Tras dos meses de refugio en la Embajada de Ecuador en Londres, Julian Assange recibió la llave de su libertad. Sin embargo, la puerta hacia su asilo en Ecuador se encuentra al final de un laberinto serpentino y, al parecer, interminable. Desde el balcón de la Embajada ecuatoriana, el fundador de Wikileaks agradeció “al mundo por observar” y pidió a Estados Unidos que “detenga su persecución en contra de los periodistas que traen a la luz los crímenes secretos de las potencias [mundiales]”.
La persecución de Assange ejemplifica el poder de la democratización de la información pública. Asimismo, demuestra que la transparencia depende de quién porte los lentes. En Estados Unidos, el gobierno otorga gafas a una población privilegiada, mientras la mayoría de los ciudadanos comunes y corrientes sufre de miopía crónica a expensas del Estado. ¿Qué simboliza Assange para quienes desafían el paternalismo estatal y exigen la libertad de expresión?
La mitología cibernética
Así como
Pandora guardó los males de la humanidad en una caja, Assange creó un portal en internet con los secretos más escandalosos y estremecedores de quienes, se supone, representan los intereses públicos. En el siglo XXI, Wikileaks es la
caja de Pandora más explosiva y dolorosamente honesta de la humanidad.
En 2010, Wikileaks publicó más de 250 mil cables de las embajadas de Estados Unidos con información sensible sobre el aparato diplomático y militar. Así, Assange evidenció la vulnerabilidad de dichos “aparatos”. Wikileaks ofrece pruebas de que Estados Unidos ha valorado el “daño colateral” de vidas humanas como un costo insignificante en su guerra contra el terrorismo. La ironía de un régimen cuyo baluarte es el puritanismo democrático es que, en busca de la exportabilidad de la democracia, pisoteó sus propios estandartes.
En la medida en que Estados Unidos se involucra e inicia más guerras, es más difícil esconder para el resto del mundo el precio que están dispuestos a pagar. Más aún, es claro el precio que otros tendrán que pagar. Incluso quienes han seguido las enseñanzas del Tío Sam, como el soldado Bradley Manning, son presas de las garras de los halcones estadunidenses. Manning es acusado de haber filtrado el video “Asesinato colateral” y documentos secretos sobre las guerras en Afganistán e Irak. El soldado lleva más de 815 días de detención sin juicio, mientras el máximo legal permitido es de 120 días.
América Latina, unida
El 18 de agosto, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) apoyó a Ecuador contra una posible agresión británica en la Embajada ecuatoriana en Londres. De igual manera, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) reafirmó el principio de inviolabilidad de los locales de las misiones diplomáticas y oficinas consulares, conforme a la Convención de Viena de 1961 sobre Relaciones Diplomáticas y de 1963 sobre Relaciones Consulares.
Ecuador defiende los principios constitucionales de respeto a la soberanía y no injerencia en los asuntos internos de otros Estados. Existe más de una virtud en que haya sido Ecuador quien ofreció asilo a Assange. Como declaró el presidente Rafael Correa: “América Latina es libre y soberana y aquí no aguantaremos injerencias, colonialismos de ninguna especie. Al menos en esta patria chica pero grande de corazón”. El romanticismo de los versos de Correa retumba en el escenario internacional, donde más de un activista persigue los ideales de la libertad de expresión.
Es probable que el apoyo internacional a Ecuador sea más del esperado. El (des)equilibrio de poder entre Ecuador y Gran Bretaña en realidad fortalece al primero frente a la opinión pública. El ecuatoriano, que se enfrenta al bully británico, puede convocar el apoyo de sus compañeros, quienes comparten la importancia de unirse. Por su parte, si el gobierno británico ostenta su ventaja de poder, se debilitará a sí mismo ante la opinión pública. Al final, las democracias tienen un talón de Aquiles: dependen del apoyo y simpatía de sus ciudadanos.
El siglo de la libertad de expresión
Gran Bretaña debe otorgar el salvoconducto, que hasta el momento ha sido negado, para que Assange abandone Reino Unido. De lo contrario, podría ser capturado y enviado a Estados Unidos, en donde le espera la pena de muerte. En China, el ejemplo predilecto del autoritarismo para el gobierno estadunidense es que “quien critique al Partido Comunista puede ser condenado a la pena de muerte”, sin embargo en Estados Unidos, quien exponga la verdad puede ser silenciado de la misma manera.
El gobierno de Obama envía un mensaje al resto del mundo por medio de Assange. Assange es lo que le depara a quien busca más información de la que se nos provee. Assange es quien rastrea, encuentra y saca la ropa sucia de los gobiernos.
El australiano no es ni ángel ni redentor. Tampoco es héroe, ni justiciero, ni mucho menos terrorista. Es el hombre que creyó firmemente en la ética kantiana, bajo la cual existe una ley moral. Es quien declaró que “si llevas a cabo actos inmorales, la información será revelada y habrá consecuencias”. Assange es un icono de la libertad de expresión. Su integridad es cuestionada por sus verdugos. Sin embargo, actuar en contra de Assange, sólo lo convertirá en un mártir.
Assange nunca pudo haber previsto que los “astros se alinearían” para auspiciar un coro unísono: el pueblo necesita libertad. Desde la encarcelación de las integrantes de Pussy Riot, en Rusia, hasta el mundo posrevolución árabe, el común denominador es que los ciudadanos del mundo se levantan. Un australiano en contra de las potencias del mundo es la batalla entre David y Goliat, pero millones, unidos, podrían derribar a más de un Goliat.
*Maestra en estudios de paz internacional por la Universidad Trynity College de Dublín, Irlanda; politóloga e internacionalista por el Centro de Investigación y Docencia Económicas de México
Fuente: Contralínea 300 / Septiembre de 2012