Johan Galtung*/IPS Alfaz, España.
El asunto de divulgar información reservada no se trata de revelar secretos, sino de la no violencia y la lucha de la desobediencia civil contra los grandes males sociales.
Revelar información secreta presupone que se puede alertar a alguien, que de hecho quiere ser alertado, y que está en posición de hacer algo al respecto.
Obviamente, quienes pueden hacer algo respecto de la política exterior de Estados Unidos, quienes tienen el poder –el Congreso y en especial el Senado; el Ejecutivo, el Departamento de Estado (Cancillería), el Pentágono y la Casa Blanca; el Poder Judicial, la Corte Suprema; el poder económico, los bancos gigantes; el poder cultural, los grandes medios de comunicación–, saben perfectamente bien qué ocurre.
Son todos esfuerzos por conservar el poder imperial económico, militar, político y cultural.
Pero no quieren cambios. Y quienes que sí los quieren –una gran parte de la población estadunidense, de la población de los países aliados y la mayoría del resto del mundo– fueron alertados, pero en gran medida son impotentes. Al menos eso es lo que creen. Pero sobre este punto vea la tesis cinco.
La cuestión básica no es el interés político-mediático sobre Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden, sino sobre la información que divulgaron.
Manning divulgó un video sobre el ataque de un helicóptero contra varias personas, la mayoría no combatientes y desarmadas, en Irak, entre los que había dos periodistas de la agencia de noticias Reuters.
El resultado: el Parlamento iraquí rechazó la propuesta del gobierno de George W Bush (2001-2009) de mantener una base militar en ese país. Estados Unidos se retiró de Irak el 31 de diciembre de 2011.
Manning también reveló la magnitud total de la corrupción del dictador de Túnez, Zine el Abidine Ben Ali, lo que avivó la revuelta juvenil.
También reveló que el dictador de Yemen, Ali Abdullah Saleh, aceptó los ataques con aviones no tripulados de Estados Unidos en su país, lo que llevó a su dimisión.
Manning reveló que la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, ordenó a diplomáticos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que espiaran a sus contrapartes en el foro mundial en busca de información detallada sobre líderes de la ONU, con contraseñas y claves encriptadas.
Manning reveló que el actual secretario de Estado, John Kerry, presionó a Israel para que se mostrara abierto a devolver los Altos del Golán a Siria, como parte de las negociaciones de paz.
Manning reveló que la corrupción del gobierno afgano era “abrumadora”.
Manning reveló la naturaleza autoritaria y corrupta del régimen de Hosni Mubarak (1981-2011) en Egipto.
Manning reveló que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, estaba en contra de atacar las instalaciones nucleares de Irán porque sería contraproducente.
Manning reveló la política israelí “de mantener la economía de Gaza funcionando en su mínima expresión posible mientras se evitara una crisis humanitaria”.
Manning reveló que el presidente de Siria, Bashar al-Assad, y su esposa compraron joyas y llevaban un estilo de vida lujoso en Europa, mientras su artillería mataba en Homs.
Tomemos el ejemplo de Snowden: sus revelaciones, de que Estados Unidos espiaba tanto a sus aliados como a Afganistán, pusieron en riesgo los planes de Washington de crear dos grandes bloques comerciales, uno trasatlántico y otro transpacífico, para excluir al BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
De ser así, entonces ésta es la historia del mundo, con Estados Unidos ganando tiempo.
La diplomacia en general, no sólo la de Estados Unidos, quedó al descubierto.
Cuando Assange publicó las primeras informaciones en Wikileaks escribió: “El emperador al desnudo. Pero no sólo el emperador estadunidense, sino también la emperatriz diplomacia […].
“¿Qué clase de discurso ridículo es éste, tan concentrado en lo negativo, en los actores, por lo general personas de la elite en países de elite? Chismes, caracterizaciones pueriles, el tipo de ‘análisis’ de poder típico de la inmadurez. ¿Dónde está el análisis de la cultura y la estructura, que es años luz más importante que los actores que vienen y van?
“¿Dónde están las ideas positivas? ¿Dónde están las ideas sobre cómo convertir los desafíos del cambio climático en cooperación para un beneficio mutuo y equitativo como los proyectos para destilar agua en la frontera de Israel con Líbano y Palestina, alimentados por espejos parabólicos, y la positiva cooperación entre Estados Unidos e Irán sobre energías alternativas?
“La democracia se muere a puertas cerradas y Wikileaks las abre; un enorme servicio a la democracia”, afirmó.
Lo que revelaron Manning y Snowden es la agonía del imperio de Estados Unidos. Lo que revelaron Assange y otros es la agonía del sistema estatal como lo conocemos. Ambos procesos llevarán tiempo, el anterior más que este último. Y sin temor a equivocarse: estas tres personas hicieron historia.
Tres nombres que serán recordados cuando algunos presidentes de Estados Unidos pasen a un merecido olvido. ¿Quién recuerda a las mayores autoridades inglesas en India, como los virreyes y sus delitos, reyes de los vicios? Mahatma Gandhi mantiene vigencia.
¿Quién conoce los nombres de los ingleses que trataron de mantener las colonias sobre el litoral del Océano Atlántico? George Washington, Thomas Jefferson y Benjamín Franklin los eclipsan a todos.
Quizá incluso contribuyan a la disminución de los ejércitos y –si Estados Unidos cambia– al entendimiento entre las naciones. Un Premio Nóbel de la Paz compartido entre los tres. No muy probable, pues Noruega es cliente de Estados Unidos.
Los aliados de Estados Unidos obedecen por miedo, no porque estén de acuerdo. En concreto: obedecen para evitar que un día la Fuerza Aérea de Estados Unidos aterrice en las muchas bases que están a su disposición, “pues el gobierno es incapaz de proteger a su propia población”.
Vienen los estadunidenses, no los rusos ni los musulmanes. Cuanto más factible se vuelve, más se desliza Estados Unidos hacia su predisposición al totalitarismo bien aceitado. El próximo paso, probablemente sean campamentos de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por su sigla en inglés) para sospechosos –por categorías, metadatos–, como los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Tesis cinco
Todo el mundo, y en especial los medios de comunicación, pueden acelerar el proceso. Las manzanas podridas deben caer del árbol; un sacudón ayudaría.
Los medios clave, como The Guardian y The Washington Post a la cabeza, merecen nuestra felicitación. Luego, dejemos que millones de personas rodeen los ministerios de Relaciones Exteriores y las embajadas reclamando el fin del espionaje, que alejen sus servidores de los grandes traidores en Estados Unidos, suspendan la cooperación futura, enturbien las relaciones diplomáticas hasta que ocurra un desespionaje, semejante al desarme.
*Profesor de estudios sobre la paz; rector de Transcend Peace University y autor de 150 libros sobre paz y asuntos afines.
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Fuente: Contralínea 349 / agosto 2013
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