La Paz, Bolivia. El Salar de Uyuni es uno de los destinos turísticos más espectaculares de Bolivia, al punto de ser escogido como escenario para La Guerra de las Galaxias, pero también es la mayor reserva de “oro blanco” del mundo.
Con una superficie de 10 mil 582 kilómetros cuadrados, este desierto de sal ubicado en la cordillera de los Andes, a tres mil 650 kilómetros sobre el nivel del mar, posee un importante yacimiento de litio, metal ligero muy preciado en la industria.
En momentos en que algunos pronostican un fin no muy lejano de las reservas del petróleo, científicos creen haber encontrado la solución en este mineral blando y dúctil, lo cual permitiría un cambio en la matriz energética.
El metal fue descubierto en 1817 en la isla de Utö (Suecia) por Johan Arfredson, quien lo bautizó con el nombre de Lithos, que en griego significa piedra.
Durante los últimos años el también denominado “petróleo blanco” cobró una importancia creciente por su amplio uso tanto en las nuevas tecnologías, como en el transporte.
Según estimados, hacia 2020 habrá en el mundo unos 20 millones de autos que funcionan a base de una batería de litio.
Esta materia prima se utiliza también para teléfonos celulares, computadoras y otros dispositivos electrónicos.
“El futuro de la humanidad es el litio y la energía renovable”, dijo el viceministro de Altas Tecnologías Energéticas de Bolivia, Luis Alberto Echazú.
Además del Salar de Uyuni, esta nación andino amazónica posee otros yacimientos de ese metal como el Salar de Coipasa, del departamento de Oruro, y el de Pastos Grandes, en Potosí.
La Cámara de Diputados acaba de dar luz verde a la iniciativa para la creación de la empresa Yacimientos del Litio Boliviano (YLB), encargada de impulsar su industrialización.
“Esta decisión es de trascendental importancia para el futuro de Bolivia”, declaró el ministro de Energías, Rafael Alarcón, tras la votación en el órgano legislativo.
Alarcón calificó como histórica la aprobación del proyecto de ley 064, porque el litio es energía y su industrialización permitirá un nuevo despegue de la economía nacional.
Hasta el momento 25 empresas expresaron su interés en participar en la construcción de la planta, entre ellas siete chinas, dos de Reino Unido y cinco bolivianas asociadas con extranjeras.
Además, hay compañías de Rusia, Estados Unidos, Corea del Sur, España, Alemania, México y Perú.
Según informó el embajador ruso en La Paz, Alexéi Sazónov, la empresa estatal Rosatom participa en las licitaciones para encarar uno de los proyectos industriales del litio.
Sazónov destacó el enorme potencial existente en Bolivia y aseguró que la cooperación entre los dos países tiene futuro.
Además de los usos ya mencionados, el mineral se emplea en la industria aeronáutica, aleado con otros metales, en la fabricación de cerámicas y lentes para telescopios, como espesante para grasas y lubricantes y en la industria nuclear.
Mientras, el hidróxido de litio es utilizado en naves espaciales y submarinos para depurar el aire.
El litio también tiene aplicaciones en la medicina, ya que sus sales son eficaces para el tratamiento de la manía y la depresión bipolar, así como en otras psicopatologías.
Su alta demanda en el mercado internacional provocó un incremento del precio en 100 por ciento y los analistas vaticinan un aumento mayor en los próximos años.
Si en 1996 la cantidad de litio usado en baterías de teléfonos era de 1,8 toneladas, en 2005 la cifra aumentó a 170, según datos ofrecidos por la asesora de la secretaría general de la Unión de Naciones Suramericanas Mónica Bruckman.
“Es decir, en 10 años, el consumo se multiplicó”, precisó la investigadora.
En Sudamérica hay una zona especial, conocida como el Triángulo del Litio, que concentra el 85 por ciento de todas las reservas mundiales del metal.
La región la integran el salar de Uyuni, en Bolivia; el de Atacama, en Chile; y el del Hombre Muerto, en Argentina.
En ese triángulo, calificado por algunos como la “Arabia Saudita del litio”, estarán puestas las miradas durante los próximos años, porque muchos piensan que allí está la nueva gasolina para impulsar al mundo.
Por Carmen Esquivel*/Prensa Latina
* Corresponsal de Prensa Latina en Bolivia.
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