El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas aprobó unánime una propuesta de Francia que reclama “todas las medidas necesarias para cumplir las leyes internacionales en zonas controladas por terroristas en Siria e Irak, redoblar y coordinar esfuerzos y prevenir y sofocar actos terroristas cometidos específicamente por el Estado Islámico o Daesh y otros grupos o individuos de Al Qaeda u otros terroristas”.
La guerra no acaba con el terrorismo, lo refuerza. Incluso Tony Blair y Hillary Clinton, nada sospechosos de pacifismo, reconocen que la invasión de Irak creó más terroristas. La respuesta militar al atentado del 11 de septiembre de 2001 fue el mayor estímulo al terrorismo de las últimas décadas.
Pero hay hechos más antiguos en el origen del conflicto terrorista. El reparto imperialista de Oriente Medio entre Francia y Reino Unido: el acuerdo Sykes-Picot de mayo de 1916. Dos años antes de acabar la Primera Guerra Mundial, Francia y Reino Unido trazaron fronteras que no existían, crearon países… y se los repartieron. Siria para ti, Egipto para mí… Prescindieron de la voluntad de los pueblos árabes y los humillaron. Todo por el petróleo.
Más cerca en el tiempo, Jeremy Keenan, profesor e investigador de la Universidad de Londres, denunció que la ultraderecha estadunidense creó hace 18 años un programa llamado Estrategia, Fuerzas y Recursos para un Nuevo Siglo. Analizaba tal proyecto que el dominio global del mundo por Estados Unidos que buscaban no sería realidad… salvo que algo catastrófico permitiera una respuesta excepcional, como fue el ataque a Pearl Harbour por Japón. Keenan y otros analistas consideran que los atentados en 2001 en Nueva York fueron el Pearl Harbor que necesitaba la minoría económica, política y belicista para justificar la llamada “guerra contra el terror”. Y además fueron excusa para recortar libertades, porque las cuentas de resultados de las transnacionales no se llevan bien con los derechos de la gente. También sirvieron para militarizar regiones en función de sus intereses. Como África, cuyas reservas de petróleo decidieron considerar estratégicas.
Pero en África no había terrorismo. Según documenta Jeremy Keenan, en2002 Estados Unidos creó el Proactive Preemtive Operations Group (P2OG) para promover acciones desestabilizadoras y justificar reacciones antiterroristas. Keenan recuerda que la primera operación inducida fue el secuestro en el Sahara, al Sur de Túnez, de 32 turistas europeos por un grupo desconocido hasta entonces, dirigido por un oficial de inteligencia argelino que había estado al servicio de Estados Unidos. Tras el secuestro, Estados Unidos declaró la región del Sahara-Sahel zona terrorista, actuó en consecuencia y, 10 años después, en esa parte de África, ya había terrorismo.
En el recuento de causas, esos polvos que trajeron estos lodos, cuentan también las 44 intervenciones militares de Francia en África desde 1961, apoyando a dictadores o derribando gobiernos. ¿Alguien puede creer en serio que el feroz terrorismo actual no tiene que ver con lo que Occidente ha perpetrado y perpetra en África y Oriente Medio? Además, el creciente terrorismo yihadista nace y se forma en países de mayoría islámica cuyos gobiernos ha depuesto Occidente por la fuerza de las armas, como Irak, Siria, Libia y Yemen. Un caladero de nuevos terroristas. Por no hablar de los oscuros aliados árabes de Occidente. Según numerosos analistas, Arabia Saudita y países del Golfo financiarían grupos terroristas.
Por otra parte, Occidente no ha hecho nada por impedir la lucha entre sunitas y chiítas en el mundo musulmán. O la alienta. Un conflicto de origen religioso que confronta Irán, Irak y Siria por un parte y Arabia Saudita y monarquías del Golfo por otra. Grupos y acciones terroristas nacen al calor de esa lucha.
¿Alguien cree en serio que se puede vencer al terrorismo con terror? Repasemos. Las feroces campañas rusas en Chechenia, las intermitentes y brutales represalias israelíes en Gaza, los bombardeos e invasiones de Afganistán e Irak y hoy los bombardeos de Siria no han logrado un mundo más seguro. Pero han generado más odio, ansia de venganza y más terroristas.
Urge combatir las causas, no los síntomas, aunque lo peor es que los muertos por esos lodos los pone la gente.
Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias
*Periodista y escritor
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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