El canto tiene sentido/cuando palpita en las venas
del que morirá cantando/ las verdades verdaderas.
Canto de Víctor Jara
Se renovó el Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y eso da lugar a pensar en positivo. Con honrosas excepciones, muchos de los que se fueron no tenían más proyecto que trepar la estructura burocrática y manejar como marionetas a los rectores de plástico que ha tenido la Universidad de la capital. Específicamente algunas comisiones, como la de Mediación, jugaron un papel menos que triste.
El periodo que comenzó con la salida de la doctora Orozco de la rectoría dio inicio a lo que podemos caracterizar como el Federicato, que aún no concluye a pesar de que dejó de ser encargado de la oficina del Abogado General el siniestro personaje conocido como don Fede. Éste dirigió a Enrique Dussel, quien siempre estuvo preocupado por hacerse publicidad y nada más. Luego hizo lo propio con Hugo Aboites, quien ha mostrado una carencia total de proyecto para la Casa de Estudios. Traer rectores de fuera no parece una experiencia positiva, pues se dedican a sobrellevar las cosas, esperando que transcurra su mandato.
En el Cuarto Consejo tuvo mayoría el grupo que se montó en la lucha estudiantil que sacó a Orozco de la rectoría. Hubo quienes se dieron a la tarea de acumular funciones y recursos, sin aportar ideas sobre el rumbo futuro del proyecto educacional de la UACM. Acabaron con la división de poderes al concentrar nombramientos, asignación de presupuestos e incluso continuaron teniendo de ornato a la Contraloría. Hicieron como si no existieran problemas como la falta de titulación y de un marco jurídico apropiado, por ejemplo. Estancaron a la UACM y se ha vuelto fácil blanco de sus enemigos.
Dicen que no hay mal que dure 100 años, pero el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ya cumplió el siglo dañando a México. Ojalá no perdure el grupo que hoy domina la UACM y que el Quinto Consejo traiga aires renovadores.
Quizá pensando que seguiría como encargado general de la Oficina del Abogado, Federico Anaya orquestó una táctica dilatoria para el caso de mi despido. Van 3 años de litigio laboral y tal vez desaparezca la Junta de Conciliación y Arbitraje de la Ciudad de México antes de que haya resolución final. Hace pareja en el juicio con la señora Andrea Medina, quien ha mostrado un odio feroz contra mi persona y contra mi esposa, al grado que decidimos no asistir más a las audiencias, pues no queremos llevar más malas vibras a casa. Ya sabemos cómo se las gastan estas falsas feministas, que no sólo odian a los hombres sino también odian a las mujeres que no odian a los hombres. Pierden la perspectiva de género cuando me encasillan en el rol del varón agresor, cuando sólo me he defendido de las mentiras de unas personas que utilizan la desinformación, y lo indignante que resulta una conducta como la que me achacan, para intentar destruirme, lo que no han logrado, ni lograrán.
Las cosas van para largo. Tres años pasaron ya de la contienda laboral y seguramente la complicarán por otro largo tiempo.
Lo anterior permite a Aboites jugar a lo Pilatos: se lava las manos diciendo que esperemos a que el Estado resuelva. Cómoda postura, pues él cobra puntualmente sus emolumentos, mientras yo injustamente he sido separado de mis labores como docente. Pero nadie me ha dicho nunca que la lucha contra la burocracia sea sencilla.
Nadie tiene el futuro comprado; mucho menos quienes hemos tomado la decisión de combatir con todos los medios a nuestro alcance un Estado corrupto y represor. Por eso, el sentido en que se resolverá mi demanda laboral es incierto. Si se aplica la ley y se hace justicia, no tengo la menor duda de que seré reinstalado.
Pero ya ganamos lo fundamental, pues Federico Anaya Gallardo y sus cómplices en el Cuarto Consejo no pudieron acabar con el Posgrado en Derechos Humanos. Los griegos denominaron “El Síndrome de Procusto” al afán de acabar con aquel a quien le están saliendo bien las cosas; y eso fue lo que aconteció en la UACM. Muchos no soportan que dicho posgrado siga viento en popa a toda vela. En lo teórico, la propuesta educativa de la UACM es muy avanzada. Pero ya se sabe que del dicho al hecho hay mucho trecho, de modo que lo que se hace no siempre corresponde con lo que se dice.
La Institución necesita una sacudida y eso incluye un rector que la conozca por dentro, que no sea una planta artificial sin raíces en ella. Tuvieron miedo de que llegara a la rectoría y decidieron eliminarme porque, dicen por ahí, soy un “rectorable permanente”, pero aquí sigo, y tengo aliento para hacerles realidad su temor, en aras de un proyecto genuino de universidad liberadora de consciencias y promotora de la solidaridad y el trato igualitario y respetuoso a todos y cada uno de los seres de este planeta.
El proceso de elaboración de una nueva Constitución para la Ciudad arrojó importantes experiencias. Tal vez la más importante sea que las burocracias amafiadas imposibilitan los cambios de fondo que la Ciudad necesita. Es importante que la UACM se sintonice con esta dinámica y se ponga al servicio del interés comunitario.
José Enrique González Ruiz*
*Doctor en ciencia política y en derecho constitucional; exrector de la Universidad Autónoma de Guerrero
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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