El mundo atraviesa una situación crítica. En los últimos años, hemos sufrido desastres y regresiones. Al haberse impuesto el neocolonialismo –sistema económico más depredador que el propio colonialismo– se intensifica el saqueo de los recursos y la explotación de la gente a nivel internacional. Ante tal situación, hay quien siente que el futuro se cierra y se acaban las alternativas. A su vez, existen aquellos que vislumbran grandes soluciones, pero se les antojan como utopías inalcanzables.
En estas situaciones, para abrir la mente hacia el futuro y disponernos a la acción, nada mejor que el ejemplo de Fidel Castro Ruz: el hombre que se atrevió a vencer para llenarnos de fuerza. Es un modelo de persistencia.
En la Historia de la humanidad, no ha habido una potencia más poderosa, agresiva y bien armada que el imperio estadunidense. Tampoco ha existido un país más temido. Sin embargo, frente a esa fuerza se alzó una isla pequeña: Cuba. Se convirtió en el símbolo de la dignidad y la soberanía. Asimismo, demostró que no hay poder humano que doblegue a una ciudadanía unida y consciente. El papel de Fidel fue fundamental para este triunfo del pueblo cubano.
De tanto que podemos aprender de nuestro compañero, quiero rescatar un rasgo de su personalidad. En la actualidad, es lo que más nos hace falta: su tenacidad y fe en la victoria. Ahora que libramos nuevas y difíciles batallas debemos tener fe en el triunfo. Ese es el espíritu que nos anima.
El 26 de julio de 1953, 131 combatientes fueron derrotados durante el ataque al Cuartel Moncada. Algunos fueron torturados cruelmente, tal fue el caso de Abel y su hermana, Haydée Santamaría. Otros 50 revolucionarios fueron asesinados. Fidel sufrió cárcel y exilio, sin embargo, se llenó de fuerza en lugar de deprimirse y abandonar la lucha. Convocó al combate y continuó la labor de organización sin titubear.
En noviembre de 1956, 82 valientes llegaron a bordo del legendario yate Granma a la playa Las Coloradas. Fueron recibidos con fuego del enemigo y sólo sobrevivieron 15 combatientes con siete fusiles. Al reunirse con ellos, Fidel exclamó: ¡Ya ganamos!
En Playa Girón, Fidel vio venir la invasión del poderoso imperio con una aureola de invencible poder militar. Fusil en mano, convocó al pueblo a proteger a la Patria y dirigió la defensa en persona. Hicieron morder el polvo a los invasores ante el asombro del mundo entero y vergüenza del agresor.
Como consecuencia de esa insurrección, Cuba fue saboteada desde diciembre de 1959. Estados Unidos –con el acompañamiento de buena parte del mundo– impuso un bloqueo completo. Ésto provocó daños de enormes dimensiones en la economía y en los demás ámbitos de la vida en la isla.
Durante 61 años, ha continuado este bloqueo. Sin embargo, Cuba ha superado indecibles dificultades. Día a día, ha demostrado que un país puede ser autosuficiente. Contra todo obstáculo, tiene grandes éxitos en educación, salud, deporte, avances científicos y cultura; hace crecer sana y fuerte a la juventud y alimenta al pueblo. Ha logrado prevalecer sin importar el estado de sitio impuesto y los constantes sabotajes de Estados Unidos y sus mercenarios.
Se ha logrado porque Fidel apoyó y desarrolló la soberanía nacional y popular. La voluntad de los cubanos ha sido el motor de los avances. Su sistema –al que sus enemigos llaman “dictadura”– está organizado de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. Desde los Comités de Defensa de la Revolución hasta la selección de las candidaturas, corren a cargo de los ciudadanos. La democracia del pueblo está dirigida a una clara libertad de selección y elección de quien mejor los represente. En Cuba, no hay la partidocracia de las corporaciones. Pésele a quien le pese.
La traición de los dirigentes de la Unión Soviética (URSS) al socialismo y la desintegración del bloque de este país y Europa del Este fue un gran golpe. La Perestroika –tan apoyada por Estados Unidos– cayó sobre la isla. Muchos apostaron, jubilosos, por el fin del “experimento” cubano; decían que dependía de la URSS. Ante este desastre internacional, Fidel y su pueblo superaron los obstáculos por medio del período especial y de grandes sacrificios impuestos por el cruel bloqueo. Salieron adelante con la felicidad de siempre y el asombro de muchos.
En la década de 1950, la mujer era prostituida, los campesinos eran explotados en grandes plantaciones y los jornaleros sufrían abusos de las corporaciones estadunidenses como la United Fruit Company. En este contexto, la riqueza era acaparada por unos cuantos. La población sufría hambruna y analfabetismo. No tenía acceso a la salud ni a la vivienda.
La mafia actuaba a sus anchas mientras el gobierno de Fulgencio Batista ejercía una dictadura violenta. Sin embargo, Fidel no se atemorizó, no se deprimió, tampoco se lamentaba: “¡Qué terrible situación!”. Al contrario, vislumbró un futuro y luchó hasta alcanzarlo mano a mano con los ciudadanos.
Gracias a la rebelión, las mujeres son pieza estratégica en el combate por la soberanía, los trabajadores del campo y la ciudad son dueños de grandes medios de producción y de pequeñas empresas. Los jóvenes sanos –educados en una nueva y vibrante cultura– ponen por delante la dignidad y la soberanía.
Aunque estuviese frente a desastres, obstáculos y dificultades, Fidel nunca se amilanó. Avanzó golpe a golpe con el poder popular. Expropió los grandes latifundios –en primer lugar, el de su padre–, las propiedades de las corporaciones estadunidenses, las refinerías de petróleo, las compañías de luz y teléfono, los ingenios azucareros y los bancos. Democratizó la propiedad y dio protagonismo a los trabajadores y bienestar al pueblo.
Los atentados terroristas por parte de Estados Unidos, las plagas, la guerra bacteriológica, la propaganda pertinaz contra la revolución cubana y sus líderes y el financiamiento de millones de dólares a los contrarrevolucionarios para hacer el mayor daño posible sólo lograron que Fidel Castro creciera en su ánimo y fe en la victoria.
Los presidentes estadunidenses incluso atentaron directamente contra su vida: a través de la CIA, Eisenhower intentó matarlo 38 veces; Kennedy, 42; Johnson, 72; Nixon, 184; Carter, 64; Reagan, 197; Bush, 16, y Clinton, 21. Le envenenaron el habano y su traje de buzo. Echaron cianuro en el chocolate que tomaba en La Habana libre. Le intentaron disparar con una cámara fotográfica. Ponerle bombas a la tribuna desde la que iba a hablar. Inyectarle veneno con su pluma. Infestaron su pañuelo con bacterias. Marita Lorenz fue enviada a matarlo. Él se dio cuenta y le preguntó: ¿Vienes a matarme? Sí, le contestó. Entonces, Fidel le dio su pistola y le dijo ¡Mátame!… Ella no se atrevió.
Tuvo en contra grandes intereses: la mafia en pleno, los hacendados, las corporaciones estadunidenses, la gran burguesía expropiada, las grandes potencias extranjeras y los organismos financieros internacionales que pisoteaban la ley. Sin embargo, él se mantuvo entero. Nunca se dio por vencido y se atrevió a triunfar.
Sólo que no fue una acción personal, sino colectiva. La organización de los revolucionarios y del pueblo explica la victoria. Triunfó porque desarrolló el potencial de los cubanos y su unidad. Despertó el amor a la justicia, a la democracia y a la libertad en los pobladores. Y ayudó a que sean protagonistas de la Historia.
Las claves de sus logros no fueron su extraordinaria fortaleza física, su creatividad fuera de serie, su carácter bien formado, su gran inteligencia o su chispa. Hombres y mujeres con talentos fuera de serie existen cientos de miles.
Los éxitos de Fidel se debieron a su amor y confianza en los trabajadores, en las mujeres y en los jóvenes. Al saber cómo unirse a ellos, educarse con ellos y educarlos. La clave fue el gran amor que tenía a su Patria, a la dignidad y la soberanía, así como su fe en el futuro y en la humanidad. Triunfó porque se solidarizó con los pueblos del mundo. Esta solidaridad ha sido recíproca. Dio y obtuvo gran apoyo.
En la actualidad, se educan jóvenes que estudian medicina en Cuba ¡Médicos, no fabricantes de bombas! Esa ha sido la divisa que Fidel otorgó. Y durante la pandemia de la Covid-19, más de 40 países recibieron la ayuda solidaria de la isla a través de las brigadas del Contingente “Henry Reeve”.
En la década de 1970, Cuba ayudó a sus hermanos de sangre a acabar con las invasiones en Angola y Namibia, África. De esa manera, derrotaron la dictadura y el apartheid sudafricanos. También auxilió y ha sido auxiliado por los pueblos y países latinoamericanos y del Caribe.
En particular, su relación con México ha sido entrañable. Aquí obtuvo refugio y una mano amiga en los peores momentos. México apoyó a Cuba frente a la agresión hemisférica en 1962. Y cuando el cachorro del imperio estadunidense, Vicente Fox, intentó romper relaciones en marzo de 2002, el pueblo mexicano se movilizó imponente.
En especial, México apoya a Cuba porque, tal como dijo el presidente Miguel Díaz-Canel respecto al gobierno de Biden: “Ha habido una apuesta por el colapso de la economía cubana desde que el actual gobierno llegó al poder”.
Eso explica el reforzamiento del bloqueo durante la pandemia. Además de las declaraciones engañosas sobre una supuesta revisión de la política de Trump, mientras se aplicaban sus elementos más dañinos y representativos. Desde 2020, 243 medidas han sido dirigidas para socavar la economía de la isla.
Nada nos dice que la cruel política de Washington termine en el corto plazo, indicó el primer mandatario Díaz-Canel. Sin embargo, el espíritu de Fidel asegura: “Nuestra decisión es saltar por encima del bloqueo y salir adelante”.
En ocasión de su 97 aniversario, le decimos a Fidel desde nuestros corazones: Su ejemplo, la vigencia de su pensamiento y obra nos ayudará a triunfar en Cuba y en el mundo. La humanidad escribirá una página gloriosa en el Siglo XXI. La escribirá con el atrevimiento que usted nos enseña. Ese atrevimiento de buscar un mundo justo en paz y feliz, donde las naciones vivan en armonía y respeto mutuo.
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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