Cada vez somos mas conscientes de la necesidad de paz y colaboración. Queremos cooperar con otros pueblos, ayudar al bienestar de todos, a las relaciones de amistad y ayuda mutua, respetar y ser respetados. Somos un país que nunca ha invadido a otro, un pueblo querido en el mundo. Llega el nuevo presidente Joe Biden a la presidencia estadunidense y de inmediato su secretario de Defensa, Lloyd Austin, promueve desde el primer instante la integración militar de México. Propone que México se una a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), para “defender la región”.
Estados Unidos insiste en sentirse dueño de “su” “región”, pero somos una nación soberana. No somos “región”, somos nación soberana y nos decidimos por la paz y la armonía entre las naciones. No tenemos que meternos en los constantes pleitos del vecino del Norte con las más diversas regiones ni en sus conflictos con China y Rusia.
Tomando en cuenta que Estados Unidos ha invadido a 55 países, no nos vamos a unir a sus aventuras militares. Nuestra Constitución es muy clara: en su Artículo 89 condena la intervención armada y defiende la autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de los conflictos. La Constitución postula la autodeterminación y prohíbe la acción de Fuerzas Armadas extranjeras en nuestro territorio y la dependencia del Ejército de un mando extranjero. Los artículos 16, 32, 33, 34, 89, 118, 129, 133 consagran la soberanía militar de México. Esto choca frontalmente con el proyecto de Washington.
¿Vamos a ayudar? ¿A bombardear Yugoslavia, invadir Afganistán, destruir Libia, intervenir en Siria, pelearnos con Irán? Todo eso ha hecho la OTAN. Y además cocina grandes pleitos con Rusia y China. Ahora la OTAN, fuerza militar que encabeza Estados Unidos, está dispuesta a rodear a Rusia. El secretario general de la organización, Anders Fogh Rasmussen, ya hace 6 años detalló que nuevas tropas estarían integradas por varios miles de soldados listos para un rápido despliegue. Por eso ha sido clara la postura del gobierno federal actual: el presidente Andrés Manuel López Obrador ha rechazado reiteradamente la cooperación militar con Estados Unidos. Incluso lo manifestó al propio Biden desde el año 2012 y lo reiteró en cuanto tomo posesión el 20 de enero de 2021.
Ser miembro de la OTAN significa que hay que destinar un 2 por ciento del producto interno bruto (PIB) para gasto militar. Obligaría al gobierno de México a cuadriplicar su presupuesto en gasto bélico. ¿En medio de la pandemia? Claro, este gasto engordaría los bolsillos del complejo militar industrial de Estados Unidos.
Nos quieren en la OTAN Joe Biden, quien impulsó el bombardeo a Yugoslavia y el ataque a Libia y Siria, y su secretario de Defensa, general retirado Lloyd Austin III, quien ha sido integrante del board de la firma armamentística Raytheon Tecnologís, compañía que, desde el sexenio anterior con Peña Nieto, le vende misiles a las embarcaciones de la Secretaría de Marina (Semar) mexicana. El nombramiento del exgeneral del Ejército, que luchó en Irak y Afganistán antes de convertirse en el primer hombre de color en liderar el Comando Central del Ejército de Estados Unidos (Centcom), fue aprobado en el Senado por 93 votos contra dos. El día anterior, las dos cámaras del Congreso habían otorgado una exención al general retirado desde 2016, ya que las regulaciones vigentes estipulan que un exmilitar debe estar retirado por más de 7 años para convertirse en secretario de Defensa.
México siempre ha sido neutral en las guerras imperialistas. Somos un país de paz, con gran prestigio en el mundo por este hecho. Sólo se unió a la gran coalición de los pueblos contra en nazis y fascistas que invadieron media Europa y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación ha sido una constante en la historia de México.
Pero comenzó el retroceso y la traición con la firma de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) por Vicente Fox en 2005, desarrollándose un proceso que llevaría a la Iniciativa Mérida en 2007, con el que el gobierno de George W Bush dio inicio formal a la integración militar. Si la administración de Bush dio el primer paso, la de Obama-Biden, se metió hasta la cocina. En 2009 comenzó en serio el proceso de integración militar Estados Unidos-México a partir de la visita de Hillary Clinton, y empezó la andanada de medidas intervencionistas estadunidenses en territorio mexicano: se abrió la Oficina Binacional de Inteligencia, cuyas instalaciones se encuentran en Reforma 265 –en el corazón de la Ciudad de México– y donde opera, a unos metros del Ángel de la Independencia, personal del Pentágono asignado a la Agencia de Inteligencia Militar, a la Oficina Nacional de Reconocimiento y a la Agencia Nacional de Seguridad; así como agentes de la Oficina Federal de Investigaciones, del Departamento de Justicia, de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos; agentes de Inteligencia de la Guardia Costera; de la migra u Oficina de Cumplimiento Aduanal y Migratorio; igualmente operan efectivos de la Oficina de Inteligencia sobre Terrorismo y Asuntos Financieros, que representan al Departamento del Tesoro; todas, dependencias gubernamentales estadunidenses.
Luego de esa visita de Hillary Clinton, se integró la Armada de México a las maniobras navales Unitas 50-09 en Mayport, Florida, del 20 de abril al 5 de mayo (casualmente cuando se dio el escándalo de la epidemia de influenza) y se aprobó el sobrevuelo de drones o naves aéreas no tripuladas sobre el espacio mexicano, naves que han causado alrededor de 4 mil muertos en Pakistán, Yemen, Afganistán, al dedicarse a bombardear blancos y ocasionar numerosas víctimas inocentes en los años del gobierno Obama-Biden, a las que simplemente las etiquetan como “daños colaterales”. Por otra parte, se anunciaron las aduanas internas para tener agentes gringos en México y revisar la mercancía en nuestro país para que se lleve directamente a Estados Unidos sin detenerse en la frontera. Todo esto es una violación flagrante de nuestra soberanía.
En los años posteriores se profundizó la intervención con la instauración de la Academia Nacional de Formación y Desarrollo Policial, en San Salvador Chachapa, Puebla, inaugurada en mayo de 2012 por el embajador estadunidense Anthony Wayne; además de la presencia (secreta) de militares estadunidenses en la frontera Norte (denunciado por el diario The New York Times el 8 de agosto de 2011); las maniobras militares conjuntas que se han ido desarrollando, por ejemplo, entre Texas y Tamaulipas, del 2 al 9 de mayo de 2012, por parte de ambos ejércitos; aunado al envío de armas, de la que la operación Rápido y Furioso es un botón de muestra.
Al mismo tiempo que se habló de “alianza estratégica” y “cooperación” se construía el “muro de la muerte” en la frontera y aumentaban los asesinatos contra mexicanos en aquella zona. La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, desató agresiones sistemáticas contra los mexicanos al recurrir al asesinato en ambos territorios.
Ya lo dijo Michael Mullen, jefe del Estado Mayor de Estados Unidos de 2007 a 2011, cuando habló el 5 de febrero de 2009, en la Universidad de Princeton: “El Plan Colombia es un buen ejemplo de colaboración militar de Estados Unidos con un aliado en la región […]. “Una colaboración militar entre Estados Unidos y México, en territorio de este último [sic], sería una novedad histórica entre dos países que mantuvieron guerras en el pasado” (sic). Sí el Plan Colombia fue un antecedente del “Plan México” que para evitar el escándalo se cambió de nombre al de “Iniciativa Mérida”, ahora tras de que Colombia se integra a la OTAN y Brasil sigue sus pasos, buscan que México imite a Colombia, que es desde hace décadas el bastión de Estados Unidos en América Latina y El Caribe. Y recordemos que Colombia ha tenido siete bases militares donde actúan las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Aquí en México también quieren usar nuestro territorio como base militar.
Al integrarnos a lo que llaman la “región norteamericana” nos hacen partícipes de los conflictos de Estados Unidos, en los que además de guerras abiertas desata ataques secretos por parte de sus Fuerzas de Operaciones Especiales en 134 países, los ataques de aviones no tripulados, una guerra abierta o velada en múltiples frentes. Estados Unidos quiere el control del país por cuestiones militares e incluirnos en sus planes bélicos. No vamos a comprar pleitos ajenos, además, que nos convertiría en un blanco de ataque para los enemigos de Estados Unidos.
El PRIAN comenzó la integración económica con EU desde los sexenios de Salinas de Gortari y Zedillo, en 2005, Fox firmó la integración en seguridad, con la ASPAN y Calderón la Iniciativa Mérida y la integración militar. Desde hace años Estados Unidos presiona para que nos sometamos al Comando Norte, que dirige el Pentágono. Ahora “para defender la región norteamericana” Biden quiere que México se integre a la OTAN. Afortunadamente tenemos un gobierno que ha sido claro en su rechazo a la “cooperación militar”. Sin embargo, también son harto claras sus intenciones. Y de seguro seguirán por el mismo camino, es una línea que han seguido tanto los gobiernos demócratas como los republicanos. Por soberanía, ¡no! Tengamos claro que, sin soberanía militar, la soberanía nacional sería inexistente. ¡Luchemos contra el neocolonialismo y por la plena soberanía!
Pablo Moctezuma Barragán*
*Doctor en estudios urbanos, politólogo, historiador y militante social
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