Airam Mercado afirma que quienes, como él, asistieron al Zócalo de la Ciudad de México el 18 de febrero, no apoyan los ideales del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Dice que en esta manifestación –convocada por el empresario y líder moral del PRIAN, Claudio X González Guajardo– se promueve el voto masivo contra Morena, “a favor de Xóchitl [Gálvez]”. “Obviamente no estamos defendiendo ni apoyando a Morena”, dice la joven de 26 años de edad.
Sin explicar razones, Fernando Puyol –otro asistente a la concentración– señala que, para él, “Claudia Sheinbaum es un títere de AMLO. Pienso que las personas que están contra AMLO, pues van a votar por Xóchitl”. El autonombrado “máscara democrática” –su rostro se cubre con una máscara tipo luchador color rosa– dice que la gente que participó el domingo en la concentración votará, seguramente, por la candidata del PAN, PRI y PRD. “Queremos un cambio de gobierno”, y ya no el “de un solo hombre”.
Adolfo Maravilla, de 19 años de edad, coincide: “si un partido defiende un ideal que es contrario al nuestro, pues nuestro objetivo va a ser ir en contra de ese ideal y apoyar al partido que esté a favor de nuestra forma de pensar”.
La manifestación se convocó bajo el lema de la supuesta defensa de la democracia, según su visión, amenazada por el dictador. En realidad, detrás de esta hay alrededor de 200 organizaciones con fachada de “sociedad civil”, la mayoría ligadas al accionista de la trasnacional Kimberly Clark.
Las AC se conglomeraron en torno a la organización Unid@s, fundada en 2022 por el empresario Claudio X González Guajardo, quien a su vez impulsó la alianza “Va por México” y la candidatura presidencial de la panista Xóchitl Gálvez.
Alessandro Martínez, integrante de la organización México Unido, afirma que el voto masivo no apoya o ataca a alguien en específico; no obstante, señala que la pancarta de más de dos metros que portaron el domingo 18 de febrero con la frase “democracia sí, autoritarismo no”, tenía el fin de que “radicalicemos a la población, dando voz a que no existe un punto medio: es dictadura o democracia”.
Ello, a pesar de que su manifestación no fue reprimida y se manifestaron con plena libertad, lo que no ocurre en los regímenes autoritarios. Por ejemplo, en los gobierno priístas y panistas los opositores eran masacrados (como ocurrió con la masacre estudiantil de 1968, el jueves de Corpus en 1971, todo el periodo de la Guerra Sucia, el conflicto magisterial en 2006 de la APPO, entre otros).
Aunque su mensaje claramente apoya la candidatura de Gálvez con la misma narrativa de las campañas de guerra sucia que promueven el PRIAN y los empresarios, Alessandro Martínez asegura que no busca estigmatizar a ningún partido político. No obstante, agrega: el miedo es hacia la ideología [de izquierda] y la “destrucción” del país.
“Que quede claro, no estamos aquí reunidos […] para apoyar o para criticar a ninguna candidatura, […] no estamos aquí para criticar a ningún gobierno en sí”, exponía a lo lejos y con voz ronca Lorenzo Córdova Vianello, exconsejero presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) y único orador de la denominada “Marcha por la Democracia”.
Como presidente del INE, Córdova Vianello encabezó un movimiento interno para oponerse mediante juicios de amparo a la política de austeridad, para que él y otros altos funcionarios del Instituto siguieran ganando más que el presidente, y cobraran prebendas con dinero público como los seguros de gastos médicos mayores. Además, cobró del erario nacional hasta una dote matrimonial, desde el IFE.
La supuesta independencia que Córdova le atribuyó a la manifestación quedó en entredicho no sólo por el convocante –que lidera moralmente al PRIAN– sino por la presencia de Marko Cortés y Jesús Zambrano, presidentes nacionales del PAN y PRD, respectivamente; así como de la diputada federal panista Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón Hinojosa, expresidente de México de 2006 a 2012, y quien llegó al cargo por un fraude electoral en perjuicio de López Obrador. Algunas personas incluso aprovecharon para tomarse fotos con ellos.
“Si los autoritarios no descansan, tampoco lo haremos quienes luchamos y defendemos la libertad, la igualdad, los derechos y la democracia. Aquí estamos hoy y aquí estaremos todas las veces que sea necesario”, exclamaba en el templete Lorenzo Córdova Vianello, quien dejó en el guarda ropa el color rosa de la campaña de Xóchitl Gálvez y prefirió ir con una camisa blanca y un pantalón de mezclilla.
Envuelto en cinta, un cartel rosa –que en letras negras manifiesta que “los ciudadanos exigimos democracia”– se aferra a la espalda de Gabriel Palacios. A él le pareció “bastante bueno” el discurso de Córdova, pues la ciudadanía defiende un “voto libre y seguro”.
Rosa fue la convocatoria, color representativo del instituto encargado de las elecciones en México y que ha acompañado a las personas asistentes en sus prendas, banderas y pancartas ya desde noviembre de 2022, cuando se llevó a cabo la primera reunión. Con esos mismos tintes se ha enarbolado la campaña de Xóchitl Gálvez, quien porta huipiles y sacos de esa tonalidad, e incluso adorna sus escenarios con ese mismo color.
Para Adolfo Maravilla, la convocatoria tuvo el fin de “protestar en contra del ataque directo que se está haciendo contra la democracia por parte de Palacio Nacional”. Además de “defender la independencia de estas instituciones que son muy necesarias para tener elecciones justas”, continúa el joven de 19 años, vestido de una playera rosa en la cual se alcanza a leer: “la democracia no se toca”, modelo que también apareció en color blanco en otros asistentes y con otra frase: “Voto libre”. Antes de esta marcha, las frases eran: el INE no se toca, el Inai no se toca, la Suprema Corte no se toca.
Faltaban pocos minutos para las 10 de la mañana –hora en que citaron las personas convocantes– y las calles que desembocaban en la Plaza de la Constitución no terminaban de ver pasar asistentes con todo tipo de consignas escritas: “Voto libre”, “Defendemos al INE porque no queremos una dictadura”, y demás alusivas tanto a instituciones supuestamente autónomas como al presidente. Desfilaban cartones, cartulinas y una que otra lona.
Bajo rayos de luz que obligaban a las personas a utilizar sus perfectamente acomodados sombreros y relucientes gafas de sol, o las gorras que ofrecían las y los vendedores a lo largo del camino, los derechistas Amado Avendaño y Ana Lucía Medina –exdiputada local de Michoacán en 2005 por el PAN–, junto con Fernando Belauzarán –exdiputado federal por el PRD en 2012–, animaban a las personas desesperadas porque Lorenzo Córdova no iniciaba su discurso.
Fue la panista Lucía Medina quien dio el banderazo cuando –con el Zócalo lleno por las más de 90 mil personas estimadas por la Secretaría de Gobierno y de Seguridad de la Ciudad de México– entre otras cosas, pidió a AMLO no meter las manos en la elección, así como evitar el proselitismo de programas sociales. De ello no presentó ninguna evidencia y lo deslizó a pesar de que en el INE hay siete consejeros que aún responden a los intereses del PRIAN, y de que el Tribunal Electoral sigue tomado por el conservadurismo.
El ambiente se tensó cuando la panista pronunció el punto cinco, que pedía “blindar la elección” del crimen organizado. De grupo en grupo se hizo unísono: “¡Narco presidente, narco presidente!”, en alusión a los informes de la DEA publicados por Tim Golden en ProPublica, así como un segundo trabajo similar de la Dolce Welle y del InsightCrime. La agencia, sin embargo, confirmó que la investigación por presunto financiamiento del narcotráfico a la campaña de AMLO en 2006 se cerró. Nada dijeron de los nexos de Genaro García Luna –alto funcionario en los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón–con el Cártel de Sinaloa.
Lo dicho por Medina atrapó a Fernando Puyol, quien acompaña sus pecas con una raya horizontal de color rosa en cada mejilla. “Siento que eso nos va a ayudar a tener no sólo nuestros objetivos sino lo que estamos luchando mucho más claro”. Él no tiene duda de que la marcha a la que acudió es totalmente ciudadana.
Las campanas repicaban ante el asombro de la gente, pues eran 11:30 de la mañana. En punto de las 12 horas, tras terminar el orador su discurso, por fin callaron. “Es el porro de [Martí] Batres [jefe de Gobierno de la CDMX]”, se escuchó de un señor el señalamiento. En los rostros de las demás personas se hacía evidente el enojo que ocasionaba el ruido.
“Yo viví desde López Portillo, desde Echeverría, que fueron unos desgraciados; se apoderaron del poder. Nosotros tuvimos que luchar para que ustedes [los jóvenes] tuvieran libertad. Hoy se las quieren quitar y quieren acabar con ustedes, […] no se dejen”, dice el señor Eberardo, de la tercera edad. Lo contradictorio de sus palabras es que ahora defiende una candidatura que promueve el PRI al que critica.
“A los jóvenes les hace falta huevos. Todos son youtubers o influencers. No quieren trabajar para vivir. Pónganse a trabajar”, concluye en tono molesto y toma camino hacia la salida. Por contrario, Airam considera que hubo más presencia de jóvenes esta vez que en anteriores marchas.
Fernando Puyol lo atribuyó a la logística: domingo en la mañana no ayuda, y menos que “el transporte hasta acá [el Zócalo] no es nada fácil”. “Debemos hacer algo para que los jóvenes realmente se interesen en la política. Creo que debemos escucharlos”, concluyó Alessandro Martínez para después dirigirse hacia su pancarta, la cual ya descansaba boca abajo, sin necesidad de mostrar su mensaje en una plaza casi desalojada en su totalidad a menos de una hora de terminado el evento, con el ya común Himno Nacional.
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