Señor director:
Con un cordial saludo, agradezco tenga la amabilidad de publicar la siguiente carta en la sección Nuestros lectores.
Doctor Enrique Graue Wiechers, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México:
Obtuve mi derecho a cursar una segunda carrera en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), luego de haber participado satisfactoriamente en el pasado proceso de selección. Aunque ya soy parte de la comunidad universitaria por haber cursado anteriormente una licenciatura y un posgrado, en esta ocasión concursé para estudiar la licenciatura en neurociencias. Al ser una carrera de ingreso indirecto, primero presenté el examen a la licenciatura en biología (el puntaje que obtuve me colocó como la segunda persona mejor calificada de quienes optamos por esa carrera). Después aprobé otro examen de conocimientos, parte del proceso de selección a neurociencias, que me permitió pasar a la última etapa, la cual consistía en una entrevista personal que ya no pude efectuar porque, según la Dirección General de Administración Escolar (DGAE), me encuentro con un impedimento que, a mi parecer, resulta discriminatorio y contradictorio.
Cabe señalar que, antes de inscribirme al proceso de selección, solicité informes en oficinas de administración escolar de dos facultades y siempre se me informó que no tendría problema alguno para cursar la carrera de mi interés, si presentaba y aprobaba el examen de ingreso como cualquier persona que por vez primera postula a la UNAM. Hice todo como se me indicó y ahora me esgrimen el artículo 21 del Reglamento General de Inscripciones para no respetar el lugar que obtuve en el examen de ingreso. Este mismo señalamiento lo mencioné en la DGAE y su respuesta fue que ellos no tienen la culpa de que “personal ignorante de la normativa” atienda en las ventanillas de la Universidad. Además, me dicen que tengo la “maldición” de haberme inscrito hace varios años en una carrera que nunca cursé y de la que, me informaron en su momento, había sido dada de baja. Así, no encuentro disposición alguna en la Legislación Universitaria que me impida inscribirme actualmente.
Lo peor ha sido la indolencia y la falta de atención en los espacios de la Universidad. En la Defensoría de los Derechos Universitarios, sin conocer a profundidad mi caso, me dijeron que no se podía hacer nada en contra de una determinación de la DGAE. La Oficina de la Abogada General, por su parte, hasta el momento de redactar estas líneas, no me ha dado respuesta a la solicitud que presenté por escrito desde el jueves 27 de julio para que conociera mi caso. Advertí en la Oficina de la Abogada que requería de una respuesta pronta porque el proceso de inscripción estaba en marcha y necesitaba contar con información clara de mi situación. Hoy el proceso de inscripción ha concluido formalmente y temo que se me haya excluido por razones extracadémicas. Si me asistía la razón, la Oficina de la Abogada General, Mónica González Contró, me dejó en el desamparo.
Le solicito, señor rector, atienda esta petición respetuosa para que queden a salvo mis derechos humanos y universitarios.
Atentamente,
Adriana Alcaraz Estrada, maestra en ciencias, finanzas aplicadas
[NUESTROS LECTORES]
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