Cuando Aurelio Nuño sustituyó el año pasado al viejo político mexiquense Emilio Chuayffet al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), decidió arrancar su nuevo encargo con una campaña mediática de visitar escuelas primarias previamente seleccionadas por su equipo de trabajo, en donde se le veía muy a gusto dar discursos a los niños impecablemente uniformados y bien portados, sobre todo porque no lo interrumpían.
En esas visitas relámpago, el secretario también se daba tiempo para dialogar amablemente con los profesores –siempre y cuando éstos no fueran integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)–, a quienes le preguntaba sobre las muchas carencias y más necesidades que tienen todas las escuelas públicas del país.
A esas jornadas mañaneras de todos los lunes lo acompañaban su equipo de asesores que le preparaba previamente los discursos que ahí daría y un amplio grupo de reporteros que obligadamente tenían que cubrir “la nota” que sus medios, escritos y electrónicos, informarían profusamente. El secretario Nuño consideraba que con esos actos se proyectaba a sí mismo como un “fuerte” aspirante a la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para 2018. Con esas acciones, el titular de la SEP madrugaba literalmente a los otros secretarios de Estado que también aspiran a ganar la candidatura de su partido.
Lo que los asesores de Nuño nunca le dijeron a su jefe, es que una cosa es dar discursos a niños de primaria, quienes lo más que hacen es mostrar sus caras de fastidio y aburrimiento, y otra entablar un diálogo abierto y claro con jóvenes alumnos de vocacionales del Instituto Politécnico Nacional que demandan respuestas a los problemas estudiantiles. Extrañamente al secretario sólo le gusta ir a ciertas escuelas, de preferencia primarias, y por ningún motivo a escuelas vocacionales en donde pueda ser interrumpido y cuestionado por su gestión al frente de la SEP y por las decisiones que ha tomado y que afectan a los estudiantes adolescentes, a quienes ha negado una y otra vez su disposición para asistir a las instalaciones y dialogar en esa casa de estudios superiores, en donde le exigirán que se comprometa a no hacer cambios de régimen ni educativos en las escuelas de educación media superior.
Por qué el secretario Nuño tiene pánico de reunirse con jóvenes politécnicos, como lo ha demostrado con sus declaraciones, cuando bien sabe que corresponde al titular del ramo resolver los problemas del IPN, por estar incorporado a la SEP, y para ello debe dialogar con los estudiantes, o acaso carece de argumentos para responder preguntas y enfrentar las críticas estudiantiles y prefiere las acciones escondidas ordenadas desde su refugio en la Secretaría. Sólo él sabe a qué le tiene miedo y por qué prefiere no acudir a una institución superior en donde se privilegian las ideas y los razonamientos sobre las acciones autoritarias.
Acaso el titular de la SEP quiere aplicarle a los politécnicos la misma estrategia del garrote que utilizó con tanto “éxito” con los dirigentes y miembros de la CNTE, en donde a algunos les abrieron procesos penales, a otros los despidieron, muchos más fueron dados de baja en la nómina pública y miles más siguen en marchas para protestar por el trato autoritario y despótico de su jefe Aurelio Nuño.
Esas acciones del secretario en contra de la CNTE que fueron aplaudidas por empresarios y también por periodistas mantienen al país en un clima de efervescencia social, y si ahora se suma la confrontación con estudiantes del Politécnico que cada día sube más de tono, pues entonces alguien en el gobierno debe seriamente considerar reencausar el diálogo y evitar que continúe la huelga en la mayoría de las escuelas vocacionales y, sobre todo, que pueda haber un estallamiento social mayor que agrave la situación del país ante la incapacidad de Nuño para resolver un problema estudiantil que él mismo generó.
Recordemos que hace apenas unos meses, cuando a Chuayffet se le hacían agua los problemas y se ahogaba con ellos en su oficina, tuvo que intervenir el responsable de la política interna, el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, quien entró al quite para resolver precisamente otro problema con estudiantes politécnicos y nunca puso peros para reunirse con ellos en cualquier lugar, inclusive Osorio sorprendió a los estudiantes cuando en mangas de camisa salió de sus oficinas de Bucareli y entabló en la calle un diálogo abierto con los jóvenes estudiantes sin sufrir daño alguno. Tal vez es momento de que otro aspirante presidencial asuma el problema de las vocacionales que Nuño se niega o simplemente no puede resolver porque entra en pánico cuando lo cuestionan.
Por lo pronto, 11 de 14 escuelas vocacionales siguen en paro y Aurelio Niño declara que no asistirá al Politécnico a dialogar con los estudiantes mientras que éstos no devuelvan los planteles. Ante esa confrontación cobra más fuerza la propuesta de exigir al gobierno de Enrique Peña Nieto la autonomía plena del IPN, para lo cual egresados politécnicos sostienen reuniones con funcionarios del gobierno federal, en donde se analiza esa posibilidad para quitarle de plano los problemas al aspirante presidencial más joven del gabinete, a quién le gusta dar discursos sólo a niños de primaria para no ser interrumpido.
En defensa de su jefe Nuño, el director general del Politécnico, Enrique Fernández Fassnacht, advirtió a los estudiantes que de no devolver las instalaciones de las 11 escuelas y regresar a clases de inmediato, perderán el semestre escolar, ante lo cual los estudiantes se ríen porque si algo se tiene cuando se es joven es tiempo e iniciativa para luchar por lo que se cree.
Miguel Badillo
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: Oficio de papel]