Con el triunfo de Gustavo Petro en Colombia, nuevamente las golpeadas mayorías cobraron al neoliberalismo la violencia extrema y la acrecentada pobreza que por décadas se acumularon hasta hacer crisis en el gobierno de Iván Duque, que con su pretendida reforma fiscal en contra de los asalariados y la devastación causada por la pandemia de Covid-19 a la salud de miles de colombianos –más de 100 mil murieron por la falta de atención médica–, terminó por dar el tiro de gracia a una oligarquía política encabezada por el expresidente, Álvaro Uribe.
La feroz campaña mediática orquestada contra el candidato del Pacto Histórico, por sus antecedentes como miembro de la guerrilla del M-19, nada pudieron contra el generalizado hartazgo de una población que al salir a las calles a exigir sus derechos, fue brutalmente reprimida en diversas ocasiones. El saldo de decenas de muertos, centenares de heridos y desaparecidos por Duque, se la cobró con creces a la derecha colombiana.
Buena parte de los votos que llevaron por primera vez a la Presidencia de Colombia a un candidato de izquierda, fueron de los jóvenes a los que el neoliberalismo marginó del mercado laboral; al finalizar el gobierno de Duque, la tasa de desempleo en este sector de la sociedad alcanza un 20 por ciento y la tasa de pobreza agobia al 40 por ciento de la población.
El hoy ganador en una segunda vuelta con el 50.5 por ciento contra el 47.3 por ciento del derechista y empresario, Rodolfo Hernández –más de 700 mil votos de diferencia–, llevó como compañera de fórmula a la Vicepresidencia a Francia Márquez, una afrodescendiente defensora de la ecología y los derechos de pueblos originarios, convertida además en la bandera de lucha de miles de mujeres marginadas y violentadas, sobre todo de las regiones más apartadas, que volcaron su apoyo a favor de Petro.
El presidente electo ha anunciado su intención por aumentar la participación política de las mujeres hasta en un 50 por ciento en todos los cargos públicos, niveles y ramas del gobierno. Otro de sus anuncios que le valió el aval del voto femenino fue el anuncio de crear el Ministerio de Igualdad donde se atiendan los reclamos y cuestiones de género. Algo inédito en Colombia, sobre todo si se considera la posición machista y misógina, asumida de manera pública del candidato de la derecha, Rodolfo Hernández.
La victoria del exsenador y exalcalde de Bogotá, representa un triunfo histórico para el movimiento progresista en América Latina; apenas el año pasado, Chile, Honduras y Perú votaron a favor de líderes de izquierda, de tal forma que con Petro ya son 10 países los que en el Continente han dado la espalda a la derecha y su modelo neoliberal que ha permitido el empobrecimiento de millones de habitantes y el saqueo de sus riquezas y recursos naturales.
A la lista de gobiernos de izquierda puede sumarse este año el expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien ya encabeza las encuestas ante otro presidente, Jair Bolsonaro, que como Duque, llevó a los extremos la teoría neoliberal, devastando el ingreso y la economía de las mayorías.
El golpe de timón en la economía que Gustavo Petro ha anunciado implica una serie de medidas que buscan revertir el atentado fiscal que Duque trató de consumar, al pretender que los más pobres subsidiaran la evasión de los más ricos y que detonó toda serie de protestas en las principales ciudades de Colombia. Ahora, el presidente de izquierda propone una reforma tributaria donde las 4 mil fortunas más importantes de su país sean las que paguen más impuestos.
Otra de las medidas que han sido recibidas con entusiasmo por la población mayoritaria es la ampliación de los programas sociales y el establecimiento de un apoyo salarial emergente para las madres de familia y los colombianos sin empleo.
Petro se enfrentará a las inercias del gran capital al anunciar que ya no se otorgarán más permisos para la explotación de hidrocarburos, buscando además frenar la criminal deforestación de la amazonia por parte de empresas privadas y que amenazan con acabar con uno de los principales pulmones del mundo y bastiones para aminorar el cambio climático.
No debe olvidarse que otros gobiernos de izquierda como el de Evo Morales, enfrentó un golpe de estado en Bolivia por negarse a entregar la explotación del Litio a las empresas trasnacionales y que Venezuela también ha resistido los embates sistemáticos del imperialismo estadunidense y sus empresas para apropiarse de su petróleo.
La pandemia de Covid-19, terminó por devastar a los colombianos, pues como en otros países donde ha imperado la tesis neoliberal de no invertir en los sistemas públicos de salud, los hospitales fueron rebasados por el número de enfermos. Sin equipos suficientes ni medicamentos, más de 100 mil personas, en su mayoría de escasos recursos, murieron y otros tantos quedaron con secuelas.
La violencia abonada desde el poder por la administración de Iván Duque y la falta de cumplimiento de los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), como por ejemplo, el reparto agrario de innumerables latifundios, será un tema de atención prioritaria para Petro.
Otros grupos guerrilleros como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ya anunciaron su disposición de avanzar en un proceso de paz con el nuevo mandatario, al que le han pedido implemente urgentes reformas económicas y sociales para enfrentar la terrible pobreza y desigualdad que agobia a la población de menores recursos.
En corresponsabilidad, Petro ha señalado que en sus primeros 100 días, echará a andar un plan de emergencia contra el hambre, apoyo de medio salario mínimo (128 dólares), para madres solteras, suspensión a los proyectos del fracking y condonación de créditos a 10 mil jóvenes en el Icetex, entidad del estado que financia la educación superior.
Desde su campaña, el presidente electo postuló que Colombia debía poner fin a una “economía depredadora”, para buscar detener el daño ecológico que ha dejado a su paso la explotación petrolera.
Histórico lo acontecido en Colombia donde el exmiembro del M-19 Gustavo Petro se convirtió en el primer presidente de izquierda desde que el país andino proclamó su independencia en 1810. Y alentador que los gobiernos progresistas avancen en América Latina como muestra de la inevitable debacle del modelo neoliberal.
Martín Esparza Flores*
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
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