Roma, Italia. El 2 de agosto de 2017 tuvo lugar el lanzamiento, desde la Guayana Francesa y mediante un cohete Vega de la Agencia Espacial Europea construido en Italia, del satélite Optsat-3000, del ministerio italiano de Defensa.
Pero este satélite no es italiano sino israelí. El Optsat-3000 se compró en 2012 a Israel, en el marco de un acuerdo de cooperación militar entre los gobiernos de Italia e Israel. También en el marco de ese acuerdo, Alenia Aermacchi –del grupo italiano Finmeccanica, que ha pasado a llamarse Leonardo– entregó a Israel 30 aviones de entrenamiento avanzado M-346 mientras que Israel Aerospace Industries entregaba a Italia el satélite Optsat-3000 y el primero de dos aviones G-550 Caew (Il Manifesto, 31 de julio de 2012).
Emplazado en órbita baja, a 450 kilómetros de altitud, el satélite Optsat-300 no se utiliza para una simple o general “observación de la Tierra” sino para obtener imágenes detalladas y de muy alta resolución de “cualquier lugar de la Tierra” para operaciones militares en teatros de operaciones lejanos. Las imágenes recogidas por el satélite Optsat-3000 llegan a tres centros en Italia: el Centro Interarmas de Teledetección Satelital de Pratica di Mare, en Roma; el Centro Interarmas de Gestión y Control Sicral de Vigna di Valle, también en Roma; y el Centro Espacial de Fucino di Telespazio, en L’Aquila.
Pero el satélite Optsat-3000 está vinculado también a un cuarto centro llamado MBT Space Division perteneciente a Israel Aerospace Industries, en Tel Aviv. Esto confirma que el acuerdo militar entre Italia e Israel no sólo prevé la cooperación entre sus industrias militares sino también una cooperación estratégica más estrecha entre los dos países.
En el marco del mismo acuerdo de 2012, Israel Aerospace Industries entregó a la fuerza aérea italiana, en diciembre de 2016, el primero de dos aviones G-550 Caew. Este avión es una adaptación israelí del Gulfstream 550, un jet de lujo fabricado en Estados Unidos para uso privado, que Israel Aerospace Industries transforma en sofisticados aviones de guerra. Dotados de los más modernos sistemas de radar, espionaje y comunicaciones conformes con las normas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), estos aviones constituyen la punta de lanza de un sistema de mando y control para operaciones de ataque en teatros de operaciones distantes.
Claro, todo eso tiene su precio. El Optsat-3000 le cuesta a Italia 182 millones de dólares, a los que se agregan los costos de la puesta en órbita y la explotación del satélite, cuya vida útil se calcula en unos 7 años. Los dos aviones G-550 Caew, con sus centros de mando y control, cuestan alrededor de 800 millones de dólares. Total: más de 1 mil millones que saldrán de los fondos públicos.
Pero los 1 mil millones que reporta la venta a Israel de los 30 aviones de entrenamiento M-346 van a las arcas de Leonardo SpA, la nueva denominación de Finmeccanica, grupo en el que el Estado italiano posee sólo un 30 de las acciones.
Así se concreta en hechos el Libro Blanco para la Seguridad Internacional y la Defensa, que lleva la firma de la ministra italiana de Defensa Roberta Pinotti, convertido en febrero pasado en un proyecto de ley que confía al gobierno “la revisión del modelo operacional de las Fuerzas Armadas”. En ese modelo, la industria de guerra asume el papel de “pilar del Sistema País”, se atribuye a las Fuerzas Armadas el deber de defender “los intereses vitales del país” interviniendo en las áreas de acceso al Mediterráneo –el Norte de África, el Oriente Medio y los Balcanes– y, fuera de esas áreas, en Afganistán y en cualquier lugar del mundo donde estén en juego los intereses de Occidente, representados por la OTAN, bajo las órdenes de Estados Unidos.
La adquisición de equipamiento militar como el satélite espía Optsat-3000 y los aviones G-550 Caew no deja lugar a dudas sobre el camino trazado. Destruyendo los pilares constitucionales de la República Italiana, ese camino es, cada vez más claramente, el camino de la guerra.
Manlio Dinucci/Il Manifesto/Red Voltaire
[OPINIÓN]
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