Amenazas viejas y nuevas irrumpen en la política de defensa del Estado y reclaman fortalecer el sistema de seguridad nacional estratégico, afirma el experto Emilio Vizarretea Rosales
El espionaje contra instituciones de seguridad nacional no sólo muestra “situaciones límite en el mundo virtual, sino también situaciones de realidad y demanda en un mundo en competencia, que requiere de mayor y mejor información organizada en un eficaz sistema de inteligencia estratégica, para acuñar la relevancia que poseen de los tiempos que vivimos”, explica a Contralínea el doctor en ciencias políticas por la UNAM, Emilio Vizarretea Rosales.
Agrega que desde hackers como Anonymous, la filtración del militar estadunidense Bradley Manning al WikiLeaks, el caso de Edward Snowden hasta los ciberataques de Guacamaya y el Pentágono, “nos han mostrado la importancia del ciberespacio, de las oportunidades y fallas del sistema de inteligencia, de la nueva guerra por conquistar en el mundo virtual. La inteligencia va, siempre y cotidianamente, a contrapelo de la necesidad”.
El profesor e investigador en las facultades de Ciencias Políticas y Sociales y de Derecho en la UNAM advierte que “estos actos –difundidos por medios de comunicación y redes sociales– han expuesto también la debilidad del dominio en las tareas de información e inteligencia, los descuidos en la seguridad de la información y la contrainteligencia de nuestros vecinos del norte, la presentación de personajes que son vistos, por algunos, como traidores o por otros, con una gran capacidad de intervención que califican de heroísmo”.
Añade que en el espionaje están metidos todos los países con distintos fines, con medios más o menos disponibles: los tradicionales. Por ello, los sistemas de información y de inteligencia, gubernamentales o privados, deben estar atentos a la dinámica global, de competencia a ultranza, de lucha por sobrevivir en un mercado de capitalismo salvaje, con el uso de recursos extremos, con una innovación tecnológica minuto a minuto, que obliga a una apertura mental del cambio e innovación, que muchas veces choca con el sueño de los justos.
Ante ello, el análisis de información debe matizar, ubicar y reconstruir acontecimientos, datos, hechos, fenómenos, y ubicarlos espacial y temporalmente, para establecer secuencias lógicas encadenadas y racionalizar la información con relación a sus fines y medios, para apoyar la toma de decisiones, de manera objetiva, realista y factible.
En su conferencia magistral Inteligencia, desarrollo, seguridad y defensa nacionales: retos y desafíos (Cámara de Diputados, Comisión de Defensa Nacional), el experto señaló que dado que la seguridad nacional es una atribución legal de instituciones del Estado como las Fuerzas Armadas, los aparatos policiacos y las agencias de inteligencia política, el problema de las democracias no sólo consiste en ampliar estas atribuciones, sino en acotar sus tareas al marco legal y la legitimidad de la acción estatal.
Sostuvo que mientras se modernizan y reestructuran los cuerpos de seguridad y se actualiza la legislación en materia de inteligencia, es menester construir un sistema de seguridad estratégico, que se vincule a la defensa y seguridad nacional para garantizar la continuidad del Estado, dentro de un marco externo para defender su libertad, autonomía e independencia.
Vizarretea Rosales advirtió de los derroteros de la inteligencia y seguridad nacional para enfrentar las amenazas y riesgos al Estado. El también profesor e investigador del Colegio de Defensa Nacional, el Centro de Estudios del Ejército y la Fuerza Aérea (CEEFA) y el Centro de Estudios Superiores Navales (CESNAV), así como en el Instituto Mexicano de Estudios Estratégicos en Seguridad y Defensa Nacionales (IMEESDN), dijo que se trata de las acciones de defensa nacional que el Estado debe poner en práctica para atender antagonismos contenidos en la Agenda Nacional de Riesgos vigente,
En concreto, el especialista y autor de libros en la materia habló de la atención que se le debe dara temas como: delincuencia organizada trasnacional, desastres naturales, ciberseguridad, fronteras porosas, flujos migratorios irregulares, pandemias, terrorismo y armas de destrucción masiva.
Por ejemplo, dijo, el terrorismo es un riesgo global persistente, ya que en la última década se ha registrado un incremento importante en el número de ataques terroristas en el mundo, afectando en muchos casos a países antes exentos de este flagelo. “Hasta ahora México no ha sido blanco de ataques terroristas, sin embargo, su posición geográfica podría resultar de interés para aquellos actores que busquen realizar atentados en contra de Estados Unidos o contra intereses de ese país en nuestro territorio”.
Alertó sobre la posibilidad de que México sea utilizado por las organizaciones terroristas como plataforma logística, operativa y financiera para el tráfico de materiales de uso dual o para planear atentados en contra de objetivos en el territorio continental de Estados Unidos no debe ser descartada.
Ante esta amenaza, el gobierno de la república ha puesto en marcha el diseño de una estrategia nacional contra el terrorismo, con el propósito de articular las acciones de Estado en esta materia desde una perspectiva integral de prevención, disuasión, detección y respuesta.
Asimismo, planteó que se debe fortalecer la cooperación internacional para enfrentar al terrorismo como un desafío regional y global, promoviendo mejores controles fronterizos terrestres y marítimos y nuevos mecanismos para la detección y combate al lavado de dinero y financiamiento al terrorismo.
Explicó que la seguridad nacional es la condición de un Estado, que estratégica y armónicamente articula y desarrolla sus elementos fundamentales, de acuerdo al equilibrio de sus fines y medios, para sustentar la permanencia de su poder nacional soberano, con relación a su interés y objetivos nacionales. Así, en un enfoque global, ampliamente comprensivo y explicativo, es pertinente considerar a la seguridad nacional, en el contexto mexicano, en una triple perspectiva: como política pública gubernamental, como política de Estado y, por otra parte, como un instrumento de análisis de una situación determinada.
Como instrumento de análisis: es una consideración analítica, descriptiva, comprensiva y explicativa; como política de gobierno, la política de seguridad nacional atiende la instrumentación institucional, práctica y concreta, en su formulación, aplicación y conducción, bajo la responsabilidad del gobierno y, en particular, del titular del Ejecutivo federal, por lo que la ley en la materia rige su orientación (es una consideración táctica u operativa).
Como política de Estado, la seguridad nacional considera la doctrina y principios de la nación –su evolución histórica y constitucional–, como una normatividad condicional del desarrollo, en forma equilibrada y sustentable para mantener la independencia, soberanía y defensa nacionales, estableciendo la competencia de cada actor estatal.
El concepto de seguridad nacional no consiste en violar la Constitución, ninguna norma, sino de valorar sus alcances estratégicos en beneficio del desarrollo nacional, que enfrenta riesgos y amenazas. No todas las obras son de seguridad nacional en sí mismas, sino aquellas que tienen que ver con la independencia, la defensa nacional, la integridad territorial, fundamentalmente, que no atente en alguna medida contra la sociedad y la nación. Es decir, no es un tema de partidos políticos ciertos temas de información, sino de vigilar, atender con responsabilidad el estricto cumplimiento de la Constitución en los actos públicos de gobierno.
Para el experto en seguridad nacional, los retos y desafíos del Estado mexicano se ubican en la profesionalización de los servicios de inteligencia, en mantener equilibrio en la idea de que, sin seguridad no hay desarrollo y en la defensa del interés nacional en la geopolítica global.
Refirió que las responsabilidades para atender los antagonismos a la seguridad nacional son: actualizar la legislación en materia de inteligencia, seguridad nacional, seguridad interior y defensa nacionales, que abarque a todo el gobierno y sociedad en su conjunto.
El Estado desarrolla inteligencia estratégica a partir de la recolección, procesamiento, diseminación y explotación de información, para la toma de decisiones en materia de seguridad nacional, como un requerimiento necesario para el desarrollo del Estado, tiene como componentes a la seguridad interior y seguridad exterior. Mientras que la seguridad pública, si bien no es un componente de la seguridad nacional, pero da origen a los antagonismos que afectan al Estado y a sus instituciones.
“La coordinación institucional se vuelve prioritaria y necesaria, ya que la cancelación de una organización civil de inteligencia [el Centro de Investigación y Seguridad Nacional] no desapareció los servicios de inteligencia, ha sido sustituida con el surgimiento del Centro Nacional de Inteligencia (CNI)”, destacó el catedrático.
Estableció que México ha “ingresado en una etapa en donde el presidencialismo transformador ha vuelto al escenario nacional, la crítica al pasado neoliberal y el señalamiento constante de una corrupción galopante, conforman las formas en que se refuncionalizan las políticas e instituciones públicas”.
Sin embargo, dijo que, en la formulación de políticas públicas de seguridad, México requiere de la recolección, el análisis y la contrainteligencia de información, para instrumentar operaciones, abiertas o encubiertas, acordes a políticas de seguridad nacional.
“La prevención y la prospectiva son elementos que acompañan a la información y la inteligencia estratégicas; los diagnósticos, estrategias, políticas, planes y programas, gozan de las estimaciones que surgen de dichos sistemas de información e inteligencia y, cuando no los tienen, no sólo sufren los actores, sino los autores y participantes, observadores o no del proceso en ciernes”, estableció.
Más aún, un sistema de información y de inteligencia consta de procesos funcionales de recolección, análisis, contrainteligencia y acciones encubiertas que se relacionan con las políticas de seguridad nacional. La afectación o modificación de uno de estos elementos altera indiscutiblemente a los otros. Es un círculo virtuoso que cuando se desconoce o se transforma sin fines específicos, se vuelve un círculo vicioso. (Cuadro).
No sobra decir, la necesidad urgente de recursos humanos especializados, de tecnología de punta para favorecer los procesos de análisis y las operaciones, de realizar inteligencia en tiempo real con el respaldo y cobertura de información directa, de apoyo en campo y satelital.
Acusó que la doctrina de inteligencia y contrainteligencia se ha reformulado conforme a las necesidades de las potencias y de los cambios en cada país o gobierno, sin embargo, se ha mantenido la protección del conocimiento sensible, el tratamiento sobre asuntos confidenciales, el uso político-partidario de la información.
Por lo que planteó que se requiere de redes de información más amplias, mayor uso de tecnología satelital, vehículos no tripulados por humanos, plataformas de datos y tecnología que proporciona inteligencia en tiempo real, así como el cambio de la visión secreta de Estado.
Se trata de desarrollar una nueva visión de la inteligencia estratégica para el desarrollo y la seguridad nacionales, pues si bien la información en sí misma no es poder, sino que con su tratamiento genera conocimiento y tiende a lograr poder, mediante una ruta inteligente: hechos, hechos relevantes y acontecimientos, devienen en datos, registros y fenómenos políticos.
La inteligencia implica análisis e investigación de conocimiento objetivo para cursos de acción y toma de decisiones. Mientras que lo estratégico es una determinación, un proceso de racionalidad entre fines-medios, actores-factores, información-operación, prevención-prospectiva y global-nacional-local.
A nivel gubernamental y estatal, la información de inteligencia y la inteligencia estratégica, son una necesidad que debe ser cubierta para lograr metas y objetivos, dentro y fuera del país, para evitar sorpresas o ser atropellado por la competencia globalizada o los intereses de otros estados o países. Para tomar las mejores decisiones en el momento y lugar oportuno, manteniendo ventajas estratégicas y disminuyendo los posibles costos, para lograr el bienestar nacional.
Ante congresistas de la cámara de Diputados, Vizarretea Rosales refirió que la Ley de Seguridad Nacional (LSN), que data de 2005, contiene los parámetros, aún insuficientes, para delimitar la actuación de los poderes del Estado en el manejo de la inteligencia y seguridad nacional y que por tanto, requiere de su actualización.
Explicó que la LSN define la inteligencia como “el conocimiento obtenido a partir de la recolección, procesamiento, diseminación y explotación de información, para la toma de decisiones en materia de seguridad nacional” (Art. 29); “la información sólo podrá ser recabada, compilada, procesada y diseminada con fines de seguridad nacional por las instancias autorizadas (Art. 30).
“Al ejercer atribuciones propias de la producción de inteligencia, las instancias gozarán de autonomía técnica y podrán hacer uso de cualquier método de recolección de información, sin afectar en ningún caso las garantías individuales ni los derechos humanos (Art. 31).
Es decir, “la LSN contempla que el análisis de información, político o de inteligencia, es una herramienta fundamental en la vida gubernamental que distingue lo que diversos actores proponen y desean”. “Es un catalizador del instinto político de quienes han hecho de la información y la inteligencia una profesión, un campo de conocimientos estratégicos adscrito a la seguridad nacional”, enfatizó.
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