Primera parte. A mediados de diciembre de 2024 nos enteramos que un alto ejecutivo del Banco de México –el doctor Santiago Bazdresch Barquet– descalificó las nuevas contrataciones del cuerpo académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas, AC, porque los futuros docentes no provienen de universidades extranjeras que, a su parecer, son las únicas que tienen prestigio. Ello lo denunció el director general del CIDE, doctor José Antonio Romero Tellaeche, quien apuntó que el representante del Banxico ante el Consejo Directivo discriminó a egresados de universidades públicas mexicanas, incluido el propio CIDE. [Ver: https://contralinea.com.mx/interno/semana/directivo-de-banxico-se-lanza-contra-el-cide-y-las-universidades-publicas/ ]
Esta actitud no es aislada y forma parte de una corriente ideológica de derecha, apegada a los intereses fácticos del sector económico: por años, el CIDE estuvo tomado por representantes del neoliberalismo que entregaron la institución a intereses privados, especialmente los de la oligarquía. Y esto es más que demostrable, como veremos en estas dos entregas.
En lo que podría configurar una silenciosa privatización de la academia –pero subvencionada con el erario nacional–, se llegó al extremo de que el empresario Claudio X González Guajardo –accionista de la trasnacional Kimberly Clark– dio clases de “periodismo” en esa institución pública.
Pero no sólo eso, sino que el también líder moral del PRIAN –a través de su brazo disfrazado de asociación civil: Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad– se apropió de la enseñanza de esa rama de las ciencias sociales, al colonizar el Diplomado de Periodismo de Investigación. Eso consta en las contrataciones del CIDE con Claudio X –a quien la presidenta Claudia Sheinbaum apodó el “junior tóxico”–, de las que Contralínea tiene copia.
La enseñanza se cedió de forma total: Claudio X y su aparato ideológico-político –que ahora encabeza María Amparo Casar, exfuncionaria foxista y a quien Pemex le paga una pensión millonaria presuntamente indebida– desarrollaron los planes de estudio y designaron a las y los docentes, con el perfil que el accionista de Kimberly Clark y MCCI evaluaron convenientes. Y ello lo hicieron en una sociedad no escrita con el Inai. [Ver: https://contralinea.com.mx/interno/semana/cide-firmo-5-convenios-con-claudio-x-para-ensenar-periodismo/ ]
Entre 2014 y 2021, el CIDE desarrolló cuatro proyectos relacionados con ese diplomado en periodismo, financiados con recursos de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que a su vez tiene fuentes de ingresos ligadas a la oligarquía mexicana y trasnacional.
De acuerdo con la Unidad de Inteligencia Financiera, entre sus mecenas están: el gobierno de Estados Unidos a través de la USAID –uno de los brazos de la CIA–; fundaciones extranjeras ligadas a la derecha global (NED, The Ford Foundation, John And Catherine T Macarthur Foundation, International Community Foundation, Rockefeller Bros Fund Inc, e Intelligent Mexican Marketing Inc); así como la élite de la oligarquía mexicana. Por ejemplo, el magnate Germán Larrea, a través de Grupo México; Laboratorios PISA –empresa ligada a la muerte de 17 menores de edad en hospitales del Estado de México; 16 de ellos, bebés prematuros; Tiendas Chedraui y Soriana; Claudio X González Laporte –presidente de Kimberly Clark y padre de Claudio X González Guajardo–; Alejandro Ramírez Magaña, dueño de Cinépolis; Valentín Díez-Morodo, mediante su Fundación Maelva; Antonio del Valle Perochena, con su Fundación Kaluz, entre otros. [Ver https://contralinea.com.mx/interno/semana/eu-grupo-mexico-laboratorios-pisa-dueno-de-cinepolis-entre-los-mecenas-de-mexicanos-vs-corrupcion/ y https://contralinea.com.mx/wp-content/uploads/2024/08/2.-14082024-UIF-Mexicanos-contra-la-Corrupcion.pdf ]
La sociedad entre el antiguo CIDE y Claudio X quedó evidenciada en los siete convenios con la asociación civil Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, AC, cinco de los cuales los firmó directamente el empresario. El objetivo, desarrollar entre otras actividades, el diplomado en periodismo de “investigación”.
A nombre del Centro de Estudios, el responsable del desarrollo de algunos de esos convenios fue Carlos Bravo Regidor, doctor en historia por la Universidad de Chicago y de quien es bastante pública su postura sobre los movimientos progresistas en México, América Latina y las izquierdas.
A ello se suma el nexo directo del exdirector general del CIDE con Claudio X: Sergio López Ayllón acompañó el proyecto de MCCI desde su fundación e incluso aceptó ser integrante del Consejo Consultivo de dicha asociación civil, según información de dominio público. (Ver https://www.youtube.com/watch?v=DS45CQ5KGTY , https://contralacorrupcion.mx/cide/ , https://oaxaca.eluniversal.com.mx/sociedad/15-02-2018/becan-cide-y-ong-2-colaboradoras-de-el-universal )
Ceder la enseñanza del periodismo de investigación implicó que, incluso, las propuestas que venían del cuerpo académico del CIDE eran palomeadas por el empresario o por los representantes de su organización, creada para litigar en tribunales y medios contra el Estado mexicano, tal como operan los grupos de presión.
El problema va mucho más allá de la captura de periodistas en su ONG –lo que continúa haciendo María Amparo Casar–, incluso más allá de las mentiras que ha dispersado en diferentes corporaciones mediáticas, de las faltas éticas en las que incurre sistemáticamente su supuesta área de periodismo. El problema radica en que su pensamiento respecto de lo que debe ser esta profesión lo trasladó a una escuela prestigiosa, no sólo como influencia, sino como ejecutor directo de la misma. [Hay que recordar que MCCI es el único centro que dice que hace periodismo y permite la corrupción de sus comunicadores: https://contralinea.com.mx/opinion/codigo-de-etica-de-mexicanos-contra-la-corrupcion-aprueba-el-chayo/ ]
Y eso significó que la enseñanza se despojó de los valores del periodismo de investigación, que debe tener como compromiso central investigar hechos que personas o grupos de poder institucional o fáctico –incluida la oligarquía y los gobiernos extranjeros, como lo son los mecenas de MCCI y el propio Claudio X– buscan ocultar y que dañan a los pueblos.
Dejar ese diplomado precisamente en manos de un oligarca representó, sobre todo, despojar al periodismo de investigación del espíritu crítico que lo guía frente a los poderes fácticos, en especial frente al poder económico. De acuerdo con la organización Oxfam, “el 1 por ciento más rico [del planeta] posee más riqueza que el 95 por ciento de la población mundial en conjunto. […] La influencia de los milmillonarios sobre la economía se ha disparado: más de un tercio de las 50 mayores empresas del mundo tienen a un milmillonario como director ejecutivo o accionista principal. La capitalización bursátil total de estas empresas asciende a 13.3 billones de dólares”.
En su informe Multilateralismo en una era de oligarquía global, Oxfam advirtió que “los esfuerzos globales para responder a los mayores desafíos del planeta, como la crisis climática o los niveles persistentes de pobreza y desigualdad, están siendo amenazados por la concentración de poder en manos de los ultrarricos y las megaempresas. Esta híper concentración de poder y riqueza alimenta la desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos. De hecho, a pesar de representar el 79 por ciento de la población mundial, los países del Sur global sólo cuentan con el 31 por ciento de la riqueza global”.
A ello se suma que, en el caso mexicano, los ultrarricos –entre ellos, varios de los magnates que financian a MCCI– evaden impuestos, se han enriquecido a partir del saqueo de los bienes nacionales y las privatizaciones, mandaban sobre los gobiernos del PRIAN y sus “negocios” se basaban en el tráfico de influencias, la corrupción, los sobrecostos multimillonarios en las contrataciones, el control de organismos como la Cofece para mantener sus monopolios por encima de la industria pública (casos CFE y Pemex); además de que su contaminación industrial mata pueblos completos, como ocurre en los 60 infiernos ambientales mapeados en el país, donde la población padece enfermedades terminales como cánceres, tumores y enfermedades renales crónicas. Hechos que el periodismo de investigación está obligado a revelar, y que por supuesto no enseñaban el diplomado de Claudio X-CIDE.
El caso de este oligarca disfrazado de “sociedad civil” es tan sólo un ejemplo de los múltiples intereses ilegítimos que se fueron enquistando en el CIDE, y contra los que se lucha desde noviembre de 2021. A partir de ese momento, y con una nueva administración, en esa institución educativa se libra una batalla muy importante por romper con las inercias del pasado, pero sobre todo por romper con el aparato que instaló la oligarquía y personajes de derecha, incluidos los llamados líderes de la intelectualidad orgánica del neoliberalismo.
Uno de los objetivos fundamentales de la derecha ha sido colonizar el pensamiento. Por ello se explica la derechización no sólo del CIDE, sino también de la UNAM, la UAM y otras instituciones públicas, con las resistencias internas que la propia academia propicia.
En el caso del CIDE, y de acuerdo con sus propios datos, la configuración de su cuerpo docente titular, revela “una marcada inclinación hacia la formación en el extranjero, con porcentajes que en ciertas áreas alcanzan la totalidad del profesorado formado fuera de México”. Ello, con base en un análisis del origen de sus títulos de posgrado y el desglose por divisiones académicas.
Sin descalificar el valor de los aportes internacionales, al interior del propio CIDE se ha vivido un proceso de reflexión sobre la “necesidad de equilibrar dichas influencias con las voces de académicos nacionales y latinoamericanos, cuyos enfoques, perspectivas históricas, sociopolíticas y culturales resultan invaluables para comprender y transformar la realidad de nuestro entorno”. Es decir, que desde lo intelectual se responda también a la realidad que vive nuestro país, y no se privilegie una sola visión, que es la norteamericana.
El análisis que se ha hecho apunta que el objetivo no es “rechazar las contribuciones foráneas, pues la riqueza del diálogo internacional es incuestionable, sino de reivindicar la importancia del pensamiento crítico endógeno y la producción intelectual surgida en México y América Latina. Sin este balance, las ciencias sociales corren el riesgo de convertirse en meros ecos del conocimiento hegemónico, replicando visiones externas sin cuestionar las dinámicas coloniales que, a lo largo de la historia, han sometido el saber local a parámetros ajenos a nuestras necesidades. La dominancia del pensamiento anglosajón no solo limita el horizonte de comprensión de las problemáticas regionales y nacionales, sino que también invisibiliza corrientes de pensamiento, metodologías y marcos conceptuales capaces de iluminar las especificidades de las realidades latinoamericanas, promoviendo soluciones más incluyentes y pertinentes”.
Y a pesar de que la lucha al interior de la institución académica ya lleva 3 años, aún no se ha podido descolonizar el pensamiento y dar paso a una verdadera pluralidad académica. Así lo muestran las estadísticas sobre los perfiles de su planta docente:
De acuerdo con docentes de ese Centro de estudios, la dificultad no sólo radica en la inserción de investigadores formados en México, sino, sobre todo, implica “una forma de ‘colonialismo intelectual’ que obstaculiza el surgimiento de nuevas corrientes de pensamiento, perspectivas y enfoques surgidos desde el Sur Global. El problema no es la presencia del conocimiento externo, sino su hegemonía incuestionada, que puede llegar a condicionar la producción intelectual local y a neutralizar su carácter transformador”.
En ese sentido, la lucha que libra el CIDE es fundamental y tiene como eje descolonizar el saber y diversificar la planta docente. Y como ejemplo se cita la División de Estudios del Desarrollo, que ya presenta una menor proporción de titulados en el extranjero, y donde se han incluido académicos formados en México y América Latina. Todo ello, movido por la premisa de que los países también deben buscar “un equilibrio de voces que aporte mayor soberanía intelectual. El objetivo es lograr un intercambio entre saberes locales y globales que enriquezca el debate, abra nuevos campos de investigación y promueva soluciones contextualizadas a las problemáticas nacionales y regionales”.
A estas alturas, ya no es una sorpresa que entre quienes se resisten a estos cambios también están los intelectuales y las corporaciones mediáticas. Y entre ellos, seguramente, algunos de los reporteros y reporteras a los que el mismísimo Claudio X les dio clases de “periodismo”.
Así que las resistencias en el CIDE a estos cambios eran de esperarse. No obstante, el proceso de transformación en esa institución sólo se frenaría si la administración en la nueva Secretaría de Ciencias lo dispone así, y regresa al viejo y corrupto modelo neoliberal.
Si se continúa en la misma necesaria ruta, el CIDE “podrá consolidarse como un espacio plural, integrando las contribuciones de autores mexicanos y de la región junto a las tradiciones académicas internacionales. De esta manera, el centro podrá avanzar hacia la construcción de un conocimiento genuinamente crítico, con capacidad de incidencia en las realidades que pretende transformar, sin reproducir las jerarquías coloniales del saber”.
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