Kuala Lumpur, Malasia. El Acuerdo Transpacífico de Asociación para la Cooperación Económica (TPP, por su sigla en inglés), que se negoció en Atlanta, Estados Unidos, en octubre de 2015 y se firmará en Auckland, Nueva Zelanda, en este mes de febrero, privilegia a los inversores extranjeros e impone costos sustanciales a los países socios.
Jomo Kwame Sundaram*/Inter Press Service
Calificado de acuerdo comercial “modelo” del siglo XXI, es fundamental determinar qué beneficios se pueden esperar del TPP y si éstos superan sus costos.
Principalmente mediante el uso de modelos de equilibrio general computable de metodología discutible, todos los estudios realizados hasta la fecha proyectan reducidos beneficios directos del crecimiento económico producto de la liberalización comercial del TPP.
Los beneficios netos reales pueden ser aún menores, si no negativos, ya que muchos de los supuestos en los ejercicios de proyección no están en el acuerdo comercial definitivo.
Con el fin de argumentar a favor del TPP, algunos estudios buscaron los beneficios en otros ámbitos, principalmente de la supuesta inyección de la inversión proyectada, sin tener en cuenta los costos o presentándolos como beneficios.
El estudio más citado fue publicado en 2014 por el conocido defensor de la globalización estadunidense, el Instituto Peterson de Economía Internacional.
A los modelos económicos les ingresaron diversas disposiciones previstas del TPP como si fueran simples reducciones de costos, sin darle consideración alguna a los riesgos de corrección a la baja y a los costos, por ejemplo, debido a la reducción de la autonomía nacional en la reglamentación como resultado del acuerdo. Como tales, los costos no están incluidos y no proporcionan una evaluación real de costo-beneficio.
Al excluir costos fundamentales, los defensores del TPP exageran los beneficios comerciales proyectados al asegurar la existencia de beneficios dudosos. Por ejemplo, consideran las disposiciones para ampliar los derechos de propiedad intelectual (DPI) como reducción de costos que incrementarán el comercio de los servicios.
Las disposiciones que permiten a los inversores extranjeros demandar a los gobiernos en tribunales privados o que socavan el régimen bancario nacional son vistas como una reducción de costos que fomentan el comercio, lo que ignora los costos y riesgos que implica pasar por alto la regulación nacional.
El estudio asegura que habrá enormes beneficios debido a la presunción de que el TPP generará mayores exportaciones al reducir los costos fijos que tiene el ingreso a los mercados extranjeros.
Aunque no existe una base analítica para esos enormes beneficios, se supone que la mitad del impacto del acuerdo se deberá a la reducción de los costos comerciales fijos.
Si los modelos utilizados emplearan métodos convencionales para calcular los beneficios obtenidos del comercio, los resultados habrían sido mucho más reducidos, según el único estudio del gobierno de Estados Unidos sobre las consecuencias del TPP.
Los demás beneficios que proyecta el estudio del Instituto Peterson refieren principalmente al auge de la inversión extranjera directa (IED).
El análisis supone arbitrariamente que cada dólar de IED en el bloque del TPP generará un ingreso adicional anual de 33 centavos, dividido en partes iguales entre los países de origen y los destinatarios, sin que haya una teoría económica, procedimiento de modelado o evidencia empírica que apoye este supuesto.
El estudio exagera enormemente los beneficios que se derivan del TPP.
Mientras que la mayoría de sus conclusiones carecen de justificación, los únicos beneficios cuantificados en consonancia con la teoría económica y la evidencia más aceptadas son los beneficios arancelarios que conforman una parte desconocida pero muy pequeña de los beneficios proyectados.
Los beneficios son mucho menores de lo que aseguran los gobiernos del TTP. Menos de 25 por ciento de los mismos se pueden considerar seriamente. Incluso a éstos hay que compararlos con los costos que el estudio ignora convenientemente, así como con los detalles reales del acuerdo definitivo. Huelga decir que, por la misma razón, es necesario descontar las ganancias de los países calculadas de forma similar.
Aun sin ajustar, los beneficios son pequeños en relación con el producto interno bruto de las economías asociadas al TPP. Asimismo, si bien los beneficios comerciales proyectados demorarán una década en concretarse, los principales riesgos y costos serán más inmediatos. Ellos equivalen a beneficios únicos y no tienen beneficios anuales recurrentes, es decir, no elevan las tasas de crecimiento de las economías.
La distribución de los beneficios no fue suficientemente analizada en estos ejercicios. Si se destinan principalmente a unas pocas empresas grandes y los demás cargan con las pérdidas, entonces el TPP exacerbaría la desigualdad.
¿Ganancia neta o pérdida?
El TPP se interna mucho más de lo necesario en la forma en que los gobiernos operan para facilitar el comercio. Estas “disciplinas” restringen considerablemente el espacio político que necesitan los países para acelerar el desarrollo económico y proteger el interés público.
Los escasos beneficios proyectados hacen que sea fundamental tener en cuenta la naturaleza y la escala de los costos que ignoran todos los ejercicios de modelos disponibles. El TPP impondrá costos directos, por ejemplo, mediante la ampliación de los DPI y al bloquear o retrasar la producción y la importación de los productos genéricos.
El mecanismo de solución de controversias entre inversores y el Estado que propone el TPP permitirá a los inversores extranjeros demandar a los gobiernos ante tribunales extranjeros si los inversores consideran que las normas estatales reducen sus ganancias futuras previstas, aun cuando esas normas sean de interés público. Como ya existe el seguro privado con este propósito, el mecanismo es completamente innecesario.
Jagdish Bhagwati, un destacado defensor de la liberalización comercial, junto con otros, criticaron duramente la inclusión de este tipo de disposiciones no comerciales en acuerdos decididamente de libre comercio.
En lugar de ser el acuerdo regional de libre comercio que se asegura, el TPP parece ser “un régimen de comercio gestionado que pone los intereses de las corporaciones en primer lugar”.
El TPP, que ofrece limitados beneficios cuantificables derivados de la liberalización comercial, integra un paquete que minará de manera fundamental el interés público. En esta etapa los beneficios netos para los socios del acuerdo están en duda.
Sólo una contabilidad completa y adecuada basada en el texto íntegro del TPP puede resolver esta cuestión clave.
De hecho, el TPP ya se utilizó para tratar de acabar con la Ronda de Desarrollo de Doha –las negociaciones comerciales multilaterales celebradas en esa ciudad de Qatar en 2001–, pero también podría socavar el multilateralismo de manera más amplia en un futuro cercano. (Traducción de Álvaro Queiruga)
Jomo Kwame Sundaram*/Inter Press Service
*Exsecretario general adjunto responsable de Análisis del Desarrollo Económico en el sistema de la Organización de las Naciones Unidas. En 2007 obtuvo el premio Wassily Leontief por expandir las fronteras del pensamiento económico
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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