El pasado 14 de agosto se cumplieron 8 años de que el Partido Sinaloense (Pas) obtuvo su registro, consolidando, con ello, un complejo fenómeno sociológico, político y educativo que coloquialmente es conocido como la “universidad-partido”.
A razón del octavo aniversario de dicho instituto político, algunos de los principales medios de comunicación de Sinaloa dieron amplia difusión a la voz de Melesio Cuén, presidente estatal del Pas, quien dijo: “El Partido Sinaloense es un instituto muy noble, al servicio de la sociedad… Hemos demostrado con acciones lo que somos capaces de hacer… Imagínense qué haríamos siendo gobierno…” [1].
Es imposible entender el surgimiento y consolidación de la universidad-partido sin hablar de la trayectoria de Melesio Cuén Ojeda, quien, por un lado, además de ser presidente estatal, también es fundador y “líder moral” del Pas, y, por otro, es exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) [2005-2009], en la cual desde hace 15 años ha impuesto un orden institucional caracterizado por el férreo control que ejercen él y su grupo político sobre los procesos de elección de consejeros y directivos, así como en la asignación clientelar de espacios laborales al interior de esta centenaria casa de estudios, el manejo discrecional del presupuesto universitario, la precarización de las condiciones laborales de sus trabajadores, la celebración de contratos leoninos entre la Universidad y distintas empresas de diversos rubros, el uso clientelar que hacen de la estructura institucional de la UAS para favorecer al Pas –con el subsecuente estancamiento y deterioro de la vida académica de aquella– y la violencia que se ejerce en contra de miembros de la comunidad universitaria y periodistas que hagan evidente esta situación.
Melesio Cuén, en 2005, fue el último rector de la UAS elegido a través de votación directa, universal y nominal de la comunidad universitaria, método de elección que se hacía extenso a directores de escuelas y facultades. Una vez en rectoría, Cuén anunció que buscaría “consensos” que permitieran dejar atrás los “vicios” que supuestamente había “engendrado” esa misma democracia de la que ya se había servido. Quienes podemos dar testimonio de esos momentos como integrantes de la comunidad universitaria sabemos la excentricidad a la que se llegó en esas elecciones: Cuén y un sector empresarial de Sinaloa que desde hacía años soñaba con establecer contratos ventajosos con la universidad echaron la casa por la ventana, verdaderamente no escatimaron costos, su campaña estuvo repleta de recursos de oscura procedencia.
Tras la victoria, después de algunos meses de negociación con diversos actores políticos internos y externos a la universidad, y luego de una intensa campaña mediática en la cual Cuén decía lanzarse al supuesto “rescate” de la UAS, logra que, mediante el decreto 389 expedido por la LVIII Legislatura del Congreso del Estado, sea publicada el 7 de agosto del 2006 en el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa, una nueva Ley Orgánica, en la que destaca el artículo 36, por establecer lo siguiente: “El Rector será nombrado por el H. Consejo Universitario en votación secreta y por cédula de una terna que le presente la Comisión Permanente de Postulación…” (sic). De esa manera la elección de rector en 2009 se definió con una Comisión Permanente de Postulación totalmente a modo y con un Consejo Universitario cuyas características principales eran la falta de representatividad y la sumisión absoluta a la voluntad de Cuén y su grupo. Con este flamante mecanismo, el elegido resultó ser Víctor Antonio Corrales Burgueño, un investigador que destacaba, más que por su trayectoria académica, por asumir abiertamente un compromiso incondicional con Melesio Cuén, quien consiguió el nombramiento de aquel a través de recursos y procedimientos tanto legales como metalegales. El 16 de agosto de 2013 se publicaría en el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa el decreto 945, con el que se reforma nuevamente la Ley Orgánica universitaria, modificándose el artículo 32, delineando que “El Rector durará en su cargo cuatro años y podrá ser reelecto una vez…” (sic). El grupo cuenista logra otra victoria afianzando todavía más el cacicazgo universitario de su líder Melesio.
Volviendo algunos años atrás, a septiembre de 2009, Cuén inicia un proyecto político externo a la universidad con miras a obtener la alcaldía de Culiacán; decía tener un capital político, un núcleo duro, de más de 100 mil votos que ofrecía al mejor postor, es decir, al partido político o coalición que le permitiera la candidatura: este primer experimento con el cual manipuló clientelarmente la estructura universitaria para competir por un cargo de elección popular llevó por nombre “Asociación Civil Cuenta Conmigo por un Sinaloa Mejor”; la coalición “Para Ayudar a la Gente”, que abanderó al cacique universitario, estaba conformada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido Nueva Alianza (Panal). Cuén Ojeda alardeaba: “¡La alcaldía no me la ganan!” No se la ganaron. El 31 de diciembre de 2010 asume la alcaldía de Culiacán.
Para este proceso electoral, Melesio echó a andar su “maquinaria”: en unidades académicas, escuelas y facultades se prometió calificación a alumnos a cambio de realizar activismo para él, mientras que los cuadros de su incipiente organización política –directivos universitarios– lograban avanzar o afianzarse en el escalafón universitario según los resultados que ofrecieran al cacique; los operadores políticos cuenistas tenían (y tienen) en la universidad una fuente de incentivos; también se empezó a prometer plazas a cambio de trabajo político, dinámica que se extendió a la asignación de espacios dentro de la matrícula estudiantil de facultades con alta demanda, como es el caso especial de la Facultad de Medicina: así fue posible observar a familias enteras donde había algún o algunos aspirantes a ingresar a la universidad –ya sea como alumnos o como trabajadores– incorporarse al activismo político a favor de Cuén, configurando de esa manera un mecanismo clientelar que, hasta el día de hoy, moviliza a ese “núcleo duro” de lo que ahora es el Pass [2]. Al mimso tiempo, se marginaba y agredía a aquellos integrantes de la comunidad universitaria que no se sometieran al statu-quo imperante en la UAS. Producto de esta etapa aparece dentro de la jerga cuenista la expresión “proyecto externo”, que hace referencia al uso de la estructura universitaria para apoyar las aventuras políticas de Melesio Cuén al exterior de la universidad: el embrión de la universidad-partido había sido concebido e iniciaba su proceso de gestación.
Cuén duró alrededor de 1 año como alcalde de Culiacán, pues en el 2012 decide renunciar a esa responsabilidad para perseguir un nuevo capricho: una senaduría. Sin embargo, esos meses fueron suficientes para facilitar el canje de cinco terrenos del ayuntamiento de Culiacán, con valor comercial de 252 millones de pesos, por predios de particulares valuados en sólo 8.5 millones, dañando las arcas municipales [3]. A razón de ello se hizo llegar al Congreso del Estado una solicitud de juicio político en su contra, la cual no fructificó gracias a una red de connivencias políticas que había estado construyendo durante años.
El Panal, liderado en ese entonces por Elba Esther Gordillo, lo apoyó en su búsqueda por un escaño en el Senado… sin embargo, la movilización de la estructura de la UAS y los métodos clientelares no le dan resultados. Decía que tenía más de 150 mil votos a disposición inmediata, pero el cacique universitario saborea la derrota. Queda en tercer lugar de la contienda electoral y sin espacio en la Cámara. Contrario a las palabras de este político sinaloense, la actitud de los universitarios hacia él es ambivalente: si bien acuden con aparente disciplina y devoción a las campañas de activismo a su favor, ello sólo es producto del temor, pues en la soledad de la casilla electoral le hacen pagar su despotismo. Al interior de la universidad goza de un poder desmedido; al exterior es un gigante de paja. Eso mismo quedó patente en la elección de 2018, en la cual nuevamente trata de cumplir su sueño de ser Senador pero acaba último lugar en la contienda electoral. Fue derrotado incluso en la casilla de su propia sección. Queda demostrado que a la hora de la verdad su capacidad de movilización política efectiva externa a la universidad es inconsistente.
Sin embargo el Pas quiere venderse caro; muchas columnas publicadas en los principales diarios de la entidad –a todas luces redactadas por encargo– tratan de crear en el imaginario colectivo de Sinaloa que la estructura de la Universidad-Partido es imprescindible para ganar elecciones y que, por lo tanto, todos deberían aliarse con ellos: “Mírennos, somos el partido local más exitoso de México”, gritan desesperados, aunque dicha afirmación ha sido desmentida brutalmente por lo real de las 3 últimas elecciones en las que Cuén ha participado: derrota tras derrota tras derrota. Y mientras más derrotas sufre, más agresivo y sensible se ha vuelto hacia las y los trabajadores universitarios, estudiantes y periodistas críticos; aún cuenta con bastante capacidad para ejercer actos de violencia contra ellos.
De vuelta al revés electoral de 2012, desafortunadamente para la comunidad universitaria, el cacique es terco; se siente desmoralizado sólo unos días. De acuerdo a los relatos del propio Cuén, ya recuperado anímicamente del tropezón e incentivada su mente a través de conversaciones con sus allegados, surge una ocurrencia, una terrible idea que se materializó en una aberración política: el Partido Sinaloense. ¿El razonamiento detrás de esta abominación? “Ya tenemos la estructura de la UAS a nuestra disposición… podemos continuar manipulándola a nuestro antojo para próximas elecciones… ¡Hagámoslo!”. Así, durante las siguientes semanas mueven a directivos de unidades académicas, escuelas, facultades y departamentos universitarios. La instrucción es contundente: ¡consigan las afiliaciones necesarias para lograr el registro de nuestro nuevo partido político! Los directivos se arrancan los pelos, pues saben que de no participar y dar cumplimiento a los requerimientos del nuevo capricho del cacique las represalias serán graves: ver obstruida su trayectoria profesional, ser objeto de agresiones de todo tipo o, cuando menos, ser sometido a campañas de difamación y desprestigio. Los directivos dejan caer su desesperación en subalternos, todos están presionados por las exigencias de Cuén: en el calor extremo de las vacaciones de verano en Sinaloa, se observaba a trabajadores asoleados que llegaban a las aulas de Ciudad Universitaria para las afiliaciones. Luego de muchos afanes, la voluntad caprichosa de Melesio se materializa. El 14 de agosto de 2012 obtiene su registro el Partido Sinaloense y, con ello, la UAS tiene el dudoso honor de ser la primera institución de educación pública de nivel superior en la historia de México que ha dado nacimiento y brinda sostén económico y estructural a un partido político: ¡así nace la universidad-partido!
En su página de Wikipedia el Pas se reivindica de centro izquierda y progresista. En sus entrevistas Melesio dice que es un “noble proyecto”. ¿Alguien le cree? Lo que hay que reconocer de las palabras del cacique universitario es que la dirigencia pasista ha demostrado con creces de lo que son capaces. Si esto han hecho hasta ahora, imaginémonos lo que harían como gobierno.
Referencias
[3] https://www.jornada.com.mx/2012/06/25/politica/010n3pol
Norberto Soto Sánchez*
*Sicólogo y maestro en Ciencias de la Educación
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