Enfurecido por el reconocimiento de derechos a los homosexuales y lesbianas, el pasado 15 de agosto el cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, acusó a los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de haber recibido dinero de Marcelo Ebrard y de “organismos internacionales” para aprobar esas nuevas libertades.
Dijo: “No lo dudo que estén muy maiceados (los ministros), desde luego, por Ebrard. Están muy maiceados, y por organismos internacionales”.
Además, el prelado incitó al odio contra las minorías sexuales, lanzando ante representantes de los medios esta interrogante: “¿A ustedes les gustaría que los adopte una pareja de maricones o lesbianas?”.
Ese tipo de ataques y calumnias ha sido una constante en el quehacer de Sandoval a lo largo de los más de 15 años que ha estado al frente de esa arquidiócesis. Lo mismo ha insultado a la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), con cuya labor no comulga, que a héroes nacionales como el cura Hidalgo.
Hace más de 10 años, en 1997, ya prodigaba calificativos y ofensas contra los homosexuales, a pesar de que en el clero es frecuente esa preferencia sexual. Evidentemente, Sandoval no se ha dado cuenta que México –y el mundo– ya ha cambiado, entre otras cosas, debido a los procesos económicos y a las nuevas tecnologías informativas, de tal suerte que la sociedad es más tolerante y abierta. Ya no estamos en la época de los cristeros.
En la trayectoria de Sandoval destaca su conservadurismo extremo junto con su tendencia a recibir favores y privilegios de la derecha en el poder, de tal suerte que hace apenas dos años, Emilio González, el góber piadoso, maiceó al prelado con multimillonaria limosna, con recursos públicos, para edificar un santuario.
Sandoval sabe que no está solo en la infame maniobra que él ha urdido para fomentar la homofobia, pues cuenta con el apoyo del resto del episcopado, seguramente, de la derecha en el poder.
Nacido en Yahualica, Jalisco, en 1933 y ordenado en 1957, Sandoval Iñiguez fue obispo coadjutor de Ciudad Juárez en 1988, antes de convertirse en arzobispo de Guadalajara, en abril de 1994.
Desde el principio de su gestión, Sandoval usó, para alimentar su protagonismo, el asesinato de Posadas Ocampo, cuestionando en declaraciones públicas, de manera estruendosa, las versiones oficiales de la muerte de su predecesor.
Ya entonces, la estrategia de Sandoval era crecer mediante el escándalo, aunque no tuviera cómo sustentar sus dichos.
Pero las relaciones del propio Sandoval con narcos y políticos han despertado muchas suspicacias. En abril de 1995, fue a bendecir una constructora y una empresa de carnes frías propiedad de famosos narcos, los hermanos Lupercio Serratos, y se ha relacionado también con personajes como el empresario José María Guardia López, llamado el Zar de los juegos en México, dueño del Hipódromo de Ciudad Juárez y señalado por lavado de dinero.
En agosto de 2006, Sandoval Iñiguez se presentó a declarar en favor del exdirector de la Oficina Federal de Investigaciones, Henry Crawford, enjuiciado en El Paso, Texas, por encubrir a José María Guardia.
Es cercano a los círculos del poder panista encarnado en personajes como el exgobernador Alberto Cárdenas, Francisco Ramírez Acuña, también exgobernador y extitular de la Secretaría de Gobernación, y como el actual mandatario de Jalisco, Emilio González Márquez.
En 2008, la opinión pública de Jalisco y del resto del país se indignó por la llamada “macrolimosna” de 90 millones de pesos que con recursos públicos hizo Emilio (desde entonces llamado el góber piadoso) al arzobispado, para construir el llamado “Santuario de los Mártires”, recinto destinado a rendir homenaje a los cristeros que de 1926 a 1929 lucharon para defender los intereses del clero y contra el Estado laico.
El 11 de abril, en el centro de Guadalajara, miles de personas protestaron por esa donación con lemas como: “El cavernal, directo a la penal” y “Emilio, puñal; te clava el cardenal”.
En enero de 2007 –es decir, un año antes de haber sido maiceado por Emilio–, tras la celebración de una misa privada en el Santuario de los Mártires en Tlaquepaque, donde asistieron ediles panistas de la zona metropolitana de Guadalajara y empresarios, y se negó el acceso a los medios de comunicación, Sandoval “pasó la charola” a los invitados para concluir los trabajos de la construcción del templo en honor de los cristeros.
Diez años antes, al igual que el empresario Lorenzo Servitje, de Bimbo, y otros personajes del catolicismo, Sandoval fue acusado de promover un fraude por más de 3 millones de dólares contra miles de fieles, en su mayoría señoras católicas de la tercera edad que querían visitar Roma con motivo del Jubileo de 2000.
Sandoval ha centrado su actividad política en el apoyo a las autoridades derechistas y en la lucha en defensa de la moral sexual del Vaticano. Ha promovido varios eventos internacionales de la ultraderecha en Jalisco, y se ha identificado con los sectores más conservadores de la entidad.
En 2002, pidió la censura de la película El crimen del padre Amaro, y en 2000 justificó a los fanáticos que atacaron la obra La Patrona, de Ahumada, ofreciéndose incluso a pagar su fianza y alegando que “el arte no está por encima de la moral y esa obra ofende la fe de los católicos”.
El cardenal recurre con frecuencia a un lenguaje calumnioso y a veces vulgar y ofensivo. Éstas son algunas muestras: “Imagínense si alguno de ustedes es adoptado por un par de maricones. ¿A quién le van a decir papá y a quien le dirán mamá?” (octubre de 1997); “Se necesita no tener madre para ser protestante” (1998); “Los laboratorios que producen los condones se llenan los bolsillos de dinero a costa de la inmoralidad de la población a la que alientan de esta manera al libertinaje” (agosto de 1997); “Juan Ramón de la Fuente (entonces secretario de Salud) es una persona que seguramente no tiene ninguna moral porque el aborto es un crimen, el aborto es matar, y matar a un inocente no se vale por ninguna razón’” (julio de 1998); el 31 de marzo de 1998, en una reunión con empresarios, calificó como “pecadores” a los diputados de la oposición que no apoyaron un crédito japonés solicitado por el gobierno panista.
Ha culpado a las mujeres que son víctimas de violaciones, pues según él, para evitarlas “…las mujeres tienen que poner lo que está de su parte, pues la manera de vestirse es provocativa; la mujer debe ser más decente y no propiciarla” (agosto de 2000).
Sin embargo, fue tenaz defensor de los curas pederastas, a los que hay que “tratar de comprender y perdonar, puesto que el hombre es débil y está expuesto a fallar” (abril de 2002).
En el plano histórico, Sandoval ha calumniado nada menos que a don Miguel Hidalgo, el padre de la patria. En enero de 2010, en una entrevista para un canal de televisión, el prelado acusó al padre de la patria de haber saqueado conventos y violado religiosas.
Con ello, Sandoval, además de desacreditar al héroe, trataba de ocultar que, como consta en documentos históricos, la Inquisición persiguió a Hidalgo con saña, acumulándole numerosos y variados cargos (“hereje”, “calvinista”, “judaizante”, etcétera) con motivo de su lucha por la independencia de México.
Sandoval no sólo se opone a los derechos de homosexuales y lesbianas, sino de las personas, en general, pues se ha manifestado contra la protección de las mismas.
En febrero de 2007, se refirió a la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco como “…un instituto inútil que nomás anda persiguiendo a la gente buena” (www.magazinemx.com/bj/articulos/articulos.php?art=3976).
Detrás de las polémicas declaraciones del prelado, había a la vez el interés de procurar la impunidad para personas afines a él y el de promover, como han hecho jerarcas de otros países de América Latina, una política contraria a los derechos humanos.
En particular, la indignación de Sandoval contra la CEDH de Jalisco derivaba de que ésta investigaba si se cometían violaciones a los derechos humanos en el albergue Santa María de Jesús Sacramentado, a cargo de sor Bertha López Chávez, a quien Sandoval había dicho que defendería “a como dé lugar”, pues ha sido blanco de denuncias públicas.
El 23 de diciembre de 2006, la periodista Alicia Yolanda Reyes Alexander publicó en La Jornada que en ese lugar se humillaba a los pacientes y no se les otorgaban los medicamentos que proporciona en forma gratuita la Secretaría de Salud.
Ya desde 1999, algunas organizaciones habían denunciado que los pacientes de la beata María de Jesús morían por el manejo “anárquico” que sus encargadas hacían de las terapias médicas disponibles en aquel tiempo.
El encono de Sandoval contra los derechos humanos se manifestó también en su apoyo a la famosa represión de Ramírez Acuña contra los globalifóbicos, y en la década pasada, elogió la sangrienta represión policiaca contra una revuelta en el penal de Puente Grande, el 5 de mayo de 1995. En esa ocasión, el prelado afirmó que “un penal no es un restaurante ni un hotel de lujo. Los infractores no están para ser tratados a cuerpo de rey”.
El 10 de enero de 1999, el prelado declaró que la CEDH “sólo defiende a delincuentes” (El Occidental, 11 de enero de 1999). Guadalupe Morfín Otero, titular de esa comisión, retó a Sandoval a demostrar sus acusaciones, pues “está obligado a probar un solo caso en que un delincuente evadió la justicia por causa nuestra” (El Occidental, 12 de enero de 1999).
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