Las redes sociales se escuchan por todos lados y son usadas por casi todos nuestros conocidos. Y a pesar de que son mencionadas como factores importantes en movimientos sociales en varios países, como negocios modelo que pueden alcanzar miles de millones de dólares son algo nuevo: pueden cimbrar las bolsas de valores. Hoy casi nadie recuerda que hace poco tiempo casi nadie las conocía. Hace algunos años sólo los jóvenes las usaban. Recientemente los padres apenas las conocieron. Hoy hasta los abuelos están en ellas.
Pero que sean recientes no significa que no sean actualizadas y modificadas. La guerra entre ellas por los usuarios ha llegado a un nivel en el que pareciera que se están clonando sus funciones.
Vemos que las que más éxito tienen actualmente son las que se enfocan en lo visual. Es claro que los jóvenes son más atraídos por esta característica. Twitter ha tratado de ingresar en esa categoría pero sus esfuerzos no han generado el éxito esperado.
Facebook continúa su esfuerzo por posicionar a Instagram copiando funciones a la red social Snapchat –más joven pero menos conocida– como su capacidad de crear historias, mismas que se eliminan después de 24 horas y no aparecen en el perfil; y si tienen, es privado: sólo sus contactos pueden verlas.
Instagram también lanzó la app Boomerang, que produce un video ultra corto basado en fotografías que simula el movimiento pero que a diferencia de los famosos gifs, que al terminar la última imagen vuelve a comenzar, el Boomerang, al llegar a la última imagen, se reproduce en reversa.
No se requiere crear una cuenta para utilizarlo, únicamente instalar la app en el teléfono y en cualquier momento se podrá compartir en Instagram. No puede editarse, pero sí puede aplicarse algún filtro usando la app de Instagram.
También lanzó Hyperlapse, aplicación que busca imitar la técnica conocida como time-lapse, que consiste en unir fotografías tomadas durante cierto lapso de tiempo, por ejemplo todo un día, y con ellas realizar un video con el tiempo acelerado. Así se logra reducir todo lo sucedido durante 8 horas en un video de unos minutos. Regularmente se usa en documentales o en rúbricas como la del inicio de la serie House of Cards.
Sin embargo la cámara debe estar fija y, para moverla, se requiere mucho cuidado y equipo especial. La aplicación permite a cualquiera hacer estos videos aun en movimiento con una función de estabilización.
También Instagram estrenó la función denominada Mentions, que sería lo mismo que “arrobar” en Twitter o mencionar a alguien para etiquetarlo para que reciba una notificación, y se favorece el relacionar a una persona, lugar o marca, por lo que se espera las empresas se interesen también.
Existen más cambios en redes sociales a pesar de su corta existencia. Y aprovechando la ventaja de poder cambiar en cualquier momento, han cambiado muchas veces sus algoritmos, como las continuas modificaciones que realiza Facebook en su línea de tiempo y funcionamiento, cambios paulatinos pensados en mejorar la exploración de la información de los usuarios y no en su comodidad, pues siempre son cuestionados y criticados, pero asumidos: la dependencia es más grande que la molestia.
Otra característica de los usuarios es que ven su vida como móvil e instantánea. Familia, trabajo y diversión se disputan la atención de las personas permanentemente. Las pantallas pequeñas nos acompañan a todos lados. Los especialistas del marketing lo saben y han logrado explotar mejor esa situación y cada día vemos más campañas enfocadas a dispositivos en la calle.
La publicidad también, poco a poco, comenzó a explorar el mercado de internet y los dispositivos móviles. Hoy más bien corre a las nuevas plataformas. Y es obvia la ventaja de anunciarse en dispositivos móviles, llegar al usuario en todo momento y, sobre todo, la capacidad medir su alcance y resultados: casi en tiempo real, en comparación con la publicidad en papel (de la que es muy difícil medir el funcionamiento de una campaña).
Las personas también han cambiado gracias a las redes sociales. Pasaron de seres anónimos a poder criticar, opinar y alertar sobre situaciones que están viviendo, llamando la atención de los medios de información. En Twitter se escriben más de 400 millones de mensajes al día, un espacio de expresión que antes no existía. Si bien podemos decir que la gran mayoría de los mensajes son destinados a temas banales, un buen porcentaje llega a ser sobre temas que sí influyen en las personas y que muchas de ellas terminan enterándose de los mismos gracias a tuits o a las imágenes denominadas Memes. Así, no deja de ser sorprendente que, en tan poco tiempo, tanta gente pueda dar su opinión y sea leída por otros que se encuentren en su misma colonia, país o incluso del otro lado del mundo.
Y la información disponible es cada vez mayor. El internet es un básico para cualquier estudiante de cualquier nivel. Los servicios de transparencia gubernamental van creciendo lentamente y, a pesar de muchos esfuerzos por bloquearla, la información fluye, aprovechada en su mayor parte por periodistas e investigadores. Y si no es aprovechada por los ciudadanos, es gracias a la nula difusión de los servicios y el obvio desconocimiento que priva entre las personas. Pero herramientas cada vez hay más, nuestro papel es apropiarnos de ellas y provocar mayores cambios.
Gonzalo Monterrosa
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