La Paz, Bolivia. Sin barba ni melena, con unos anteojos que disimulaban su rostro, pero no su mirada, llegó el Ernesto Guevara, el Che, a Bolivia con un solo objetivo: librar a la nación andino-amazónica de la dictadura del general René Barrientos y continuar luego la marcha revolucionaria por Latinoamérica.
El 3 de noviembre de 1966, con un pasaporte uruguayo a nombre de Adolfo Mena González arribó el Che a La Paz y sólo 4 días después estaba en Ñancahuazú, su primera base de operaciones.
No era la primera vez que el Che visitaba Bolivia. Aún sin saber lo que significaría su nombre para el mundo, Ernesto Guevara de la Serna pasó por el país sudamericano en 1953.
Más de 1 década antes de formar su guerrilla, el joven argentino conoció sobre la insurrección del 9 de abril de 1952 en La Paz.
En una de las cartas que envió el Che a su amiga Tita Infante, durante el viaje por Latinoamérica acompañado por Alberto Granados, Guevara decía sobre Bolivia:
“Le diré que en La Paz me olvidé del régimen y de todas esas macanas […] todo estuvo magníficamente durante el mes y medio que permanecí. Paseamos por los alrededores más o menos lejanos de la capital, como Los Yungas, que son unos valles tropicales preciosos, pero una de las cosas interesantes a que nos dedicábamos era a otear el panorama político que es sumamente interesante. Bolivia es un país que ha dado un ejemplo realmente importante a América”.
“Vimos el escenario mismo de las luchas, los impactos de bala y hasta restos de un hombre muerto en la pasada revolución (1952) y encontrado recién en una cornisa donde había volado su tronco, ya que exploraron los cartuchos de dinamita que llevaba en la cintura. En fin, se ha luchado sin asco. Aquí las revoluciones no se hacen como en Buenos Aires, y 2 o 3 mil muertos (nadie sabe exactamente cuántos) quedaron en el campo”.
En su introducción al Diario del Che en Bolivia, el comandante en jefe Fidel Castro afirmó: “el Che no concebía la lucha en Bolivia como un hecho aislado, sino como parte de un movimiento revolucionario de liberación que no tardaría en extenderse a otros países de América del Sur”.
Por su parte, el escritor e investigador boliviano Carlos Soria en su artículo “¿Por qué vino el Che a Bolivia?”, indica que no se puede entender su presencia aquí sin considerar elementos del contexto mundial.
“Hemos llegado al medio siglo de un acontecimiento internacional ocurrido en territorio de nuestro país. La guerrilla comandada por Ernesto Che Guevara no fue un suceso exclusivamente boliviano, sino el resultado de un complejo entramado mundial de ese entonces. Por una parte, la Revolución Cubana, de forma militante, solidaria y comprometida, empeñada en apoyar cambios revolucionarios en diversas partes del mundo, pero particularmente en América Latina”, subraya el intelectual.
El 7 de noviembre de 1966 el guerrillero escribía: “Hoy comienza una nueva etapa”, y así iniciaba el Che su viaje por la nación andino-amazónica y sus apuntes en un diario que lo acompañaría los 11 meses que duró la contienda en ese país.
“(…) Gracias a aquel invariable hábito suyo de ir anotando los principales hechos de cada día, podemos disponer de una información pormenorizada, rigurosamente exacta e inapreciable de aquellos heroicos meses finales de su vida en Bolivia”, señalaba Fidel.
Cada día era una historia, un acontecimiento, una valoración sobre el desempeño de la guerrilla. A pesar de la dura lucha en Bolivia, el Che siempre daba en sus notas un aliento de positividad ante tan dura tarea.
Cada mes, el guerrillero heroico hacía un resumen del trabajo de la tropa y los hechos más relevantes.
“Todo ha salido bastante bien: mi llegada sin inconvenientes […]. Los planes son: esperar el resto de la gente, aumentar el número de bolivianos hasta 20 y comenzar a operar”, escribía Ernesto Guevara luego de su primer mes en Bolivia (diciembre, 1966).
Pero los pasajes de la guerra también estaban llenos de recuerdos, en su mente de revolucionario no faltaba la evocación a los cumpleaños de los hijos, los padres, la esposa.
11 de febrero de 1967: “Cumpleaños del viejo”, apuntaba en su diario en la jornada en que su padre Ernesto Guevara Lynch arribaba a otro año de vida.
Febrero era un mes de efemérides para el Che. Su primera hija Hildita también celebraba su cumpleaños el día 15 y su esposa, Aleida March, a quien nombra Josefina en el libro, lo hacía el 18.
Luego de 90 días en el país sudamericano, la guerrilla comenzó a fortalecerse. Para finales de marzo de 1967, el Che apuntaba:
“Etapa de consolidación y depuración de la guerrilla, cumplida a cabalidad, comienzo de la lucha, caracterizada por un golpe preciso y espectacular […] comienzo de la contraofensiva del enemigo”.
El 23 de marzo, una emboscada hecha por la tropa guerrillera logró capturar tres morteros, varios fusiles, dos radios y zapatos. El saldo para el enemigo fue de siete muertos y 14 prisioneros.
Los datos eran corroborados por las emisoras radiales, un recurso que el Che utilizó siempre y al cual daba enorme importancia pues a través de este medio escuchaba los reportes del Ejército boliviano y el avance de las tropas enemigas.
La radio dio el parte de “un nuevo y sangriento choque” y habla de nueve muertos y cuatro “comprobados” de nosotros, indicaba el guerrillero heroico el 11 de abril luego del encuentro entre 15 soldados y una emboscada de la guerrilla en las orillas del río Ñancahuazú, del departamento boliviano de Cochabamba.
Según refiere Carlos Soria en su artículo “Cincuenta años del primer combate guerrillero del Che en Ñancahuazú”, el 23 marzo fue la primera batalla guerrillera en las selvas bolivianas. Dos días después, el comandante Ernesto Che Guevara reunió a su tropa, y se tomó el acuerdo de darle el nombre de Ejército de Liberación Nacional de Bolivia.
Desde ese momento, el gobierno boliviano llevó a cabo una intensa campaña de desinformación, dando a conocer partes oficiales alejados de la realidad, explica.
“La campaña de prensa contra la guerrilla tenía saturadas a las emisoras radiales. Para dar a conocer la verdad, el Che confeccionó el Comunicado No. 1 con el título: ‘Al pueblo boliviano: frente a la mentira reaccionaria, la verdad revolucionaria’”.
A medida que avanzaban los meses, la guerrilla del Che continuaba con los combates contra el ejército y en mayo de 1967 contaban tres nuevos enfrentamientos en los cuales no sufrieron pérdida de vidas humanas.
El Che expresó: “[…] la guerrilla va adquiriendo una moral prepotente y segura que, bien administrada, es una garantía de éxito”.
A pesar de que la tropa apenas contaba en junio con sólo 24 hombres, las acciones eran ya conocidas en todo el país.
“La leyenda de la guerrilla crece como espuma; ya somos los súper hombres invencibles (…). La moral sigue firme y la decisión de lucha aumenta”, así contaba el guerrillero heroico en su resumen habitual de fin de mes.
Sin embargo, entre los aspectos más significativos, Guevara resaltaba la necesidad de sumar más combatientes, sobre todo, campesinos.
Julio fue un mes también cargado de acontecimientos para la guerrilla con tres combates, en los cuales le ocasionaron siete muertos y 10 heridos al ejército del general Barrientos y por parte de la tropa del Che, fallecieron dos revolucionarios.
Al respecto, Guevara escribiría: “[…] La leyenda de las guerrillas adquiere dimensiones continentales; Onganía [entonces presidente de Argentina] cierra fronteras y Perú toma precauciones”.
Habían transcurrido así 8 meses de la presencia de Ernesto Guevara en Bolivia y de sus compañeros de guerrilla. La lucha continuaba, América Latina era el objetivo de un ideal que se sobrepuso a toda adversidad.
Claudia Dupeirón/Prensa Latina
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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