Segunda de tres partes / Primera parte
Las fuerzas de la revolución no han sido capaces de incorporar a todo el pueblo a la lucha, critica y se “autocritica” el Comité Central del Partido Democrático Popular Revolucionario (PDPR)-Comandancia General del Ejército Popular Revolucionario (EPR). Las condiciones de pobreza y despojo en que viven millones de mexicanos no han sido suficientes para concretar un movimiento revolucionario que tome el poder, reconoce –en entrevista con Contralínea– la máxima dirección de una de las organizaciones guerrilleras con mayor presencia en México.
El EPR reafirma su estrategia de guerra popular prolongada contra el Estado mexicano “burgués”. Explica que su lucha se encuentra en la fase de preservación y acumulación de las fuerzas revolucionarias. “Estamos en la construcción de nuevas fuerzas que nos permita mayor desarrollo cuantitativo y cualitativo”, asegura.
Condena los “eufemismos” propalados por el gobierno federal para referirse a la pobreza y la pauperización de México. “La nueva estupidez gubernamental: la denominación de pobreza multidimensional. Lo que expresa ese fenómeno es otra categoría: pauperismo es la adecuada, es decir, miseria y precariedad”.
La crisis estructural capitalista no ha tocado fondo, asegura, “por lo que la miseria y la inmundicia en las filas de los explotados y oprimidos seguirán acentuándose”.
Señala que las instituciones y los políticos cada vez menos representan a los ciudadanos. “El divorcio del Estado burgués mexicano con el pueblo sigue creciendo producto del régimen neoliberal; del estado de derecho oligárquico; del Estado policiaco-militar; y la junta administrativa antipopular, proimperialista y represiva que ha impuesto el imperialismo como forma manifiesta de la dictadura burguesa en México”.
Sin embargo, reconoce que, en 50 años, “no se ha podido tomar el poder”. El PDPR-EPR explica que mientras las condiciones objetivas para la revolución están dadas, las subjetivas no han logrado desarrollarse. “Obviamente [también] está incluida la incapacidad de todos aquellos que nos asumimos como revolucionarios para incorporar a todo el pueblo a la lucha, es decir, la incapacidad de las fuerzas de la revolución [que no han logrado] construir el sujeto revolucionario que demanda esta lucha”.
Abunda: “Hablamos de las limitaciones de no construir y desarrollar las condiciones subjetivas; una de ellas, la de construir y forjar revolucionarios para toda la vida”.
Entre los errores que el EPR reconoce haber cometido a lo largo de su historia se encuentra no haber advertido una “infiltración ideológica” en algunos de sus militantes que detonó una “crisis de dirección”.
Asegura que la guerra contra el narcotráfico es una fachada de la violencia y terrorismo de Estado. Por ello, “sustentamos el principio de la autodefensa armada de las masas y el principio de la justicia popular como un derecho legítimo e inalienable”.
—¿En qué etapa de la guerra popular prolongada se encuentra la lucha del EPR y qué expectativas observan de ascender a un estadío superior al actual?
—Desde nuestro origen, con los primeros núcleos de profesionales de la revolución, definimos concretizar la necesidad histórica de una nueva revolución en el país: la revolución socialista, bajo una estrategia de la guerra popular donde quedaron delineados los objetivos históricos por los cuales luchamos y la vía fundamental por donde debe transitar la revolución que reclama nuestro pueblo.
“En este proceso de lucha revolucionaria bajo la estrategia de guerra popular nada es mecánico; ni su estudio ni su aplicación pueden ser trasladadas de manera subjetiva como fórmulas preestablecidas para todos los países y épocas históricas.
“La estrategia de guerra popular prolongada, desde el momento en que constituye un conjunto de principios estratégicos y tácticos para hacer la revolución en México, emerge de la misma lucha de clases que se libra en el país; por lo tanto, no hay manuales en los cuales guiarse sobre fórmulas dogmáticas. Las etapas y las formas de lucha deben ser acordes con el desarrollo de la lucha de clases, con las necesidades que el mismo proceso va señalando.
“La estrategia de guerra popular prolongada se aplica y se desarrolla conforme con la lucha revolucionaria que se libra en el país, expresión de la lucha de clases en México; se desarrolla y aplica conforme con las necesidades que demanda la lucha en la confrontación de los oprimidos contra el régimen neoliberal, el cual se ha impuesto violentamente en México por la burguesía como clase explotadora.
“Sobre esta lógica, nuestro Partido aplica la estrategia de la guerra popular según las condiciones socioeconómicas y políticas propias de México. Tales principios estratégicos, tácticos y metodológicos se alimentan de las contradicciones del propio sistema, tanto nacional e internacional, y de la capacidad de los revolucionarios para organizar al pueblo. Por consecuencia, las fuerzas revolucionarias de nuestro proyecto se están fortaleciendo.
“La estrategia de guerra popular prolongada cuenta con etapas y formas de lucha, las cuales están concatenadas y se desarrollan dialécticamente en correspondencia con el desarrollo, generalización y agudización de la lucha de clases. No es una fórmula química o receta culinaria, ni una escalera vertical que se tenga que seguir en orden establecido para culminar exitosamente la sazón planeada o alcanzar la altura deseada.
“No, absolutamente no. La guerra de todo el pueblo se desarrolla a partir de esfuerzos propios, de la disposición combativa y creatividad de los sectores organizados que avanzan hacia el proyecto liberador, que es el socialismo.
“El estadío de avance no se pronostica teóricamente. Éste es el resultado del trabajo planificado y la praxis revolucionaria diaria y congruente con un lineamiento político y con una concepción científico-materialista de la sociedad y la historia.
“Se podría pensar que la estrategia de guerra popular es copiada mecánicamente de otras experiencias de pueblos que han luchado contra el imperialismo y sus opresores locales. En parte recoge tal experiencia colectiva de los pueblos que han luchado y triunfado contra sus respectivos explotadores y opresores, pero también recoge toda la experiencia de nuestro pueblo que ha desarrollado tales principios en las diferentes etapas históricas, en los intentos por lograr la emancipación total de la explotación y la opresión. Por ejemplo, la Revolución Mexicana de 1910-1917 nos da ejemplos claros y concretos de lo que es la guerra popular. Ahí encontramos principios de ella desarrollados por nuestro pueblo.
“En general las fuerzas de la revolución, en estos momentos, siguen aún en el proceso de acumulación de fuerzas. Éste es un largo periodo donde las fuerzas de la revolución se preparan, crecen, se desarrollan y se fortalecen combatiendo en todos los frentes al régimen político y al sistema capitalista. En lo particular, como Partido, nos encontramos en una etapa de preservación y acumulación de fuerzas, asumida ésta como un proceso dialéctico donde las fuerzas de la revolución se despliegan según el desarrollo de la lucha de clases en el país. Por consecuencia, también estamos en la construcción de nuevas fuerzas que nos permita mayor desarrollo cuantitativo y cualitativo.
“Y sí vislumbramos una expectativa a futuro: el desarrollo y fortalecimiento de las fuerzas de la revolución que nos permita concretar los objetivos históricos por los que luchamos. En eso enfocamos nuestros esfuerzos.”
—¿Cuáles son las razones de que en México, un país con pobreza extrema, profunda desigualdad social, violaciones masivas a los derechos humanos, corrupción gubernamental descarada y divorcio entre los poderes legalmente establecidos y el pueblo, no se consolide y masifique un proyecto revolucionario armado? ¿Alguna autocrítica?
—Puntualizamos que de nueva cuenta se reproduce la tendencia de apoyarse en los eufemismos posmodernistas para tratar de explicar la realidad mexicana: decir “pobreza extrema” aterciopela una realidad degradante de la especie humana. La pobreza no tiene castas para tipificarla. Lo mismo se es pobre o miserable con pobreza extrema, pobreza alimentaria, patrimonial, y la nueva estupidez gubernamental: la denominación de pobreza multidimensional. Lo que expresa ese fenómeno es otra categoría: pauperismo es la adecuada, es decir, miseria y precariedad que desnuda el verdadero carácter degradante e inhumano a que conduce al ser social el capitalismo. Se puede tener una casa de bejuco o de ladrillo e igualmente se está en condición de miserable, es decir, inicias el día sin tener nada que comer o comes de la basura, condición social de más de 40 millones de mexicanos.
“El pauperismo se agudiza conforme con el desarrollo y el desenvolvimiento de las leyes generales del capital. Actualmente las contradicciones emanadas de las mismas se manifiestan en la crisis estructural capitalista que no ha tocado fondo, por lo que la miseria y la inmundicia en las filas de los explotados y oprimidos seguirán acentuándose. Por otro lado, el divorcio del Estado burgués mexicano con el pueblo sigue creciendo, producto del régimen neoliberal; del estado de derecho oligárquico; del Estado policiaco-militar; y la junta administrativa antipopular, proimperialista y represiva que ha impuesto el imperialismo como forma manifiesta de la dictadura burguesa en México. Condiciones socioeconómicas y políticas que han llevado a la agudización de la lucha de clases en el país, por lo que este conjunto forma parte de las condiciones objetivas para hacer la revolución.
“Ciertamente la pobreza, la miseria, la profunda desigualdad social son parte de la realidad objetiva. Ahí está. Persiste. Hay una realidad inocultable: condiciones concretas de vida que laceran por igual al pueblo trabajador. Pero muy distinta es la realidad de las condiciones subjetivas a las que ha llegado nuestro pueblo. También, la existencia de la lucha armada revolucionaria como antítesis a esta realidad. La persistencia en estos 50 años habla del avance, desarrollo y consolidación de nuestro proyecto revolucionario.
“La estructuración de un proyecto revolucionario no obedece al ejecuciones ni a gustos, ni para servirnos de un conjunto de actos heroicos; por lo tanto no es para vanagloriarnos como individuos porque lo importante es que todo se hace en colectividad. Un proyecto revolucionario se desarrolla y consolida en periodos de lucha que no se pueden medir, de manera mecánica, en años o incluso décadas. Se tiene que partir de las premisas socioeconómicas que dan origen a la lucha revolucionaria como expresión de la lucha de clases en un régimen capitalista. En consecuencia, su desarrollo, consolidación y masificación depende del grado de las contradicciones de clase social antagónicas, de la agudización de la lucha de clases y de la capacidad de generar alternativas correctas que se generalizan en el campo de la lucha de clases independientemente de que las difundan organizaciones o partidos revolucionarios.
“La autocrítica es parte del método leninista. Como proyecto revolucionario, somos parte del acontecer. Las críticas se asimilan. Sin embargo, no podemos dejar de responder a las injurias y a los intentos de deslegitimar nuestra lucha.
“Condiciones para realizar la revolución en el país existen y ese fue el origen y condición de desarrollo como partido, pero ¿por qué no se ha tomado el poder en 50 años? Por el desfase del desarrollo entre las condiciones objetivas y subjetivas, aunado al proceso de enajenación que tiene la sociedad. Obviamente está incluida la incapacidad de todos aquellos que nos asumimos como revolucionarios para incorporar a todo el pueblo a la lucha, es decir, la incapacidad de las fuerzas de la revolución para construir al sujeto revolucionario que demanda esta lucha. Hablamos de las limitaciones de no construir y desarrollar las condiciones subjetivas; una de ellas, la de construir y forjar revolucionarios para toda la vida, que asuman la revolución como su proyecto de vida, en el cual vives y mueres en y para la revolución. Este planteamiento abstracto se concreta cuando hombres y mujeres abrazan el ideal comunista, valga esta reflexión como crítica y autocrítica.
“Algunos consideran que 50 años de lucha revolucionaria significan o constituyen un fracaso, pero esta opinión la encontramos fundamentalmente en las voces y plumas oficiosas del Estado, a modo de incitar la desmoralización y abdicación de un pueblo en lucha. Sin embargo, a 5 décadas de lucha, éstas dan cuenta del desarrollo dialéctico que hemos alcanzado, y estos 50 años no son nada comparados con la historia de la lucha de clases y los años en que surgió el capitalismo y logró arribar a su fase superior: el imperialismo.”
—Luego de casi 50 años de historia, ¿qué errores reconocen (ideológicos, de estrategia, de táctica, de método o, incluso, personales) en la construcción de su proyecto revolucionario? ¿Podrían exponer y explicar cada uno de ellos?
—Efectivamente, aunque les cueste trabajo por aceptar y reconocer –al Estado y a los detractores de la lucha revolucionaria–, son 50 años inmersos en la lucha de clases en nuestro país, y conocer nuestra historia es remitirnos a la historia de la lucha de clases en México con todas sus implicaciones, sin faltar al principio de la verdad histórica, mostrando cada uno de los aspectos por los cuales se ha desarrollado la lucha de clases en México a través de los hechos vivos, los que no dejan de estar en estrecha relación con el hombre, con sus actos y su conciencia.
“Por tal motivo, en 50 años de lucha de clases, de actividad revolucionaria en los hechos vivos se han tenido aciertos y errores, los cuales han permitido que se desarrolle la teoría y la ciencia revolucionaria a partir de su superación en el campo de los hechos. De ahí viene la riqueza y lo acertado de la estrategia, la táctica y la metodología revolucionaria de nuestro Partido, trazada en 5 décadas de existencia y en el esfuerzo por generar [una] alternativa revolucionaria.
“De ahí que concluyamos que nuestra lucha tiene profundas raíces históricas; no es de hace 5 décadas, se ha desarrollado a lo largo de la historia de nuestro país. Una de ellas la encontramos en la lucha enarbolada por los hermanos Flores Magón. Por tal motivo, en todos estos años de lucha de clases entre la burguesía y el proletariado en México, nuestra actividad revolucionaria desde luego que ha tenido aciertos y errores, pero éstos han permitido el desarrollo de la teoría revolucionaria y la ciencia revolucionaria a partir de su superación en el campo de la praxis. De ahí viene la riqueza y lo acertado de la estrategia, la táctica y la metodología de nuestro Partido, trazadas en 5 décadas de existencia y en el esfuerzo por generar alternativa revolucionaria.
“Ahora bien, de los errores estratégicos, tácticos y metodológicos cometidos a lo largo de nuestra trayectoria revolucionaria, podemos decir con certeza que sólo un partido revolucionario que no combate en todos los frentes al sistema no se puede equivocar; en la vida revolucionaria, aciertos y errores forman parte de nuestra experiencia partidaria. Los errores son producto de la mala comprensión y aplicación del lineamiento político, es cierto, pero esto no debe hacer suponer que los asuntos de la revolución son personales y se reducen a la voluntad o actos particulares de un individuo; sería reducir todo un proceso histórico-revolucionario, la propia lucha de clases a cuestiones de caprichos, ocurrencias o deseos voluntariosos, en pocas palabras a la equivocada personalización de la historia.
“Como error metodológico se puede ubicar la crisis de dirección que se vivió en nuestro Partido, crisis que consistió en no atajar oportunamente la infiltración ideológica que se dio en algunos militantes, y que desembocó en lo que a estas alturas ya es de dominio público, una depuración; al atajar y corregir, el problema fue resuelto acertadamente dejando para la experiencia revolucionaria grandes enseñanzas metodológicas de teoría, práctica y ciencia revolucionaria.
“Sobre los errores, acertadamente podemos decir que éstos no son punitivos; son responsabilidad colectiva y personal. En nada sirve poner catálogo de ellos. La conducta político-moral de nuestro partido es del dominio público, se nos juzga por hechos tergiversados. Y sobre la crisis del partido ésta tuvo una solución política.
“Sin embargo, hay que señalar que en la revolución nada es personal; por lo tanto, todos los asuntos primero son políticos y de índole colectivo, es decir, corresponden al conjunto de las fuerzas de la revolución. Hablar de errores personales es llevar la morbosidad al plano público y no ayuda en nada al proceso revolucionario. El problema lo vemos desde el aspecto político e ideofilosófico; luego entonces, en este largo proceso los errores que normalmente todo revolucionario comete, y en específico los errores con los que hemos lidiado, tienen que ver con la interpretación y aplicación tanto del marxismo como del lineamiento político. En específico, con el problema de la metodología de construcción.
“Esto nos remite al problema de los recursos para hacer la revolución, los principios para el reclutamiento revolucionario y la actitud ante la vida del militante, en general. Cuando el lineamiento político es mal interpretado, éste se traduce, en su aplicación, en una desviación política. Luego entonces, todo esto se agrupa en cómo hacer y dirigir la revolución en México. Ése ha sido el punto de inflexión en toda la historia del movimiento revolucionario: origen de contradicciones y rupturas es la confrontación de la concepción burguesa y proletaria acerca de la revolución.
“Son 50 años de lucha revolucionaria que dan cuenta de la aplicación creativa de la estrategia y táctica en la lucha de clases en México. Hablan de la persistencia y congruencia revolucionaria. Errores, los hay; la crisis de dirección fue producto de ellos; se remontaron a través de la crítica y autocrítica y trascendimos los umbrales del siglo XXI enarbolando y sustentando las banderas del socialismo a pesar de que era motivo para muchos causa ya sepultada desde hacía 1 década abrazando el ‘fin de las ideologías’.
“Los errores cometidos por los revolucionarios no se juzgan con una doble moral; mucho menos con la moralina. Se atienden y se resuelven en la medida que el responsable de ellos enfrenta y resuelve sobre la base de los principios político-ideológicos que sustentan nuestra práctica o de plano deserta. Lo que podemos decir [es] que en todos estos años de represión gubernamental la hemos sorteado con organización, con disciplina y combatividad.”
—¿Considera el EPR, dentro de su táctica y estrategia, la figura de los juicios y ejecuciones revolucionarias dirigidas contra miembros del enemigo (de clase: capitalistas y gobernantes)?
—Somos revolucionarios, no matones. Con esto le decimos que dentro de nuestra estrategia y táctica, dentro de nuestra moral, no hay juicios ni ejecuciones revolucionarias arbitrarias, injustificadas, mucho menos personalizadas, por muy ruin que sea el burgués y el traidor de la causa revolucionaria. Toda acción de nuestro Partido nunca deja de tener el carácter y fundamento político-ideológico.
“Sustentamos el principio de la autodefensa armada de las masas y el principio de la justicia popular como un derecho legítimo e inalienable ante la violencia institucionalizada que adquiere forma en el terrorismo de Estado contra nuestro pueblo; violencia y terrorismo de Estado que actualmente desarrolla en la forma de la mal llamada guerra contra el narcotráfico o la delincuencia organizada.
“Definitivamente, el asunto de las ejecuciones no corresponden ni a la estrategia ni a la táctica revolucionaria, por lo que preguntaríamos, con el debido respeto, ¿qué le han dicho al respecto?
“Pero, ante la violencia reaccionaria que ejerce el Estado, que por cierto tiene el monopolio, y como parte de la autodefensa de nuestro pueblo sí podemos hablar de la justicia popular revolucionaria, la cual tiene que desarrollarse por nuestro pueblo a partir de un acto de justicia dentro de los marcos de la lucha de clases.
“El asunto de la justicia popular no es un acto de venganza personal. Ante todo es la justicia del pueblo frente a la injusticia que se comete desde el Estado, validada por sus instituciones y el estado de derecho oligárquico que le da carta blanca a los cuerpos represivos para asesinar impunemente a los luchadores sociales, periodistas, defensores de los derechos humanos, dirigentes de los movimientos populares y a toda persona que se pronuncie en contra del sistema. Pero, en específico, contra los revolucionarios. Y en ese marco lo único que hacemos al ser agredidos es dar una respuesta político-militar.
“La autodefensa armada de las masas es parte del principio de la justicia revolucionaria. Cuándo y cómo se aplica depende de la misma violencia desde el Estado. Por ello nos quedamos con la máxima: la justicia revolucionaria siempre llega, por tarde que sea, no hay tiempo ni distancia que impida su cumplimiento.
“Como acto de ética revolucionaria, el pueblo debe saber que a todo acto de crimen del Estado le corresponderá un acto de justicia popular, apegado al legítimo derecho que le corresponde al pueblo.
“Señalar que ante la agresión sistemática contra el conjunto de los oprimidos y explotados, ante los crímenes de lesa humanidad [cometidos] por el Estado, ante la criminalización de la protesta popular y ante la legalización del Estado policiaco militar, el pueblo tiene el inalienable derecho de ejercer la autodefensa. Si ello implica ejercer la justicia popular, independientemente de las formas, es legítimo y éticamente sustentable.
“En conclusión, al respecto no tenemos nada que reivindicar. La misma historia de nuestro Partido y del país confirman que nuestras acciones político-militares siempre tienen un sustento político.”
—¿De qué fecha data el último enfrentamiento entre integrantes del EPR e integrantes de alguna corporación policiaca o militar? ¿Pueden ofrecer un parte militar o versión pública?
—El carácter revolucionario de un partido que representa los intereses populares no se mide por la cantidad de acciones militares contra el aparato represivo o el andamiaje del Estado burgués. Eso es simplista. El enfrentamiento con el aparato represivo del Estado es diario y en todos los ámbitos: político, ideológico y militar.
“El desarrollo y curso de las acciones depende de un análisis táctico-estratégico del cual se desprende la necesidad política o tarea militar a cumplir, que es sustentada jurídica y éticamente en la necesidad de desarrollar la autodefensa de las masas trabajadoras ante la represión y criminalización de la protesta y la lucha popular.
“Respecto al parte militar de los enfrentamientos o no, con corporaciones policiacas o militares o intereses de la oligarquía, nos reservamos el derecho a no responder.”
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