Edgar Figuera*
El maestro Rigoberto Lanz solía referir, casi como una ritualidad religiosa, que las “palabras no son neutras”. Muy posiblemente evocaba la experiencia de las sistematizaciones que durante largos años Sigmund Freud hiciera de la psiquis humana al relacionarse con muchos “pacientes” y sus histerias epocales, confinadas éstas a expresar la vida y su tiempo al reduccionismo espacial del ámbito doméstico y/o laboral. Estas condiciones de vida reducidas a rutinas confortables, hábitos cotidianos inconexos de la vida política, económica, social, cultural, etcétera, terminaban por producir en las personas una profunda miopía de su entorno real y de sus diversas y múltiples dinámicas, bien sean éstas en la familia, la vecindad, la comunidad o en la sociedad en su sentido más amplio y complejo; en fin, una miopía con relación al sistema mundo de la modernidad/colonialidad, donde las personas pierden la perspectiva no sólo de la vida en sí, de la propia mismidad, sino, también, de la alteridad; del Otro diverso, diferente; donde a las personas se les enmaraña la perspectiva del lugar de sus enunciados, de sus contenidos y de la “cosa” que enuncian y, además, se diluyen difusamente en pretendidas “explicaciones arquetipales”, omitiendo (¿eludiendo, tal vez?) la complejidad misma de la vida como unidad de análisis de la ecología política que se enfrenta en el contexto de las relaciones centro-periferia al hegemón expresado en la mundialización capitalista y en su capacidad probada depredadora de toda natura, de toda vida, absolutamente de todas las formas de expresión de la vida.
Freud sostenía, entonces, que “en el lenguaje no hay errores, lo que decimos es lo que somos”, desarrollada maravillosamente esta tesis en su ensayo El malestar de la civilización. En un paralelismo temporal emergía el estructuralismo lingüístico de Ferdinand de Saussure y sentenció el hallazgo freudiano argumentando que el lenguaje nos estructura, porque nuestra “esencia civilizatoria moderna” se expresa en el lenguaje y sus intenciones. A estos enunciados, quien suscribe lo conceptualizó desde las dinámicas históricas del sujeto social en sus relaciones intersubjetivas e interculturales; ambas son dimensiones de la praxis social entendidas desde la diversidad y la diferencia y, al mismo tiempo, tensadas dialécticamente entre diseños globales (campo hegemónico de lo Político, los referentes) y geohistorias locales (campo periférico de la Política, las prácticas). En el sentido de lo expresado sostenemos que “la estructura psíquica (simbólica) del lenguaje es un sistema de representación fraguado en el ámbito de lo real y de la realidad a partir de la mediación de la razón, instrumentalizada como dominación y dicotomía (cuerpo y naturaleza) donde se condensan (en la producción material, social y simbólica de la vida cotidiana con sus cargas de significaciones que transitan plácidamente en las mentalidades/pensamiento, en las relaciones y en las acciones) las ideologías y todas sus ataduras históricas subsumidas en la modernidad/colonialidad” como expresión del sistema-mundo hegemónico a través de las formaciones económico-sociales de los procesos globales de producción, circulación, consumo de mercancías y acumulación de plus valor”. Es desde estos enunciados y anclados en las creación de las condiciones de posibilidad de una vida Otra, desconectada del sistema-mundo de la modernidad/colonialidad capitalista, que expresamos nuestra contestación y refutación a la declaración de académicos e intelectuales sobre la “situación país” de Venezuela.
En el lenguaje no hay errores y sí mucho de nuestros asideros referenciales. Éste expresa los contextos de las locuciones, los contenidos, las significaciones, el posicionamiento político del discurso, las referencias ideológicas, los sesgos, las inclusiones y exclusiones, las alianzas e intereses. Es toda una hermenéutica de la mentalidad ideológica con sus estructuraciones discursivas, semánticas, semióticas… Esta extraordinaria riqueza construye una gramática política del discurso social y la mentalidad de su praxis con un innegable mundo de significaciones, anidadas en las prácticas éticas. Esto es lo que encontramos diáfanamente definido y expresado en la declaración de académicos e intelectuales y su “Llamado Internacional Urgente a Detener la Escalada de Violencia en Venezuela”. Ahora bien, ¿por qué pensadores que se asumen en la “perspectiva decolonial” hacen un llamado internacional aduciendo reduccionismos explicativos de la modernidad/colonialidad? ¿Un “llamado” internacional a quién y para hacer qué cosa? ¿Un “llamado” internacional en medio de la vigencia de un protocolo militar intervencionista decretado por el hegemón donde califica a Venezuela de una “amenaza inusual y extraordinaria a los intereses de Estados Unidos? ¿Es lógico y razonable pensar que se trata de un “llamado” difuso en el texto y en nombre de la paz a la intervención de países terceros en nuestro país [Venezuela]? Veamos algunas expresiones del “llamado internacional”.
Estos apreciados amigos académicos e intelectuales inician su llamamiento manifestando su “profunda preocupación frente a lo que denominan “la incontrolada situación de violencia política y social que atraviesa Venezuela”, que se expresa ya en decenas de muertos, centenares de heridos y detenidos, puestos a disposición de tribunales militares”. Esta es una expresión que descontextualiza la violencia política y social y sus autores directos, es una expresión que manifiesta no sólo un sesgo sino, también, expresa el posicionamiento ideológico-político de los remitentes. Primeramente, la “violencia política y social” está instalada en Venezuela desde 1492 con la llegada de los españoles conquistadores, colonizadores, misioneros, etcétera. Tres siglos de coloniaje explotaron dramáticamente en 15 años de la llamada Guerra de Independencia, donde quedó diezmada buena parte de la población y arruinada prácticamente toda la Venezuela de entonces. Ésta emergía soberana, libre e independiente de la lucha contra el hegemón de entonces, la Metrópolis española, pero se erguía pobre, económicamente arruinada, desolada, expresando la intensidad y magnitud de la contienda entre venezolanos. Igual dramatismo y desolación se vivió entre 1859 y 1863 durante el desarrollo de la Guerra Federal. La esencia de este trance guerrerista no era otro que las promesas incumplidas al pueblo en lo social, político, económico, educativo; en fin, incumplimiento y frustraciones en mejores condiciones de vida. Las oligarquías antiguas y emergentes se hicieron “dueños” del poder, del Estado-nación y de la hacienda pública, se olvidaron de los pardos, los negros, los zambos, los mulatos, los pueblos indígenas, los esclavos. Las élites oligárquicas esclavizaron para sus propios y egoístas beneficios las esperanzas de libertad, de justicia y de una vida mejor de todo un pueblo diverso y diferente; pueblo que había dejado su sangre en los campos de batalla. Seguidamente, la frase del “llamado”, además, aísla y reduce la “violencia social y política” a las dinámicas internas venezolanas desconectándola del sistema-mundo hegemónico y de su expreso interés geopolítico de “ponerle” la mano a las reservas petrolíferas de Venezuela y demás recursos naturales, como ya lo hicieron con Libia, Irak y pretenden hacerlo desde hace seis años con Siria. Es oportuno responder ¿quién financia día a día a los grupos extremistas de la MUD [Mesa de la Unidad Democrática] que aterrorizan a las comunidades, que asesinan a ciudadanos, que destruyen bienes públicos y el ambiente? ¿Por qué estos amigos académicos e intelectuales no hacen referencia explícita a estos grupos calificados mundialmente, por sus acciones, como terroristas y neofascistas? Todos los pertrechos militares que reciben y exhiben estos terroristas y los dólares para sostenerlos son enviados desde Estados Unidos, el hegemón del sistema-mundo de la modernidad/colonialidad. Son acciones consideradas militares, subversivas, desestabilizadoras, alejadas de cualquier formalismo democrático. En consecuencia, su tratamiento debe ser en las instancias militares: estos son sus tribunales naturales no los civiles. Dejar esta frase del “llamado” suelta como un electrón libre y sin contexto, “…detenidos, puestos a la disposición de tribunales militares”, es sostener el discurso de la Organización de Estados Americanos (OEA), de la Unión Europea, de Estados Unidos y su Departamento de Estado y hacerle creer al mundo que cualquier manifestante detenido es pasado a los tribunales militares como resultado de la “represión”. Es una acusación directa al gobierno de autoritario, ¿de dictador?
Y saben bien que no es el caso. ¿Por qué omiten que desde 1999 la derecha nacional e internacional están desestabilizando a los gobiernos, primero, de Chávez y, ahora, de Maduro? ¿Les parece poca cosa el llamado a huelga nacional y/o paro indefinido, golpe de estado, golpe de estado petrolero, bloqueo financiero, tecnológico, paralización de la agroproducción, acaparamiento, contrabando de productos alimentarios básicos, especulación y usura, etcétera? ¿Les parece que no hay conexión entre violencia política y social y el hegemón del sistema-mundo? Venezuela tiene 335 municipios y solamente en seis están atrincherados los terroristas, apoyados y financiados, también, por sus respectivos alcaldes. Todos de la MUD. ¿Causalidad del azar o de un golpe de Estado en marcha desde 1999 cuya única razón es retomar el control del Estado y de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) para volverlos a poner al servicio del hegemón Estados Unidos; poder que perdieron por voluntad expresa del pueblo en las urnas electorales frente al comandante Chávez?
No es posible 2buscar las vías de otro diálogo político y social”, que permita colocarse por encima de toda “salida violenta” descalificando y deslegitimando en su discurso no sólo al gobierno sino, también, a todo el sector chavista que apoya este proceso de transformación cultural y omitiendo la necesaria crítica a la actitud terrorista y neofascista de una oposición que representa a una oligarquía en “rebelión” por mampuesto contra toda una sociedad históricamente olvidada, excluida, empobrecida, desasistida, explotada, esclavizada y negada por aquellos que usufructuaron las rentas venezolanas. Esto es lo que desde 1999 están reclamando como oligarquía: regresar al pueblo al status quo de la exclusión de toda condición de posibilidad de una vida digna. Esta descalificación se expresa también al sostener que “…perciben en el gobierno venezolano marcados rasgos autoritarios y ven la convocatoria a Asamblea Constituyente como ‘claramente inconstitucional’”. Ciertamente el confort reduccionista del aula de clase desconecta a no pocos a académicos e intelectuales del realismo político que acciona desde la negación del Otro. El chavismo existe más allá de cualquier circunscripción partidista, más allá del propio gobierno, más allá de la infofrenia neofascista de la MUD y sus aliados. La convocatoria es legal y claramente constitucional. Dispuesto en los artículos 347 y 348. En la constituyente de 1999 no estaban representados todos los sectores político-sociales que hacen vida en esta sociedad diversa. Tanto la antigua Corte Suprema de Justicia como el entonces Consejo Supremo Electoral hicieron modificaciones a las preguntas formuladas por Chávez. Sin embargo, el pueblo estaba resuelto a establecer una ruptura con la IV República y su aparato institucionalizado empleado para borrar del mapa a seres humanos. Desaparecer adversarios, disidentes, militantes de izquierdas, se convirtió en la IV república en su imagen de fábrica. Y cuando ya no podían seguir desapareciendo a seres humanos, los asesinaron en masa. Acaso, ¿qué otra cosa fue el caracazo del 27 de febrero de 1989 sino una matanza de venezolanos por parte de aquellas Fuerzas Armadas Nacionales al servicio de unos pocos ricos oligarcas que hoy, sin la nueva Fuerza Armada Nacional Bolivariana, salieron a rebelarse contra otro proyecto de país y sociedad que les quita privilegios? Las condiciones en las cuales se realizó aquella convocatoria de 1999 son muy distintas a las actuales. La sociedad cambió y se politizó. Las bases comiciales de la convocatoria no pueden ser las mismas. Esto es un ejercicio elemental de análisis histórico, de historia social o historia desde abajo (Ferdinand Braudel dixit).
El causante y responsables de toda la crisis para estos académicos e intelectuales, está explícito en el texto del “llamado”, es el presidente Nicolás Maduro. Además de una inusual, viniendo de pensadores decoloniales, infantilización de la propia sociedad y de sus recursos gnoseológicos y éticos para solventar esta crisis inducida por la oligarquía nacional e internacional y continuada desde 1999. Se deriva del texto que la intervención extranjera y la renuncia de Maduro solucionarían la crisis. Es el estribillo del discurso del jefe del Comando Sur de Estados Unidos y del propio Pentágono, justificadora de la acusación que hacen contra el jefe del Estado como cuando afirman que Maduro está amenazando “las herramientas democratizadoras introducidas por la propia constitución chavista”. Las bases comiciales son abarcadoras para que participen todos los sectores de la sociedad, tanto local como nacional. No hay regresión en la progresividad de los derechos humanos, sociales y políticos, como lo intenta hacer ver la fiscal, Luisa Ortega Díaz en carta dirigida al Tribunal Superior de Justicia solicitándole “aclaratoria” sobre este punto de la “progresividad”. Disculpen la osadía amigos y amigas, pero sería de gran utilidad para abonar a este debate en este momento y sobre el punto de la solicitud de la Fiscal consultar al jurista italiano Luigi Ferralloli.
Los hechos terroristas del neofascismo venezolano y sus asesinatos sostienen la solidaridad que la “izquierda latinoamericana” ha manifestado a favor de la causa revolucionaria venezolana, que es en esencia la causa de los pueblos americanos, constantemente agredida por Estados Unidos, por el poder político-militar-financiero-económico-mediático internacional y sus aliados locales. Esta agresión transcurre desde 1999, paseándose frente a los ojos de todas las universidades venezolanas, frente a sus académicos e intelectuales y de todas las instituciones y organismos bilaterales y multilaterales sin inmutarse. En su gran mayoría, son instituciones desconectadas del ámbito de lo real y de la realidad venezolana. Sobre todo, desconectada históricamente del pueblo que la IV República sumió en la más dramática pobreza, hasta legarle a Chávez una sociedad con 39.4 por ciento de pobreza atroz y/o extrema para el año 2000 y una masa monetaria que el 73.1 por ciento estaba en manos del 5.6 por ciento de la oligarquía, esquiva a cualquier transformación que modificara esta relación monetaria. ¿Estas cifras le dicen algo de la magnitud de abandono de la sociedad venezolana cuya responsabilidad directa recae en “jefes” de los terroristas de hoy? ¿Es inconcebible tanta miopía de académicos e intelectuales destacados de nuestras universidades? Los neofascistas de hoy son los hijos, descendientes políticos, de los fascistas de ayer quienes anidaron sus vicios y asesinatos, robos, corrupción y destrucción en la sociedad venezolana desde los partidos AD y COPEI y sus partidos-satélites, incluidos algunos autoproclamados de “izquierda”.
Coincido con esta expresión del “llamado”, que “Las salidas a tales crisis siempre son largas y complejas, pero requieren más democracia, nunca menos. Y este proceso sólo podrá concretarse por la vía del respecto de los derechos humanos, así como de la autodeterminación del pueblo venezolano”. Todos los procesos de organización social como consejos comunales, comunas, empresas de producción, etcétera, tienden a desarrollar y consolidar procesos políticos de la democracia participativa y protagónica; hay muchos ejemplos “invisibilizados” por la industria cultural y mediática nacional e internacional. El Estado no los niega, por el contrario los promueve, los apoya: son nueve leyes que les da estructura político-jurídica para la organización y funcionamiento del poder popular organizado. ¿Dijeron Ustedes menos democracia? Las diversas instituciones responsables del “orden público” salen sin armas de fuego letal a combatir los actos terroristas y sus asesinatos selectivos; algunos de estos inducidos por prominentes intelectuales, Tulio Hernández y César Miguel Rondón, que entre botellazos y escupitajos deben marcar a todo ser humano que “huela” a chavista, para que así no tengan jamás descanso. En el derecho internacional actual, hay Estados, ciertamente, que violan los derechos humanos; pero también hay grupos que por sus acciones son violadores de los derechos humanos. Este es el caso de Venezuela y la oposición neofascista que hace vida en la MUD: no quieren elecciones sino violencia para arrimarnos a una intervención extranjera. El año pasado, la oposición estaba solicitando la convocatoria a una Asamblea Constituyente, ¿por qué la descartaron y tomaron el atajo de la violencia? Amigos académicos e intelectuales, ¿ese amago de convocatoria sí era constitucional?
Señala el documento del “llamado” que esta “dinámica arrancó con el desconocimiento por parte del ejecutivo de otras ramas del poder (la Asamblea Legislativa) donde la oposición hoy cuenta con la mayoría, luego del triunfo en las elecciones de diciembre de 2015”. Error cronológico, esta “dinámica” y/o “escalada de violencia política y social” inició el mismo día que Chávez expresó en su discurso de toma de posesión la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, febrero de 1999. Este anuncio prendió los fuegos neofascistas en la oposición venezolana y en la oligarquía criolla. Por otra parte, al CNE confirmar el triunfo de la derecha a la Asamblea Nacional, mayoría sin discusión, esta oposición neofascista sentenció que “en seis meses salimos del régimen”. Se creyeron el poder supremo y entraron en desacato frente a sentencias dictadas por Tribunal Supremo de Justicia. Aún siguen en desacato. Era muy fácil revertir el desacato, ¿por qué no lo hicieron? ¿Por qué continúan en desacato? El objetivo siempre fue “tumbar a Maduro” y cuando no lo pudieron hacer recurrieron a la violencia, al terrorismo y sin complejo de culpa ofrecieron al país y sus recursos al imperio de Estados Unidos por un puñado de dólares; a cambio recibirían la “ayuda” necesaria para que “caiga el régimen”. ¿Por qué omitieron esta obvia evidencia los apreciados académicos e intelectuales? ¿Es preciso recordar la historia del Chile bajo el gobierno de Allende? La misma película, el mismo guion, diferentes actores y locaciones.
Finalmente, si algo se ha hecho en este largo, asediado y complejo proceso de transformación bolivariana es crear espacios de participación protagónica del pueblo organizado para que se exprese como “poder popular” y transcienda la noción modernista de ciudadanía, para que se construya desde sus diversas experiencias locales como “sujeto sociocultural revolucionario” de una ecología de la vida en armonía con la Pachamana. Un “poder popular” participativo y protagónico en permanente acción-reflexión-acción, habituado a la construcción colectiva de la crítica y la autocrítica. Esta más “democracia participativa” la respaldan nueve leyes del “poder popular”. Es de suponer que este “llamado” de académicos e intelectuales no se haga desde la racialización del sistema mundo de la modernidad/colonialidad. Vamos hacia una nueva Asamblea Nacional Constituyente, entonces que el pueblo, el soberano, decida su composición y su nuevo marco jurídico, sin armas, sin terrorismo, sin neofascista asesinando la paz de todos.
Edgar Figuera*
*Investigador y Profesor; Centro de Estudios Sociales y Culturales de la Universidad Bolivariana de Venezuela
[BLOQUE: ANÁLISIS][SECCIÓN: INTERNACIONAL]
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