Cada año mueren 3 millones de niños menores de 5 años por desnutrición y obesidad, ambas enfermedades causadas por la falta de una alimentación adecuada. El mundo, sin políticas eficaces que abatan la carencia de alimentos de calidad entre los millones de pobres
Sudeshna Chowdhury/IPS
La fotografía de un raquítico niño acechado por un buitre en Sudán, tomada por Kevin Carter en 1993, quedó en la memoria colectiva para siempre. La perturbadora imagen le valió un premio Pulitzer y se convirtió en un llamado de atención sobre las circunstancias en las que sobrevivir es la única prioridad.
Reducir la mortalidad infantil y mejorar la salud materna son dos de los ocho Objetivos de Desarrollo para el Milenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que en 2000 la comunidad internacional se fijó para 2015.
Mientras el foro mundial elabora una lista de nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, la revista médica británica The Lancet publicó el miércoles 5 de junio una serie de informes en los que concluye, entre otras cosas, que la mala alimentación es responsable de casi la mitad (45 por ciento) de los fallecimientos de menores de 5 años en el mundo.
Son más de 3 millones los niños y niñas de esa edad que mueren cada año por esa causa, que incluye desnutrición y sobrepeso, dos problemas de alcance global.
El objetivo de los programas agrícolas debe apuntar a mejorar la alimentación y no sólo a aumentar la producción, dice a Inter Press Service (IPS) el profesor Robert Black, de la estadunidense Facultad Johns Hopkins Bloomberg de Salud Pública.
“Esos programas no se armaron de forma ideal”, apunta.
Black menciona el concepto de “agricultura sensible a la nutrición”, y subraya la importancia de tomar medidas a escala comunitaria que atiendan ese aspecto específico.
La colaboración entre sociedad civil, agencias humanitarias y el sector comercial puede marcar una diferencia a escala local, explica Black. “Mayor participación de entidades como la Organización para la Alimentación y la Agricultura es importante”, remarca.
Martin Bloem, asesor nutricional del Programa Mundial de Alimentos, coincide con él, y destaca el papel de los
anganwadis, como se llaman en hindi los centros estatales de atención a la infancia, creados por el gobierno de India.
Pero varios estudios señalan que la falta de recursos y de condiciones adecuadas de higiene en esos centros plantea nuevos desafíos para atender los problemas alimentarios en ese país.
Cuando las comunidades locales están involucradas es primordial contar con inspección y hacer un control estricto, apunta Bloem a IPS.
La investigación de The Lancet se publicó previamente a la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más ricos (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia), que precedió a un encuentro de alto nivel sobre Nutrición para el Crecimiento, organizado por los gobiernos de Brasil y Gran Bretaña.
La publicación británica concluye que atender el problema implica atacar las causas de la malnutrición, como “pobreza, inseguridad alimentaria, falta de educación e inequidad de género”.
El estudio también señala que cerca de 15 por ciento de las muertes de menores de 5 años pueden prevenirse mediante el suministro de vitamina A y complementos de zinc, así como con la atención de las necesidades de la dieta de las mujeres embarazadas, entre otras medidas.
La salud de la madre durante el embarazo y los primeros 1 mil días del bebé son cruciales para el crecimiento de los niños, explica Bloem.
“La gente tampoco se da cuenta de la relación entre el retraso en el crecimiento y la obesidad, que pueden aumentar las posibilidades de enfermedades cardiovasculares. Además, es urgente relacionar la salud con el sistema alimentario mundial”, remarca.
“La asociación entre públicos y privados puede ayudar a elaborar productos nutritivos, asequibles y accesibles a las poblaciones vulnerables de todo el mundo”, dice Ellen Piwoz, oficial del programa para nutrición y salud familiar de la Fundación Bill & Melinda Gates, en entrevista con IPS.
Pero lo que frena la lucha contra la malnutrición es “la falta de un compromiso real y de iniciativa de los gobiernos”, observa Wener Schultink, director de Nutrición del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
La disminución del hambre y la pobreza son prioridades de la ONU, pero “al observar indicadores, como sobrepeso, se ve que los avances son insuficientes”, remarca.
Según el estudio de The Lancet, problemas emergentes como la obesidad y el sobrepeso “acarrean una ‘doble carga’ de enfermedades maternas e infantiles”, en países donde la desnutrición ya es un inconveniente enorme.
Un correcto equilibrio entre una dieta nutritiva adecuada y una industria alimentaria asequible, encabezada por el sector público y privado, así como la implementación de iniciativas a escala comunitaria, pueden ofrecer soluciones para atender a este “asesino”, según expertos.
Fuente: Contralínea 340 / junio 2013