La semana pasada hacíamos un “viaje” a lo largo del proceso de desdolarización que caracterizamos como inevitable. Hoy daremos continuidad al análisis. Trataremos de llegar a algunas conclusiones sin dejar de considerar que aún no está clara cuál será la alternativa al dólar como moneda principal de cambio. Al respecto se manejan varias opciones.
Una de ellas emanará de la decisión que tomen los BRICS en su reunión en Sudáfrica durante el próximo mes de agosto. Al respecto, el gobernador del Banco de la Reserva del mencionado país, Lesetja Kganyago, expresó que cualquier discusión que apunte a establecer una moneda de uso común derivará en otro debate sobre la creación y ubicación del banco central. Manifestó incertidumbre al opinar que no sabía cómo se hablaría “de una moneda emitida por un bloque de países que están en diferentes ubicaciones geográficas. Porque las monedas son de naturaleza nacional”.
No obstante, sí se tiene certeza que los países miembros del conglomerado discutirán –como tema prioritario de la agenda– las medidas necesarias para proteger al Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) ante la hegemonía de la divisa estadunidense. En este marco, Brasil ha propuesto establecer mecanismos de seguridad de las transacciones financieras para evitar el “abuso del dólar” según dijo el canciller del país, Mauro Vieira.
Por su parte el canciller de Rusia, Serguei Lavrov, opinó que, debido al inicio de la desdolarización, se hacía necesario desarrollar otras iniciativas para darle forma al proceso. En el caso de su país, explicó que se había visto obligado a “responder con firmeza por principio y consecuentemente a la guerra que se nos declaró”.
En este contexto el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, respaldó la propuesta de su homólogo brasileño, Lula da Silva, sobre la necesidad de crear “nuevas monedas para comerciar”.
Dando continuidad a la revisión que hicimos en el artículo anterior sobre medidas concretas que se han tomado para dar curso al proceso de desdolarización, es importante resaltar el anuncio del ministro ruso de Finanzas, Anton Siluanov, quien informó que más del 70 por ciento de los acuerdos comerciales entre Rusia y China utilizan el rublo o el yuan.
De la misma manera, se ha iniciado el comercio de petróleo entre Rusia e India en rupias. También se firmó un acuerdo con Bangladesh para la construcción de la central nuclear de Rooppur que se financiará al margen del dólar. El primer pago de 300 millones será en yuanes. Sin embargo, Rusia intentará cambiar dicha inversión a rublos.
Incluso en occidente el proceso ha comenzado a incubar. La empresa china National Offshore Oil Corporation (CNOOC) y la francesa Total pactaron su primera operación de gas natural licuado en yuanes. Ello, a través de la Bolsa de Petróleo y Gas Natural de Shanghái.
En América latina también se han dado algunas señales positivas en el curso de la desdolarización. Por ejemplo, hace algunas semanas el banco brasileño Bocom BBM se convirtió en el primero en inscribirse como participante directo del Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS). Ésta es la alternativa china al sistema de mensajería financiera liderado por occidente: SWIFT.
Asimismo, en días recientes se acordó que el comercio bilateral de Rusia y Bolivia acepte liquidaciones en la divisa del país sudamericano. Esta decisión es fundamental en estos momentos cuando la empresa Rosatom va a comenzar a jugar un papel determinante en el desarrollo de los yacimientos de litio bolivianos.
El pasado 4 de julio, en la reciente cumbre de Mercosur realizada en Puerto Iguazú, Argentina, Bolivia planteó la necesidad de reducir la dependencia del dólar. Así como diversificar las relaciones económicas y fortalecer los lazos comerciales y financieros entre países. Ésto con el propósito de fomentar la inversión interna y promover la cooperación en materia de política monetaria.
El presidente Luis Arce argumentó que “la disminución de la dependencia del dólar –a través de una mayor integración y cooperación regional– implica cambiar las condiciones de intercambio que hasta ahora sólo favorecen al país del norte”.
Por ello, propuso fortalecer los lazos comerciales y financieros entre países. Incluyó el robustecimiento de las monedas a nivel regional y el fomento a la inversión interna. Además de la promoción de la cooperación en materia de política monetaria y financiera. De igual manera, pidió buscar alianzas estratégicas con otros actores internacionales –como China– que ofrecen alternativas al dólar en el comercio y las inversiones.
En una mirada más amplia del asunto, el primer mandatario boliviano expuso que: “No podemos soslayar en el análisis de este mundo en transición la emergencia de un bloque euroasiático y asiático que –organizados en los BRICS y otros mecanismos de integración– se proyectan como espacios de construcción de un nuevo orden económico mundial”.
Por su parte, en Asia los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) decidieron reducir su dependencia del dólar. Ésto luego de su reunión del 30 y 31 de marzo en Indonesia. Para este fin, acordaron “reforzar la resiliencia financiera […] mediante el uso de monedas locales para apoyar el comercio y la inversión transfronteriza…”.
Con lógica similar durante la reciente Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), el presidente chino, Xi Jinping, consideró oportuno aumentar el porcentaje de pagos en monedas nacionales dentro de la organización. Resulta de extrema importancia la relación que hizo el primer mandatario de esta materia con otras de la agenda internacional. En particular, cuando se refirió a la responsabilidad de la OCS para hacer frente a “las revoluciones de colores” y a la injerencia de potencias exteriores en los asuntos de los países de la región.
En este ámbito, el líder chino propuso aumentar sus pagos en monedas nacionales a los países del bloque. Instó a contrarrestar las sanciones económicas unilaterales, el hegemonismo y la política del poder. También lanzó un llamamiento a favor de “cooperar en lugar de competir”. En este sentido, estableció el compromiso de su país de colaborar para lograr la seguridad mundial. Xi encadenó el tema de la desdolarización con el de la seguridad global y la soberanía. Le otorgó un carácter estratégico a este asunto.
Desde la perspectiva rusa, la materialización de esta iniciativa pasa por el establecimiento de una alternativa al sistema de intercambio de mensajería financiera SWIFT. En este sentido, el presidente del consejo de administración del banco VTB –uno de los mayores de ese país–, Andréi Kostin, propuso la creación de un nuevo sistema bancario para el sur global. Ello, con el objetivo de reducir la dependencia de la regulación internacional.
Opinó que había llegado el momento de una transformación más profunda. No bastó con que cada país se ocupara del problema de manera individual. Consideró que era necesario “emprender una reforma fundamental para construir un nuevo sistema de pagos internacionales y la infraestructura necesaria para un mercado mundial de capital”.
Para operativizar la decisión, el jefe del VTB estableció una hoja de ruta que incluye cuatro puntos. El primero sería establecer una alternativa al SWIFT, debido a que la mayoría de los grandes bancos rusos fueron desconectados en el marco de las sanciones de occidente. Aunque Rusia, China e India tienen sus propios sistemas de mensajería financiera, los mismos no están ni unidos ni cohesionados.
En el segundo punto se propone reemplazar las actuales corresponsalías bancarias estadunidenses. Ésto con el fin de instaurar una interconexión entre los bancos que se incorporen a la asociación a través de nuevas tecnologías. Por ejemplo, la cadena de bloques (blockhain).
De la misma manera, resulta imprescindible buscar nuevas herramientas para atraer capital. A la vez, evitar que provengan de la Unión Europea como ocurre en la actualidad. Asimismo, se debe construir una infraestructura paralela que no se ubique en occidente. Dicha localización es una desventaja considerable, pues genera una debilidad extrema para los recursos financieros que pueden ser objeto de sanciones y bloqueos.
Por último y a fin de impedir el efecto de las sanciones, Kostin sugirió establecer un “hub” internacional en algún país del golfo pérsico. Éste funcionará como alternativa de liquidación depositaria mientras aprovechará que esa región “cuenta con una gran concentración de capital”. Empero, este proceso no se puede ver como un asunto técnico: su trascendencia viene dada por las implicaciones políticas y geopolíticas que genera.
En el fondo, es una expresión de la crisis de la hegemonía estadunidense iniciada en la penúltima década del siglo XIX. O si lo vemos en una perspectiva más amplia, podríamos hablar de una crisis de la hegemonía de la anglósfera comenzada tras la victoria inglesa sobre Francia en 1763 durante la guerra de los Siete Años. Ésta fue consolidada tras la derrota napoleónica en Waterloo en 1815.
Sin embargo, hay que decir que sólo estamos en los prolegómenos del proceso. Si bien Estados Unidos está en franco declive desde el punto de vista estratégico en materia militar frente a Rusia y China, todavía conserva una fuerza bélica poderosa y un aparato cultural-mediático que favorece su hegemonía.
No obstante, como dice el sociólogo argentino Gabriel Merino: “La disminución del 10 por ciento en los últimos 10 años del dólar como moneda de reserva y como medio de pago global muestra un proceso que probablemente se profundice en los próximos años”.
Agrega que se están creando condiciones para el desarrollo de un escenario “multimonetario o de bloque de divisas”. Su argumento se sustenta en el hecho de que la utilización del dólar como arma de guerra económica acelera este proceso.
La propia Janet Yellen –secretaria del Tesoro de estadunidense– ha dicho que: “Las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, en particular a Rusia, suponen un ‘riesgo’ para la hegemonía del dólar, para lo que los países afectados están buscando alternativas…”. Aunque, según ella, es difícil que esas alternativas sean conseguidas.
Merino observa que los “ciclos de hegemonía en el sistema mundo capitalista, las etapas de su crisis y su expresión en la órbita económica se observa primero la pérdida de la primacía productiva por parte del hegemón [aparecen nuevos ‘talleres del mundo’], luego en el comercio mundial y, por último, en la moneda y finanzas. Probablemente estemos entrando a esa última fase y allí va a haber una disputa central que se definirá en relación a un proceso global”.
Es decir la ruta de la desdolarización debe verse –tal como lo dijo el presidente Xi Jinping– como un proceso amplio. Debe ser signado por la necesidad de garantizar seguridad y estabilidad en el planeta. Esto último resulta muy complejo cuando se está viviendo una evolución en el sistema internacional que apunta hacia la multipolaridad.
Una diferencia con el pasado es que esta mirada ya no sólo está circunscrita a los países del sur. La participación de China, Rusia y del grupo BRICS como activos protagonistas del proceso podría ser la garantía. Quizás esta vez sí es posible avanzar en un procedimiento que fracture a uno de los pilares fundamentales de la hegemonía de Estados Unidos y de occidente.
Sergio Rodríguez Gelfenstein/Prensa Latina/Segunda parte*
*Doctor en Estudios Políticos, maestro en Relaciones Internacionales y licenciado en Estudios Internacionales
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