En la noche o a plena luz de día, los talamontes poco a poco acaban con la vida del Bosque de Agua. Esta práctica delictiva en el corredor forestal –que se extiende entre la Ciudad de México, Toluca y Cuernavaca– ha llegado a un punto en el que afecta la biodiversidad, incluidas algunas especies en riesgo de extinción, y también impacta en la captación de agua, deteriora el suelo y representa un peligro para quienes viven en los alrededores.
El Bosque de Agua está conformado como una “L” de 250 mil hectáreas que aseguran la provisión del vital líquido a más de 25 millones de personas, explica a Contralínea el científico y director general del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (Comecyt), Víctor Ávila Akerberg.
“En ese territorio hay mucha captación de CO2, producción de oxígeno, hay presencia de cuatro de los cinco grupos indígenas del Estado de México –en el sur, los Tlahuica, donde estamos aquí son los Otomíes, un poco más al norte son Mazahuas, y en todos lados tenemos Nahuas y Aztecas–, eso genera una riqueza cultural súper importante, un conocimiento tradicional muy amplio”, destaca el doctor en recursos naturales, licenciado en biología y maestro en restauración ecológica.
A pesar de la abundancia innata que genera esta región, la tala clandestina continúa acechando la zona. A nivel nacional, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) informó que cada año se producen y comercializan entre 5 millones y 7 millones de metros cúbicos de madera ilegal, que se suma a los 8 millones que se extraen de forma legal. En el caso del Estado de México, las autoridades registraron la pérdida de 1 mil 310 hectáreas de bosques maderables por tala ilegal en 2022, indica el Plan de Desarrollo del Estado de México 2023-2029.
Si bien no existen suficientes estudios que evalúen el impacto de la tala ilegal en la región del Bosque de Agua, la Profepa estima que cuatro de las 15 zonas del país que concentran el 60 por ciento de la tala clandestina están ubicadas en esa región forestal. Además, las consecuencias incluyen afectaciones en la captación de agua, disminución de la biodiversidad, deterioro del suelo y riesgos para la seguridad de quienes viven cerca, explica el director general del Comecyt.
“Una de cada 10 especies de flora y fauna que existe en México reside en el Bosque de Agua; es decir, el 10 por ciento de la biodiversidad total de México la podemos encontrar aquí. Y como estamos en el Eje Volcánico Transmexicano, esto genera una barrera muy grande. Entonces, como que a los bichos les cuesta mucho trabajo irse de aquí […], por lo tanto, en esta región centro es donde tenemos mayor nivel de endemismos, de especies que son únicas para nuestro país. […] Esta montaña grandotota es una barrera y promueve que tengamos más especies endémicas, o sea, exclusiva a nuestro país”, agrega el doctor Víctor Ávila Akerberg.
Los daños en el Bosque de Agua no sólo se concentran en la región donde surge este recurso vital, sino también afectan a los estados cercanos. La degradación de los ecosistemas en esta área tiene consecuencias a largo plazo en la disponibilidad de agua para numerosas comunidades, además de alterar los patrones climáticos y reducir la capacidad de los suelos para retener humedad. Esto genera impactos negativos en la agricultura, el abastecimiento de agua potable y la biodiversidad de toda la región, expone el investigador.
“Lo que pasa en el Bosque de Agua no se queda en el Bosque de Agua porque dependiendo en que zona estemos, esto se va a interconectar con otros territorios tan amplios como la gran cuenca del río Balsa, afectando otros territorios tan grandes como en la cuenca del río Lerma que llega al Lago de Chapala y desemboca en el oceáno Pacífico, o incluso llegaría al Valle de México conectando con la gran cuenca del río Panuco que desemboca en el Golfo de México”.
Dentro de los municipios que alberga el corredor forestal del Eje Volcánico Transmexicano, y que además pertenece a una de las localidades del Bosque de Agua, se encuentra Isidro Fabela, también conocido como Tlazala de Fabela, el cual posee 8 mil hectáreas de extensión territorial. De éstas, el 73 por ciento forman parte del Parque Otomí-Mexica, un Área Natural Protegida que tiene como objetivo promover la permanencia de los ecosistemas nativos, que requieren una preservación y cuidado extremo debido a su biodiversidad, extensión y particularidad, según detalla el Plan de Desarrollo Municipal de Isidro Fabela 2015-2018.
En Isidro Fabela –como en otros municipios que se localizan dentro del Bosque de Agua–, la tala ilegal ha transgredido gravemente a las especies nativas de flora y fauna. Esto incluyen a aquellas que están en alguna categoría de conservación, como el ajolote, coyote, lince, la salamandra, varios anfibios, serpientes, camaleones, armadillos, algunas aves y lagartijas, señala el activista y biólogo por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), Juan Pablo Neri, en entrevista para Contralínea.
“De hecho, Isidro Fabela es uno de los pocos municipios que todo su territorio se encuentra completamente dentro del Bosque de Agua. Entonces, todo este daño ambiental va a repercutir completamente con otros y con los que se benefician como son las zonas metropolitanas como el Valle de México, el Valle de Toluca y parte de la zona norte del estado de Morelos”.
Al respecto, el director general del Comecyt, Víctor Ávila, menciona algunas especies afectadas por la depredación del bosque. “Aquí hay ajolote, teporingo, gorrión serrano, e infinidad de otras especies. Muchas de ellas son consideradas útiles porque tienen propiedades medicinales, una relación espiritual con las personas, o algún valor lúdico”.
A pesar de la biodiversidad del Parque Otomí-Mexica, el investigador atribuye la alta rentabilidad económica de la tala clandestina como una de las principales razones de su persistencia en el municipio de Isidro Fabela. Además, cuestiona el aprovechamiento forestal otorgado a la organización social “Bienes Comunales Santiago Tlazala” para la explotación, supuestamente, regulada del bosque. Dice que esta iniciativa de la pasada administración estatal se terminó corrompiendo.
“En la comunidad de Tlazala, como en muchos lugares del Bosque de Agua del Estado de México, hay muchos comuneros; aquí son como más de 800 personas, y la mayoría, son hombres. Y de alguna manera se han dado algunas trampas, algunos problemas de falta de confianza, y esto genera problemas y genera que algunos abusen y otros no. […] Entonces, todo eso tiene que ver con nuestra mala costumbre de que ‘el que no tranza no avanza’ de alguna manera, pero también con una falta de capacitación de que la gente sepa trabajar el bosque, respetarlo, y también respetar sus tasas de regeneración y hacer las reforestaciones de forma adecuada. […] Pero poco a poco algunos también traen malos pasos y se van por la libre y empiezan a cortar lo que sea y a cualquier hora”.
En la tala ilegal hay personas vinculadas con la mafia, quienes, en contubernio, extraen más madera de la que la comunidad de Bienes Comunales Santiago Tlazala tiene permitido aprovechar legalmente, acusa el director del Comecyt.
“Ellos [los talamontes] pueden sacar de madrugada, de noche, de mañana, de día, sin importar la hora. Ellos no tienen que hacer el manejo después de cortar el árbol. Cuando se corta un árbol por aprovechamiento forestal se corta y se busca los más gruesos y derechos, pero después todas las ramas de este pino, por ejemplo, se tienen que trabajar y se tienen que apilar ahí en un montículo de leña. Los ilegales solamente se llevan la parte más derecha y gruesa del árbol”.
De 2014 a 2023, el aprovechamiento forestal de los Bienes Comunales Santiago Tlazala en Isidro Fabela se dio en 2 mil 43 hectáreas, según señala el número de oficio 212H10000/009/2014-NA. De acuerdo con el testimonio entregado por un comunero anónimo, este aprovechamiento inició por una plaga que se propagó a más de 100 hectáreas de bosque. “Entró una plaga, arrasó con todo, no dejó ni un árbol. De allí, inició la investigación de los ingenieros para rejuvenecer el bosque”.
A pesar de las encomiendas de las personas adscritas a los bienes comunales para cuidar, limpiar y vigilar el bosque, otros miembros de dicha comunidad señalan que sus obligaciones se ven limitadas, debido a que los talamontes instauraron un modo de operar para arrasar con el bosque. “Todo lo que está en la orilla de la carretera, todo lo que se ve es clandestino”, acusa el comunero José Luis Trejo para Contralínea.
A orillas de la carretera que conecta con la Presa Iturbide, el aire recorre todos los rincones del bosque. Restos de encinos, oyameles y pinos cuelgan entre las aberturas del camino. A ras de suelo, las piedras son la huella de los vehículos de carga, y la tierra es testigo mudo de la tala.
En un recorrido por las zonas altas del municipio de Isidro Fabela, se visualizan los restos de árboles. No es necesario adentrarse a la profundidad del bosque para dimensionar el daño que este ilícito ha generado en la zona. De acuerdo con un expolicía municipal, Alejandro “N”, los talamontes extraen la madera a cualquier hora del día, sin temor a ser detenidos debido a que las represiones son mínimas. “Tú puedes subir y a las 10 de la mañana, 11 de la mañana, una, dos de la tarde, bajan con las camionetas llenas de madera”.
En su trabajo como miembro de la policía, relata los enfrentamientos que presenció mientras intentaban proteger la zona. Sin embargo, estas acciones por salvaguardar el lugar no lograron resolver el problema. “Nosotros hicimos dos decomisos cuando tuvimos nuestro enfrentamiento con los talamontes. En el primero, se decomisó dos camionetas de tres y media toneladas, y dos camiones de ocho toneladas. En el segundo, fueron dos camionetas pequeñitas y un camión que se llevaron a las instancias correspondientes del ministerio público. Pero, mira, al final del día pagan sus multas, pagan sus sanciones y al otro día que ya arreglaron su situación legal y continúan talando”.
A inicios de este año, la exlegisladora de Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Cristina Vargas, propuso en la Cámara de Diputados un punto de acuerdo para solicitar la presencia de elementos de la Guardia Nacional en las zonas boscosas del municipio de Isidro Fabela, con el objetivo de evitar que los talamontes continuarán operando.
En su participación en tribuna, la legisladora expuso que en los últimos años la comunidad ha sido víctima de grupos dedicados a la deforestación; y que en los pasados meses esta misma actividad ha incrementado con prácticas violentas, acompañada de otra serie de ilícitos.
“En fechas recientes, se establecieron reuniones y acuerdos con autoridades del Estado de México como la Fiscalía, la Policía Estatal y la Secretaría de Gobernación, entre otras; lo cierto es que no hay acciones encaminadas a brindar seguridad, proteger la integridad de la ciudadanía y preservar el entorno y medio ambiente”, sentenció.
Aunado a ello, la exdiputada planteó la necesidad de crear un instrumento jurídico que permita declarar regiones estratégicas de México como reservas hídricas de seguridad nacional. Por ello, presentó ante el pleno de la Cámara de Diputados de la LXV Legislatura, una iniciativa para reformar el artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Asimismo, en la entrega por escrito del Segundo informe de gobierno municipal de la administración 2022-2024 del ayuntamiento de Isidro Fabela, la presidenta municipal Astrid Anita Dávila Ordoñez señaló que promovió campañas de reforestación y solicitó a las autoridades estatales mecanismos de acción para contrarrestar la tala ilegal.
“Hoy aprovecho y desde aquí hago un llamado atento y respetuoso a nuestra gobernadora [Delfina Gómez Álvarez] para que nos apoye girando sus apreciables instrucciones a quien corresponda, a efecto de parar definitivamente la tala clandestina en nuestro municipio y municipios circunvecinos. Necesitamos encontrar el eco necesario para poder atender esta problemática tan grave”, escribió. Pero eso no detuvo la tala clandestina.
Con el objetivo de conocer a detalle los mecanismos de acción del ayuntamiento municipal para mitigar este ilícito, Contralínea solicitó una entrevista a la presidenta municipal, Astrid Dávila. Sin embargo, fue negada por “temas de agenda”.
Ante la carencia de respuestas institucionales y debido a la crisis en materia de seguridad que se ha propagado en la comunidad, los comuneros, que fungen como una autoridad independiente a la del ayuntamiento, obstruyeron la carretera que conecta los municipios de Isidro Fabela y Otzolotepec, desde el 19 octubre de 2023.
“Nosotros nos opusimos a la tala ilegal y cerramos la carretera, porque no nos hacían caso; ninguna dependencia nos hacía caso. Llevamos documentos de denuncia a todas las dependencias. Siempre nos dieron puras promesas. Siempre nos decían que sí, que sí nos apoyaban con un destacamento y con policías pero nunca nos apoyaron”, señala el comunero José Luis Trejo.
Los comuneros explican que el cierre de la carretera fue la última vía para detener la tala ilegal, pues por ahí circulan los camiones con la madera sustraída ilegalmente. La decisión fue respaldada de forma unánime por la asamblea de los Bienes Comunales de Santiago Tlazala.
La tala ilegal en el Bosque de Agua podría atenderse a nivel federal. La titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Alicia Bárcena, llamó a las autoridades de la capital para contribuir en acciones que detengan los daños en esta región.
“Tenemos las tres ciudades más importantes: Cuernavaca, Toluca, la Ciudad de México. Tenemos que lograr preservar el Bosque del Agua. Y sobre todo porque no podemos permitir que se nos pierda, el 40 por ciento del bosque se ha perdido en los últimos 30 años”, expresó Bárcena durante la instalación del Gabinete del Agua de la Ciudad de México.
En un día ordinario, los talamontes llegan a bajar de 20 a 30 camionetas llenas con metros cúbicos de tala clandestina, lo que por hectárea implica una ganancia de 120 mil pesos al año; cantidad muy superior a la que se podría adquirir por la vía legal de aprovechamiento forestal o, incluso, por algún programa del gobierno federal, señala el también investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Víctor Ávila.
“¿Cuánto paga el gobierno por servicios ambientales? 1 mil 500 pesos por hectárea al año. ¿Cuánto pagarían si tuvieran bonos de carbono acá? Unos 15 mil o 20 mil pesos por hectárea al año. ¿Cuánto ganaría una familia en el Estado de México si aterrizara aquí el programa Sembrando vida? Tal vez, unos 30 mil pesos por hectárea al año. Entonces, dices, ¿cómo es posible que los incentivos que está dando el gobierno y hasta la parte legal siga siendo todo mucho más bajo que la tala ilegal?”
Otros de los cálculos evaluados por el investigador son los relacionados a la pérdida de volúmenes cúbicos de agua para el suministro diario, lo que pone en alerta no sólo al municipio de Isidro Fabela, sino también a los municipios que forman parte de la cuenca presa de Guadalupe en el Estado de México. Ésta es crucial para el país debido a su biodiversidad y su papel como fuente vital de oxígeno y agua para la Ciudad de México.
“¿Cuánto perdemos de agua por cada hectárea talada? Considerando que llueve más en esta zona y que solamente un 40 por ciento de esa agua la podemos aprovechar, porque se infiltra y esto, y ponemos el litro de agua a 15 centavos. […] Si lo calculo a 50 años, porque un bosque no se hace de la noche a la mañana, tendría que pasar 50 años para volver a tener un bosque. ¿Cuánto vale la hectárea perdida por la pérdida de captación e infiltración de agua? 36 millones de pesos. Estamos perdiendo 36 millones de pesos y los ilegales están ganando 120 mil. Entonces, ¿en qué cabeza no le entra, del gobierno y todo, lo que estamos perdiendo?”
La seguridad no solamente es uno de los problemas que más atañe a los habitantes de Isidro Fabela, sino también su identidad o estilo de vida. Tal es el caso de Nayeli Estrella, a quien el miedo la ha paralizado desde que su familia fue perseguida por los talamontes.
“Con el paso del tiempo se han notado muchísimos cambios, tanto este cambio en la biodiversidad. No sólo me refiero a que ya no haya los mismos animales o plantas que había antes, sino que incluso hay ahora unos diferentes. Se puede saber porque son especies migratorias, pero también ya ha cambiado mucho el ecosistema y ha permitido que se asienten especies que antes el clima y la altitud no permitían. […] Otro punto muy personal son las convivencias familiares porque antes caminábamos en el bosque y ahora ya no”.
A pesar de que la tala clandestina no se ha suscitado en una escala industrial, la también bióloga por la UNAM señala que el impacto de esta actividad comenzó a generar focos alarmantes. Ejemplos como la contaminación atmosférica o la escasez del agua son algunos de los principales problemas que se alcanzan a palpar en el quehacer cotidiano de la población.
“El daño que se nota es extremo; ya hay mucha falta de agua en algunas localidades, incluso en mi colonia que es la parte alta del municipio, que es donde primero llega el agua de los manantiales y empieza a hacer la repartición hacia las demás colonias. Y el problema del agua se empieza a ver incluso desde ese nivel”.
La cotidianidad entre el presente y el pasado en Isidro Fabela es algo que, para Nayely, resulta profundamente contrastante; en particular, al observar cómo la tala ilegal ha transformado su estilo de vida. “Antes podías ir al bosque a horas muy tempranas de la mañana, porque hay como esta competencia entre los mismos locatarios por ir encontrando los hongos. Entonces te internabas en el bosque, incluso en horarios donde estaba un poquito oscuro. ¿Pero, qué pasa actualmente? No puedes hacer eso por la inseguridad y tampoco porque ya ni siquiera hay tanto hongo”.
El hongo es uno de los alimentos que generan una identidad en la región. Dentro de las características para que se de la fructificación del hongo es que exista un ambiente lo suficiente húmedo, detalla la bióloga. “Si no ves hongos, es porque no hay humedad. Si no hay humedad, los árboles empiezan a enfermar, empiezan a entrar plagas. Se viene toda una cadena de eventos que son muy desafortunados”.
En el Bosque de Agua, la humedad que proviene de la precipitación del vital líquido es uno de los factores clave para mantener el equilibrio del ecosistema, contribuyendo a la generación y retención de agua. La deforestación en estas áreas no solo reduce la humedad disponible, también afecta gravemente la recarga de los mantos acuíferos, provoca la pérdida de biodiversidad y aumenta el riesgo de erosión del suelo.
Además, la tala indiscriminada puede alterar los ciclos hidrológicos, reduciendo la capacidad de las cuencas para absorber agua de lluvia y generando mayores riesgos de inundaciones y sequías en las zonas aledañas. Proteger estos bosques es esencial no solo para la conservación del ecosistema, sino también para garantizar el acceso a agua potable para las comunidades cercanas.
El problema de la tala clandestina en el Bosque de Agua se extiende más allá de la población de Isidro Fabela, afectando a todo el Valle de México, el Área Metropolitana de la Ciudad de México y Morelos. Las consecuencias de esta actividad ilegal no solo impactan el medioambiente, va mucho más allá. Afecta las dinámicas sociales y económicas de la región, contribuye a la generación de conflictos sociales, desempleo y pérdida de identidad comunitaria, además de que fomenta la proliferación del crimen organizado y la delincuencia, creando un ciclo de deterioro que afecta tanto el tejido social como la estabilidad ambiental y económica de las zonas afectadas.
Para algunos, la tala ilegal es comparable a un cáncer que se propaga por la falta de conciencia social. “Le quitas un poco pero siempre queda otro; le quitas otro poquito y sigue ahí, es como un cáncer”, señala, entre lágrimas, Alejandro “N”.
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