El ocaso de la OTAN

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Red Voltaire

La historia de la OTAN y sus actividades de hoy permiten entender cómo construye Occidente sus mentiras y por qué es actualmente prisionero de ellas. Lo peor es que lo más que pueden hacer los atlantistas es aferrarse a las mentiras y seguir cerrando los ojos… dirigiéndose al vacío

Thierry Meyssan/Red Voltaire

Damasco, Siria. La cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) acaba de desarrollarse en Varsovia, Polonia, los días 7 y 8 de julio de 2016. Esta cumbre, que debería ser una especie de triunfo de Estados Unidos sobre el resto del mundo, en realidad ha marcado el inicio de la debacle.

Recordemos, primero que todo, qué es la OTAN.

Lo que fue la OTAN

Después de la Segunda Guerra Mundial, las élites europeas, llenas de pánico ante la idea de que los partidos comunistas lograsen alcanzar el poder, se apresuran a guarecerse, en 1949, bajo el paraguas estadunidense. Se trataba, ante todo, de ponerse en condiciones de amenazar a los soviéticos para que no apoyaran a los comunistas occidentales.

Los países del oeste de Europa extendieron paulatinamente su alianza. Incorporaron a ella a los alemanes del oeste de Alemania (la República Federal de Alemania), que habían sido autorizados, en 1955, a restaurar su propio ejército. Preocupada por las capacidades de la OTAN, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) respondió creando el Pacto de Varsovia, 6 años después de la fundación de la OTAN.

Pero, con la Guerra Fría, las dos alianzas evolucionan de manera imperial: por un lado, la OTAN se ve dominada por Estados Unidos y, en menor medida, por el Reino Unido; del otro, el Pacto de Varsovia se encuentra bajo el dominio de la Unión Soviética. De hecho, incluso se había hecho imposible salir de ambas estructuras: la OTAN no vacila en utilizar el Gladio (una red secreta de inteligencia civil y militar supranacional) para organizar golpes de Estado y perpetrar asesinatos políticos preventivos mientras que el Pacto de Varsovia invade abiertamente Hungría y Checoslovaquia, países que habían mostrado tendencias a independizarse.

La Unión Soviética puso fin a ese sistema incluso antes de la caída del muro de Berlín. Mijail Gorbachov permitió que cada miembro del Pacto de Varsovia recuperara su independencia, en lo que llamó irónicamente su “Doctrina Sinatra”, en referencia a la célebre canción My way. Cuando se produjo el derrumbe final de la Unión Soviética, sus aliados simplemente se dispersaron y fueron necesarios varios años de estabilización antes de que apareciera la actual Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTCS), basada esta última –en respuesta a los errores del pasado– en una estricta igualdad entre los países que la componen.

Es necesario precisar aquí que, como organizaciones, tanto la OTAN como el disuelto Pacto de Varsovia contradicen la Carta de las Naciones Unidas, ya que los países miembros perdían su independencia al aceptar poner sus tropas bajo los mandos de Estados Unidos o de la URSS.

Contrariamente al caso de Rusia, Estados Unidos siguió siendo un imperio y sigue utilizando la OTAN para obligar a sus aliados a actuar según los intereses estadunidenses. El objetivo inicial de la OTAN –presionar a los soviéticos para que no ayudaran a los comunistas occidentales a llegar al poder– ya no tiene razón de ser. Sólo subsiste la sumisión a la tutela estadunidense.

En 1998, la OTAN libró su primera guerra, contra un Estado minúsculo –la actual Serbia– que no representaba ningún tipo de amenaza para ningún miembro de la OTAN. Estados Unidos fue creando poco a poco las condiciones para el conflicto, entrenando –en la base turca de Incirlik– a la mafia kosovar en la realización de actos de terrorismo, organizando una campaña de terror en Serbia y, posteriormente, acusando al gobierno serbio de haber desatado una represión desproporcionada contra los autores de los actos terroristas. Cuando el yunque aplastó la mosca, en las cancillerías de los países miembros de la alianza atlántica se dieron cuenta de que la OTAN en realidad era un organismo demasiado pesado y muy poco eficaz. Comenzaron entonces toda una serie de profundas reformas.

La OTAN posterior al 11 de septiembre de 2001

Al desaparecer la URSS ya no quedaba en el mundo ningún Estado capaz de rivalizar con Estados Unidos en el plano militar y, por ende, aún menos con la OTAN. Esta última tenía que haber desaparecido en aquel momento. Pero no fue eso lo que sucedió.

Primero, surgió un nuevo enemigo: el terrorismo. Y el terrorismo enlutó varias capitales de países miembros de la OTAN, obligando a los Estados de la alianza atlántica a respaldarse entre sí.

Por supuesto, no hay ningún tipo de comparación posible entre lo que fue el Pacto de Varsovia y lo que realmente podían hacer una banda de barbudos desde una cueva en Afganistán. Pero los Estados miembros de la OTAN actúan como si creyeran –en verdad el amo de la alianza atlántica no les deja otra opción– que la única manera de garantizar la protección de sus poblaciones es firmar los comunicados de la OTAN, repetir a coro el discurso único.

A pesar de que existe una abundante literatura histórica, los occidentales siguen sin entender que la OTAN fue creada por sus clases acomodadas para utilizarla contra sus propios pueblos y que hoy Estados Unidos la utiliza contra las élites occidentales. La situación es muy poco diferente para los países bálticos y Polonia, que entraron recientemente en la alianza atlántica y aún se encuentran en la primera etapa del proceso: la del temor de las élites ante los comunistas.

La zona geográfica casi ilimitada que abarca la OTAN

Si la OTAN fuese realmente una alianza defensiva se limitaría a garantizar la defensa de sus Estados miembros. Pero, en vez de ello, sigue ampliando su zona geográfica de intervención. La lectura del comunicado final emitido en Varsovia permite comprobar que la OTAN se inmiscuye en todas las regiones del mundo, incluyendo la península de Corea –donde Estados Unidos nunca firmó la paz con la República Democrática– y África –donde el Pentágono sigue empeñado en instalar su AfriCom. La única región del mundo donde no se mete la OTAN es Latinoamérica, considerada como la zona reservada de Washington, en virtud de la Doctrina Monroe. En lo tocante a todas las demás regiones del mundo, los vasallos del Pentágono reciben órdenes de enviar tropas para defender los intereses del amo.

La OTAN está implicada hoy en todos los campos de batalla. La OTAN coordinó la destrucción de Libia, con diferentes niveles de participación de sus diferentes miembros, cuando el comandante estadunidense del AfriCom, el general Carter Ham, se negó a entregar armas a al-Qaeda para derrocar a Muammar el-Kadhafi. Y es también la OTAN la que coordina la guerra contra Siria desde la instalación del Allied Land Command, en 2012, en la ciudad turca de Esmirna (Izmir).

Poco a poco, varios Estados no europeos han sido integrados a la OTAN, con diferentes niveles de participación. Los más recientes son Bahréin, Israel, Jordania, Qatar y Kuwait, que incluso ya tienen cada uno su propia oficina en la sede de la OTAN, desde el 4 de mayo de 2016.

¿Qué es la OTAN hoy en día?

Cada Estado miembro de la OTAN está siendo exhortado a armarse para participar en las próximas guerras y dedicar a ello un 2 por ciento de su producto interno bruto (PIB), aunque esto es todavía sólo una parte de lo que se les pide. Como el armamento debe corresponder a las normas de la OTAN, también se les exhorta a que lo compren en Estados Unidos.

Por supuesto, todavía quedan producciones nacionales de armamento en varios países de la OTAN. Pero no será por mucho tiempo. Durante los últimos 20 años, la OTAN ha estimulado sistemáticamente a los Estados miembros de la alianza a desmantelar sus propias industrias aeronáuticas militares, exceptuando las de Estados Unidos. El Pentágono anunció la creación de un avión de guerra multipropósito –el F-35 Joint Strike Fighter– a un precio súper ventajoso. Todos los países miembros de la OTAN hicieron pedidos para adquirir esa maravilla y cerraron sus propias fábricas.

Veinte años más tarde, el Pentágono todavía no está en condiciones de fabricar ni un solo ejemplar de ese avión maravilloso capaz de hacer cualquier cosa y sigue presentando en las ferias de armamento los mismos F-22 más o menos modificados. Ahora Estados Unidos pide constantemente a los clientes que ayuden a financiar el desarrollo del dichoso F-35 mientras que, en Washington, el Congreso estadunidense se plantea reiniciar la producción de aviones viejos porque lo más probable es que el F-35 nunca llegue a fabricarse.

Conclusión: la OTAN funciona como una vulgar sucursal de la mafia, el que no paga se expone a ser víctima de atentados terroristas.

Estados Unidos ha hecho todo lo posible para que sus aliados dependan de la industria militar estadunidense… y dejó de perfeccionarla. Mientras tanto, Rusia reconstruyó su propia industria militar y China está a punto de disponer de su propia estructura industrial militar. Ya en este momento las fuerzas armadas de la Federación Rusa han dejado atrás al Pentágono en materia de guerra convencional. Rusia ha desplegado en el oeste de Siria, en el Mar Negro y en Kaliningrado un conjunto de medios técnicos que le permiten desactivar los sistemas de observación y mando de la OTAN, al extremo que la alianza atlántica ha tenido que renunciar a vigilar la actividad de las fuerzas armadas rusas en esas regiones. Y en el campo de la aeronáutica, Rusia ya está produciendo aviones multipropósito capaces de hacer palidecer de envidia a los pilotos de la OTAN. Y de aquí a 2 años, China también pudiera dejar atrás a la OTAN en materia de guerra convencional.

Así que los miembros de la OTAN están siendo testigos de la decadencia de la alianza atlántica, que constituye de hecho su propia decadencia. Pero no reaccionan ante esa nueva situación, con excepción del Reino Unido.

El caso de Daesh

Después de la histeria sobre al-Qaeda que caracterizó los años 2000, ahora nos encontramos bajo la amenaza de un nuevo enemigo: el Emirato Islámico en Irak y el Levante, también conocido como Daesh. Todos los Estados miembros de la OTAN fueron exhortados a unirse a la “Coalición Mundial” (sic) para vencerlo. Los participantes en la cumbre de Varsovia se felicitaron por las victorias obtenidas en Irak y hasta en Siria, incluso a pesar de “la intervención militar de Rusia, de su importante presencia militar, de su respaldo al régimen” que constituyen una “fuente de riesgos y [de] desafíos adicionales para la seguridad de los Aliados” (sic).

Ya todo el mundo entendió que el Emirato Islámico fue creado en Irak por Estados Unidos en 2006. Pero ahora nos dicen que esa organización terrorista se volvió en contra de su creador –obsérvese que eso fue lo mismo que ya nos dijeron sobre al-Qaeda–; sin embargo, el 8 de julio de 2016, mientras el Ejército Árabe Sirio luchaba contra varios grupos terroristas –entre los que se hallaba el Emirato Islámico– al este de Homs, aviones de la US Air Force aportaron apoyo aéreo a esos terroristas durante 4 horas, lo cual permitió a los yihadistas de Daesh preparar y efectuar la voladura de un importante tramo del gasoducto que conecta Siria con Irak e Irán.

Otro hecho revelador es que en los atentados registrados el 4 de julio en Arabia Saudita (incluso frente al consulado de Estados Unidos en Yeddah, del otro lado de la calle), el Emirato Islámico utilizó explosivos militares de alta tecnología, disponibles únicamente en los arsenales del Pentágono. Así que no resulta difícil entender que, con una mano, el Pentágono combate el Emirato Islámico en ciertas zonas mientras que, con la otra mano, sigue entregándole armas y garantizándole apoyo logístico en otras zonas.

El ejemplo ucraniano

El otro espantajo que la OTAN sigue agitando es Rusia. Sus “acciones agresivas (…) incluyendo sus actividades militares provocativas en la periferia del territorio de la OTAN y su demostrada voluntad de alcanzar objetivos políticos mediante la amenaza o el uso de la fuerza, constituyen una fuente de inestabilidad regional, representan un desafío fundamental para la Alianza” (sic).

La OTAN reprocha a Rusia la anexión de Crimea, lo cual es cierto, negando el contexto en que se produjo: el golpe de Estado orquestado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en Kiev y la entronización de un gobierno ucraniano plagado de nazis. Dicho de otra manera, los miembros de la OTAN tienen derecho a hacer cualquier cosa… pero Rusia… Rusia viola los acuerdos que había concluido con la alianza atlántica.

La cumbre de Varsovia

La cumbre de la OTAN en Varsovia no permitió a Washington reparar las grietas que aparecen en la alianza. El Reino Unido, que al decidir su salida de la Unión Europea acaba de poner fin a su “relación especial” con Estados Unidos, se negó a incrementar su participación en la OTAN para compensar el esfuerzo que está cancelando en el seno de la Unión Europea. Londres se escudó tras su próximo cambio de gobierno para evadir las preguntas sobre el tema.

La cumbre atlántica sólo pudo tomar dos decisiones: instalar bases permanentes en la frontera rusa y desarrollar el escudo antimisiles. Como la primera decisión contradice los compromisos de la OTAN, se implementará desplegando tropas según un sistema rotativo, de manera que no habrá un contingente permanente, aunque siempre habrá soldados presentes. La segunda decisión consiste en utilizar el territorio de los aliados europeos para desplegar allí soldados estadunidenses y un sistema de armamentos. Para no incomodar a las poblaciones europeas cuyos territorios se verán así sometidos a una nueva ocupación militar, Estados Unidos aceptó no conservar el mando directo del escudo antimisiles sino ponerlo bajo el mando de la OTAN.

Pero se trata de un cambio puramente cosmético, ya que el comandante Supremo de la alianza atlántica, actualmente el general Curtis Scaparrotti, es obligatoriamente un oficial estadunidense designado directamente por el presidente de Estados Unidos.

Thierry Meyssan/Red Voltaire

[BLOQUE: ANÁLISIS][SECCIÓN: INTERNACIONAL]

Contralínea 497 / del 18 al 23 de Julio 2016

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