A iniciativa de Jordania, la ONU abre debate sobre la paz mundial. El país de Oriente Medio aprovechó su pertenencia temporal en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para promover soluciones a los conflictos bélicos y sociales que afectan a los pueblos del mundo. Al descubierto, la incoherencia de los discursos de los países ricos con sus acciones en distintas regiones del planeta
Waldo Mendiluza Rodríguez/Prensa Latina
Organización de las Naciones Unidas, Nueva York, Estados Unidos. Guerras, conflictos internos, golpes de Estado y actos terroristas azotan el planeta, un escenario que desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) diversos países llaman a revertir con voluntad política y la erradicación de sus causas.
El tema de la búsqueda de una paz mundial duradera fue colocado una vez más en la palestra internacional, cuando a finales de enero, Jordania aprovechó su presidencia rotativa en el Consejo de Seguridad para promover un debate abierto sobre el mismo.
Casi 60 países intervinieron en el foro, con diversos enfoques y propuestas de acciones a seguir para que prevalezcan la no violencia, la amistad y la cooperación, en sintonía con los principios de la Carta de la ONU, aprobada hace casi 69 años. La sesión del Consejo de Seguridad demostró la variedad de criterios; algunos invitaron a sacar experiencias de las guerras, otros advirtieron que lo mejor es evitarlas, mientras no pocos destacaron el valor de impulsar la reconciliación, la educación, la justicia y la enseñanza de la historia, como semillas de la paz futura.
También se alzaron voces desde naciones del Sur para abogar por el combate a la pobreza, las desigualdades y la exclusión social, en aras de arrancar de raíz las causas desencadenantes de crisis y conflictos, responsables de miles de muertos y millones de desplazados.
El debate abierto transcurrió en un contexto global, marcado por el avance de conceptos y doctrinas defendidas por potencias occidentales y rechazadas por estados que alertan de sus peligros para la paz mundial, al constituir pretextos potenciales para la injerencia, la dominación y la apropiación de recursos naturales.
La intervención humanitaria, el cambio de régimen, la responsabilidad de proteger y las guerras de nueva generación son algunas de las nociones cuestionadas.
“La meta de alcanzar una paz permanente seguirá siendo un sueño, a menos que superemos conductas hostiles y prioricemos las soluciones diplomáticas y políticas, aún para lidiar con los problemas más agudos”, afirmó el representante permanente ruso en Naciones Unidas, Vitaly Churkin.
Al intervenir en el foro del órgano de 15 miembros, el embajador reiteró la vigencia del principio de la no interferencia en los asuntos internos de las naciones soberanas.
Nadie puede olvidarlo, porque cuestiones como el cambio de régimen sólo consiguen desestabilización, deterioro de conflictos y expansión del flagelo terrorista, advirtió en el Consejo de Seguridad, en el cual Rusia es uno de sus cinco integrantes permanentes junto a Estados Unidos, China, Francia y Reino Unido.
De acuerdo con Churkin, existen cuestiones irremplazables para garantizar una paz mundial duradera, recogidas en la Carta de la ONU, como el respeto a la soberanía y la identidad única de los estados.
La crisis que por casi 3 años azota a Siria constituye un ejemplo de las diversas posturas encontradas.
Ante el Consejo de Seguridad, la representante permanente de Estados Unidos en la ONU, Samantha Power, y diplomáticos aliados de Washington en lo que se ha conocido como la “cruzada antisiria” abogaron abiertamente por el cambio de régimen y la salida del poder del presidente constitucional, Bashar al-Assad.
En el país árabe, extremistas y mercenarios armados, financiados desde el exterior, sirven de instrumento de esa política, provocando miles de víctimas fatales y millones de afectados.
Intervenciones en Irak (2003) y Libia (2011) sirven de antecedentes de las doctrinas colocadas en la palestra, algunas camufladas aprovechando la prevención del genocidio, la protección de los civiles en enfrentamientos armados y otras preocupaciones legítimas de la comunidad internacional.
La guerra silenciosa
“Las guerras declaradas son notorias y sus efectos devastadores, pero también debemos alertar de las guerras encubiertas, porque no revelan su presencia pero siguen siendo letales, producen inestabilidad en gobiernos legítimos y socaban la soberanía”, advirtió Venezuela.
El consejero de esa nación sudamericana en la ONU, Guillermo Moreno, citó el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba como un ejemplo de las contiendas que se libran sin disparar un tiro.
Puede considerarse una guerra encubierta por su agresividad extraterritorial y por tratarse de una violación del derecho internacional, advirtió en el foro del Consejo de Seguridad.
Moreno también incluyó en su denuncia los sabotajes económicos, el tráfico ilícito de armas, la utilización de drones asesinos, la guerra mediática y el espionaje masivo, por sus amenazas a la paz global.
Con respecto de los conflictos bélicos en general, estimó que de los mismos no se extraen lecciones, sólo consecuencias.
“Es por eso que este Consejo de Seguridad debe procurar detener las guerras en el mundo, utilizando la solución diplomática, el diálogo y la mediación, en aras de garantizar el derecho a la vida de los pueblos”, señaló el funcionario.
Igualmente llamó la atención por conceptos que incrementan los peligros de intervenciones, entre ellos “la guerra preventiva y la responsabilidad de proteger”.
Arrancar el mal de raíz
Varios gobiernos consideraron que la única manera de garantizar una paz mundial duradera es erradicando las causas de conflictos y crisis.
“No existirá paz y seguridad para un pueblo con graves problemas de hambre y malnutrición, insalubridad y falta de acceso al agua potable, analfabetismo, altos índices de mortalidad infantil, poca esperanza de vida y muertes por enfermedades prevenibles”, sentenció el representante permanente alterno de Cuba, Oscar León.
En ese sentido, la isla defendió la sustitución del injusto y excluyente orden internacional actual.
Se trata de encontrar fórmulas para dejar atrás el intercambio desigual, la discriminación, la xenofobia, el intervencionismo y la vulneración del derecho a la autodeterminación de los pueblos, expuso ante el Consejo de Seguridad.
Por otra parte, León alertó de posturas peligrosas para la estabilidad como “la dominación hegemónica e imperialista, los actos de agresión, el saqueo de los recursos naturales de los estados y las estrategias colonialistas y neocolonialistas”.
Asimismo Irán, a través de su embajador, Mohammad Khazaee, llamó a “borrar de la faz de la tierra” las condiciones que alimentan las guerras, el terrorismo y la violencia.
Los esfuerzos locales, regionales e internacionales deben dirigirse a eliminar la pobreza y a impulsar los derechos humanos, la educación y la cultura, afirmó.
Otros gobiernos insistieron en la urgencia de ver en la cooperación, el multilateralismo, el diálogo, la diplomacia y el respeto, los pilares de la paz duradera.
Al respecto, el representante permanente de China ante la ONU, Liu Jieyi, convocó a los estados a abstenerse de cometer provocaciones y actos hostiles.
Para Jieyi, la reciente visita del primer ministro japonés, Shinzo Abe, al santuario Yasukuni, es una muestra de las conductas que deben evitarse en aras de garantizar la armonía, el entendimiento y la coexistencia pacífica entre los países.
China, la República Popular Democrática de Corea y Corea del Sur rechazaron con dureza esa visita, por considerarla un tributo al militarismo japonés y sus atrocidades en las décadas de 1930 y 1940.
Fuente: Contralínea 374 / 24 febrero al 1 de marzo de 2014