Los cruces de migrantes indocumentados en la frontera de México con Estados Unidos cayeron 74.5 por ciento: mientras que en enero pasado se registraron 36 mil 679, en mayo de 2019 alcanzaron los 144 mil 116, refiere información de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
La política migratoria de México centra la atención en la creciente crisis humanitaria en las ciudades fronterizas del Norte, como resultado del programa “Quédate en México”. Sin embargo, en el Sur del país aumenta la presencia de personas migrantes varadas en las ciudades fronterizas y con ello los delitos y abusos en su contra.
Emilio Vizarretea Rosales, experto en seguridad nacional, asegura en entrevista que Donald Trump puso a temblar a Andrés Manuel López Obrador con sus amenazas de imponer aranceles generalizados. Por ello, indica, la política migratoria que pretendía implantar el presidente mexicano “se fue a la basura, al enajenar una política de puertas abiertas, de acompañamiento y buen trato, y llegó a un punto en que la frontera Sur es revisada por las Fuerzas Armadas, que han cerrado la frontera a cualquier migrante”.
Señala que López Obrador y Trump actuaron en función de sus intereses, y quedó claro que a Trump no le importa la migración ni la seguridad de los estadunidenses, si no consolidar su campaña de reelección. En ese contexto, refiere que México cayó prisionero de la estrategia de Estados Unidos: López Obrador perdió autoridad moral frente a la propuesta migratoria, y el país se volvió receptor de todos los migrantes que buscan asilo estadunidense.
“Ha sido una emboscada desde el lado más positivo; desde el lado más grave, una capitulación; y en términos de una guerra, es una derrota sin haber estado en combate. México se volvió el lugar de contención, todo un muro para la migración centroamericana hacia Estados Unidos”, asegura el académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Según un informe de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por su sigla en inglés), “el gobierno de López Obrador ha hecho poco para abordar la violencia contra migrantes y solicitantes relacionada con el crimen organizado. Más bien, la aceptación de los ‘Protocolos de Protección al Migrante’ del gobierno de Trump ha dejado a los solicitantes de asilo aún más vulnerables a la explotación por parte de grupos criminales, sobre todo en la frontera Norte del país”.
El aumento del control migratorio ha obligado a los indocumentados a viajar en áreas más remotas y peligrosas, y también ha fomentado condiciones infernales en las estaciones migratorias, y empujado a la Guardia Nacional a asumir un papel que no está preparado desempeñar.
“El gobierno de México puede ganar el favor del gobierno de Trump deteniendo y deportando a un número récord de personas, pero pierde terreno ante los grupos criminales que explotan a los migrantes temerosos”, advierte el informe El “muro” antes del muro: el aumento de medidas contra la migración en la frontera Sur de México, publicado en diciembre de 2019.
Como parte de su nueva estrategia contra la migración, el gobierno mexicano ha desplegado casi 12 mil miembros de la Guardia Nacional a la región fronteriza Sur. En su mayoría provienen de las Fuerzas Armadas, tienen poca o ninguna capacitación para llevar a cabo operaciones migratorias, lo que deja a las personas migrantes y solicitantes de asilo vulnerables al abuso, señala el documento.
Para Vizarretea, “lo más grave es que estamos teniendo y una especie de Guardia Nacional de usos múltiples: en lugar de ser preventiva tiene sin duda una proactividad, pero reactiva. Ello genera dispersión de fuerzas para el combate a la delincuencia organizada, y donde el trabajo de inteligencia pasa a un nivel de obsolescencia porque los únicos que aparecen son los delincuentes”.
El académico observa que no estaban contemplados los 12 mil elementos para la frontera Sur, cantidad que impacta y se distraen de la seguridad por el tema migratorio, lo cual conlleva a problemas de infraestructura para militares y policías apostados en carpas.
El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, ha admitido que no sólo se busca contener sino disuadir la migración en la frontera que registra una enorme porosidad. Actualmente, en la frontera Sur los 12 mil elementos de la Guardia Nacional cubren 52 puntos de paso, pero la zona selvática no es custodiada.
En su informe, WOLA subraya que por el empleo de la Guardia Nacional se han desplazado las rutas de migración a áreas donde los migrantes son más vulnerables a ataques por parte de grupos criminales y funcionarios corruptos: mientras que los corredores adyacentes a las costas del Pacífico y el Golfo de México están experimentando menos tráfico, los grupos criminales continúan operando en un corredor “central” que atraviesa el terreno rural y montañoso.
Para el general en retiro del Ejército Mexicano y maestro en seguridad multidimensional, Héctor Sánchez, mientras no haya un concepto de seguridad nacional, México seguirá sometido a la política de Estados Unidos, donde los consulados redujeron su capacidad para defender a los migrantes.
La relación entre ambos países ha sido ríspida desde la primera década del siglo XXI debido a la violencia crimen organizado y tráfico de armas, que se han mantenido hasta la fecha, determinado por falta de cooperación eficaz para combatir el flagelo, dice en entrevista el general del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Héctor Sánchez hace hincapié en que el tráfico de armas nutrió a los cárteles de la droga, favoreció su auge y peligrosidad y provocó que se sintieran moralmente apoyados por el gobierno de Estados Unidos para enfrentar al Estado mexicano.
“En este contexto se produjo un incremento de tráfico de drogas hacia Estados Unidos, y que la migración se minimizara para privilegiar el combate al narcotráfico, así como la intromisión de agencias de inteligencia de Estados Unidos en México.”
Agrega que si bien la propuesta en materia de política migratoria del Plan Nacional de Desarrollo del gobierno federal es innovadora en cuanto a atender las causas que originan la migración, es aventurado presuponer que la desigualdad social, la marginación y la pobreza son las únicas causas de migración.
“Se trata de un fenómeno social de alta complejidad que obedece a causas y factores multidimensionales y que por lo tanto debe ser atendido desde la misma perspectiva, ya que desde inicios del siglo XXI, la migración se presenta como una de las nuevas amenazas en la era de la seguridad multidimensional en Latinoamérica, donde sociedades con alta pobreza, desigualdad y violencia, requieren romper el paradigma tradicional de seguridad nacional, para transitar a uno con enfoque multidimensional con énfasis en el campo social”.
Desde el inicio del programa Quédate en México, han surgido informes sobre grupos del crimen organizado que secuestran migrantes para obtener rescate. Según el Programa de Búsqueda de Migrantes del Servicio Jesuita, el 36 por ciento de las desapariciones de migrantes en México ocurren en los estados fronterizos del Norte.
El informe de WOLA indica que en el acuerdo entre el gobierno mexicano y el gobierno de Estados Unidos para expandir el programa Quédate en México, en junio, el gobierno de López Obrador se comprometió a ofrecer empleos, atención médica y educación a los migrantes que regresan a México como parte del programa.
Sin embargo, considera que lo anterior aún no ha sucedido, ya que los gobiernos locales, las casas del migrante y voluntarios de ambos lados de la frontera han asumido la mayor parte de la carga, con poco o ningún apoyo del gobierno federal.
Al respecto, datos de la Secretaría de Relaciones sostienen que México invierte recursos para crear 60 mil empleos directos en El Salvador, Guatemala y Honduras. “Los beneficiados en El Salvador (6 mil 61) son el 45 por ciento del total de migrantes recibidos de junio de 2019 a la fecha [febrero de 2020]”.
Carlos Barrichina, profesor investigador de la Universidad Anáhuac, expone a Contralínea que la política migratoria como tema de seguridad nacional entre México y Estados Unidos en 2019 ha sido de incertidumbre. “Se han dejado pasar algunas acciones, como el fenómeno de las 12 caravanas entre octubre 2018 y diciembre de 2019, y una caravana en 2020, han generado sensación de invasión de migrantes en su camino hacia el país vecino”.
Subraya que la política mexicana se ha asociado a la seguridad fronteriza, por lo que analiza que más que un enfoque de seguridad humana, la migración es un tema de seguridad nacional, pero en el discurso oficial se ha exagerado el papel de las caravanas de migrantes, no han sido relevantes ni se ha incrementado su número.
Experto en seguridad nacional, Barrichina dice que la agenda del desarrollo del Sur de México con la Cepal –que anunció como prioridad el gobierno mexicano– se ha dejado de lado, luego de la complicación de crisis política en los países centroamericanos en Honduras, Guatemala y El Salvador, ha dificultado que se atienda el programa y destacado la militarización fronteriza más que el desarrollo en la región.
Estima que el reto de la frontera Sur y de la seguridad nacional es “entender que vivimos en una región en conflicto y que el crimen organizado no conoce fronteras. Las caravanas deben ser una atracción para la gente del crimen organizado que tiene una capacidad de absorción mayor, mientras México está concentrado en el paso de 500 personas por Chiapas como afirma el canciller Marcelo Ebrard”.
Explica que México trata de impulsar un programa de desarrollo con el apoyo de la Cepal para los migrantes centroamericanos, mientras que Estados Unidos pretende imponer otro basado en la agenda de seguridad y convertir el fenómeno migratorio en campaña electoral de Donald Trump en el país vecino.
Por otra parte, Carlos Barrichina destaca que la inestabilidad regional es muy grave debido a que las fronteras son muy porosas. “Vivimos una crisis regional donde ni las estratégicas de cooperación civil y militar, ni la gran cantidad de inversión en recursos han dado resultados en los últimos 30 años, porque la presencia del crimen organizado es muy seria, un problema regional de México del que no se puede apartar”.
Agrega que la migración se debe tratar como un asunto de seguridad nacional o de seguridad humana. “Hay muchas dudas en el futuro. Lo cierto es que el tránsito de migrantes centroamericanos desde la década de 1980 ha sido silencioso, organizado ahora por el miedo del tránsito a través de México ante la presencia del crimen organizado”.
Destaca que las cifras de migrantes dadas a conocer por el secretario Marcelo Ebrard, quien señaló que en 2019 habían pasado por México más de 500 mil migrantes, “son falsas, porque hay migrantes por todo Estados Unidos, como falso es que las repatriaciones y detenciones de migrantes sean una manera de medir el número de migrantes que pasan por el país”.
Adriana Ramírez Costa, consultora independiente y maestrante en seguridad nacional en el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), sostiene en entrevista que la migración del corredor Centroamérica-Norteamérica se ha secularizado y convertido en un fenómeno cíclico, donde se criminaliza a migrantes como amenaza para el Estado, es un tema de seguridad presente en la agenda pública.
“La migración es parte de un proceso de secularización de la migración en el mundo. No sólo se ha endurecido la política migratoria de Estados Unidos, se militarizan las fronteras en México, y como fenómeno cíclico, hay que tomar en cuenta que se trata de migración indocumentada, que se induce a la búsqueda de otros caminos y vuelve una población más vulnerable.”
La experta desataca que Estados Unidos ha pasado a una ultrasecularización de la migración como tema central de la administración de Trump, cuyo discurso desde la campaña se enfocó en criminalizar a los migrantes como foco de inseguridad, y emitió órdenes ejecutivas para la contención, construcción del muro, entre otras medidas.
José Réyez
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