Mauricio Romero, @mauricio_contra
El contrato firmado entre América Móvil (AMX), de Carlos Slim, y Canal 22 para la transmisión de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Río, desmiente el discurso público sobre filantropía empresarial como el máximo interés del magnate, y asienta, lisa y llanamente, el verdadero móvil: “la expectativa de ánimo y lucro sustancial”.
[blockquote pull=”right” align=”left” attributed_to=”” attributed_to_url=”{{attributed_to_url}}”]Además de la exposición de CS (Claro Sports o Carlos Slim) en cada segundo de competencia olímpica, el tiempo comercial de Canal 22 pasó a ser controlado por América Móvil.”[/blockquote]
En el documento –del cual Contralínea posee versión pública– quedaron claras las obligaciones que tuvo que cumplir el llamado canal cultural de México: entregar su tiempo aire para la explotación ajena y reabrir sus puertas para la emisión de contenidos elaborados por la trasnacional.
“El sublicenciatario pagará a AMX en especie”, quedó anotado en el sexto punto de la carta convenio. Y sin rubor ni rodeos, agregó:
“La contraprestación […] es una causa determinante de AMX para la celebración de este instrumento, toda vez que los beneficios económicos que AMX llegare a recibir por el citado uso y/o comercialización de los espacios publicitarios […] conlleva una expectativa de ánimo y lucro sustancial de AMX.”
Y el lucro que calculó la firma del magnate gracias a los espacios de Canal 22 fue de 35.3 millones de dólares.
[divider style=”circle” align=”right” color=”red” opacity=”1.00″ width=”300px” pull=”right” padding_top=”0px” padding_bottom=”20px”] [accordion open_icon=”folder-open” closed_icon=”folder”] [toggle title=”Ver/ocultar documentos: ” open=”no”]
[/toggle] [/accordion]
Claro Sports encima del carril de Michael Phelps. Claro Sports arriba de la meta de Usain Bolt. El logo de la empresa de Carlos Slim en las premiaciones; en las ceremonias de inauguración y clausura… en las competencias. Siempre Claro Sports en la esquina de la pantalla del canal cultural de México.
En los cortes, el resto de la familia desfiló: Telcel, Telmex, Claro Video, Sanborns… y con ella los gobiernos federal y estatales.
Todo como resultado de “las conversaciones sostenidas entre América Móvil, SAB de CV, y Televisión Metropolitana, SA de CV, en relación con el otorgamiento de la sublicencia” de transmisión de los Juegos Olímpicos.
El 14 de octubre de 2015, un escrito membretado de América Móvil llegó al edificio Pedro Infante en el Centro Nacional de las Artes. En él, la empresa aclaró en qué consistiría el pago:
“Tiempo aire para la exhibición de Espacios Publicitarios [sic], ya sea para uso propio de AMX o bien a favor de terceros anunciantes (incluyendo afiliadas de AMX), en los términos y condiciones que AMX convenga a su entera discreción con dichos terceros y a lo cual el sublicenciatario se obliga a pautar todos y cada uno de los Espacios Publicitarios dentro de la señal de televisión abierta concesionada al sublicenciatario bajo la denominación de ‘Canal 22’, en la forma y modo que así lo solicite AMX.”
Por lo anterior, América Móvil se comprometió a compartir el 5 por ciento de las ganancias o pagar 33 millones 78 mil pesos. Ello significa que la firma calculó sus ganancias por la explotación de los espacios de la emisora estatal en alrededor 660 millones de pesos, 35.4 millones de dólares.
Pero las obligaciones de Canal 22 no terminaron ahí: durante la justa, que se desarrolló entre la primera y la tercera semana de agosto, el mínimo de horas de cobertura se marcó en 200, más las ceremonias de apertura y clausura. Es decir, 12 horas por día de competencias marcadas con el logo de Claro Sports y, al menos, un resumen diario “sobre las noticias más relevantes”.
En los Juegos de Sochi 2014, el compromiso mínimo fue de 50 horas, pero la cifra acabó en 270, 5.4 veces más de lo acordado (Contralínea 375).
Aún más: el “compromiso de transmisión y exhibición” incluyó, como 2 años atrás, la emisión “de un programa matutino y nocturno según la producción disponible de AMX y/o sus subsidiarias o contratistas designados”. Eso decía el acuerdo, pero, como 2 años atrás, el número subió de dos a tres.
Se trató de los programas Río Suena: por la mañana, al mediodía y por la noche, con Javier Solórzano, quien compaginó su trabajo para Canal Once con su servicio para Slim.
El compromiso para los Juegos Paralímpicos se ciñó a 1 hora de cobertura diaria.
Antes que nada, el Canal 22 debió reconocer “la importancia de proveer en el territorio [mexicano] la mayor audiencia posible para los Juegos” marcados cada segundo del logo de Claro Sports. Las concesiones a favor de la trasnacional se darían “a fin de difundir los principios del olimpismo”.
Desde 2013, cuando América Móvil firmó con el Comité Olímpico Internacional, el discurso fue el mismo. “Demostró una pasión por los valores olímpicos”, dijo después de la transacción Richard Carrión, director de la comisión de finanzas del COI. “Compartimos los valores del olimpismo”, lo secundó Arturo Elías Ayub, quien no respondió la solicitud de entrevista presentada.
AMX revendió los derechos en 17 países (Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela): a televisoras locales y multinacionales, a canales abiertos y de paga; comercializó sus propios espacios en televisión e internet. De paso, convirtió el canal cultural de México en territorio Telcel.
La carta convenio fue entregada a Contralínea tras medio año de disputa con el Canal 22, que en contubernio con el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (Inai) logró mantenerla oculta antes y durante el desarrollo de los Juegos, además de reservar la mayor parte de ella bajo el argumento de ser “secreto industrial”.
En febrero de 2016, Televisión Metropolitana etiquetó como “confidencial” el documento. El conocimiento público de los términos del acuerdo, adujo, afectaría a América Móvil en cuanto a “su ventaja competitiva y/o económica en el mercado, al revelarse montos [sic], características, términos y condiciones, entre otras particularidades del acuerdo, afectando así sus negociaciones con otros proveedores y clientes”.
Desde entonces el Instituto se enteró del caso. Pero se encargó de retrasar los procesos abiertos hasta asegurar que no se resolvieran antes: un primer recurso de revisión simplemente fue desechado, mientras que un par más fueron finalizados ya con la justa avanzada. El Inai, incluida su presidenta, Ximena Puente de la Mora, pasó por alto los tiempos establecidos en la propia ley de transparencia para garantizar que los intereses de Carlos Slim no fueran perturbados (Contralínea 499 y 500).
En la víspera de la clausura olímpica, Canal 22 entregó una versión pública de la carta convenio, con dos apartados suprimidos (V y VII), y clasificando todos los anexos (A, A1, B y C: 225 fojas).
Mauricio Romero, @mauricio_contra
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: CONTRAGOLPE]
TEXTOS RELACIONADOS:
- Río 2016: Canal 22 y Canal 11 ocultan acuerdos con Slim
- Nada qué ocultar del acuerdo Canal 22-América Móvil: Raúl Cremoux
- La “rendija” de Carlos Slim para entrar a la televisión abierta
- Olimpiadas de invierno: testimonial, la única aspiración “mexicana”
Contralínea 505 / del 12 al 17 de Septiembre 2016
La preservación de la vaquita marina no puede recaer únicamente en las autoridades ambientales; es…
El inicio del nuevo modelo de compra consolidada de medicamentos que realizará la Secretaría de…
En la Conferencia de las Partes sobre Biodiversidad, COP16, los países del Norte y Sur…
En una carta, más de 150 organizaciones de la sociedad civil y no gubernamentales hicieron…
La realidad existe, aunque muchas veces es negada y distorsionada, con informaciones y percepciones falsas o…
La reforma en materia de supremacía constitucional que fue aprobada en lo general y en…
Esta web usa cookies.