La Habana, Cuba. Canadá vivió la más devastadora temporada de incendios forestales de su historia reciente. Sin embargo, lo más alarmante es que esta crisis llegó décadas antes de lo esperado, según los expertos.
Con más de 165 mil hectáreas calcinadas en lo que va de 2023 y miles de focos aún en activo, los siniestros entraron en los pronósticos con una intensidad más leve.
Sin embargo, el aumento récord se debió a una combinación de cambio climático y prácticas arraigadas de gestión forestal. En conjunto, crearon un paisaje más propicio para incendios grandes y de alta intensidad, explicó Lori Daniels, profesora del departamento de ciencias forestales y de conservación de la Universidad de la Columbia Británica.
Se esperaban incendios grandes e intensos durante las próximas décadas, reafirma Marc-André Parisien, científico investigador del Servicio Forestal Canadiense con sede en Edmonton.
Pero ambos investigadores alegan que llegó antes de lo esperado. “Según muchas proyecciones, en 20 o 30 años se habría visto una amplificación real de estos regímenes de incendios, pero –sucedió– alrededor del cambio de milenio, es decir, bastante antes”, dijo Parisien.
“La sociedad ya está pagando un coste enorme por estos incendios provocados por el cambio climático”, afirmó Daniels. “Lo que podemos controlar a corto plazo es la vulnerabilidad del paisaje”.
“Si un incendio llega formando un muro de llamas de 30 metros, no hay mucho que puedas hacer”, aseguró. “Se le puede echar mucha agua, pero es como escupir en una fogata”.
Reducir esa vulnerabilidad significa transformar la forma en que se gestiona el paisaje. Alejar un enfoque centrado en la madera que prioriza las coníferas sobre los árboles de hoja ancha menos inflamables y aumentar la quema prescrita son pasos clave para proteger a las comunidades mediante el apoyo a bosques sanos y resilientes, precisó Daniels. “Cuanto antes lo hagamos, mejor”.
Los primeros reportes de los incendios surgieron a inicios de marzo en Quebec, influenciados por el clima seco y cálido, así como por varios rayos, reportó CTV News.
Su propagación fue rápida. De unos 36 iniciales, se pasó a más de 100 tras una tormenta eléctrica el 1 de junio. A mediados de agosto, los territorios del noroeste declararon estado de emergencia para intentar controlar casi 240 siniestros.
Autoridades de Yellowknife –una de las ciudades más grandes del norte de Canadá– ordenaron evacuar a los 20 mil habitantes ante la advertencia de la proximidad del fuego.
Se desplazó 30 kilometros en pocas horas debido a los fuertes vientos, lo cual obligó a cerrar las dos únicas autopistas de salida de la ciudad. La rapidez del desplazamiento de las llamas puso en marcha la mayor operación de evacuación de la Historia en ese territorio. Incluso, obligó al ejército de Canadá a coordinar transporte aéreo desde varias comunidades de la región.
Los servicios de emergencia abrieron un cortafuegos con ayuda de las fuerzas armadas para evitar el avance del siniestro hacia la ciudad y rociar la zona con agua. Mientras, unas 7 mil personas de otras ocho comunidades también recibieron la orden de evacuación.
La pequeña comunidad de Enterprise quedó destruida en su mayor parte, aunque sus habitantes pudieron escapar antes. Ya para el 30 de julio, al país lo asolaron más de 990 incendios, 613 de los cuales se consideraban fuera de control.
En esa fecha, más de 12 millones de hectáreas habían ardido, un total muy superior a cualquier otro que haya sufrido Canadá. Por su situación geográfica, se calienta más rápido que el resto del planeta. Y, en los últimos años, ha enfrentado fenómenos meteorológicos extremos, cuya intensidad y frecuencia se han visto incrementadas por el cambio climático.
El humo de los incendios volvió anaranjado el cielo de Nueva York y Washington en Estados Unidos. Los funcionarios de salud pública instaron a las personas evitar actividades al aire libre y minimizar su exposición al humo tanto como sea posible.
Advirtieron que exponerse al humo puede causar varios problemas como pulso elevado, dolor en el pecho e inflamación en los ojos, la nariz y la garganta. Alrededor de 111 millones estadunidenses quedaron bajo alerta por la calidad del aire, de acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
Las emisiones de carbono provocadas por los incendios forestales superaron el récord anual nacional y alcanzaron niveles sin precedentes, según el observatorio de la Tierra de la Agencia Espacial Europea (ESA), Copernicus. “Actualmente, las emisiones totales de los incendios forestales en Canadá se sitúan en torno a las 290 megatoneladas –de carbono–, mientras que el récord anterior, establecido en 2014, era de 138 megatoneladas”, señaló en un boletín de agosto.
“Hemos estado controlando las emisiones de los incendios en Canadá, y en este periodo han seguido aumentando de forma casi continua hasta un nivel que ya es considerablemente superior a las emisiones anteriores registradas en nuestra base de datos para todo un año en este país”, subrayó Mark Parrington, científico del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus.
Asimismo, los grupos ambientalistas llamaron la atención sobre el cambio climático, el cual está creando condiciones más cálidas y secas que aumentan el riesgo y la extensión de los incendios forestales.
Y aunque es parte de América del Norte la que se está viendo afectada por ellos, las trazas de los incendios forestales en Canadá se extienden más allá: se detectó humo en Noruega, a miles de millas de distancia, advirtió el Instituto de Investigación Climática y Ambiental del país escandinavo.
Los investigadores dicen que el cambio climático no es el único culpable. La tendencia al calentamiento y la sequía que comenzó a mediados de la década de 2000 coincidió con brotes de escarabajos del pino. Estos insectos dejaron franjas de bosques muertas, secas, quebradizas y propicias para incendios forestales.
Los brotes también llevaron a que el gobierno aprobara la tala extensiva para salvar el valor económico de la madera. El enfoque predominante es replantar árboles coníferos destinados a alimentar la industria forestal, aseguran los científicos.
“Tenemos este tipo de viejo dogma en el sector forestal de que los árboles de hoja ancha sólo ralentizan el crecimiento de los árboles de hoja acicular, por lo que no los queremos allí”, acotó Daniels. Sin embargo, los bosques de hoja ancha no se queman tan intensamente como sus homólogos de coníferas.
“Si podemos tener parches de bosque latifoliado y si logramos mantenerlos activamente para crear cortafuegos, podemos en realidad reconfigurar nuestros paisajes para que sean más resilientes al cambio climático y más resistentes a estos incendios muy grandes”, refirió.
Los incendios forestales pueden ser saludables para el paisaje. Consume hojas muertas, ramas y otros combustibles que se acumulan y avivan incendios de alta intensidad, explicó.
Te puede interesar: Complejidad de la desdolarización para México
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo firmó un decreto para volver nacional la universidad Rosario Castellanos,…
Hasta el 30 de noviembre, un total de 3 millones 876 mil 322 estudiantes de…
México merece respeto, “y más de nuestro socios comerciales”, afirmó la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo,…
Ha pasado casi un mes de la desaparición del barco camaronero Roque Rojas 1, del…
El combate a la tala ilegal en el área metropolitana se hará en coordinación entre…
En el fondo, disputa por la CNDH fue entre el pueblo y la derecha pro…
Esta web usa cookies.