François Hollande, presidente de Francia, tras los atentados de París, dijo que estamos en guerra. Unos llamados yihadistas (franceses y que dicen ser musulmanes) asesinaron a 137 personas e hirieron a 415 en la capital francesa. Radicalmente condenable. Pero estar contra quienes asesinan en nombre de Dios, religión o nación no supone tragarnos las ruedas de molino de la clase gobernante.
Tras los atentados, los mandatarios de Occidente declararon la “guerra al terrorismo”. Pero la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y por la Acción Ciudadana (ATTAC)-Francia ha respondido con buen tino que “no es nuestra guerra. Tras el desastre de Estados Unidos en Irak y Afganistán, las intervenciones bélicas francesas en Irak, Libia, Siria, Mali, República Centroafricana, Chad y Níger han contribuido a desestabilizar esas regiones y a provocar una masiva huida de refugiados, cuyos cadáveres llegan a nuestras playas. Desigualdades e injusticias desgarran nuestras sociedades y Al Qaeda o el Estado Islámico logran su fuerza por esas injusticias. Esta guerra no conduce a la paz, porque no hay paz sin justicia”.
¿Por qué la reacción por los muertos de París? Recién hubo víctimas de terrorismo sin tanto ruido. Desde mayo ha habido más de 300 muertos y muchos más heridos por atentados terroristas en Arabia Saudita, Beirut, Irak, Kuwait, Pakistán y Túnez. ¿Víctimas de segunda?
Los gobiernos europeos van a la guerra porque creen tener un casus belli perfecto, y la guerra siempre es negocio para quienes controlan la política y la economía. También aprovechan la situación y toman medidas para tener más poder y recortar libertades, en nombre de la seguridad. Cuando la mayor amenaza es una sistemática vulneración de derechos sin que haya más protección ni tranquilidad.
Sobre atentados y respuestas, Loretta Napoleoni, reconocida experta en terrorismo, asegura que “no es correcto decir que estamos en guerra. Un ataque como el de París no es guerra. George W Bush cometió el mismo error cuando en 2001 declaró la guerra al terrorismo y mira lo que ha traído. La política de bombardeos es la verdadera razón por la que hay atentados en Europa”.
Porque hoy sabemos que la llamada “guerra” contra el terror no acaba con el terrorismo. Noam Chomsky escribió que “una manera sencilla de acabar con el terrorismo, no del todo, pero sí en parte, es dejar de participar en él”. Y, como han denunciado repetidamente Amnistía Internacional y Human Right Watch, el mundo no es más seguro hoy, 15 años después de la declaración de guerra contra el terrorismo por Bush y Occidente.
Se repite lo que sabemos no funciona. Quince años después, las “guerras” de Occidente no han acabado con el terrorismo. Ni tampoco las presuntas medidas de seguridad que recortan libertades y violan derechos. Sólo han cambiado los modos y formas de los ataques terroristas. Además de generar la mayor cantidad de terroristas de la historia reciente.
¿No apesta que casi la primera medida del gobierno francés ante los ataques haya sido suspender la gran manifestación ciudadana en París durante la cumbre del cambio climático? Por seguridad, claro. Además de volver a controles fronterizos, pinchar teléfonos e internet sin autorización judicial, registrar viviendas a la brava… Cuantas más libertades se vulneren, más lejos está vencer al terrorismo.
Ben Emmerson, que fue relator especial para derechos humanos en la lucha contra el terrorismo, escribió hace años que “venceremos al terrorismo si somos fieles a nuestros valores: derechos humanos y estado de derecho. Violar derechos y reprimir en nombre del antiterrorismo genera agravios y esas políticas crean condiciones para expandir el terrorismo”. Seguro.
Sin olvidar, como explicó el profesor de Georgetown Norman Birnbaum, que “la guerra contra el terrorismo, heredera bastarda de la Guerra Fría, es un gigantesco programa millonario que ofrece jugosos trabajos a expertos, ideólogos y charlatanes, además de justificar un gasto militar sin fin”.
Más allá de intereses espurios, Loretta Napoleoni resalta que “los jóvenes que han atentado en París tienen muchos problemas económicos y de integración. Hay un desempleo juvenil increíble, mucho peor entre musulmanes. La pobreza crea terrorismo y la crisis económica genera las condiciones para mayor radicalidad. Si esos jóvenes tuviesen trabajo, familia y vivienda digna, no habrían hecho lo que hicieron”.
Porque en el fondo está la pobreza, la desigualdad y la humillación que conllevan. Y, para que conste, la proclamada “guerra contra el terrorismo” aumentará los problemas y el terrorismo seguirá.
Xavier Caño*
*Periodista y escritor
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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