Connecticut, Estados Unidos. La ancestral sabiduría de las civilizaciones clásicas estaba basada en el sentido común. Según Voltaire es “el menos común de los sentidos”. Por ello, se expresaba que a quién le conviene un crimen es quién lo cometió con mucha frecuencia. Por ello y bajo esa luz, quisiera poner algunos ejemplos de la validez de tales expresiones. Sobre todo, en un mundo en el cual los senadores ya no se usan, pero en el que siempre nos sorprende cuán pocas cosas han cambiado en más de veinte siglos.
Han pasado 9 semanas desde que se publicó un informe –basado en fuentes anónimas– que nombraba al presidente Joe Biden como el responsable de la destrucción misteriosa de Nord Stream 2 en septiembre pasado. Éste era un nuevo gasoducto de 11 mil millones de dólares que estaba programado para duplicar el volumen de gas natural enviado desde Rusia a Alemania.
La historia ganó fuerza en Alemania y Europa Occidental. Sin embargo, estuvo sujeta a un apagón mediático en Estados Unidos. Hace seis semanas, después de una visita del canciller alemán, Olaf Scholz, a Washington, las agencias de inteligencia estadunidenses y alemanas intentaron aumentar el apagón. Alimentaron al The New York Times y al semanario alemán Die Zeit con historias falsas para contrarrestar el informe de que Biden y sus agentes nacionales y/o internacionales fueron los responsables de la destrucción de los oleoductos.
Los asistentes de prensa de la Casa Blanca y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) han negado que Estados Unidos fuera quién ordenó el atentado. Y esas negaciones proforma fueron más que suficientes para callar el cuerpo de prensa y el resto de los medios del establishment.
Ningún reportero asignado le preguntó al secretario de prensa si Biden hizo lo que haría cualquier líder serio: “encargar” a la comunidad de inteligencia estadunidense realizar una investigación profunda. Y así averiguar quién había cometido el crimen en el Mar Báltico.
Según una fuente dentro de la comunidad de inteligencia, el presidente no lo ha hecho ni lo hará ¿Por qué no? Creo que no hace falta investigar algo de lo cual ya se sabe la respuesta. En una entrevista, Sarah Miller –experta en energía y editora de Energy Intelligence, quien publica revistas comerciales de primer nivel y escribe un blog en Medium– explicó por qué la historia del oleoducto ha sido una gran noticia en Alemania y Europa occidental, pero no en Estados Unidos.
En septiembre pasado, la destrucción de Nord Stream condujo a un aumento adicional de los precios del gas natural. Éstos ya eran seis o más veces los niveles anteriores a la crisis. Las importaciones alemanas alcanzaron su punto máximo un mes después –en octubre–. Fueron 10 veces los niveles anteriores a la crisis. Según algunas estimaciones, los precios de la electricidad se dispararon y los gobiernos gastaron hasta 800 mil millones de euros. Con esta medida, protegieron a los hogares y las empresas del impacto.
Los precios de la gasolina –que reflejaron el templado invierno pasado en Europa– han vuelto a caer una cuarta parte del pico de octubre. Sin embargo, todavía se encuentran entre dos y tres veces a los niveles anteriores a la crisis. Son más del triple de las tarifas actuales de Estados Unidos.
Durante el año pasado, los fabricantes alemanes y otros europeos cerraron sus operaciones de mayor consumo energético, por ejemplo, la producción de fertilizantes y vidrio. No está claro cuándo reabrirán esas plantas si es que alguna vez lo hacen. Europa se esfuerza por obtener capacidad solar y eólica. Sin embargo, es posible que no llegue pronto como para salvar grandes porciones de la industria alemana y de otros países.
A principios de marzo, el presidente Biden recibió al canciller alemán, Olaf Scholz, en Washington. El viaje incluyó sólo dos eventos públicos: un breve intercambio proforma de cumplidos entre Biden y Scholz ante el cuerpo de prensa de la Casa Blanca sin preguntas permitidas. Y una entrevista de CNN con Scholz, la cual no se refirió a las acusaciones del oleoducto. Fue como si nada hubiera pasado.
El canciller había volado a Washington sin miembros de la prensa alemana a bordo, ni siquiera con una cena formal programada. Los dos líderes mundiales no estaban programados para realizar una conferencia de prensa –como suele suceder en reuniones de alto perfil–. En cambio, fue más tarde cuando se informó que Biden y Scholz tuvieron una reunión de 80 minutos sin asistentes presentes durante la mayor parte del tiempo. Desde entonces, ninguno de los dos gobiernos ha hecho públicas declaraciones ni acuerdos escritos.
Sin embargo, alguien con acceso a la inteligencia diplomática le dijo a Julian E. Barnes del The New York Times –y a otros especialistas del The Economist y The Intelligencer– que se había producido una discusión sobre la explosión del oleoducto. Se pidió a ciertos elementos de la Agencia Central de Inteligencia que prepararan una tapadera o un cuento en colaboración con la inteligencia alemana. Esta última proporcionaría una versión alternativa de la destrucción del Nord Stream 2.
En palabras de la comunidad de inteligencia, la agencia debía “pulsar el sistema”. Ésto con el fin de descartar la afirmación de que Biden había ordenado el ataque a los oleoductos. Apareció de la nada un velero de 50 pies de eslora, el “Andrómeda”, el cual está relacionado con el sabotaje. Sin embargo, no existe nada concreto sobre la participación de saboteadores de alto nivel que usaran recursos sólo disponibles por las agencias de inteligencia de Estados Unidos y sus aliados. Y así seguimos hasta el sol de hoy.
El caso de la enorme represa hidroeléctrica de Novaya Kajovka es diferente en su ejecución, pero casi idéntica en su concepto e intención. Tiene 30 metros (98 pies) de altura y 3.2 km (2 millas) de largo. La construcción se inició con el líder soviético, Iosif V. Stalin, y se terminó con Nikita S. Jrushchov.
La presa se construyó en el río Dniéper (Dnipro en ucraniano). Hoy forma una parte de la línea del frente entre las fuerzas rusas y ucranianas en el sur del país. La creación del embalse Novaya Kajovka de 2 mil 155 kilómetros cuadrados (832 millas cuadradas) obligó a unas 37 mil personas a trasladarse de sus hogares en la época soviética. Fue una cifra pequeña, lo cual muestra lo bien escogido del lugar. Si tomáramos en cuenta la densidad promedio de población en Ucrania, los desplazados hubiesen sido unos 160 mil. En el caso de Cuba, equivaldría a unas 220 mil personas.
El embalse contiene 18 kilómetros cúbicos (4.3 millas cúbicas) de agua. Es un volumen equivalente al del Gran Lago Salado en el estado estadunidense de Utah y 18 veces más que la presa Zaza –la mayor de nuestro país–. Genera unos 1.4 teravatios por hora con una capacidad de 357 megavatios –un poco mayor que la presa instalada en la Termoeléctrica del Este–. Da riego a un área agrícola equivalente al 22 por ciento del territorio de Cuba. Estos datos proporcionan una idea de su importancia.
De igual manera, el embalse suministra agua a la península de Crimea y a la planta nuclear de Zaporizhzhia con seis unidades VVER de 950 megavatios cada una –cuando estaba nueva, la unidad de generación mayor de la planta Antonio Guiteras en la bahía de Matanzas, Cuba, era de unos 330 megavatios de capacidad instalada, actualmente es menos de 300 megavatios–.
¿Tiene algún sentido que Rusia destruyera esa formidable instalación? ¿Qué pasó y por qué se desintegró la presa? El gobierno de Ucrania, por supuesto, dijo que Moscú era responsable. Y, por supuesto, las agencias de prensa capitalista repitieron esa falsedad como si fuera una verdad revelada por Dios. Aún sin tener una prueba creíble.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskiy, acusó a las fuerzas rusas de hacer estallar la central hidroeléctrica de Novaya Kajovka desde el interior. Asimismo, exigió que Moscú debe rendir cuentas por el “ataque terrorista”.
“A las 02:50, los terroristas rusos llevaron a cabo una detonación interna de las estructuras de la HPP Kajovskaya. Cerca de 80 asentamientos se encuentran en la zona de inundación”, dijo el primer mandatario después de una reunión de emergencia de altos funcionarios. Un portavoz militar ucraniano remarcó que el objetivo de Rusia era evitar que las tropas ucranianas cruzaran el río Dnipro (Dniéper).
Rusia manifestó que Ucrania saboteó la represa para cortar el suministro de agua a Crimea y distraer la atención de su vacilante contraofensiva. “Podemos afirmar inequívocamente que estamos hablando de un sabotaje deliberado por parte de Ucrania”, dijo Dmitri. S. Peskov –portavoz del Kremlin– a los periodistas.
¿Cómo afectará a la zona la destrucción de la enorme represa?
Con el aumento de los niveles de agua, miles de personas se ven afectadas. Hoy en día, las evacuaciones de civiles continúan a ambos lados de la línea del frente de batalla.
La destrucción de la presa corre el riesgo de reducir el nivel del agua del canal de Crimea del Norte. Desde la era soviética, ha abastecido el 85 por ciento de las necesidades. La mayor parte de esa agua se utiliza para la agricultura; para las industrias de la península del Mar Negro y alrededor de una quinta parte para agua potable y otras necesidades públicas ¿Por qué Rusia querría devastar su propia región autónoma?
La central nuclear de Zaporizhzhia –la más grande de Europa– obtiene su agua de refrigeración del depósito. Se encuentra en el sur de Ucrania bajo control ruso. Sustituir la capacidad costaría más de 5 mil millones de dólares y cinco o siete años de trabajo –sin mencionar el peligro radiactivo–.
“Nuestra evaluación actual es que no existe un riesgo inmediato para la seguridad de la planta”, dijo el jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi. Sin embargo, indicó que era esencial dejar intacto un estanque de enfriamiento, ya que suministra suficiente agua para el enfriamiento de los reactores cerrados. “No se debe hacer nada para socavar potencialmente su integridad”.
Las agresiones mediáticas contra Rusia y contra sus líderes –en especial Vladimir V. Putin, pero también Serguei V. Lavrov, Serguei K. Shoigu (y muchos otros)– se han organizado. Están formando una pirámide, es decir, construyen una mentira sobre la anterior. En el presente, los medios de comunicación han perdido cualquier intención de dar información verídicas. Es una competencia de quién miente más y con un contenido más canalla contra Rusia.
Lo mismo pasa con China, por ejemplo, la grotesca farsa de la base de espionaje del país oriental en Cuba. Un farsante mostró una imagen satelital en los canales contrarrevolucionarios de Miami. Argumentó que la instalación construida en la década de 1980 era la imaginaria base.
Ningún tapujo, sólo mentiras de la forma más abierta, descarada y grotesca. Semejante mejunje acaba de ser apoyado y proclamado por John Bolton –personaje altísimo de la administración de Donald Trump–.
Deseaba insistir en el sentido común –“el menos común de los sentidos”– y de la validez de esta afirmación en el siglo XXI: en un mundo en el cual ya los senadores no usan togas, pero en el que nos sorprende cómo las calumnias y mentiras más desvergonzadas siguen siendo creídas “por una parte del mundo” durante “una parte del tiempo”. Ésta es la famosa frase del formidable pensador, Abraham Lincoln.
Sean bodrios como la “Patria Potestad”, las “avionetas de Hermanos al Rescate”, los “ataques sónicos” y ahora la “base de espionaje china en territorio cubano” –entre otras miles–, la metodología es decir una mentira. Luego usarla durante un tiempo para hacerle daños a Cuba en el Congreso y/o en el gobierno de Estados Unidos.
Después de logrado el objetivo, cubrir el engaño con una cortina de infranqueable silencio. Nunca reconocer que fue mentira y “no hablar más de ello”. El único objetivo es mantener o incrementar las agresiones. Para ello, se necesitan nuevas mentiras. No importa mucho que sean creíbles, sólo deben ser utilizables por un tiempo con ese siniestro fin.
El cruel bloqueo, la corrupción de “Bob” Menéndez y muchos otros anticubanos como él. Se atribuye a Sócrates la frase “El hombre es lo más perfecto que existe, segundo sólo de los dioses”. Nunca conoció a Bob Menéndez –o a Marco Rubio, Orlando Gutiérrez Boronat o los demás miembros de esa cofradía–.
Y es que Menéndez es el perfecto ejemplo de que su vida entera –no sólo sus crímenes– giran en torno al beneficio y la ganancia. Ésto es expresado en poder político, en dinero o en influencia y en política exterior. Sobre todo, en contra de la patria de sus padres: Cuba. Quiero exponer aquí algunas de las facetas menos conocidas del senador anticubano, quien es no sólo un enemigo cruel, sino también, una mala persona en general.
Un mes después de que su juicio por cargos federales de corrupción terminara en noviembre de 2017 con un jurado estancado, el senador Robert Menéndez se instaló en una cabina en la International House of Pancakes en la ciudad de Nueva Jersey, Union City.
Con un suéter de cremallera, el influyente demócrata posó para una fotografía junto a un amigo. Éste sostenía un pequeño cartel rojo con las palabras pronunciadas por el senador frente a la corte del distrito federal: “A aquellos que estaban cavando mi tumba política para que pudieran saltar a mi asiento [de senador], sé quién eres y no te olvidaré.” Expresiones de estilo mafioso, inimaginables en la actualidad.
La resurrección política de Menéndez era una medida de cuán reivindicado y empoderado se sintió. Ésto después de que los fiscales no lograron convencer al jurado de que ayudó a un médico adinerado de Florida a cambio de lujosos obsequios. Tras rechazar el caso del gobierno, ganó la reelección en 2018. Y, cuando los demócratas tomaron el control del Senado en 2021, recuperó la presidencia del Comité de Relaciones Exteriores. Ello le dio influencia en los principales debates de política externa. Asimismo, consolidó su lugar como uno de los líderes hispanos de más alto rango en Estados Unidos.
Sin embargo, sólo seis años después Menéndez se encuentra en el centro de una nueva y extensa investigación penal federal. Ésta se concentra en la posibilidad de que haya recibido obsequios no revelados. El político considera las acusaciones como una falsedad e insiste en que volverá a ser reivindicado. “No llegará a nada”, predijo a los periodistas a principios de este año. Aun así, sus asesores enfrentan la investigación con un sentimiento de sombría familiaridad, según algunas personas en contacto con su equipo.
A pesar de que ha ascendido a importantes posiciones políticas a nivel federal, Menéndez se ha mantenido involucrado en los asuntos locales. Intervinó en las elecciones para la asamblea estatal y las contiendas por el liderazgo del condado. Esas acciones reflejan su poder en el estado de Nueva Jersey. Sin embargo y de acuerdo con funcionarios demócratas, asesores políticos y exasesores, también lo han expuesto a acusaciones de ejercer de manera indebida su influencia.
La investigación federal ha inyectado imprevisibilidad en las elecciones de 2024 cuando se espera que Menéndez –de 69 años– esté en la boleta electoral. Buscará un cuarto mandato. Los demócratas ya deben defender otros ocho escaños considerados vulnerables para retener el control del Senado. Jennifer Morrill –vocera de Menéndez– confirmó que tiene la intención de postularse.
Personas familiarizadas con la investigación dicen que los fiscales federales –con sede en Manhattan– están investigando tanto a Menéndez como a su esposa, Nadine Arslanian, a quien dijo haber conocido en el restaurante de panqueques de Union City un año después de su juicio nulo.
Si bien el alcance exacto de la investigación no está claro, estas personas testificaron que una serie de citaciones del gran jurado –emitidas durante el año pasado– buscaban información de una amplia gama de personas e intereses. Éstas incluyen una empresa de Nueva Jersey que certifica las exportaciones de alimentos a Egipto, un joyero y un senador estatal que patrocinó una legislación estancada, la cual habría reducido el desarrollo cerca de los acantilados de Palisades a lo largo del río Hudson.
Menéndez tenía 28 años en 1982. Trabajaba para la junta escolar local cuando traicionó a su mentor, William Musto –alcalde de Union City–. Testificó en su contra en el juicio que lo enviaría a prisión por cargos de corrupción. Como consecuencia, usó chaleco antibalas por amenazas contra su vida.
Hijo de inmigrantes cubanos, Menéndez fue elegido alcalde de su ciudad natal –una vez llamada la ciudad hermana de Miami, debido a su gran número de exiliados cubanos–. Más tarde, fue elegido miembro de la legislatura estatal y de la Cámara de Representantes de Estados Unidos en 1992. Representó un distrito de mayoría latina –desde enero el puesto lo ocupa su hijo, Rob, de 37 años–.
Aprendió a ejercer el poder mediante la construcción de coaliciones en un estado de codo agudo. Desde su posición en Washington, continuó presidiendo el Partido Demócrata de su condado –dijo una persona familiarizada con el arreglo–. En 2001 ayudó a elegir al primer alcalde afrodescendiente de la ciudad de Jersey, Glenn Cunningham. Cuando se pelearon por una elección local más tarde, el alcalde calificó a Menéndez de “terrorista político”. Éste respondió que estaba “ofendido” por el comentario.
A principios de 2006, fue designado para ocupar un escaño vacante en el Senado. Cuando se postuló para un mandato completo meses después, su campaña se vio ensombrecida por una investigación federal. Ésta era sobre una agencia sin fines de lucro que le pagaba el alquiler mientras recibía dinero de una subvención federal. No se presentaron cargos, pero la investigación agudizó su sentido de agravio. “Hemos visto una serie orquestada de filtraciones, quejas de ética falsas y fabricaciones directas desde el comienzo de esta campaña”, argumentó en ese momento.
Una vez instalado en el Senado, Menéndez acumuló influencia sobre temas divisivos de política exterior. Luego desafió a los presidentes de su propio partido en cualquier rubro desde las relaciones diplomáticas con Cuba hasta la política exterior hacia Irán.
No mucho después del juicio, el Comité de Ética del Senado lo “reprendió severamente” por aceptar obsequios no declarados. Fue elegido para otro mandato de seis años en 2018. Su cómplice, Melgen, enfrentó sanciones más severas tras un juicio separado. Condenado por fraude en la atención médica y cargos relacionados, fue sentenciado a 17 años de prisión. Sin embargo, el presidente Donald Trump le concedió el indulto en su último día en el cargo en enero de 2021.
Menéndez conoció a Arslanian en la casa de panqueques de su ciudad natal, 13 meses después de su casi muerte legal. Después de un noviazgo de cinco meses, le propuso matrimonio frente al Taj Mahal en India, le dijo al The New York Times poco después de su boda en octubre de 2020. Era un segundo matrimonio para ambos. Ella elogió su humor e intelecto. Él dijo que ella tenía “un aura hermosa sobre sí”.
Arslanian, de 56 años, nació en Beirut de padres armenios, quienes huyeron de la guerra civil libanesa y la criaron en Nueva York, comentó en una entrevista con Informe armenio de 2020. Asistió a la Universidad de Nueva York. Las fotos revisadas por The Washington Post la muestran posando en los años previos a conocer a Menéndez en la inauguración de un restaurante y en un desfile de moda. Así como con miembros del elenco de los programas de telerrealidad Mob Wives y Real Housewives of New Jersey.
Los fiscales han enviado media docena de citaciones a personas y empresas. Las conexiones entre ellas no están claras. Algunos que observaron la apertura cada vez mayor del proceso comentaron que las indagatorias dificultan juzgar hacia dónde puede dirigirse la investigación del gobierno.
“No creo que lo tengan todavía”, dijo Joseph Hayden Jr. –destacado abogado litigante de Nueva Jersey–. “Obviamente es una investigación seria, pero cuando tienes citaciones por todas partes, no es un caso cerrado y limitado. Parece que están pescando. Algunos de los que han recibido citaciones eran parte del mundo social de Arslanian antes de que conociera a Menéndez, según personas familiarizadas con el asunto. En particular, es amiga de dos personas que han desempeñado funciones en IS EG Halal, una empresa de Nueva Jersey que certifica que la preparación de la carne que ingresa a Egipto cumple con la ley islámica”.
En noviembre de 2019, los agentes del FBI usaron una orden de allanamiento para incautar teléfonos, computadoras, dinero en efectivo y obsequios de Wael Hana –presidente y fundador de la empresa–, según un expediente judicial presentado por su abogado. Al mes siguiente, los fiscales federales –quienes manejan el caso– le respondieron al representante legal que él no era el objeto de la investigación. Ésto de acuerdo con el documento que buscaba la devolución de su propiedad.
Según una persona familiarizada con el asunto, Hana es amigo de Arslanian. A lo largo de los años, él le ha dado un reloj y otros obsequios. Este anónimo sostuvo que dicha generosidad es anterior al matrimonio con Menéndez.
También Daibes –el poderoso desarrollador de edificios responsable de rehacer la “Costa Dorada” de Nueva Jersey en el río Hudson– ha sido el foco de citaciones recientes, señalaron personas familiarizadas con el asunto. Una emitida este mes a Nicholas Sacco –legislador estatal y alcalde de North Bergen, NJ, uno de los patrocinadores de un proyecto de ley estatal estancado que habría limitado el desarrollo local– solicitó comunicaciones con Menéndez, Arslanian y Daibes, puntualizó una persona familiarizada con el documento.
Un portavoz de Sacco afirmó que al político se le aseguró que no es un objetivo de la investigación y que está cooperando. “Dios no permita que susurres y él escuche”. Menéndez, aunque nuevamente está bajo investigación, no se ha retraído de la vista del público.
En abril, fue fotografiado en un evento en honor al bufete de abogados de un amigo –organizado por la Asociación de Abogados Hispanos de Nueva Jersey–. En mayo, el senador se encontraba entre una multitud de funcionarios públicos que pronunciaron comentarios en la gala de recaudación de fondos de la primavera del Comité Demócrata del Condado de Bergen. Marcó una lista de prioridades del Partido Demócrata en las próximas elecciones al poner especial énfasis en el derecho al aborto, informaron personas presentes. En Washington, ha dirigido audiencias sobre política exterior contra Rusia, China y Cuba.
Los demócratas involucrados en las elecciones de 2024 en Nueva Jersey dijeron que era difícil predecir cómo un nuevo caso contra Menéndez podría afectar las perspectivas de su partido. En especial, durante un ciclo presidencial cuando estarán motivados para mantener a la Casa Blanca alejada de los republicanos. Sin embargo, algunos subrayaron señales de advertencia para el senador.
Una opositora desconocida, Lisa McCormick, capturó casi el 40 por ciento de los votos en 2018. En este ciclo, un alcalde demócrata de un pueblo pequeño se encuentra entre los que ya se presentaron para desafiar a Menéndez en las primarias. No ha surgido un oponente republicano creíble.
A diferencia de cuando fue juzgado en 2017, la oficina del gobernador de Nueva Jersey está en manos de un demócrata, Phil Murphy. Éste nombraría un reemplazo si Menéndez dejara el cargo. Cuando se le preguntó sobre la investigación el año pasado, Murphy calificó al senador de “un socio increíblemente valioso e importante”.
Compañeros demócratas –los cuales han visto a Menéndez escapar de peligros legales antes– dicen que están observando la situación de cerca. “Mi plan es apoyarlo en 2024, pero tenemos que ver”, dijo John Currie, expresidente del partido estatal. “Tenemos que ver cómo se desarrollan las cosas”. Ello es un ejemplo de la paupérrima catadura moral de uno de los más notorios enemigos de Cuba.
En Cuba sólo hay una base extranjera en la Bahía de Guantánamo, donde un submarino atómico estadunidense estuvo guardado contra toda lógica, legalidad, moral y derecho internacional hace sólo unos días.
Bob Menéndez –quien es el arquetipo del político anticubano, mafioso y corrupto– no es sólo malo por ser anticubano y querer matar a su pueblo de hambre, así como generar caos y violencia. En las manifestaciones de su personalidad –tengan que ver con Cuba o no–, él siempre está en el lado negativo de la moral y la ley. Es un ejemplo de que cada uno de sus actos es para beneficiarse de alguna manera… “¿Cui bono? ¿Cui prodest?” en su máxima expresión.
El vehículo principal de expresión de Menéndez y sus adláteres ha sido las mentiras y la calumnia. Siguen un esquema “Goebbeliano” de repetir mucho y sin escrúpulos tales falsificaciones. La increíble calumnia de la “base de espionaje china en territorio cubano” es un ejemplo palmario.
Desearía analizar ahora –sabiendo que la guerra, la violencia y la agresión son una permanente manifestación del capitalismo, sea en los Estados Unidos o en otros países– cómo si seguimos la ruta del dinero surgen preguntas. Mismas que los medios –pagados por ese mismo dinero– tratan de omitir, evadir o distorsionar.
¿A dónde va a parar esa fortuna? ¿A quienes benefician la guerra y las conjuras imperialistas en general? ¿Alguien tiene un negocio mejor en sus vidas que los directores ejecutivos de contratistas militares, quienes son una parte importante de los que eligen gobiernos en Estados Unidos y sus aliados?
El año pasado, Estados Unidos gastó más en defensa: unos 37 mil millones de dólares más que las siguientes 10 naciones sumadas. Un acuerdo negociado por la Casa Blanca y los republicanos de la Cámara llevó esa cantidad a la increíble cifra de 886 mil millones de dólares. Los contratistas de defensa se embolsarán la mitad.
Hace sólo ocho años, la comunidad de defensa nacional se conformaba con más de 300 mil millones de dólares por debajo de esa cifra. Sin embargo, arreglárselas con “menos” no es fácil para titanes corporativos como Dave Calhoun –director general de Boeing, el segundo contratista de defensa más grande del país–.
En 2021 –el año más reciente con estadísticas completas–, los cinco principales fabricantes de armas del país –Lockheed Martin, Boeing, Raytheon, General Dynamics y Northrop Grumman– obtuvieron más de 116 mil millones de dólares en contratos con el Pentágono y pagaron 287 millones de dólares a sus altos ejecutivos.
En marzo, las presentaciones anuales de Boeing revelaron que Calhoun había incumplido sus objetivos de desempeño como director ejecutivo y no recibiría un bono de 7 millones de dólares. Como resultado, tuvo que contentarse con sólo 22 millones 500 mil dólares en 2022. Sin embargo, la junta de Boeing otorgó a su director ejecutivo una pila adicional de acciones por unos 5 millones de dólares al valor actual para endulzar el trato.
La Oficina de Responsabilidad Gubernamental puede haber tenido en mente incidentes como este cuando instó al Pentágono a “evaluar exhaustivamente” sus acuerdos de financiación de contratos hace unos años.
En abril de este año, el Departamento de Defensa pretendió hacerlo. “En conjunto”, concluye el informe, “la industria de la defensa goza de buena salud financiera y su salud financiera ha mejorado con el tiempo”. Sin embargo, a pesar del “aumento de las ganancias y el flujo de caja” los contratistas corporativos han optado por “reducir la parte total de los ingresos” que gastan en Investigación + Desarrollo+ Innovación. En cambio, están “aumentando significativamente la parte de los ingresos pagados a los accionistas en dividendos en efectivo y recompras de acciones” ¡Esos dividendos y recompras han aumentado en un asombroso 73 por ciento!
En consecuencia, los directores generales de los contratistas se han estado llenando los bolsillos. Los contribuyentes estadunidenses son quienes subsidian estos cheques de pago más que amplios, enormes y absurdos. Gigantes corporativos como Boeing y Raytheon dependen de los contratos del gobierno por la mitad de los dólares que ganan. Para Lockheed Martin, General Dynamics y Northrop Grumman es al menos el 70 por ciento.
William D. Hartung –un destacado politólogo y escritor estadunidense, quien trabaja como investigador principal en el Quincy Institute for Responsible Statecraft– se ha enfocado en la industria armamentística –y en el presupuesto militar de los Estados Unidos– como uno de los factores de la más amplia y abierta corrupción gubernamental en ese país.
“La enorme compensación de los directores ejecutivos”, observa Hartung, “no hace nada para promover la defensa de los Estados Unidos y todo para enriquecer a un pequeño número de personas”. Además de este hecho irrefutable, esas enormes cuantías monetarias son las que hacen elegir políticos dóciles. De igual manera, pagan por los medios más embustero para falsificar la realidad y demonizar a los países –dirigentes o personas– que no se someten a la dictadura imperialista.
Incluso antes de que tanto Joe Biden como los republicanos acordaran aumentar el gasto militar, el Proyecto de Prioridades Nacionales del Instituto de Estudios Políticos (IPS) calculó la “porción militarizada” del presupuesto federal en el 62 por ciento de los gastos discrecionales –es decir, a elección de los políticos– de los Estados Unidos. El país tiene muy poco que mostrar por este enorme dispendio que no se puede justificar de ninguna manera.
“La ‘guerra contra el terror’ posterior al 11 de septiembre de 2001, por ejemplo, costó más de 8 billones [nuestros billones, es decir, millones de millones] de dólares y contribuyó a la [espantosa] cifra de 4 millones 500 mil muertos en las regiones afectadas”, señala el informe de IPS. “Mientras tanto, un presupuesto militar estadunidense que supera al de Rusia en más de 10 a uno no ha logrado prevenir o poner fin a la guerra rusa en Ucrania”.
Entonces ¿Qué podemos hacer? Los analistas de IPS abogan por reducir el presupuesto militar nacional en al menos 100 mil millones de dólares y reinvertir los ahorros en programas sociales.
Mientras tanto, los miembros progresistas del Congreso han estado presionando por un cambio importante en los estándares de contratación. La ley de Corporaciones Patrióticas del representante Jan Schakowsky (D-Illinois) daría una ventaja en la licitación de contratos de defensa federal a las empresas con brechas salariales más pequeñas entre sus directores ejecutivos y trabajadores.
O se podría ir por la ruta establecida por Franklin Delano Roosevelt, quien emitió una orden que limitaba el salario de los altos ejecutivos corporativos a 25 mil dólares después de pagar los impuestos. Una medida que era necesaria “para corregir las graves disparidades y proporcionar una mayor igualdad en la contribución al esfuerzo bélico”.
Sin embargo, la realidad es que ambos partidos –sean los republicanos o los demócratas– se han dedicado en las últimas ocho décadas a destruir el “New Deal” de Franklin Delano Roosevelt. Han regresado a las formas más crudas del capitalismo.
Es necesario concluir que cada conflicto o acto criminal a nivel internacional está derivado de intereses monetarios o de poder. Debe quedar claro que el culpable de una guerra es quién la provoca y la hace posible para buscar ganancias. No es necesariamente quién la inicia. De ésto, son ejemplos claros la Guerra de Corea (1950-1953) y la terrible actual conflagración en Ucrania.
Nota
Las expresiones Cui bono (¿Quién sale bien de ello?) y Cui prodest (¿Quién se beneficia?) son locuciones latinas, referidas a la autoría de un acto criminal. Determina quiénes se benefician con sus resultados. Es considerado un principio del derecho romano. Se suele atribuir la frase al cónsul romano y censor, Lucio Casio Longino Ravilla, y su uso fue popularizado por Cicerón. Séneca utilizó esta expresión en “Medea”: “cui prodest scelus, is fecit”, (Aquel a quién aprovecha el crimen es quién lo ha cometido). La expresión era usada también por el gran emperador bizantino Justiniano, quien por supuesto la usaba en griego.
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José R Oro/Prensa Latina*
*Ingeniero cubano residente en Estados Unidos
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