Los integrantes de la Organización Nacional de El Yunque –agrupación secreta de la ultraderecha católica– continúan presentes en la política institucional mexicana, a pesar de la pérdida de poder que sufrió tras la salida del Partido Acción Nacional (PAN) del Poder Ejecutivo federal. Especialistas consultados afirman que, para El Yunque, las posibilidades de recuperar el poder son mínimas: sus integrantes se han abocado a la construcción de una carrera política personal, regularmente enclavada en el nivel local.
No obstante, en el terreno sociocultural, la agenda conservadora –opuesta a los derechos sexuales y reproductivos– sí tiene posibilidades de transformar el clima político, consideran los expertos en el estudio de la derecha y la ultraderecha mexicanas.
Por su actividad vigente, destacan personalidades señaladas como miembros del Yunque, como Rodrigo Iván Cortés Jiménez, exregidor de Naucalpan y presidente del Frente Nacional por la Familia; Laura Angélica Rojas Hernández, diputada federal panista y presidenta de la Cámara de Diputados de 2019 a 2020, y los expresidentes nacionales del PAN Manuel Espino Barrientos (integrante del partido Movimiento Regeneración Nacional –Morena– y actual comisionado del Servicio de Protección Federal) y Germán Martínez Cázares (hoy senador por Morena).
Contralínea buscó entrevista con los antes mencionados para preguntarles sobre su presunta filiación a la Organización Nacional de El Yunque, pero únicamente Laura Angélica Rojas respondió a la solicitud: “No es la primera vez que asocian mi nombre con dicha organización y no es la primera vez que digo que no pertenezco a la misma”.
Además de individuos, el investigador Moctezuma Barragán señala también a organizaciones como la asociación civil Yo Influyo, identificada no sólo con la derecha católica, sino directamente con El Yunque; y que también se ha mantenido activa con la participación de columnistas como José Medina Mora, presidente de la Coparmex; Margarita Zavala Gómez del Campo (esposa del expresidente Felipe Calderón, futura diputada e impulsora del fallido partido político México Libre) y su hermano Juan Ignacio; Salvador Abascal Carranza, exsenador y miembro de una reconocida familia de ultra derecha, y hasta un organismo público: el Instituto Municipal de la Familia (Infamilia) de San Pedro Garza García, Nuevo León.
Con la llegada a la presidencia del entonces panista Vicente Fox Quesada y, posteriormente, de Felipe Calderón Hinojosa, El Yunque conoció su mejor momento: sus integrantes tuvieron acceso al gabinete presidencial y al presupuesto, además de fortalecerse su presencia al interior del Partido Acción Nacional. Pero, tras el fallecimiento del Papa Juan Pablo II y la salida de ese partido del gobierno –en diciembre de 2012–, su poder decayó.
De acuerdo con el maestro en filosofía y especialista en derecha política Édgar González Ruiz, la ultraderecha católica tiene hoy pocas posibilidades de crecimiento, pues se ha desacreditado mucho en el terreno social. “Ya pasó su esplendor, esa época en la que se dieron todas las condiciones favorables para que prevalecieran”.
En entrevista, explica que a inicios del milenio la derecha católica alcanzó los niveles más altos de la política mexicana gracias a dos factores: que el PAN (un partido conservador y de raíz católica) llegó al poder, y que los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI se distinguieron por una postura ultraconservadora.
“Ahora ya no tienen estas condiciones favorables y su actividad, por lo tanto, es igual de marginal que el contexto en el que actúan”, considera el maestro González Ruiz.
El poder de organizaciones religiosas radicales como El Yunque reside en su capacidad de influencia sobre las ideas dominantes en la sociedad, señala el doctor en historia moderna y contemporánea Mario Virgilio Santiago Jiménez. “Desde mi punto de vista, El Yunque no es una amenaza política, sino más bien sociocultural”.
Para el académico del Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, si bien la organización ultraderechista opera de forma clandestina, sus estructuras públicas –sean organizaciones civiles o escuelas privadas– abanderan una agenda que incide a nivel cultural en temas como la prohibición del aborto, la adopción o el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Su poder de incidencia en niños y jóvenes a través de organizaciones religiosas o seculares (como los Boy Scouts) convierte a los yunquistas en un “brazo fuerte de la Iglesia Católica”, advierte el doctor Santiago Jiménez, y destaca el papel sociocultural de la derecha católica, pues considera que hoy las posibilidades de correlación política de El Yunque se limitan al ámbito local.
“Políticamente sí es una organización que quiere el poder, pero no de todo el país, sino poder local, regional”. La mayoría de los yunquistas se centra hoy en mantener su presencia en estados como Guanajuato, Querétaro, Puebla y Jalisco, o en adquirir un asiento en las legislaturas.
El también integrante del grupo de trabajo “Derechas contemporáneas: dictaduras y democracias”, del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, afirma que las generaciones más viejas de El Yunque están molestas con las nuevas porque “sólo quieren el hueso”, es decir, una presidencia municipal o una diputación, sin importar el partido político al que se afilien.
“Creo que una de las claves del éxito de esta organización es que se adapta en función del lugar en donde está y opera con lógicas particulares. Es parte de su éxito y de que nos cueste tanto no confundirla con otras estructuras de la derecha en México”, señala el experto.
También conocida como Organización del Bien Común o La Orquesta, El Yunque es una agrupación clandestina, por lo que no existe un padrón público de sus integrantes. Ha sido mediante entrevistas, declaraciones e investigaciones periodísticas que ha trascendido una lista de nombres.
Pablo Moctezuma Barragán, profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, reseña en entrevista algunos de los nombres más reconocidos de miembros de El Yunque; panistas, la inmensa mayoría.
Figuran en la lista Marco Antonio Adame Castillo, exgobernador de Morelos de quien “se dice que es jefe de la estrategia del PAN de El Yunque a nivel nacional”, refiere el especialista en la historia del partido, y Guillermo Velasco Arzac, “supuesto mando supremo de El Yunque”, exsecretario general de la Coparmex y director de organizaciones como “México Unido contra la Delincuencia” y “Coordinadora Ciudadana”.
Destacan también Juan Carlos Romero Hicks, coordinador de los diputados del PAN y exgobernador de Guanajuato; Fernando Guzmán Pérez Peláez, exsecretario general del gobierno de Jalisco; Ramón Muñoz Gutiérrez, jefe de la Oficina de la Presidencia de la República con Vicente Fox; el empresario Hugo Salinas Price, y Héctor Larios Córdova, secretario general del Comité Ejecutivo Nacional de PAN.
Otros políticos señalados como integrantes de El Yunque son los presidentes nacionales del PAN: Gustavo Madero Muñoz, César Nava Vázquez y Luis Felipe Bravo Mena (también secretario particular del expresidente Felipe Calderón Hinojosa); así como la recién electa diputada federal por la coalición Va por México, Ana Teresa Aranda.
“Últimamente, a nivel formal, El Yunque tiene una participación muy minoritaria en los altos órganos del PAN, como organización, pero como ideología sí tiene una gran influencia”, explica Moctezuma Barragán, y puntualiza que la presencia de yunquistas no provoca rechazo en el resto de militantes porque todos comparten una agenda: supeditarse al extranjero e ir en contra del feminismo, de la legalización del aborto y del matrimonio igualitario.
Como fachadas públicas de El Yunque se menciona a las organizaciones Asociación Nacional de Padres de Familia; Frente Nacional por la Familia; Comisión Mexicana de Derechos, Vida y Familia; Provida; Consejo Mexicano de la Familia; Consejo Nacional de Laicos; Asociación Nacional Cívica Femenina, y Desarrollo Humano Integral, AC.
También la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) sigue siendo identificada como una institución dirigida por El Yunque: “La UPAPEP es la universidad de El Yunque, ellos la fundaron en Puebla. Tienen su propia universidad con posgrados Conacyt, redes internacionales y prestigio en ciertos ámbitos. No diría que todos los egresados son de El Yunque. Pero tienen esas ideas, me atrevo a afirmarlo, porque fueron formados en esa cultura”, opina el historiador Mario Virgilio Santiago Jiménez.
Incluso al interior del Frente Nacional Anti-AMLO (Frena) se posicionó Juan Bosco Abascal como comisionado de Vinculación Religiosa, si bien oficialmente ya dejó el cargo.
Los miembros de El Yunque no alcanzaron posiciones políticas en el Estado porque tuviera apoyo del pueblo, sino porque quienes llegaron al poder (panistas, “católicos radicales”) los apoyaron, estuvieron en sintonía con sus ideas y respondieron a vínculos personales, explica Édgar González Ruiz.
Eso mismo sucede hoy con las organizaciones evangélicas, afirma el investigador. Llegó al poder un gobernante cristiano (Andrés Manuel López Obrador) y revivió la ultraderecha a través del Partido Encuentro Solidario.
“Es una cosa verdaderamente contradictoria desde el punto de vista ideológico”, que Morena –el partido del presidente– se asume de izquierda, pero se alía con un partido que persigue la misma agenda de El Yunque, recrimina González Ruiz.
Sea católica o evangélica, la ultraderecha cristiana abandera los mismos objetivos: oponerse a la interrupción legal del embarazo y a los derechos de la diversidad sexual. Pero “no hay una base social en México para esas ideas, para esa agenda religiosa radical, sea católica o evangélica; lo que ha habido en ciertas etapas es una sintonía con el poder”, explica el investigador.
El maestro González Ruiz agrega que ni las organizaciones católicas ni las evangélicas están conquistando terreno social, lo que sí están haciendo estas últimas es avanzar posiciones en el terreno de la política institucional. “Este tipo de grupos extremistas surge bajo el estímulo de encontrar en el poder corrientes similares”.
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