En el último año, los bancos en México ganaron 236 mil millones de pesos, la cantidad más alta de la historia. Tan sólo por cobro de intereses en 2022 obtuvieron 1 billón 173 mil millones de pesos, 45.6 por ciento más que el año anterior, según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
Acumulan tales ganancias porque no contratan el personal suficiente, obligan a sus “clientes” a hacer largas colas, y son tediosas las dilatadas esperas para hablar con un ejecutivo. Frecuentemente niegan el servicio porque “se cayó el sistema” o porque los cajeros están “temporalmente fuera de servicio”. Te trasladas, gastas tiempo y energías para ir al banco por tu dinero, y no lo puedas retirar. Prestan con tasas de interés altísimas y por tu dinero te dan intereses irrisorios. Si giras un cheque sin fondos, te multan; pero si ellos no te dan servicio, ¡te callas! Puedes demandar a los bancos pero eso lleva varios meses y por lo general hay que pagar abogados. Muchas personas demandan a los bancos porque literalmente les “esfuman” de sus cuentas grandes cantidades de dinero. Cuando fallece el cuentahabiente es difícil que los familiares recuperen el dinero y muchos no lo logran, además de que “desaparecen” cuentas con el pretexto de “falta de movimientos”. Muchos de nosotros conocemos de esos casos. Los engorrosos trámites para recuperar tu dinero son largos y provocan daño emocional y financiero por no poder disponer de tus propios recursos. Por dar un ejemplo, la principal causa de reclamación es la de consumos no reconocidos, que se estima alcanza a más de 2.2 millones de personas afectadas. Y es grave que mientras que llueven créditos para el consumo y para que grandes empresas aumenten sus ventas de productos innecesarios y hasta nocivos, a pesar de la inflación y de altas tasas de interés, en 2022, el crédito que otorga la banca a las personas por medio de préstamos de nómina o tarjetas alcanzó un portafolio vigente de 1 billón 217 mil 660 millones de pesos, lo que representó un avance de 17.6 por ciento comparado con la cifra reportada el año previo. Mientras, son escasos los créditos para la producción agrícola, industrial, de bienes y servicios, sobre todo para pequeños y medianos productores. ¿Quién regula a los bancos? ¿Quién los obliga a apoyar el aparato productivo? Eso lo debe hacer el Estado, porque los bancos se refugian en el pretexto de que el “mercado” los obliga a tener más garantías.
Pero la banca comercial es muy selectiva: otorga créditos primordialmente a grandes empresas o a las que cuentan con una sólida posición financiera. Muy pocos bancos incursionan en segmentos considerados de “riesgo”. Esto margina a proyectos productivos y empresas con amplias perspectivas de crecimiento.
De ahí la importancia de fomentar la soberanía financiera, de impulsar una banca nacional y estatal, una banca de desarrollo que se ocupe de apoyar empresas y proyectos, la ciencia y tecnología que puedan financiarse para lograr soberanía alimentaria, industrial, científica. Falta esa banca de desarrollo que identifique proyectos necesarios a nivel local, regional y nacional.
Es hora ya de hacer justicia y poner en orden a la banca mexicana, que es hoy la más privilegiada del mundo. Revisar todas las leyes y códigos y transformar en beneficio del consumidor y del desarrollo del país toda la legislación bancaria y financiera.
Al iniciar el neoliberalismo, al cabo de pocos años, bancos españoles (BBVA, Santander), canadienses (Scotiabank), británicos (HSBC) y estadunidenses, con Citibank en primer lugar, adquirieron los principales bancos mexicanos y dominaron el mercado. Al comienzo del Siglo XXI, su participación en el total de activos bancarios era de 80 por ciento, una de las más elevadas en el mundo.
Los grandes bancos BBVA Bancomer, Banamex, Santander, HSBC y Scotiabank son extranjeros. Sólo pocos, como Banorte o Banco Azteca, son mexicanos. No existe una banca nacional de desarrollo fuerte. Por cierto, recientemente en marzo de 2022 Citigroup decide vender Citibanamex y entonces se presentó la oportunidad de que el Estado mexicano, en aras del desarrollo productivo de México, comprara ese paradigmático banco. El Banco Nacional de México (Banamex) surgió en la década de 1880. Fue un banco Estatal de 1982 a 1990. Fue privatizado tras de que Carlos Salinas de Gortari impulsó los intereses de los corporativos extranjeros. En 2001 los accionistas de Grupo Financiero Banamex-Accival, Roberto Hernández Ramírez y Alfredo Harp Helú, venden el Grupo al estadunidense Citigroup en 12 mil 500 millones de dólares, siendo la transacción financiera más importante celebrada entre México y Estados Unidos. Por cierto, no pagaron un solo centavo de impuestos.
Como un ejemplo, el banco que más gana es BBVA: el número uno en nuestro país. Sus operaciones en México le significaron el 55 por ciento de las utilidades del banco a nivel global. Y eso, considerando que tiene sucursales en España, Francia, Portugal, Bélgica, Holanda, Rumanía, Reino Unido, Turquía, Estados Unidos, México, Argentina, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela.
Los bancos extranjeros actúan para acumular ganancias y sacarlas del país, cuando en contraposición para México es estratégico contar con una banca que estimule el desarrollo y favorezca a la gente.
Además, es importante combatir el lavado de dinero. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), en marzo del año pasado, informó que los cárteles de la droga en México lavan unos 25 mil millones de dólares al año. El think tank Global Financial Integrity (GFI), enfocado en el análisis de temas de crímenes financieros, corrupción y blanqueo de capitales, estima que en México se lavan entre 18 mil millones y 44 mil millones de dólares al año.
Hay que vigilar los circuitos bancarios, porque hay mucho dinero que circula ilegalmente. Ya la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) ha informado que hubo dinero de García Luna en los circuitos financieros.
El país necesita su banca de desarrollo para invertir en agua, empleo, salud, producción de vacunas, fomentar la producción nacional, invertir nosotros mismos en la industria del litio, apoyar a pequeños productores, lograr energética y alimentaria con el desarrollo agropecuario, rural, forestal, pesquero y en fertilizantes predominantemete nacionales y locales.
Es preocupante que la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND) haya dado un aviso interno, desde el pasado 15 de diciembre, en el que se señala que se pausará todo otorgamiento de créditos y, a su vez, dará prioridad a pagos anticipados de créditos que se tengan con organismos internacionales.
El presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que le gustaría que el Banco de México –que el jueves 9 de febrero subió 50 puntos su tasa de interés para alcanzar un histórico 11 por ciento–, no sólo se ocupara en disminuir la inflación sino también en el crecimiento del país. Eso es clave.
Además, todo los servicios financieros, deben servir y no servirse. Es posible que México recupere su soberanía financiera y tenga una banca estatal y nacional fuerte, además de regular a todos los bancos para que no abusen.
El sistema financiero es estratégico para el desarrollo de un país. Es urgente que México invierta recursos para solucionar las mas graves necesidades, además de que el Estado debe tomar medidas en tiempos difíciles como el actual, entre ellas, cobrar impuestos a las grandes fortunas. Los nueve megarricos de México, encabezados por Carlos Slim, reúnen una riqueza de 3 billones de pesos, casi la mitad de lo que es todo el presupuesto del país en 2022. Es necesario cobrar un impuesto a los billonarios. Incluso el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, al presentar el informe del Estado de la Unión ha planteado esta propuesta. En mayo de 2021, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se sumó a quienes argumentan a favor de incrementar los impuestos a la riqueza; propone gravar herencias, sucesiones y donaciones. Esos impuestos son imprescindibles para el desarrollo soberano del país. Por cierto, la desigualdad en el ingreso en México es más del doble del promedio de países de la OCDE. En 2021 el 10 por ciento más rico concentraba 36.4 por ciento de los ingresos y el 10 por ciento más pobre el 1.8 por ciento. Es indispensable gravar la propiedad, la riqueza y el ingreso. Que los que más tienen, paguen más impuestos. Para, ello, se requiere realizar una reforma fiscal progresiva, para que las grandes corporaciones, que son las que más ganan, sean quienes más aporten al fisco. La recaudación tributaria como porcentaje del producto interno bruto (PIB) de México en 2020 (17.9 por ciento) estuvo por debajo del promedio de América Latina y el Caribe (21.9 por ciento) en la edición de este año de las Estadísticas tributarias de América Latina y el Caribe, a 4.0 puntos porcentuales y por debajo del promedio de la OCDE (33.5 por ciento). Francia por ejemplo tiene el 41.5 por ciento.
También es necesario suspender pagos de la deuda, que este año alcanza 14 billones de pesos (según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público) y por el pago anual en 2023 se pagará 1 billón 70 mil millones de dólares. Esa deuda hay que auditarla y renegociarla. Obtendríamos grandes quitas para tener mayores recursos para el desarrollo. Todos esos recursos pueden invertirse en la banca estatal de desarrollo.
Es perfectamente posible suspender pagos de la deuda, sin que esto provoque consecuencias nefastas. De hecho, sucede todo lo contrario. La idea de que un país que repudia una deuda sería boicoteado por los prestamistas está en contradicción con la realidad.
Históricamente, tanto México, como Costa Rica, China, Indonesia, y también Ecuador, salieron reforzados del proceso de repudiar sus deudas. México obtuvo mejores condiciones tras la suspensión del pago de la deuda por parte de Benito Juárez y de Lázaro Cárdenas. Tras la derrota del invasor francés, le cobraban al gobierno de Benito Juárez 450 millones de pesos y él y su secretario de Hacienda José María Iglesias consiguieron hacer ajustes y bajar el adeudo con el exterior y sólo reconocieron 84 millones de pesos. Después del gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, quien mantuvo la suspensión de pagos, la deuda más intereses sumaba más de 400 millones de pesos. El hecho es que México se comprometió a pagar 40 millones de dólares para saldar la deuda.
México se había desarrollado durante 28 años –de 1914 a 1942– sin recibir créditos del exterior. Lejos de paralizarse, logró avances significativos. En otros casos, por ejemplo, en Ecuador –que suspendió unilateralmente el pago de una deuda que calificó como ilegítima por una comisión de auditoría– forzó a los acreedores a aceptar una anulación de dos tercios de la deuda en suspensión de pagos.
México necesita una profunda transformación en su sistema bancario y financiero, que es clave para la economía; para ello necesita recursos extraordinarios. Es la hora de alcanzar la soberanía financiera. Se puede y se debe.
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