El 12 de agosto pasado concluyó el Año Internacional de la Juventud. El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mediante la resolución 54/120 derivada de la Conferencia Mundial de Ministros de Asuntos de la Juventud, estableció el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud. En 1995 la ONU aprobó el Programa de Acción Mundial para los Jóvenes como un primer marco normativo dirigido a mejorar la situación de ese grupo. El establecimiento de un programa y la asignación de un día dedicado a la juventud son un llamado para diseñar normas internacionales, planes de acción y políticas públicas que garanticen y fortalezcan los derechos humanos de los jóvenes.
Angélica Gay Arellano/Clara Meyra Segura*
Hablar de la juventud es un tema relativamente nuevo. Mientras se desarrollaba la Guerra Fría, en la década de 1960 emergieron movimientos juveniles, principalmente estudiantiles, que comenzaron a hacerse visibles en Europa y América Latina. La juventud se convirtió en un tema a tratar, no sólo al interior de los Estados, sino a nivel internacional. En 1965, la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración sobre el Fomento entre la Juventud de los Ideales de Paz, Respeto Mutuo y Comprensión entre los Pueblos, en la que se trata los graves daños padecidos a causa de las dos guerras mundiales y la importancia del papel de la juventud en la edificación del mundo contemporáneo.
Durante la “década perdida” de 1980, específicamente en 1985, se nombró el primer Año Internacional de la Juventud, debido al bono poblacional que se estimó para ese tiempo y al impacto que la economía mundial tuvo en la vida de los jóvenes. Posteriormente, en 2010, se proclamó desde México otro Año Internacional de la Juventud que concluyó con un evento en Túnez. Desafortunadamente las condiciones en las que aconteció dicho evento en León, Guanajuato, fueron cuestionadas porque las temáticas se perdieron entre las discusiones y los Estados no fueron capaces de llegar a acuerdos mínimos para mejorar las condiciones de los jóvenes en el mundo; las expectativas se diluyeron.
Sin embargo, sí se construyó una importante declaración por parte de mujeres y hombres jóvenes de varios países del mundo que plantearon demandas muy específicas. La respuesta por parte de los Estados fue casi nula. De ahí surgió la propuesta de cerrar el Año con una conferencia en Túnez pero no se llevó a cabo, entre otras cosas, por las condiciones políticas del país. En cambio, la clausura se realizó en una reunión de alto nivel en Nueva York, cuyo resultado fue una nueva declaración con buenas intenciones, pero carente de un contenido capaz de generar políticas en los Estados miembros.
El Año Internacional de la Juventud termina sin compromisos claros para los gobiernos del mundo frente a una crisis en la que las personas jóvenes son las principales afectadas, tanto individual como colectivamente. Para muestra, tenemos las declaraciones de la Organización Internacional del Trabajo que indica que 2010 figuró como el Año en que más desempleo juvenil se presentó en la historia.
Pese al intento de colocar en la agenda la creación de un organismo internacional de la juventud o de una convención mundial, esto no fue prioridad. A nivel mundial, el único instrumento que reconoce a los jóvenes como sujetos plenos de derechos humanos es la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes, iniciativa de la Organización Iberoamericana de Juventud, de la que México forma parte. No obstante, a la fecha, el gobierno mexicano no la ha ratificado.
En la medida en que se agudiza la situación económica y política en el mundo, la participación de la juventud se ha visibilizado en los tiempos de crisis. Las revueltas en Oriente Medio, las manifestaciones en Europa, las movilizaciones y los casos de violaciones a los derechos sociales en América Latina (en Chile, en Centroamérica y México) son la fiel expresión del deseo de transformar la situación que día con día observamos y vivimos. Por ello, es importante escuchar y hacer visible la voz de la juventud.
Al hacer un balance en el marco del cierre del Año Internacional de la Juventud, se observa que los derechos de ésta han sido gravemente vulnerados y violentados. El objetivo primordial de esta celebración es gozar de una vida digna, aunque esto parece cada vez más un fin inalcanzable; por el contrario, contamos con pocas herramientas, no por ello menos valiosas, para defender los derechos humanos y así lograr este resultado. Entre los elementos que consideramos imprescindibles y de los que debemos partir, señalamos la necesidad de elaborar un diagnóstico sobre la situación de los derechos humanos de la juventud en México, por supuesto, desde un enfoque de éstos con perspectiva de género que reconozca, en la medida de lo posible, la diversidad cultural e identitaria.
La construcción de un diagnóstico de DH de las juventudes
En el Centro Vitoria nos dimos a la tarea de realizar durante 2010 un primer diagnóstico sobre la situación de los derechos de la juventud en México. Gracias a éste nos dimos cuenta de la necesidad de profundizar en varios temas y construir herramientas que contribuyan a la defensa, educación y promoción de dichos derechos. Durante la elaboración del documento nos enfrentamos a la poca información disponible sobre algunos temas, en los que fue difícil profundizar, y la pobre rendición de cuentas. Otro de los retos fue encontrar datos disgregados por edades y territorios; varias estadísticas manejan el grupo de edad de 15 a 29 Años, debido a que éste es el rango que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía utiliza. Pero hay que recordar que en México la juventud comprende de 12 a 29 Años de edad y la infancia hasta los 18 Años. Es decir, que los derechos de la infancia y los derechos de la juventud van unidos, aunque entre estos rangos existen realidades específicas y diversas.
Para la realización del Informe sobre la situación de los derechos humanos de las juventudes 2011, partimos de una propuesta de conceptualización de un enfoque de derechos humanos de la juventud. Identificamos que hablar de sus derechos nos remitía a la perspectiva juvenil, por un lado, y al enfoque de derechos humanos, por el otro. Esto dificulta realizar un análisis más integral, pues no se tenía un horizonte articulado para desarrollarlo. Entonces, definimos el enfoque de derechos humanos de la juventud como un conjunto de teorías y conceptos que articulan ideas que reconocen la dignidad de las personas jóvenes. No existe una sola forma de ser joven, porque es el resultado de una construcción sociohistórica cuya omisión significa la discriminación y exclusión en la toma de decisiones sobre sus propias vidas, mas están presentes en todos los territorios del país, las grandes ciudades, comunidades indígenas, poblados rurales, escuelas, trabajos, calles.
El contenido del documento resalta que aunque la juventud de 12 a 29 Años representa más de la tercera parte de la población total, se desenvuelven en un contexto que limita el acceso y ejercicio de sus derechos humanos. La militarización del país los coloca en una situación de riesgo, son invitados a participar en la milicia o se integran a las filas del crimen organizado; se enfrentan a la imposibilidad de acceder a los derechos económicos, sociales y culturales; a esto se suman otros factores como la pobreza y los roles de género ya determinados. El derecho a la educación y al empleo son los derechos sociales más vulnerados: el desempleo y la baja matrícula en las escuelas afectan, principalmente, a las personas de entre 12 y 29 Años. Las soluciones que se plantean a través de políticas públicas y programas de gobierno son insuficientes. Además, la perspectiva que subyace a su planeación es ajena a los derechos humanos.
Nos parece fundamental que el Informe refleje a las mujeres y los hombres jóvenes. También buscamos contribuir en la formulación de leyes, reglamentos, políticas públicas y presupuestos para este grupo. Además, esperamos que sea un insumo para la construcción de la Agenda Social y Política para las y los Jóvenes 2011-2021 y que ésta trascienda periodos electorales.
*Colaboradoras del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria OP, AC
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