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¿Tiene Honduras una solución para la crisis migratoria?

Publicado por
Prensa Latina

La migración como fenómeno social comenzó hace varias décadas en Honduras debido, entre otros factores, a la desigualdad, la pobreza y la búsqueda de mejores condiciones económicas fuera del territorio nacional.

Sumado a ello, en los últimos años, emergió la modalidad de caravanas como la vía más recurrente para llegar a Estados Unidos, según recordó a Prensa Latina Ricardo Salgado, matemático, investigador social, politólogo y asesor de la Coordinación General del partido Libertad y Refundación (Libre).

Aseguró además que, desde el golpe de Estado contra el presidente electo por la vía democrática Manuel Zelaya (2006-2009), el país experimentó la aplicación de crudas medidas neoliberales por las diferentes administraciones del Partido Nacional.

“Fueron impuestas básicamente mediante el uso de la fuerza, el engaño y el fraude. ¿El resultado? La expansión de la pobreza hasta el 70 por ciento de la sociedad y la miseria a cuatro de cada 10 hondureños. El desempleo real sobrepasa el 50 por ciento y los tratados de libre comercio deprimieron la producción agrícola”, refirió al ser abordado sobre este acuciante tema.

De acuerdo con el especialista, Honduras importa casi el 90 por ciento de los alimentos que necesita; de ahí, el aumento de la conflictividad en el campo, las ventajas e impunidad concedidas a los capitalistas del agronegocio y la extrema represión de las fuerzas militares y paramilitares presentes en ese ambiente rural.

Números de la crisis social

El Observatorio de Migraciones Internacionales de Honduras contabilizó más de una decena de caravanas desde octubre de 2018 –fecha de salida del primer grupo masivo de la ciudad de San Pedro Sula– hasta finales de 2021, y consideró ese país como el Estado centroamericano cuya población es la que más migra.

Un estudio divulgado por ese espacio académico de la Universidad Nacional Autónoma refirió que el traslado internacional comenzó, especialmente, a finales del siglo XX, asociado al impacto del huracán Mitch, en 1998. En 1990, alrededor de 156 mil hondureños, 3 por ciento de los habitantes, vivía fuera del país.

La investigación arrojó que, a inicios del año 2000, el número de emigrantes superaba los 340 mil y de 2019 a 2020, más de 1 millón de hondureños, 9 por ciento de la población, residía en otros sitios del mundo, sobre todo, en Estados Unidos y España.

Medios locales reportaron el 15 de enero la salida de la primera caravana de migrantes de 2022 con cientos de personas, hondureños y de otras nacionalidades latinoamericanas, desde la Gran Central Metropolitana de San Pedro Sula, en el departamento de Cortés.

El sociólogo Eugenio Sosa resume a Prensa Latina las causas de ese fenómeno en tres ejes fundamentales:

– El primero referido a la crisis social y sus consecuencias directas: pobreza, precariedad, falta de ingresos y desempleo.

– El segundo incluye los diversos tipos de violencia: homicidios, delincuencia común, persecución política a defensores de derechos humanos y comunidades, desplazamientos por el extractivismo y el crimen organizado.

– El tercero está asociado a problemas con la democracia y la ineficiencia institucional por la corrupción y la impunidad, lo cual genera desesperanza y el sentimiento de que “en el país no pueden cambiar las cosas”.

Sosa advierte que, en paralelo al aumento de la búsqueda de esa salida, los hondureños enfrentan también la deportación y los arrestos en los diversos puntos limítrofes y señaló entre las peculiaridades los cambios en la demografía migratoria con la incorporación de forma masiva de adolescentes, niños y familias.

FOTO: 123RF

El fenómeno: ¿tiene frenos?

Salgado advierte que limitar o detener el problema migratorio resulta esencial para la refundación del país.

“De hecho –opina– las remesas familiares son hoy una de las tres mayores fuentes de divisas en la nación, pero, paradójicamente, el incremento de la migración provoca más desempleo, uno de los detonantes.”

A su juicio, el nuevo gobierno encabezado por la primera mujer presidenta de Honduras, Xiomara Castro, de Libre, tiene esa crisis como uno de los retos.

¿Cómo enfrentarlo?, mediante la creación de fuentes de empleo, la reactivación de la actividad agrícola y la atención en las zonas urbanas y rurales empobrecidas, asevera.

El origen es, fundamentalmente, social y económico, asegura a Prensa Latina Gilberto Ríos, uno de los dirigentes de Libre, “así que, si regresamos a un Ejecutivo preocupado por las necesidades de la ciudadanía, el crecimiento financiero y con inversiones en educación, salud y seguridad es posible un freno de la situación”.

Recuerda que, durante la campaña electoral, Castro prometió, incluso, la generación de condiciones de retorno para los migrantes, obligados a salir en estos años como consecuencia de las condiciones de indigencia, la concentración de la riqueza en manos de unos pocos, la escasez de oportunidades y la depresión económica.

Lo cierto es, apunta Salgado, que no lograron detener la marcha de los caravanistas ni la política coercitiva promovida por el gobierno estadunidense del republicano Donald Trump (2017-2021), el despliegue de las fuerzas de seguridad de Guatemala y la Guardia Nacional de México en los puntos fronterizos y la pandemia Covid-19.

“Toda esa violencia no ha servido para cambiar el panorama. Sin embargo, ahora es tiempo de darle a la gente la opción de recobrar la dignidad robada por el gran capital. Las propuestas de Castro han sido desde siempre el combate a las causas que obligan a los hondureños a huir del país”, argumenta.

Desde hace 4 años la migración experimentó como nueva modalidad las caravanas, recuerda el experto Eduardo Sosa, que la considera una manera más generalizada, visible, abierta y la que más golpea políticamente a los gobiernos porque ese éxodo pone en evidencia su mala gestión.

También, reconoce que el tema se aborda de una manera extremadamente fragmentada, pues “es un problema transnacional y cada país lo enfrenta directamente con Washington, mediante una agenda insuficiente y con pocos recursos”.

Por tanto, precisa, lo primero es que los Estados mesoamericanos enfrenten la problemática desde la aplicación de políticas regionales.

Mujeres: rostros de la migración

La situación actual de la inmensa mayoría de las mujeres en Honduras es desastrosa, como consecuencia de 12 años de una administración derechista y promotora del narcotráfico, instalada tras el golpe de Estado de 2009, declara a Prensa Latina Katia Cooper, integrante del movimiento de Mujeres Socialistas.

Para la activista, las consecuencias más visibles de los gobiernos nacionalistas son el aumento de la pobreza, violencia, precariedad y la brecha de la desigualdad, una de las más altas de la región, pues según datos del Banco Mundial, en el año 2019, el 15 por ciento de la población vivía con menos de 1.90 dólares al día.

El informe, que no incluye el impacto de la pandemia Covid-19 y las consecuencias negativas del paso en 2020 de los huracanes Eta e Iota, mostró también que, en el mismo periodo, 4.8 millones de personas sobrevivían con menos de 5.50 dólares diarios, la segunda tasa de pobreza más alta del área después de Haití.

Toda esta situación, reconoce Cooper, afecta en mayor medida a las mujeres pobres, madres solteras y trabajadoras del campo y la ciudad, quienes además padecen los comportamientos sociales de un sistema capitalista, conservador, religioso y patriarcal, la corrupción estatal, la impunidad y la violencia de género.

“Sumado a ello, el constante temor a ser víctimas de feminicidios, relacionados con actividades delincuenciales o comportamientos dentro del hogar. La situación afecta generalmente a las mujeres de escasos recursos, baja escolaridad y, por tanto, dependientes en sus lazos afectivos y económicos de los hombres”, puntualiza.

A su juicio, el plan de trabajo de Castro, debe centrarse en la restructuración del poder judicial, el aumento de las oportunidades de generación de ingresos y fuentes laborales, la apertura y extensión de programas de atención de salud preventiva, reproductiva y orientación sexual.

Danay Galletti Hernández*/ Prensa Latina

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