La situación de pobreza en que viven millones de personas son factores de riesgo para que accedan a cultivar y producir de manera ilícita las drogas, indica el Informe Mundial sobre las Drogas 2016, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
“La relación entre el desarrollo económico y las drogas es particularmente evidente en el caso del cultivo ilícito para la producción de drogas. En las zonas rurales, algunos problemas socioeconómicos como la pobreza y la falta de medios de vida sostenibles son factores de riesgo importantes que llevan a los agricultores a dedicarse a esos cultivos. También son manifestaciones de un bajo nivel de desarrollo que, unidas a otros problemas ligados a la seguridad y la gobernanza que lo obstaculizan, propician el cultivo ilícito en gran escala”, dice.
En México, las cifras oficiales indican que (hasta el conteo de 2014) había 55.3 millones de personas en situación de pobreza, pero los datos que arroja el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) muestran que 63.8 millones viven con un ingreso inferior a la línea de bienestar. Otros 11.4 millones en “pobreza extrema”, en este rango se encuentran quienes no tienen ni para comer.
La UNODC muestra en su informe que también hay nexos estrechos entre la pobreza y el consumo de drogas, aunque son complejos y hacen que una y otro se refuercen mutuamente. “Ciertamente, las más afectadas por el problema del consumo de drogas son las personas pobres en relación con las sociedades en que viven, como se observa claramente en los países más ricos. En términos amplios, existe una estrecha relación entre las situaciones de desventaja social y económica y los trastornos relacionados con el consumo de drogas. También se observa ese paralelismo al examinar las distintas consecuencias de la marginación y la exclusión social, como el desempleo y los bajos niveles de educación”.
Érika Ramírez