La mujer ha jugado un rol crucial en todas las épocas. También a mediados del siglo XIX. Un negro día, el 7 de julio de 1846, Leonarda González, de 13 años, se indignó cuando vio como las tropas invasoras estadunidenses ocupan las ciudades mexicanas de Monterrey y San Francisco e inicia la ocupación estadunidense de California. Toda su familia y su comunidad se opuso a la invasión de los yankis contra su querida tierra mexicana.
Pasaron los años y desgraciadamente llegó otro golpe del extranjero, la Invasión Francesa. El 29 de agosto de 1864 las fuerzas francesas toman Monterrey de 1864 para imponer el “Segundo Imperio Mexicano”. Durante 2 años se luchó en la región que se llenó de sangre y lágrimas y de notables ejemplos de patriótico valor de parte de mexicanas y mexicanos. Hasta el año 1866 la plaza seguía ocupada por los franceses.
Leonarda quería colaborar en la lucha contra el ocupante. Entonces se presentó con el teniente coronel Antonio García que participaba en el Ejército Republicano quien, dado el conocimiento que tenía la astuta joven de la región, le encomendó servir como correo de los soldados mexicanos que defendían la zona. Así Leonarda le hacía llegar importante información a los generales republicanos Francisco Garza Treviño, Tomás O Arce y Braulio García. Como ella estaba familiarizada con la geografía regional, se movía con cuidado por rutas muy escogidas, incansable para hacer llegar los mensajes que hábilmente escondía en sus vestidos o en la carga que aparentaba transportar. Ella era muy hábil y cumplía puntualmente su cometido. Conforme fue acumulando experiencia, con gran audacia llevaba armas, parque, medicinas y la más valiosa información, sin importarle que arriesgaba su vida. Hábilmente supo llevar adelante su labor clandestina.
Llegó el día en que fue capturado un correo, quien después de ser torturado delató a Leonarda. La buscaron con rabia y determinación hasta que dieron con ella y la detuvieron. La amenazaron de muerte si no delataba a los patriotas. Simularon que iban a fusilarla, pero ella valiente se mantuvo firme y enfrentó las amenazas con gran dignidad y valentía. No les dijo una sola palabra a sus captores, ni les dio información alguna. No pudieron doblegarla.
Otra luchadora fue Rosa Giorgiana. Nació en Villahermosa, Tabasco, que en 1863 se llamaba San Juan Bautista. Ahí vivía Rosa Giorgana una mujer de firmes convicciones y de acción. Cuando los conservadores que luchaban contra el gobierno legal y apoyaban a los invasores franceses, toman la plaza por la mala, ella convocó a mujeres amigas, vecinas, familiares a rechazar la usurpación del poder local y logró que le respondieran 50 mujeres que publicaron un manifiesto de rechazo a la imposición y llamaba al pueblo a organizarse para echarlo.
El comandante de las fuerzas conservadoras Eduardo González Arévalo reaccionó de inmediato y giró orden de aprehensión contra las “viejas argüenderas” y mandó a una piqueta de soldados, comandados por el capitán Reguera a detener a Rosa y a otras mujeres.
Cuando se enteró que ya iban a capturarla, lejos de amedrentarse, Rosa realizó un plan de defensa. Distribuyó armas entre todos los vecinos y cuando llegaron a las calles aledañas, desde las azoteas de casas abandonadas, mujeres armadas con rifles comenzaron a dispararles. Y no solo eso, sino que ya sometidos, los rodearon e hicieron prisioneros a todos. Cuentan que Rosa le dijo al capitán Regules que encabezaba al pelotón: “Queda usted en libertad con sus soldados, las armas se quedan aquí para defender la causa liberal y nuestra patria injustamente invadida por los franceses. Váyase y dígales a sus jefes que las viejas escandalosas de Tepeaca son mexicanas que saben defender a su patria y que muy pronto los sacaremos de Tabasco”.
La lucha de las mujeres por la Independencia no se remite a los siglos coloniales, al decimonónico o al siglo pasado, el lejano siglo XX. Sigue en la actualidad.
En el siglo XX la mujer comenzó a conquistar sus derechos con fuerza. Carmen y Natalia Serdán, Elvia Carrillo Puerto, Benita Galeana, Tina Modotti, Frida Kalho, Hermila Galindo son muy visibles, pero la lucha ha sido de millones. Ahora se lucha contra el neocolonialismo, y hoy lidiamos ya no con el Imperio Español o el Frances, sino con el mismísimo Imperio Estadunidense.
Estas mujeres permanecen en la mente y corazón de todas y todos los mexicanos y serán recordadas e imitadas siempre. Mas aún en los días que corren en el que mujeres y hombres hemos de luchar por la plena independencia frente al plan del de integrarnos en su región norteamericana del Imperialismo Yanki, en el combatir contra el neocolonialismo y por la equidad entre mujeres y hombres.
Hoy sigue en auge como nunca la lucha de la mujer. Antes, durante y después de la pandemia se visibiliza cada vez más y está en el orden del día de nuestra sociedad. El siglo XXI será el siglo de la mujer, oprimida durante cientos de años por el patriarcado y con una larga lucha particularmente intensa en los siglos XIX y XX contra el sistema patriarcal y por la equidad de género; por su soberanía personal, así como por la soberanía nacional.
Hay que recoger las demandas actuales de la mujer acentuando en algunos aspectos más importantes de las demandas a levantar y alcanzar.
Una cuestión central es la de impulsar la equidad de género. Debemos generar políticas públicas con perspectivas de género, impartir la materia en todos los niveles educativos; en la universidad, sobre todo medicina y derecho. Abolir los roles de género, y lograr equidad de género a todos los niveles. Es necesaria la educación sexual y afectiva.
Un eje central es el de las mujeres indígenas. Es primordial el respeto a la autonomía y autodeterminación de las mujeres de pueblos originarios. A su cultura, visión de la vida, practicas educativas y de salud. Generar oportunidades de educación dentro de su idioma y cosmovisión y de desarrollar su sistema de salud. Respetar, valorar y recoger su experiencia y saberes.
Urgente hoy como nunca la abolición de la explotación sexual. Erradicar la práctica de trata de personas. Debemos poner atención a las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la violencia en México hacia la mujer. Particularmente necesaria es la erradicación de la pederastia y del abuso infantil. Tengamos en cuenta que la prevención, la atención, el sancionar y erradicar la violencia hacia la mujer es hoy impostergable.
La liberación económica de la mujer es la base de su emancipación. Por lo que su situación laboral es crucial. El reconocimiento de sus derechos laborales. La organización social y colectiva de trabajadoras incluyendo a las domésticas. Eliminar la brecha laboral salarial patrimonial y económica entre hombres y mujeres.
Hay que fomentar la economía feminista que le de acceso a toda mujer a un medio para vivir. Imprescindible el acceso al seguro social a las amas de casa y el reconocimiento al trabajo doméstico no remunerado, incluyendo jubilación, aguinaldo, prestaciones pensión. Conocimiento y derechos laborales para las amas de casa. Para que la mujer pueda trabajar es necesario el apoyo social gratuito de muchas instituciones.
En cuanto a los derechos reproductivos, hay que prestar atención a evitar la violencia obstétrica y dar atención el tema de la natalidad. Recobrar la función y apoyo de las parteras tradicionales. Por otro lado, toda mujer debe tener acceso a la prevención del embarazo y la educación sexual principalmente a adolescentes. Proceder en todo el país a la despenalización del aborto y al acceso seguro y gratuito cuando se requiera. Es la mujer la que decide sobre su propio cuerpo.
Para lograr la equidad de género se precisa transformar los roles. Desarrollar paternidades responsables, nuevas masculinidades. La educación de los hombres para que ejerzan su paternidad de manera consciente y una serie de políticas públicas que favorezcan a la paternidad.
Es imprescindible el apoyo social a las familias y a las mujeres. Guarderías accesibles y cercanas, impulsar casas refugio con mayor impulso. Cocinas y lavanderías económicas. Apoyo social al trabajo doméstico y al cuidado de enfermos. Atención de la salud en casa. Centros de cultura en toda comunidad. La sociedad debe ser un factor determinante que facilite la vida de sus miembros y en particular de la mujer.
El sistema de justicia debe poner suma atención y respeto a las denuncias de mujeres. Atención al debido proceso de las mujeres acusadas de algún delito. Y que se garantice la reinserción en la sociedad de las mujeres excarceladas, así como el acceso a la justicia y reparación del daño a las mujeres víctimas de violencia sexual y de género.
Es claro que hay muchos derechos reconocidos formalmente, pero hace falta organizar a la sociedad y al Estado, para que los derechos sean reales, que se respeten los derechos no sólo formalmente. El respeto a mujeres indígenas afromexicanas, sin tomar en cuenta apariencia, color de piel, origen nacional, edad, religión, preferencia sexual, partido o ideología.
Es importante controlar la publicidad y los medios para que no refuercen la mentalidad, cultura y valores patriarcales, para lo cual hay que contar con medios propios. Instancia de denuncia y control de los medios.
Esto implica la transformación del sistema de opresión. El enemigo de la mujer es el sistema patriarcal y de explotación. Es necesario un Estado con equidad de género. No caer en la trampa de dividir a la sociedad entre hombres y mujeres sino la unión de todas y todos para eliminar el sistema patriarcal y de opresión.
Toda la sociedad, mujeres y hombres debemos comprometernos en esta lucha importante, difícil, urgente que en la medida en que avance será un indicador del avance de toda la sociedad. La tarea es grande, habrá que construir un nuevo modelo de sociedad, los frutos serán transformadores, la vida será otra y mejor cuando se logre la equidad de género.
La lucha de la mujer por la Independencia es una lucha integral y holística. Y tanto amor, esfuerzo, entusiasmo, sacrificio, convicción, entrega, creatividad, y fuerza ha tenido, tiene y tendrá los mejores frutos en los días venideros. Todas estas mujeres no lucharon en vano, sino que abrieron camino al futuro, a una nueva vida y una nueva sociedad. Su recuerdo acompañará a las y los mexicanos en los años por venir.
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