Dicen que nada como escuchar música de los permanentes clásicos (¡no se diga la de Mozart!) para darse a la lectura. Tal vez sea cierto. Existe un binomio de esa naturaleza: como fondo la Sonata para piano y violín número 9 en La mayor, opus 47, de Ludwig van Beethoven, dedicada al virtuoso del violín Rodolphe Kreutzer, y que es más conocida como Sonata a Kreutzer (magistral, insuperablemente ejecutada por la maravillosa Anne-Sophie Mutter y Lambert Orkis, en el violín y el piano, respectivamente).
Hermanada a esta sonata está la breve novela, extraordinaria, de León Tolstoi, que lleva el nombre, también, de La sonata a Kreutzer, en la que su autor, como Beethoven, recrea la pasión, mejor dicho, las pasiones de la naturaleza humana. Ambos integran, como pocas veces, en la música y la literatura, dos vasos comunicantes de donde salen estremecedoras páginas que se complementan.
De sus 10 sonatas para piano y violín, la Kreutzer proyecta el siempre huracanado sentimiento-carácter de Beethoven; su razón y voluntad la crearon en uno de sus casi siempre entregados momentos a la música conmovedora, entre lo dramático y lo trágico de lo más humano de la humanidad. En ella se motivó Tolstoi para su arrebatadora novela de amor-desamor matrimonial de lujuria conyugal.
Tolstoi (1828-1910) y Beethoven (1770-1827) son creadores de originalidad grandiosa; inmortales de la música en partituras y de literatura en páginas sublimes. Leer éstas y escuchar aquellas, es revivir en esas obras que sacuden el conocimiento por medio del impacto que recibimos. Y más si también miramos las pinturas de Van Gogh, donde sobre el caserío, el aire se mueve velozmente.
Las sonatas de Beethoven y Tolstoi ponen al escucha-lector en el borde de la abismal sensualidad y lo empujan a belleza de la novela y la música que se complementan como los pétalos de una flor al abrirse y cerrarse, y constituyen la unión de la genialidad.
Tolstoi escogió la Sonata a Kreutzer como la música de la novela para exaltar el auge y decadencia del amor hasta sus últimas consecuencias eróticas. Experimentar las notas musicales y la prosa de esos gigantes sobre los que, en sus hombros, podemos ver y sentir dos sonatas de amor que se van diluyendo, disolviendo… hasta extinguirse.
A estos incansables creadores de la música y la novela se les localiza en toda su obra, pero para iniciarse en ellos hay que escuchar y leer sus sonatas, creaciones de la genialidad del sentimiento por lo dramáticamente humano de la naturaleza del amor en los tres movimientos beethovianos de una “grandeza, intensidad y complejidad” (escribe Miguel Ángel de las Heras), y en la prosa tolstoiana, otra de las caras del poliedro del amor trágico-conyugal de pasiones eróticas que se mecen entre celos y lujuria. Dos obras para entrar musicalmente a la literatura y viceversa.
Ficha bibliográfica:
Autores: Ludwig van Beethoven y León Tolstoi
Títulos: La sonata a Kreutzer
Editorial: Obras Completas
cepedaneri@prodigy.net.mx
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