Se multiplican en Estados Unidos los casos de mujeres exmilitares que no cuentan con hogar, mendigan y padecen problemas sicológicos y físicos. Estudios revelan que el 53 por ciento de las mujeres veteranas sin hogar sufrió trauma sexual militar, además de que muchas jóvenes habían ingresado al Ejército para escapar de los conflictos familiares y el abuso. La mayor potencia militar del orbe no cuenta con una política integral a favor de sus jubilados
Deisy Francis Mexidor/Prensa Latina
La historia de Tiffany Jackson es muy parecida a la de cientos de mujeres militares estadunidenses que al regresar del terreno bélico chocan contra la falta de un hogar y el estrés postraumático de los abusos sexuales.
Después de dejar el Ejército, Jackson trabajó de manera fugaz; más adelante cayó en las redes del alcohol y comenzó a salir con personas que consumían cocaína. Se convirtió en adicta.
“Uno se siente impotente”, dijo para un reportaje del diario The New York Times al referirse a la cascada de eventos que pasó.
Durante 1 año durmió en las calles, donde se unió al creciente número de mujeres veteranas sin un techo, un segmento de rápido crecimiento, según expertos.
Las veteranas de guerra conforman un grupo, a menudo invisible, que pasa la noche en albergues públicos, vive en los automóviles y se estacionan discretamente en las afueras de los centros comerciales para evitar la violencia de las calles, consignó el diario.
De 141 mil veteranos de todo el país que pasaron al menos una noche en un albergue en 2011, casi el 10 por ciento eran mujeres, enfatizaron las últimas cifras del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano estadunidense.
En parte, lo anterior es un reflejo de la naturaleza cambiante de las Fuerzas Armadas estadunidenses, donde las mujeres constituyen actualmente el 14 por ciento en servicio activo y el 18 por ciento de la Guardia Nacional del Ejército y las reservas.
Investigadores y sicólogos alegan que la falta de una casa entre este sector proviene del trauma sexual militar, las agresiones o el acoso durante la etapa de servicio, lo que generalmente conduce a un trastorno de estrés postraumático.
En el caso de Jackson, algo de ello existe. Al principio pensó que podría pasar la página de aquella tarde de agosto en una base aérea en Corea del Sur, cuando la violaron sobre el suelo de un baño empapado de orina.
Jackson ganó una compensación por incapacidad a causa de su trauma, pero se vinculó a las drogas y fue a parar a la cárcel.
De acuerdo con datos oficiales, en California, Estados Unidos, se concentra la cuarta parte de los veteranos de guerra sin hogar.
Una encuesta de 2011 realizada en el área metropolitana de Los Ángeles encontró que al menos 909 mujeres no tenían dónde vivir, que representó un aumento del 50 por ciento desde 2009.
Las veteranas se enfrentan a una compleja “red de vulnerabilidad”, dice la doctora Donna L Washington, profesora de medicina de la Universidad de Los Ángeles, California.
Un estudio realizado por Washington y su equipo revela que el 53 por ciento de las mujeres veteranas sin hogar ha sufrido trauma sexual militar, y que muchas también entraron en el Ejército para escapar de los conflictos familiares y el abuso.
Según el reportaje del The New York Times, el gobierno invierte millones de dólares en programas de vales permanentes para los casos más graves entre los veteranos sin hogar. El 13 por ciento de los bonos los reciben mujeres y casi un tercio de ellas tiene hijos.
Es que también las mujeres que retornan de la guerra son mucho más propensas a ser madres solteras; sin embargo, en más del 60 por ciento de los programas de vivienda que reciben subvenciones del Departamento de Asuntos de los Veteranos no se aceptan niños o restringen su edad y número, señala un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental elaborado en 2011.
A su vez, la falta de puestos de trabajo también contribuye a la imposibilidad de contar con una vivienda.
Abusos impunes
En la investigación de The New York Times, varias mujeres veteranas entrevistadas aseguraron que fueron asaltadas sexualmente o acosadas durante su tiempo en activo.
La organización no gubernamental Red de Acción por las Mujeres Reclutas denuncia que sólo la décima parte de los ataques sexuales contra mujeres en el Ejército son llevados a los tribunales, y cada año miles de casos quedan sin reportar.
La vocera del grupo, Rebekah Havrilla, advierte que en las Fuerzas Armadas persiste la atmósfera ética de “un club de viejos machistas” y no pocos oficiales subestiman quejas sobre delitos que son evidentes.
Durante 2011 se registraron 2 mil 439 reclamos formales por agresiones sexuales contra mujeres, pero sólo 240 expedientes judiciales fueron activados en el periodo, recuerda Havrilla.
Sondeos anónimos entre el personal militar del Pentágono revelaron que en el mismo año los casos de acoso y otras incidencias podrían alcanzar en realidad un total de 19 mil, informó en su momento el ahora exsecretario de Defensa, Leon Panetta.
Havrilla y otros integrantes de la Red instaron al Comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos a promover una exhaustiva investigación –independiente a la del Departamento de Defensa– para abordar este asunto.
Otro reporte de la dependencia confirma que las agresiones sexuales contra mujeres soldados aumentaron 23 por ciento dentro de las academias castrenses del país en 2012.
Así, una de cada tres mujeres militares fue asaltada por motivos sexuales. Las estadísticas indican que esta tasa es dos veces más alta que entre la población civil.
Fuente: Contralínea 334 / mayo 2013