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Normalistas rurales, los primeros estudiantes guerrilleros

Publicado por
Zósimo Camacho

Los expedientes de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México y del Grupo Popular Guerrillero generados por la policía política del régimen, la antigua Dirección Federal de Seguridad, dan cuenta del nacimiento de la lucha armada de carácter marxista en México. Campesinos despojados por terratenientes y estudiantes pobres que buscaban un cambio social son hostigados hasta que no encuentran otra salida que la rebelión. Muchachos de entre 18 y 22 años, la mayoría de quienes inauguraron la guerra de guerrillas en México y que perdieron la vida en el asalto al cuartel militar de Madera. Los documentos policiacos, que buscan justificar la masacre calificando a rebeldes, campesinos, maestros y estudiantes como “facinerosos”, “gavilleros” y “sedicentes”, reconocen, sin embargo, la “amplia simpatía” y arraigo de los guerrilleros en las comunidades de la región y las injusticias que gobernantes y terratenientes cometían contra ejidatarios y alumnos

/segunda de cuatro partes

 “Según observaciones por algunos oficiales del Ejército que estuvieron en el lugar de los hechos, se constató que los elementos de la gavilla que resultaron muertos, eran jóvenes de 18 a 25 años que portaban mochilas […]” (sic).

El informe está firmado por el entonces titular de la policía política del régimen mexicano de mediados de la década de 1960, la Dirección Federal de Seguridad (DFS), Fernando Gutiérrez Barrios. El documento –fechado el 23 de septiembre de 1965 y archivado con el número de expediente 100-5-3, legajo 2, hoja 329, hoy disponible en la Galería 1 del Archivo General de la Nación– da cuenta del ataque al Cuartel de Madera, en Chihuahua: la primera insurrección armada basada en la guerra de guerrillas en México luego de la Revolución.

El Grupo Popular Guerrillero, el primer antecedente de todas las organizaciones político militares de izquierda vigentes en México, estaba compuesto por profesores y estudiantes rurales y por campesinos chihuahuenses. Dos escuelas normales rurales asentadas en el estado tuvieron que soportar la ira del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien desató una campaña militar en la región: la Abraham González, ubicada en Salaices; y la Ricardo Flores Magón, en Saucillo. La primera, para varones, sufriría los primeros embates pero no concluiría la década. Sería cerrada junto con casi dos decenas de escuelas más en todo el país. La segunda, para mujeres, sigue vigente hasta el día de hoy y es integrante de las 16 escuelas hermanas de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM). Actualmente las alumnas de esta escuela encabezan en Chihuahua las movilizaciones estudiantiles que demandan la presentación con vida de los 43 alumnos detenidos-desaparecidos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero.

El expediente de la guerrilla encabezada por el maestro rural Arturo Gámiz García que generó la DFS en la actualidad se encuentra bajo el resguardo del Archivo General de la Nación, en su Galería 1. Se trata de 91 tarjetas (que remiten a cientos de informes y otros documentos elaborados entre el 21 de julio de 1964 y el 20 de enero de 1967) archivadas bajo el título “Grupo de Guerrilleros Populares en Chihuahua” (sic).

Con el asalto al Cuartel de Madera, los rebeldes fueron derrotados y perdieron a su dirección política y militar. Los sobrevivientes se dispersaron y algunos se incorporaron a los movimientos armados posteriores.

Los documentos señalan desde entonces los nombres de los guerrilleros muertos: Arturo Gámiz García, de 25 años, maestro en una escuela primaria rural del Chihuahua; Pablo Gómez Ramírez, de 39 años, médico y profesor en las escuelas normales rurales de San Marcos, Zacatecas, y Salaices, Chihuahua; Emilio Gámiz García, hermano de Arturo, estudiante de 20 años; Antonio Scobell Gaytán, campesino de 23 años; Salomón Gaytán, campesino de 23 años; Óscar Sandoval Salinas, de 20 años, alumno de la Escuela Normal del Estado en Chihuahua; Miguel Quiñones Pedroza, maestro normalista rural de 22 años, egresado de la Escuela Normal Rural de Salaices y director de la Escuela Rural Federal en Ariseáchic; y Rafael Martínez Valdivia, de 21 años, profesor rural en Basúchil.

Los papeles de la DFS dejan ver que la acción de los guerrilleros fracasó totalmente desde el punto de vista militar, pero también que no fue una ocurrencia o ingenuo sacrificio de improvisados, como por décadas se le ha calificado al hecho, incluso por historiadores de izquierda.

Por más de 1 año, el grupo de aproximadamente 40 maestros, estudiantes y campesinos emprendió varias acciones militares, de las cuales siempre salió avante. Sobre todo por “la amplia simpatía” con la que contaba entre las comunidades de la región (como reconocen en sus informes los agentes de la policía política).

La primer acción de la guerrilla de la que da cuenta la DFS es el desarme y detención por parte de los insurgentes de un grupo de agentes estatales que habían sido enviados para detener a los “sedicentes”.

Según la tarjeta fechada por un agente de la DFS el 21 de julio de 1964, a mediados de mayo de ese año, en Mineral de Dolores, municipio de Madera, Chihuahua “[…] se encontraba un grupo de campesinos pertenecientes a la UGOCM [Unión General de Obreros y Campesinos de México] convertidos en Guerrilleros, denominándose ‘Grupo de Guerrilleros Populares’, comandados por Arturo Gámiz García, exdirigente de la Juventud del PPS […]” (sic).

En el documento se informa que cinco agentes, encabezados por el comandante Rito Caldera Zamudio, habían sido comisionados para ubicar y detener a los insurgentes. Sin embargo, los sorprendidos fueron los policías: los guerrilleros detectaron antes el lugar en el que los agentes pernoctaban.

 “[…] encontrándose los policías en la casa habitación de Florentino Ibarra, ubicado en la población de Mineral de Dolores, preparando sus armas y alimentos para perseguir a los sedicentes guerrilleros, el Agente Manuel Gómez Licón oyó un disparo y se sintió herido en un talón, por lo que el resto del grupo salió, disparando hacia donde se veían los destellos de los agresores, los que empezaron a lanzarles bombas molotov incendiando la casa.

 “A las 7:30 horas el Jefe de Grupo, Calderas Zamudio, viendo que se les había terminado el parque, ordenó que salieran los hombres a su mando con las manos en alto, siendo capturados por Arturo Gámiz García, quien portaba un rifle 30-06 y una pistola 38 calibre especial, al que acompañaban Antonio Escobel [Scobell], armado con un rifle M-1, y los hermanos Salomé y Antonio Gaytán que portaban rifles 30-06 y otros dos individuos no identificados, armados con iguales rifles. Todos ellos tenían carrilleras cruzadas en el pecho y en la cintura […]. Obligaron a los agentes a acostarse boca abajo, amarrándolos de pies y manos…” (sic).

Al final, “tales fascinerosos” (sic) dejaron libres a los policías.

Una tarjeta que se corresponde con el expediente 100-5-1-1964, legajo 9 y hoja 107 –a resguardo en la Galería 1 del Archivo General de la Nación–, fechada el 29 de julio de 1964, informa que “El Grupo que está en la Sierra y que encabeza Arturo Gámiz García está compuesto por Salomón Gaytán Aguirre, Antonio Escobell [Scobell] Gaytán, Margarito González Torres, Juan Antonio Gaytán Aguirre, Refugio Portillo Murrieta y dos individuos más no identificados […]” (sic).

Las fichas y los documentos dan cuenta de una intensa actividad del Grupo Popular Guerrillero y de la “amplia simpatía” que los rebeldes tienen en la zona. Y es que las “injusticias” cometidas por terratenientes y el gobierno del Estado, como se reconocen en los documentos de la DFS, provocaban que aumentara la popularidad de los guerrilleros.

Del primer golpe al grupo insurgente da cuenta una ficha fechada el 6 de julio de 1965 –que se corresponde con el expediente 100-5-1-1965, legajo 13, hoja 135–. Se señala que fuerzas de la Quinta Zona Militar aprehendieron a integrantes de la “gavilla” de Arturo Gámiz. El documento detalla:

 “[…] Los detenidos son Paulino Rivera, Angel Rivera, Luis Carpinteyro Cruz y Enrique González, después de haber sido sometidos a un fuerte interrogatorio por parte del Agente del MP Militar, mayor de caballería Julián Méndez Sánchez y otros miembros del ejército, declararon que los principales elementos que los refaccionan con dinero y parque, a la gavilla antes citada, eran Francisco Márquez (a) El Chango, quien estaba al frente de la UGOCM y Eduardo Rodríguez Ford, secretario de la misma […]” (sic).

 

 

 

        

Normales rurales, la defensa civil y pacífica

Luego de la masacre del 23 de septiembre de 1965, las movilizaciones para reclamar los cuerpos de los guerrilleros e intentar detener la represión que se cernía sobre la región estuvieron a cargo de los estudiantes de las escuelas normales rurales de Salaices y de Saucillo.

El 28 de septiembre un agente informaba al capitán Fernando Gutiérrez Barrios, titular de la DFS: “Se dice que ha habido reuniones en Saucillo Chih. [Escuela Normal Rural Ricardo Flores Magón] de maestros y alumnos de la normal, cosa que también se investiga” (sic).

Los alumnos participarían también en acciones de desagravio a los rebeldes caídos y con una campaña informativa para honrar la memoria de los muertos.

Una ficha fechada el 8 de octubre de 1965 (que se corresponde con el expediente 100-5-1-65, legajo 14, hoja 206) informa:

 “El 5 por la noche tres estudiantes de la normal de Chihuahua fueron sorprendidos por la Judicial pegando manifiestos francamente subversivos y en los que se ensalza a los caídos en Madera y se ataca duramente al gobernador.”

Por su parte, el expediente de más de 10 mil fojas de la FECSM, integrado en la Galería 1 del Archivo General de la Nación a solicitud de Contralínea (folio 04950 00006008), da cuenta de la agudización de los problemas estudiantiles y campesinos en la región que derivaron, en un periodo de 5 años, en la conformación del primer grupo guerrillero de carácter marxista en México.

El oficio de la DFS, con folio 04172 y fechado el 13 de agosto de 1964, informa acerca de los preparativos de una huelga estudiantil en las normales rurales de Chihuahua para demandar la libertad de un dirigente campesino y un estudiante. El documento, firmado por el director Federal de Seguridad, coronel diplomado de estado mayor Manuel Rangel Escamilla, señala que los alumnos buscaban “presionar a las Autoridades a fin de lograr la libertad del líder agrario Álvaro Ríos Ramírez y del estudiante normalista Jesús Hilario Cardona Rodríguez.

 “Los citados alumnos han estado celebrando platicas con Joaquín Fuentes Fuentes y Nereida Abarca Castillo, Dirigentes de las Normales Rurales de Salaices y de Saucillo, Chihuahua, respectivamente, con el objeto de que los estudiantes de estos Planteles secunden el movimiento de huelga.

 “Se hace notar que el presidente de la Sociedad de Alumnos de la Normal de Chihuahua, José Marileñarena Rivera, fue quien hizo uso del micrófono en un acto celebrado en la Capital de esa Entidad, con motivo de la visita que hizo a la misma el Sr. Lic. Gustavo Díaz Ordaz, durante su jira de propaganda política” (sic).

Sobre el último punto, la ficha del agente Félix Aivahuante, fechada el 13 de agosto y recibida por la DFS el día 14, señala que Mariñelarena “participó tomando el micrófono en los disturbios ocurridos en la Ciudad de Chihuahua con la visita del Lic. Gustavo Díaz Ordaz” (sic).

No obstante que la DFS generaba a diario documentos relacionados con la FECSM o las normales rurales, en la versión pública de esta organización, de manera abrupta, se interrumpen los informes el 29 de mayo de 1965 y se reanudan hasta el 29 de octubre de ese año. Es decir, quedan fuera todos los documentos alrededor de la fecha del 23 de septiembre, cuando fue atacado el cuartel militar de Madera, Chihuahua, con el que se dio origen a la guerrilla moderna mexicana.

El último reporte antes de los acontecimientos señalados daba cuenta del cambio de comité ejecutivo de la FECSM, en el que al frente había quedado el estudiante de Tamatán, Tamaulipas, Jesús Contreras Pacheco. El documento del 29 de octubre es una tarjeta en la que se señala que las normales están por iniciar un nuevo movimiento social.

Se lee: “Este movimiento está apoyado por el MLN [Movimiento de Liberación Nacional] y los Sres. Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, Profesor Mario Aguilera Dorantes y José Santos Valdez, que fuera Coordinador General de las Normales en el Norte del País. Actualmente está jubilado” (sic).

El elemento que elaboró la tarjeta, y el cual omite su nombre, recomienda: “Yo creo, que deteniendo a Contreras Pacheco, el movimiento debe abortar” (sic).

Un informe de la DFS fechado el 27 de octubre con carácter de “CONFIDENCIAL” (sic), sin firma, sin sello y sin preámbulo alguno dice:

“JESUS CONTRERAS PACHECO, Presidente de la FEDERACION DE ESTUDIANTES CAMPESINOS SOCIALISTAS DE MEXICO, estudiante de la Normal Rural de Tamatán, Tamaulipas, y originario de Ciudad Victoria, según las investigaciones es responsable de lo siguiente:

 “1º.- Días después de los acontecimientos de Cd. Madera, Chih., convocó a un Consejo Extraordinario de Estudiantes de las Escuelas Normales Rurales, en Saucillo, Chih., donde acordaron, como represalia contra el Gobierno Federal, de darle un plazo perentorio a la Secretaría de Educación para dar contestación al pliego de peticiones económicas o en su caso ir a una Huelga General de las 29 Escuelas, cuyo plazo se vence el día 31 de los corrientes.

 “2.- Mientras tanto, el citado líder Jesús Contreras Pacheco, para amedrentar a los funcionarios de la SEP, provocó las huelgas en las Escuelas Rurales de Salaises, Chih., Ciudad Guzmán, Jalisco, Tamatán Tamps., no obstante que las peticiones se están resolviendo en la Secretaría de Educación Pública.

“3.- La incitación para estos actos subversivos de los alumnos, se debe a que dicho alumno JESUS CONTRERAS PACHECO, a visitado todas las Escuelas Normales Rurales y les ha dicho al alumnado ‘QUE EL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPUBLICA, ES UN VENDIDO A LOS ESTADOS UNIDOS, QUE ES UN ‘CRISTERO’, UN CONSERVADOR Y ENEMIGO DE LOS ESTUDIANTES Y DE LOS TRABAJADORES […]” (sic).

El documento, incompleto, finaliza con una leyenda en inglés: “THIS REPORT IS STRICTLY CONFIDENTIAL AND FOR CLIENTS INFORMATION ONLY” (sic).

Así, para la policía del régimen, las demandas de los estudiantes no eran legítimas y se trataba sólo de una reacción al exterminio de la guerrilla de Arturo Gámiz. Las demandas de los estudiantes eran las mismas planteadas en 1963 y a las que las autoridades sólo habían respondido con promesas.

En un oficio posterior, fechado el 30 de octubre de 1965 se lee: “Como resultado de los incidentes suscitados en Madera, Chih., JESUS CONTRERAS PACHECHO, siguiendo consignas de RAMON DANZOZ PALOMINO, redobló la presión en contra de las autoridades respectivas para que solucionaran tanto el pliego petitorio de las Escuelas Normales Rurales, como el de los Centros de Enseñanza Normal, con un programa de movimientos de huelga escalonados, habiendo principiado hace 15 días con una huelga en el Centro de Enseñanza Normal Rural de Ciudad Guzmán, Jal., amenazando con iniciar la huelga en el Centro de Enseñanza Normal Rural de Iguala, Gro., a partir del 1 de noviembre próximo, estando además en huelga las Escuelas Normales Rurales de Salaices, Chih., y Tamatán Tmps.

 “En el último de los planteles mencionados JESUS CONTRERAS PACHECO, con su presión, provocó la salida del Director, Prof. ANTONIO VELEZ CASTRO y de una empleada” (sic).

Un informe de la DFS, firmado por el capitán Gabriel Ayala López y dirigido al director federal de Seguridad Fernando Gutiérrez Barrios, especifica cuáles son las demandas de los normalistas rurales: aumento de los recursos destinados a la alimentación diaria de los estudiantes de 4.75 a 6 pesos por persona; aumento de 5 a 8 pesos semanales por estudiante para gastos académicos; aumento de la matrícula estudiantil; aumento de los recursos para medicamentos (reconoce el informante: “ya que la [partida] actual es comple-tamente reducida”); dotación de vestuario, mobiliario escolar, materiales deportivos y didácticos y mejoramiento de dormitorios y comedores; libros para las bibliotecas; construcción de laboratorios; maquinaria para los talleres, y mejor selección del personal docente y administrativo de todo el sistema normal rural. El documento está fechado en la Ciudad de México el 28 de octubre de 1965.

El pliego petitorio, cuyas demandas habían sido planteadas desde por lo menos 2 años atrás, resultaba para las autoridades un despropósito. Para el oficial mayor de la SEP, Mario Aguilera Dorantes, quien había sido entrevistado por personal de la DFS, consideraba que se trataba de “caprichos” de los estudiantes y se lamentaba de la falta de “energía” de los directores para “someter” a los alumnos.

El funcionario incluso propuso como “una de las tantas soluciones para acabar con el problema que implican las Escuelas Normales Rurales, sería el cierre inmediato de este tipo de Planteles, y crear a cambio Escuelas única y exclusivamente para la educación del campesino que abarcaría un curso de tres años para aquellos que fueran egresados de las Escuelas Primarias, estudios que se les tomarían en cuenta como instrucción secundaria […]” (sic).

Aguilera Dorantes manifiesta que incluso “él ya había presentado un estudio muy amplio al C Presidente de la República para su consideración y estudio, y que en esa forma se cortaría de raíz el problema que implica para el Gobierno Federal que las Escuelas Normales Rurales en todo el país sigan siendo manejadas por fuerzas políticas ocultas, como focos de agitación en gran parte del territorio Nacional […]” (sic).

Normalista rural no es sinónimo de guerrillero

Las agresiones en contra de los estudiantes normalistas no sólo provienen de las corporaciones policiacas y de elementos militares, sino también de la sociedad y los medios de comunicación. Ello, por la estigmatización en contra de los profesores en general y de los profesores normalistas en particular, al tacharlos de vándalos, ignorantes, grillos, nido de guerrilleros, opina el maestro Siddharta Camargo, profesor de la Universidad Pedagógica Nacional.

Sí son muchachos de origen humilde y sí son jóvenes politizados, pero no son guerrilleros, indica. “No podemos permitir que se transmita la imagen de que los chavos nada más están en la grilla. Eso no es cierto. Es su derecho constitucional manifestarse políticamente cuando lo consideran necesario y sí pueden estar organizados políticamente; pero eso es un derecho constitucional de todos los mexicanos”.

Para el doctor en pedagogía es fundamental que se entienda que “las normales rurales dan la oportunidad a los hijos de campesinos de tener educación superior. En México solamente 6 por ciento de los hijos de las familias pobres (¡seis de cada 100 hijos de una familia pobre!) tiene la oportunidad de estudiar educación superior”.

De los estudiantes normalistas, Camargo explica que “es gente que trabaja muchísimo, que está desde las 7 de la mañana estudiando y en la tarde se va a la biblioteca a trabajar o se va a hacer el trabajo de campo o a hacer deportes o a su círculo de estudio. No están de flojos. Y si ejercen sus derechos constitucionales, ¿qué?, ¿cuál es el problema? Tienen el derecho de organizarse y movilizarse si así quieren”.

En el caso de que se cierren las normales rurales o cambie su modelo y ya no sean internados, el maestro en desarrollo educativo advierte se les quitará a 6 mil 500 jóvenes de escasos recursos la oportunidad de estudiar, pues son los internados los que les permiten llegar a la universidad.

A principios del siglo XX, explica, surgieron las escuelas normales rurales para atender la necesidad urgente que tenía México de formar maestros, ante la promesa de la Revolución Mexicana y el Artículo 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 de educar a los niños del campo, a los hijos de los campesinos. No sólo se trataba de repartir tierras, también de mejorar las condiciones de vida, refiere.

 “Desde el principio, las normales tuvieron esta idea de justicia social y equidad: vamos a atender a los hijos del campesino porque es mandato de la Revolución en su Artículo 3 de la Constitución de 1917. Cuando tratan de quitar ese elemento de identidad profunda a las escuelas normales, lo que se hace es un atentado contra su razón de ser de estas comunidades educativas.”

El subdirector de Enfoques y Contenidos de la Educación Normal detalla que fue en la década de 1960 cuando se dio un “punto de quiebre muy grave”. A partir de entonces, “lo que tenemos son agresiones armadas del Estado mexicano contra la población civil. Una población civil que se arma; grupos de autodefensa que se empiezan a crear en el Norte y el Sureste, que van a entrar en confrontación directa contra el aparato represor del Estado y esto se conoce como la Guerra Sucia.

 “En la Guerra Sucia, los estudiantes, los jóvenes y en particular los estudiantes de las normales rurales, que son hijos de campesinos, que son de origen humilde, que están muy politizados, son vistos como enemigos y hay una persecución muy dura.”

El maestro Camargo observa que esas agresiones derivaron en que las normales rurales se encerraran en sí mismas, como una respuesta de autodefensa y preservación.

 “En este momento hay 16 escuelas normales rurales. En esas escuelas hay 6 mil 451 estudiantes en total, que son atendidos por 796 profesores. De esas normales, hay siete cuerpos académicos, que son una forma de organizar a los profesores que tienen posgrado y que hacen una investigación… Esto quiere decir que tenemos una cantidad de profesores con posgrado que producen, envían ponencias, que publican libros, es algo muy importante”, explica el funcionario de la SEP. (Mauricio Romero)

Zósimo Camacho, @zosimo_contra/segunda de cuatro partes

 

  

Primera parte: Normales rurales: 3 décadas de embate de la DFS
Segunda parte: Normalistas rurales, los primeros estudiantes guerrilleros
Tercera parte: Normalistas rurales, espiados por el FBI
Cuarta parte: “Golpe de mano” contra el normalismo rural

 

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Contralínea 411 / del 09 al 15 Noviembre de 2014

 

 

 

 

 

 

 

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