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El mencionado libro de su autoría, que se llama Ramón Plata Moreno. Un cruzado de la hispanidad y mártir de Cristo Rey. Breves y auténticas notas a 25 años de su muerte, contiene en sus 92 páginas una apologética biografía de Plata Moreno, así como testimonios de sus familiares y correligionarios, incluso plegarias en memoria del activista asesinado en 1979.
Según Feldmann, su obra quiere presentar en forma breve la vida de Ramón Plata, “de continua acción por la instauración del reino de Dios en nuestro corazones y en el mundo, y en la defensa de la Iglesia contra sus enemigos seculares” (página 11).
De acuerdo con el recuento biográfico que incluye Feldmann, Ramón Plata nació “en una familia católica de clase media” el 20 de octubre de 1935, en la Ciudad de México (página 59). Sus padres fueron Ramón Plata Vieyra y María Moreno Corte; él, de Salvatierra, Guanajuato, y ella, de Puebla, quienes “supieron inculcar a Ramón y a sus dos hermanos menores, Marcelo y Jorge, los valores propios de una familia arraigada en la tradición clásica mexicano-guadalupana”.
Ramón hizo sus primeros estudios en el Colegio Benavente y la secundaria en el Aspirantado de los Hermanos Lasallistas, en las escuelas cristianas de Tlalpan; cursó su bachillerato en la escuela de los jesuitas, en el Instituto Oriente de Puebla, que terminó en 1951 (página 60).
En 1952 ingresó a la Facultad de Ingeniería Civil de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, donde, por consejo de algunos sacerdotes, fundó la organización del Yunque, concebida como “un cuerpo de combate contra el comunismo, la masonería y todos los demás enemigos de Dios y de su Iglesia, centrándose en instaurar el reino de Dios en nuestros corazones y en México”.
Trató de expandir su obra a la Ciudad de México y luego a Hispanoamérica y España.
“Conoció en un viaje por tren a Guadalajara [Jalisco] a una linda joven, María Eugenia (Marus) Ibarra Baz” (página 61), con quien se casó el 18 de abril de 1964 en la iglesia de La Emperatriz de América, en la colonia San José Insurgentes en la Ciudad de México, el 18 de abril de 1964.
Con ella tuvo seis hijos: Juan Ramón (ya fallecido), María Eugenia, Juan Carlos, María Angélica, María Lorena y María Isabel (página 61).
En 1976 sufrió un atentado del que salió con vida, pero falleció a consecuencia de otro el 24 de diciembre de 1979.
Los seguidores de Ramón Plata pretenden llevarlo a los altares. Leemos: “…ofrendó su vida por Cristo Rey, y por su Santísima Madre María Reina Virgen de Guadalupe, por México y la Hispanidad […]. Su causa para ser reconocido como Mártir de la Iglesia está en proceso [sic]” (páginas 62-63).
Al igual que en otros testimonios de exyunquistas que se han publicado en años recientes (véase “Los secretos del Yunque, por sus militantes”, Contralínea 165, 17 de enero de 2010), en el libro de Feldmann se reconoce abiertamente la existencia y objetivos del Yunque, aunque hasta la fecha algunos panistas mentirosos se empeñen en negarla.
Como se hace ver en esa obra, el Yunque fue creado como un grupo de extrema derecha que defendía la hegemonía católica con ideas de corte cristero e hispanista, que buscaba apoderarse de las universidades y luego de la sociedad entera.
Como ha sucedido con los principales grupos de la derecha católica en México, en la creación del Yunque tomaron parte sacerdotes como los jesuitas Agustín da Silva, Jorge Vértiz, –conocido como impulsor de los llamados Conejos, en décadas anteriores– y Manuel Figueroa, rector del Instituto Oriente, quienes advirtieron a Plata Moreno acerca de la “tremenda labor de infiltración y proselitismo del comunismo” en las universidades públicas (página 60).
Según el relato de Feldmann, la Organización se inició con un pequeño núcleo de 12 “jóvenes guerreros de Cristo Rey y el consejo del padre Figueroa” (página 53).
“De acuerdo con las características del enemigo, formó una organización jerárquico consultiva”, cuyo primer campo de batalla fueron las universidades “y después la sociedad completa” (página 54).
La versión de Feldmann, que incluye el importante dato de la injerencia clerical en el Yunque, coincide en lo general con la información que en su trabajo periodístico dio a conocer Manuel Buendía hace más de 4 décadas.
Este último se refería al proyecto de Ramón Plata como el de un “iluminado” que se rodeó de 12 apóstoles, quienes lo secundaron en un ambicioso proyecto para apoderarse, mediante grupos de choque, de la Universidad de Puebla; luego, de los otros centros de educación superior y algún día del gobierno del país; uno de sus 12 seguidores era Klaus Feldmann (véase de Manuel Buendía, La ultraderecha en México, Océano, México, 1984, página 134).
Otro aspecto interesante de la obra de Feldmann es el referente a la “cruzada por la hispanidad” que pretendía encabezar Ramón Plata, a quien sus seguidores consideran un heredero ideológico de Pelayo, el de la reconquista de España, del Cid y de los reyes católicos, de la “cruzada de evangelización de América”, de Agustín Pro y Anacleto González Flores, figuras emblemáticas de los cristeros, etcétera (páginas 66-67).
El Yunque estableció vínculos con grupos de la extrema derecha en Suramérica y en España en lo que Feldmann define como una “cruzada por el espíritu católico de la hispanidad […] una nueva cruzada de reconquista, una reinstauración del reino de Dios” (página 78).
Efectivamente, hace unos años se publicó en Perú un testimonio sobre el viaje de uno de los secuaces de Plata Moreno a ese país, donde se vinculó con el llamado Sodalicio de Vida Cristiana (Pedro Salinas, Mateo Diez, Ramón Campodónico, Lima, 2003).
En México, el Yunque se infiltró en las cúpulas empresariales como la Confederación Patronal de la República Mexicana, el Consejo Coordinador Empresarial, colegios de profesionales y otros (página 73). Fundó grupos conservadores y antiabortistas, y “en política partidista se participa y se logra una ‘renovación’ del PAN” (página 74).
En su libro, Feldmann escribió acerca del Yunque como una organización que existió y sigue existiendo: “movimiento que ya cumple 50 años de lucha ininterrumpida y que ha crecido como estrellas del cielo” (página 65).
En suma, en sus raíces más profundas, el espíritu del Yunque es el de la cruz-espada encarnada por Hernán Cortés, quien mediante las armas vino a imponer la religión católica a nuestras tierras.
*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
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