La soberanía energética es fundamental para lograr la soberanía económica. Es importante su rescate. México cuenta con riquezas que deben ser para la nación y no para engordar a las corporaciones extranjeras. Debemos y podemos ser autosuficientes en la producción de energía. La expropiación del 18 de marzo de 1938 es producto de un largo proceso en el que el rol de la clase obrera fue fundamental.
Hemos tenido la capacidad de desarrollar nuestra industria. Los grandes descubrimientos de yacimientos petroleros en Veracruz, Tamaulipas y San Luis Potosí fueron descubiertos por el ingeniero mexicano Ezequiel Ordoñez.
A partir de 1901 los trabajadores mexicanos comenzaron a explotar el petróleo en El Ébano, San Luis Potosí, pero esa gran riqueza sólo era aprovechada por la Mexican Petroleum Company y la Huasteca Petroleum Company. A los trabajadores sólo les tocaba la explotación y el maltrato. A Doheny le apodaban el Cruel. A los pobladores se les despojaba de sus tierras, dividían sus comunidades, asesinaban a sus familias.
Los trabajadores mexicanos construían refinerías y oleoductos, y al final de la obra eran despedidos. En 1908 se estableció una nueva refinería en Minatitlán, Veracruz. En 1915, La Huasteca Petroleum Company construyó una nueva refinería en Mata Redonda, Veracruz, con capacidad de 75 mil barriles diarios.
Los petroleros que enfrentaban una cruel situación laboral convirtieron a las ciudades de Veracruz y Tampico en baluartes de la organización. Las refinerías se convirtieron en semilleros de lucha sindical: para sus actividades necesitaban electricistas, soldadores, mecánicos, fogoneros, técnicos y trabajadores calificados como perforadores, medidores, probadores, mayordomos. Para el funcionamiento de las refinerías se les daba planta a los trabajadores, lo que les permitió organizarse.
El ingeniero mexicano Ezequiel Ordoñez y su cuadrilla de perforación descubrieron en 1916 el espectacular pozo Cerro Azul Número 4, en Veracruz, uno de los mantos más productivos a nivel mundial; obtuvo una producción, al 31 de diciembre de 1921, de poco más de 57 millones de barriles. Pero toda la ganancia fue para la Huasteca Petroleum. Las utilidades, para los extranjeros; el trabajo, para los mexicanos.
Las condiciones laborales eran terribles: jornadas de 12 a 16 horas; empleo precario, sin descansos ni prestaciones. Los petroleros comenzaron a organizarse en mutualidades, uniones y fraternidades. En la segunda década comenzaron a organizar sindicatos de oficio. Los petroleros se organizaron principalmente en Veracruz y Tampico.
En 1915 había llegado la Casa del Obrero Mundial a Tampico. Influyó en los trabajadores petroleros de la Huasteca Petroleum y del Águila; entre los electricistas del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); entre alijadores y estibadores. Los trabajadores exigían jornadas de 8 horas, 1 día de descanso semanal, servicio médico, respeto al escalafón, reparto de utilidades, una tienda de abasto barata. La negativa de las empresas a garantizar los mínimos derechos de los trabajadores llevó al estallido de huelgas en 1917 y en 1919. Ese año los Trabajadores Unidos de La Pierce que habían formado un Sindicato de Empresa estallaron la huelga por 1 mes, que fue reprimida brutalmente: varios trabajadores fueron asesinados y 18 fueron enviados a las Islas Marías.
En 1919 comenzó la construcción de cuatro plantas refinadoras en las inmediaciones de Puerto Lobos, localizado en la Laguna de Tamiahua, Veracruz. Su propósito fue la exportación de productos refinados. Texas Company construyó en Agua Dulce, Veracruz, una refinería con capacidad de 9 mil 500 barriles diarios.
Para 1920 existían en México 80 compañías petroleras productoras y 17 exportadoras, cuyo capital estaba integrado en un 91.5 por ciento por empresas anglo-estadunidenses. La refinación se multiplicaba rápidamente. En mayo iniciaron las operaciones de la refinería La Atlántica, propiedad de la Compañía de Petróleo Atlántica, con una capacidad de 20 mil barriles diarios.
El 27 de agosto la empresa Continental Mexican Petroleum Company fue autorizada para construir una refinería en Pueblo Viejo, Ozuluama, Veracruz, con capacidad de 10 mil barriles diarios.
Para 1920, México ya era el segundo productor mundial de petróleo, gracias a yacimientos como el Faja de Oro, ubicado en los estados de Veracruz y Tamaulipas. Se producían casi 200 millones de barriles anuales. En 1923 se obtuvo el nivel más alto de producción de petróleo crudo en la época previa a la expropiación de 1938, equivalente a 530 mil barriles diarios. Comenzaron a operar refinerías en Tamiahua, Veracruz; Doña Cecilia (hoy Ciudad Madero), y en Tampico, Tamaulipas.
Los obreros iban desarrollando sus capacidades y realizando obras cada vez más complejas. En 1927 los trabajadores mexicanos construyeron el primer gasoducto de la República, que va de Cerro Azul a Mata Redonda, donde el gas natural era utilizado como combustible para ser aprovechado por la Huasteca Petroleum.
En 1933 la Compañía Petrolera El Águila inauguró la refinería de Azcapotzalco con una capacidad de 7 mil 500 barriles diarios, abastecida a través del oleoducto de Tampico. En 1934 se organizó la Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria del Petróleo y Derivados en Puerto México, Veracruz: un paso hacia la unidad de los trabajadores. Ese mismo año nació Petróleos de México, AC, como encargada de fomentar la inversión nacional en la industria petrolera.
Hubo un proceso unitario en apoyo a la huelga de 1934 de los petroleros que exigían mejores salarios, séptimo día, jubilación, vacaciones, vivienda. Al movimiento se integraron los petroleros de Minatitlán, Agua Dulce, las Choapas, Nanchital, Cuchiapan, Coatzacoalcos y Francisca. Ganaron el descanso en séptimo día, pero fueron reprimidos por no levantar la huelga cuando lo dispuso el gobierno de Abelardo Rodríguez, y a los dirigentes los mandaron presos a las Islas Marías. En 1935 estallaron huelgas en la Huasteca Petroleum Company, en solidaridad con los del Águila. Lograron reinstalar 14 trabajadores gracias a una huelga general en Tampico.
Los trabajadores en todo México habían desarrollado la unidad y se enfocaron en la organización de sindicatos nacionales de industria. Los primeros que se organizaron fueron los ferrocarrileros, en 1933, y los mineros, en 1934. En ese mismo año se organizó una federación de petroleros que incluía a trabajadores de Minatitlán, Agua Dulce, Puerto México, Nanchital y Las Choapas. En mayo de 1934 estallaron una huelga y lograron la creación de comisiones mixtas. La unificación en un sindicato de industria tuvo que superar la heterogeneidad de los obreros, sus ideologías diversas y la férrea oposición del fundador Calles, el Jefe Máximo quien había declarado: “El gobierno hace todo lo posible para la defensa de los propietarios extranjeros que hayan invertido sus capitales en la industria de México”.
El 27 de diciembre de 1935 por fin se logró la unificación de 35 sindicatos en el sindicato nacional de industria, el Sindicato Único de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (SUTPRM), que al año siguiente se unió al Comité Nacional de Defensa Popular.
El SUTPRM exigió la firma de un contrato colectivo de trabajo. El 3 de noviembre de 1936 presentó a la empresa un proyecto de contrato, al tiempo que la emplazó a huelga para el día 27. El presidente Lázaro Cárdenas actuó como mediador, con lo que se aplazó la huelga para que las empresas satisficieran las demandas de los trabajadores. La situación llegó a un límite ante la intransigencia de las empresas extranjeras.
Por fin el 28 de mayo de 1937 estalló la huelga por el contrato colectivo de trabajo y una serie de prestaciones mínimas. Se suspendió el suministro de gasolina en las estaciones de servicio durante 12 días, causando un gran caos nacional. Cárdenas intervino para proponer que se levantara la huelga el 9 de junio de 1938. La Junta de Conciliación y Arbitraje dio la razón a los trabajadores el 18 de diciembre, pero las empresas se ampararon para no cumplir con las disposiciones de la Junta. El 1 de marzo la Suprema Corte de Justicia confirmó el laudo de la Junta. Las empresas estaban obligadas a cumplir la ley, pero se rebelaban.
Entonces, con valentía, Lázaro Cárdenas decretó la expropiación petrolera, con base en las disposiciones de la Constitución de 1917. Luego de la expropiación, los trabajadores de Petróleos Mexicanos (Pemex) levantaron la industria a pesar de que las compañías extranjeras se habían llevado de México a ingenieros y técnicos, nacionales y extranjeros. Pemex adquirió seis refinerías en Minatitlan, Ciudad Madero, Azcapotzalco, Árbol Grande, Mata Redonda y Bellavista con la capacidad de procesar 102 mil barriles de crudo diarios. La primera refinería que entró a operar en manos mexicanas es la de Árbol Grande, antes era de la Sinclair Pierce. Técnicos de la Escuela Nacional de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional Autónoma de México se hicieron cargo de las instalaciones. Posteriormente Pemex asumió el reto de producir gasolina, para lo cual había que elaborar tetraetilo de plomo, cuya fórmula solamente la tenían dos empresas extranjeras.
Por decreto presidencial y ante la urgencia de formar profesionistas y técnicos calificados, se autorizó la formación de las carreras de ingeniero químico petrolero e ingeniero metalúrgico. Los cursos se comenzaron a impartir en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional (IPN). En 1944, la refinería de Azcapotzalco empezó a producir gasolinas de alto octanaje para utilizarse en las naves aéreas. En 1948 se fundó la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas, del IPN, que ha formado miles de ingenieros petroleros para Pemex.
Podemos desarrollar nuestra industria petrolera y la economía en general. Somos un pueblo con gran capacidad productiva. El petróleo sigue teniendo gran importancia en la época actual y la soberanía energética es vital.
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Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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