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Cuarta y última parte. El presidente de transición de Burkina Faso, el capitán Ibrahim Traoré, denunció que las potencias imperialistas, encabezadas por Estados Unidos, financian y respaldan grupos terroristas con el propósito de saquear los recursos africanos. Declaró que la violencia que vive el continente no surge del terrorismo, sino del imperialismo. Así respondió a las amenazas más recientes del presidente estadunidense Donald Trump, quien anunció la posibilidad de lanzar una intervención militar en Nigeria.
Traoré afirmó que organizaciones como Daesh y Boko Haram reciben apoyo directo de países imperialistas que buscan desestabilizar la región e impedir su desarrollo. De igual manera, explicó que estos grupos reciben capacitación especializada para operar drones y sostener una guerra permanente diseñada para impedir el avance de las naciones africanas y obligarlas a seguir entregando sus riquezas.
En Sudán, los intereses estratégicos de Estados Unidos e Israel en el Cuerno de África han provocado caos y destrucción. El norte y el sur del país se encuentran sobre yacimientos petrolíferos, cuya explotación atrajo la intervención extranjera.
Estados Unidos, Noruega y Reino Unido impusieron el Acuerdo de Naivasha, que culminó en la separación de Sudán del Sur en 2011. Desde entonces, ese país ha funcionado como un protectorado de facto bajo el control de Washington y Tel Aviv.
La guerra interna sudanesa surgió de rivalidades locales, pero fue impulsada por Israel y financiada por Estados Unidos. El general Abdel Fatah Burhan, aliado de Estados Unidos, Israel y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), sostuvo una guerra frontal contra la Fuerza de Acción Rápida dirigida por Mohammed Hamlan Dagalo. El conflicto provocó 150 mil muertes y otras 400 mil por hambruna y enfermedades, además de 12 millones de desplazados.
Según reportes de Telesur, Israel operó como fuerza instigadora y Estados Unidos financió la confrontación, con el objetivo de crear un estado tapón que protegiera los intereses del régimen israelí frente a sus vecinos.
En paralelo, el 1 de noviembre, Donald Trump declaró que ordenó al Pentágono preparar una posible intervención militar en Nigeria, mientras intensificaba sus acusaciones de que el gobierno de ese país no detiene la persecución de cristianos en África Occidental.
Según Traoré, Daesh y Boko Haram operan como instrumentos de potencias imperialistas que buscan desestabilizar la región e impedir su desarrollo. Sostiene que esas potencias capacitan a los grupos armados para usar drones y prolongar una guerra diseñada para mantener a los países africanos sometidos y obligados a pagar con sus propios recursos. De igual manera, afirmo que la dependencia, el caos y la incapacidad de consolidar un proyecto soberano responden a esa estrategia de desgaste permanente.
Mientras tanto, Ucrania lanzó el 18 de noviembre misiles estadunidenses de largo alcance ATACMS contra territorio ruso, después de meses en que el Departamento de Guerra de Estados Unidos aparentó vetar su uso.
Durante su campaña presidencial de 2024, Trump prometió terminar el conflicto en 24 horas, pero mantuvo el envío de armas a Ucrania pese al avance ruso. Moscú aseguró que ganó cerca de 5 mil kilómetros cuadrados en lo que va de 2025 y controla alrededor del 19 por ciento del territorio ucraniano. Avanza en zonas clave como Pokrovsk, en Donetsk, y Kupiansk.
Europa desarrolla “planes bastante precisos” para desplegar una fuerza multinacional en Ucrania como parte de las garantías de seguridad posteriores al conflicto. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, señaló en septiembre a Financial Times que ese despliegue contaría con respaldo estadunidense. Indicó que Trump les garantizó una presencia de Estados Unidos como parte del apoyo.
De hecho, la OTAN se encuentra involucrada de forma “de facto” en una guerra directa contra Rusia, como declaró el portavoz presidencial Dmitri Peskov. Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos, se refirió a los socios europeos como “socios menores” dentro de la alianza.
Mark Rutte, secretario general de la OTAN, se dirige a Trump como “papi”, y la Casa Blanca difundió un video en el que califica a la OTAN como “la casa de papá”. El canciller iraní Araghchi afirmó que Israel demostró al mundo que su régimen no tenía otra salida que acudir a “papá”, en referencia a Estados Unidos, para evitar un colapso militar.
El apoyo de Washington a Israel adquiere un carácter abiertamente criminal. El 9 de julio, Estados Unidos sancionó a Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para Palestina, después de que acusó a más de 60 empresas y corporaciones tecnológicas estadunidenses, entre ellas Google, Amazon y Microsoft, de participar en el genocidio en Palestina.
Un mes antes, Donald Trump declaró que Estados Unidos “no tolerará” que continúen los procesos judiciales por corrupción contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Tucker Carlson destacó además los vínculos del delincuente sexual Jeffrey Epstein con el régimen israelí y con el Mossad.
Israel intensificó sus ataques contra Gaza a finales de agosto. El número de palestinos asesinados superó las 62 mil 600 personas. La Oficina de Derechos Humanos de la ONU informó que, en dos meses, al menos 1 mil 760 palestinos murieron mientras buscaban ayuda humanitaria debido a ataques israelíes.
El 18 de septiembre, Estados Unidos volvió a vetar la orden del Consejo de Seguridad de la ONU que exigía un alto al fuego en Gaza y el fin del bloqueo a la ayuda. A pesar de haber perdido la votación por 14 a 1, usó su poder de veto. Mientras tanto, Trump busca el aval del Congreso para vender a Israel 6 mil millones de dólares en armas, incluidos helicópteros y vehículos blindados.
Sin embargo, los pueblos responden. El 18 de septiembre, trabajadores portuarios de Rávena, Italia, se negaron a cargar dos contenedores con explosivos y obligaron al ayuntamiento a prohibir su envío a Israel.
La Flotilla Sumud, que transportaba ayuda humanitaria, fue detenida en octubre. La condena internacional contra el régimen israelí creció de manera abrumadora por el genocidio en Gaza y por el ataque en Catar contra líderes del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina que participaban en negociaciones.
Ante la presión internacional, se anunció un alto al fuego el 8 de octubre y comenzó la primera fase de un acuerdo que estableció la liberación de rehenes a cambio de 2 mil prisioneros palestinos, incluidos 250 con cadena perpetua. El acuerdo incluía el retiro de las fuerzas israelíes a líneas preestablecidas dentro de la Franja de Gaza.
Israel violó ese alto al fuego y mató a 200 palestinos en las primeras dos semanas posteriores al anuncio. El gobierno de Gaza denunció 80 violaciones del acuerdo en una semana. El domingo 19 de octubre, Israel lanzó 153 toneladas de bombas sobre la Franja. El ejército bloqueó la entrada de ayuda humanitaria “hasta nuevo aviso”. El Ministerio de Salud de Gaza denunció que 150 de los cuerpos devueltos por Israel presentaban signos de tortura, quemaduras, ejecuciones, manos atadas, ojos vendados y fracturas.
Trump recibió el 16 de noviembre, por tercera vez, al nuevo gobernante de Siria, Ahmed Al-Sharaa. Esta visita marcó la primera vez desde 1946 que un jefe de Estado sirio llegó a la Casa Blanca. Ambos acordaron unir fuerzas contra los movimientos de resistencia en Medio Oriente: Palestina, Irán, Líbano, Yemen, Irak y Siria, con la propuesta de crear una “coalición antiterrorista”.
Ahmed Al-Sharaa estuvo previamente vinculado a Al-Qaeda. Fuerzas estadunidenses lo detuvieron en Irak en 2005 y el Departamento de Estado lo incluyó en su lista de terroristas. A pesar de ello, Washington lo apoyó para derrocar al presidente sirio Bashar al-Asad.
Washington impuso el lunes 17 de noviembre, en el Consejo de Seguridad de la ONU, la resolución 2803. Esa resolución respalda el plan de Israel para controlar Palestina y despojarla de su soberanía con una “fuerza internacional de estabilización” para Gaza. El texto favorece la ocupación israelí, ignora los derechos palestinos, en particular el derecho a la autodeterminación, y bloquea la posibilidad de un Estado palestino independiente con Al-Quds como capital.
La resolución excluye al pueblo palestino de toda decisión sobre su propio futuro y coincide con los objetivos israelíes de desmantelar su causa. Pretende imponer una tutela colonial sobre Palestina.
Por ahora, Estados Unidos planea construir una gran base militar cerca de Gaza. Actualmente mantiene 200 soldados en los territorios palestinos ocupados, quienes operan desde el Centro de Coordinación Cívico-Militar del Comando Central en Kiryat Gat, en el sur de Palestina ocupada.
El 18 de noviembre, Trump declaró en la Casa Blanca que sostenía conversaciones con autoridades iraníes para iniciar un proceso de negociación. Teherán desmintió esa versión y recordó que rechaza las imposiciones de Estados Unidos, sus sanciones y sus exigencias para detener el desarrollo nuclear con fines pacíficos. Irán destacó además que, el 13 de junio, mientras supuestamente negociaba, Israel atacó territorio iraní con apoyo estadounidense.
El 21 de junio, por órdenes de Trump, Estados Unidos bombardeó tres sitios nucleares clave: Fordow, Natanz e Isfahán. Washington retrocedió ante la falta de resultados y la demostración de fuerza iraní, que como represalia causó daños importantes en la base aérea estadounidense de Al Udeid, en Catar.
Contra Israel, las Fuerzas Armadas iraníes respondieron de inmediato con oleadas de misiles y drones bajo la operación “Verdadera Promesa III”. Israel pidió el alto al fuego después de esa ofensiva. Los combates terminaron el 24 de ese mismo mes. Las negociaciones se frustraron por la responsabilidad directa de Estados Unidos e Israel.
En el Líbano, John Hurley, subdirector de lucha antiterrorista de Estados Unidos, presionó el 17 de noviembre para enfrentar a la resistencia de Hezbollah. Israel bombardeó el sur del país y violó el alto al fuego. También perpetró la masacre en el campo de Ain al-Hilweh contra refugiados palestinos y atacó a personal de la misión de paz de la ONU, a quienes consideró “sospechosos”.
En Yemen, el 16 de octubre, murió Muhammad Abdelkarim al-Gamari, jefe de Estado Mayor de la resistencia de Ansarolá, tras bombardeos de la coalición israelí-estadounidense. Yemen defiende a Palestina con ataques de drones y misiles contra Israel. Los combatientes de Ansarolá bloquearon el mar Rojo con ataques a buques comerciales en solidaridad con Palestina y como respuesta a la guerra israelí contra Hamás.
Estados Unidos e Israel respondieron con bombardeos, con víctimas civiles y funcionarios, incluidos interlocutores clave de la ONU. Los ataques continuaron, incluso contra objetivos civiles, como el ataque al campo de migrantes en Sada el 28 de abril, donde murieron decenas de africanos en el noroeste del país.
En el mar de China Meridional, el 7 de noviembre, Estados Unidos y las Fuerzas Armadas de Filipinas iniciaron los ejercicios militares conjuntos “DAGIT-PA 2025”, que incluyeron maniobras terrestres, aéreas y navales durante diez días. Estas operaciones aumentaron la tensión entre Washington y Pekín. La situación se agravó por la disputa sobre Taiwán y por la guerra comercial y tecnológica. La belicosidad estadounidense provocó una resistencia más cohesionada entre China, Rusia, Corea del Norte e Irán.
En Venezuela, el 16 de noviembre, el secretario de Estado Marco Rubio afirmó que el llamado cártel de los Soles está dirigido por Nicolás Maduro y aseguró que “no representa al gobierno legítimo de Venezuela”. Washington evalúa clasificar al grupo como organización terrorista extranjera.
Estados Unidos desplegó el portaaviones USS Gerald R Ford, con más de 4 mil marineros y docenas de aviones tácticos, acompañado por una flota de casi una docena de navíos y 12 mil soldados.
El 15 de noviembre lanzó un nuevo ataque, bajo la Operación Lanza del Sur, contra una embarcación que –según el Pentágono– transportaba drogas en el Pacífico. La operación sumó 21 ataques y dejó 83 muertos. Trump declaró el 17 de noviembre que no descarta enviar tropas estadounidenses a Venezuela.
El 16 de noviembre, Washington enfrentó un revés en Ecuador. Casi 60 por ciento de los votantes rechazaron el proyecto para instalar bases militares estadounidenses, lo que frustró los planes que Estados Unidos preparaba desde hacía años.
El 17 de noviembre, Trump comentó en la Casa Blanca que considera viable atacar México o enviar tropas estadounidenses al país. También afirmó que la Ciudad de México enfrenta “problemas muy serios”, aludiendo a la marcha de la Generación Z realizada en el Zócalo.
En el contexto de la próxima renegociación del T-MEC, prevista para 2026 y que Trump califica como “el peor acuerdo comercial jamás hecho”, el mandatario aumenta la presión. Al mismo tiempo guarda silencio ante la exigencia de justicia por los 10 mexicanos muertos a manos de agentes de migración estadunidenses de enero a octubre y por la detención de 2 mil 382 mexicanos en 169 operativos.
La resistencia popular contra Washington crece durante 2025. El 5 de abril comenzaron las protestas Hands Off, con manifestaciones en los 50 estados del país. Miles de personas participan en actos organizados por más de 150 grupos, sindicatos, organizaciones de derechos civiles, veteranos y colectivos de mujeres. El movimiento critica los despidos masivos en el gobierno federal, el cierre de oficinas del Seguro Social, la eliminación de agencias públicas, las deportaciones, los recortes a programas de salud y el apoyo al genocidio en Palestina.
El movimiento 50501 mantiene movilizaciones pacíficas contra las políticas de Trump. Su nombre alude a su lema: “50 estados, 50 protestas, 1 movimiento”. El 19 de abril, durante el Día de la Acción, se realizaron alrededor de 700 actos en ciudades como Nueva York, Miami, Chicago y Washington D. C. La siguiente jornada de protesta será el 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores.
Las movilizaciones No Kings comenzaron el 14 de junio de 2025, impulsadas por opositores a la segunda administración de Trump, a quien acusan de autoritarismo.
Miles de puertorriqueños marcharon el 31 de agosto para denunciar el colonialismo de Washington y exigir la independencia de Puerto Rico. El 18 de octubre, 7 millones de personas se manifestaron contra Trump en 2 mil 600 marchas en todo el país. Fue la tercera movilización masiva desde su regreso a la Casa Blanca, en medio de un cierre de gobierno que suspendió servicios federales y dejó sin salario a 18 millones de trabajadores.
La elección de Zohran Mamdani como primer alcalde musulmán de Nueva York, un joven de 34 años con un programa progresista y que ha expresado apoyo a Palestina, refleja el momento político interno que vive Estados Unidos.
Las encuestas muestran un deterioro notable de la imagen de Israel entre la población estadounidense. Un sondeo de Gallup señala que Netanyahu se convirtió en el político extranjero más impopular. Datos de septiembre indican que apenas 34 por ciento de las personas encuestadas apoyan la campaña militar israelí en Gaza. Un estudio de Quinnipiac revela que 60 por ciento de los estadunidenses se oponen al envío de ayuda militar a Israel.
La defensa de la soberanía se plantea como condición central para que cada nación pueda enfrentar los ataques de Washington y decidir su propio futuro. Diversos actores políticos, sociales y comunitarios sostienen que la lucha de los pueblos de Estados Unidos, de México y del resto del mundo resulta determinante para frenar los planes militares, geopolíticos y económicos impulsados por la administración Trump.
La articulación internacional de estas resistencias busca abrir paso a un escenario de paz y a gobiernos que prioricen la estabilidad global por encima de la confrontación.
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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