hombre de ideas cortas, planifica para sus seis años, no para el futuro”.
[TEXTO PARA TWITTER: René Arce: de la guerrilla al PRD… al Verde …al Grupo Atlacomulco y promueve a Beatriz Paredes para el DF]