Geeta Rao Gupta*/IPS
El agua fluye en toda la agenda de desarrollo hacia 2030, y el saneamiento y la higiene sostienen todo posible logro derivado del acceso al líquido vital.
Si no cumplimos con el objetivo 6, no concretaremos los otros 16 objetivos y 169 metas. Los avances en educación, salud, desigualdad y pobreza extrema dependen de cómo rindamos en materia de agua y saneamiento.
Hace unos años, la ONU declaró que el acceso al agua y al saneamiento era un derecho humano básico. Pero en la actualidad, 663 millones de personas carecen de acceso adecuado al agua potable y 2 mil 400 millones no tienen retretes.
En el Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por su sigla en inglés) estamos particularmente preocupados por las niñas y los niños, afectados en forma desproporcionada por la falta de acceso a esos servicios básicos. Afecta su salud. Las enfermedades derivadas del agua y la falta de saneamiento son una de las principales causas de muerte en menores de 5 años. Sin retretes, cientos de ellos se enferman y mueren todos los días por causas evitables, en especial debido a la diarrea y a otras enfermedades transmitidas por vía oral-fecal. Afecta su educación. En muchas comunidades, las niñas no van a la escuela porque son las encargadas de ir a buscar agua, porque no tienen un espacio seguro para usar cuando están menstruando, porque tienen que ayudar a sus madres a cuidar de los enfermos, a menudo a causa del agua contaminada. Afecta su situación nutricional y su desarrollo. Hay cada vez más pruebas de los vínculos directos entre la falta de agua potable y saneamiento y la malnutrición crónica. Alrededor de 159 millones de niñas y niños en el mundo tienen retraso en el crecimiento (baja estatura para la edad), una condición que causa daños físicos y cognitivos irreversibles. Las consecuencias del retraso en el crecimiento no sólo inciden en la persona afectada, sino que pueden disminuir en forma significativa la capacidad de aprendizaje y las posibilidades futuras de ganarse la vida de varias generaciones y así perjudicar la economía local y nacional. Afecta la igualdad y la equidad. Una de las principales metas de los nuevos ODS es la de reducir las desigualdades. Nueva evidencia del Banco Mundial muestra que invertir en agua y saneamiento para 20 por ciento de la población más pobre genera grandes réditos económicos, más que invertir en otros quintiles y, así, tiene la capacidad de reducir las desigualdades sociales.
Nuestros datos de los 45 países en desarrollo muestran que en siete de cada 10 hogares, el peso de ir a buscar agua lo cargan las mujeres y las niñas, por lo que mejorar el acceso al recurso contribuirá a la igualdad de género.
Una reunión realizada en el marco del 70 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, organizada por los gobiernos de los Países Bajos, Sudáfrica, Hungría y Bangladés, concluyó que enfocarse en los sectores más pobres y más marginados requerirá un enorme cambio de mentalidad por parte de los gobiernos. Pero debe hacerse.
Pero no se puede hacer sin fortalecer a las instituciones ni mejorar la responsabilidad de los gobiernos y los proveedores de servicios. Y no se hará sin involucrar a los que tienen más en juego, los pobres, las mujeres y adolescentes, en la planificación y monitoreo de los servicios. Su influencia ya se hizo sentir en el objetivo 6, sobre el que más rápido se llegó a un acuerdo.
No es coincidencia que se logren resultados trabajando en estrecha colaboración con las personas directamente afectadas. Asociarse con ellas no es “algo lindo de hacer”, sino algo que “debe hacerse”.
En definitiva, el acceso al agua y al saneamiento no sólo es una cuestión de dignidad y de derechos humanos, sino que es fundamental para lograr cualquiera de los objetivos que los gobiernos del mundo acaban de adoptar.
Ya debemos de comenzar a trabajar en el objetivo 6, pero no puede ser más de lo mismo. Tenemos que comenzar por las personas más desfavorecidas o corremos el riesgo de perder los logros que laboriosamente conseguimos en los últimos 15 años y poner en peligro el futuro. No hay tiempo que perder.
Geeta Rao Gupta*/IPS
*Subdirectora ejecutiva del UNICEF
[BLOQUE: OPINIÓN] [SECCIÓN: ARTÍCULO]
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