Agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), cuya cabeza es el comisionado Ardelio Vargas Fosado, detuvieron y desaparecieron a un ciudadano mexicano. A los policías les pareció “sospechoso” el joven de 18 años Maximiliano Gordillo Martínez por sus facciones indígenas y porque no contaba con credencial del Instituto Nacional Electoral. Le dijeron que con seguridad era “guatemalteco” y lo bajaron del autobús, a pesar de que el muchacho campesino les presentó su acta de nacimiento original y su Clave Única de Registro de Población (CURP). Desde entonces no se sabe su paradero. No fue entregado a las autoridades de Guatemala ni su nombre aparece en las listas de detenidos. Simplemente “no hay registro”. Los agentes de migración que lo detuvieron no dejaron constancia de su proceder.
Los hechos ocurrieron el 7 de mayo pasado alrededor de las 22:00 horas, en la caseta que agentes de Migración montaron en Chablé, Tabasco. Maximiliano había tenido un día muy largo. Se había despedido de sus padres y su hermana a las 6:00 de la mañana, cuando partió de su casa, en Tzinil, una pequeña comunidad perteneciente al municipio de Socoltenango, Chiapas, con rumbo a Playa del Carmen, Quintana Roo, en búsqueda de trabajo.
Su primera parada fue en Comitán de Domínguez, donde abordó el autobús con destino a Playa del Carmen. Antes de que fuera bajado, ya había pasado dos retenes de Migración.
Maximiliano concluyó sus estudios de primaria (lo máximo a lo que puede aspirar cualquier niño o joven en su comunidad) y se dedicó a trabajar como jornalero. Se empleaba en la zafra, en el corte de piedra de laja y en otras labores que le exigían laborar antes de que el sol asomara por el horizonte y hasta después de que se hubiera puesto en el otro extremo. Los 100 o 150 pesos que le pagaban por día los destinaba por completo a su familia: su madre, su padre y su hermana.
Motivado por la experiencia de otros amigos de Tzinil que salían a trabajar fuera del estado, decidió buscarse un trabajo como obrero o jornalero en Playa del Carmen. Cuando lo desaparecieron forzadamente agentes de Migración, era la primera vez que salía de Chiapas. La noche de ese sábado fue bajado del autobús junto con, al menos, otros seis pasajeros que tampoco contaban con credencial del INE. En el retén también se encontraban elementos de la Policía Estatal de Tabasco. A la muestra de documentos que hiciera Maximiliano (acta de nacimiento y CURP), el uniformado al que sus subalternos le llamaban “comandante”, le dijo que se trataba de “documentos falsos”. Y lo obligó, con arma larga en los brazos, a descender del autotransporte.
En la caseta de Migración, Maximiliano fue integrado a un grupo mayor, de alrededor de 20 personas. Pero según la información oficial proporcionada por el INM al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba), “no hubo detención alguna de migrantes en la fecha referida en todo el trayecto mencionado”.
A la búsqueda emprendida por la familia, se han sumado el Frayba y las organizaciones Voces Mesoamericanas Acción con Pueblos Migrantes y La 72 Hogar Refugio para Personas Migrantes. Además, participan también vecinos y feligreses de la parroquia de Socoltenango. Se han encontrado con la cerrazón y el burocratismo tanto del INM, como de la Procuraduría General de la República y las autoridades estatales de Chiapas y Tabasco.
Los familiares ya han agotado todas las vías de diálogo y consulta con Migración. No sólo es que les digan que no tienen a Maximiliano, sino que es evidente la falta de voluntad y su soberbia negativa a coadyuvar en la búsqueda.
¿Qué oculta la oficina de Ardelio Vargas Fosado? ¿A quién entrega sus policías los migrantes que detienen? ¿Qué hacen con ellos? ¿Por qué se niegan a mostrar los videos captados por las cámaras de vigilancia que tienen dispuestas en todas las estaciones migratorias del trayecto?
Los malos augurios que se pronosticaron cuando se anunció la llegada de Vargas Fosado a Migración desafortunadamente se han cumplido. La política del Instituto muy lejos está de una visión humanista. Por el contrario, se agudizó la policiaca, la de “seguridad nacional”.
No en balde Ardelio Vargas Fosado es un viejo policía que llegó a ser subdirector de Seguridad y luego director de Investigaciones en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). De 1991y hasta 2005 estuvo adscrito al organismo de inteligencia civil del Estado mexicano. Y ahora se le pierden migrantes y mexicanos detenidos por “error”. ¿O de eso se trata?
Fragmentos
Y tenemos que un grupo minoritario, de no más de 40 personas, se apoderó de la Glorieta del Ángel de la Independencia la semana pasada para alborotar porque, según la nueva legislación aprobada por el Congreso de la Unión, el grupo y sus compinches tendrían que rendir cuentas y someterse a una evaluación. El líder de los rijosos, Gustavo de Hoyos Walther, dijo que sus agremiados (los de la Confederación Patronal de la República Mexicana, Coparmex, o en quién estaban pensando) no estaban de acuerdo con que debieran transparentar el origen de sus recursos ni su situación fiscal si querían hacer negocios con recursos públicos. El cabecilla arengó a sus huestes y exigió a los políticos “corregir los errores” que les afectaban. Y qué tal: unos días después ese minúsculo grupo de presión consiguió que Peña Nieto vetara la iniciativa y todos los partidos corrieran a “corregir los errores” del documento. Ahí se ve el doble rasero con que se legisla y se gobierna… Mientras, el clamor de cientos de miles, sí: cientos de miles, contra la reforma (laboral) educativa no es considerado con seriedad ni en Los Pinos ni en Bucareli ni en las Cámaras. Ahí han dicho que no habrá marcha atrás. Para el pueblo que protesta sólo hay balas, como se muestra en el video que puede verse desde la versión web de Contralínea: policías federales que disparan el domingo pasado contra la población de Nochixtlán… Y a los vividores de la Coparmex, ni con el tolete de un granadero los tocaron…
Zósimo Camacho
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ZONA CERO]
Contralínea 494 / del 27 de Junio al 02 de Julio 2016