No obstante las inauguraciones de cierta importancia, los discursos que ahora ponen a los jóvenes como el motor que necesitamos –siendo que el 70 por ciento de las pequeñas y medianas empresas fracasan antes de cumplir 5 años– y que los funcionarios insisten en que “todos debemos jalar parejo”, cuando el desequilibrio económico y social es cada vez mayor, la tormenta económica que viene es inevitable.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reducido a 2.1 por ciento la expectativa de crecimiento este año, es decir, más de lo mismo desde hace 4 décadas. Eso se debe, según el organismo maléfico, a que las exportaciones mexicanas a Estados Unidos fueron menores a lo esperado.
Y en el mediano plazo, de 3 a 5 años, estaremos elevándonos a 2.9 por ciento, ya con las “reformas estructurales avanzadas”. ¡Válgame el señor! Si el Fondo da esa cifra, quiere decir que los señores de Hacienda nos engañaron siempre: prometieron que con dichas modificaciones tendríamos cuando menos 5 por ciento de aumento. Videgaray fue, entonces, un fiasco.
¿Cuáles son las razones para tener poca subida? Una mayor inflación, dólar más caro y un ambiente menos propicio para los negocios e inversiones. Y en los próximos 6 meses, es decir hasta final de año, se prevé que el clima de negocios empeorará: el petróleo continuará en altas y bajas, habrá incertidumbre cambiaria, continuaremos con la inseguridad pública; en el área internacional, no habrá certeza de lo que ocurra, seguirá la debilidad del mercado interno y habrá volatilidad política en el país.
En síntesis, viene algo peor de lo que hemos vivido, dicho por el organismo al cual México ha obedecido como uno de los alumnos más fieles y tontos: el FMI.
Veamos algunos de los casos que ellos apuntan.
La inseguridad, es cierto, es peor. Lo acontecido en Sinaloa, donde asesinaron a cinco militares en una emboscada, sumado a lo que ocurrió en Michoacán, donde liquidaron a uniformados, más el homicidio de los sacerdotes en dos entidades –incluso uno a manos de soldados, al decir de algunas informaciones– va haciendo que ya a nadie respete.
En varios estados, la inversión no sólo se detuvo sino incluso ya quieren salir de algunos sitios quienes tienen que pagar derecho de piso o no tienen asegurado su clima de negocios por la delincuencia organizada o movimientos sociales. Nuevamente Michoacán destaca.
El llamado oro negro no avanza, como decían los inexpertos que siguen liquidando Petróleos Mexicanos. Incluso la endeudada paraestatal pidió hace poco un nuevo préstamo, de 2 mil 500 millones de dólares, porque no tiene recursos gubernamentales a la mano.
El dólar que se planeó por Luis Videgaray –exsecretario de Hacienda y Crédito Público– y Agustín Carstens –gobernador del Banco de México– a un tipo de cambio de 18.20 pesos y luego se puso a 18.90, pero ya está en más de 20 pesos. Esto traerá encarecimiento en muchos productos, entre ellos los farmacéuticos, los automóviles y las autopartes, pero hasta los de primera necesidad alimenticia que ya importamos ampliamente.
Y las elecciones en Estados Unidos, según los nuevos debates y la guerra de lodo que se lanzan candidatos y medios de difusión interesados, también descontrolará todo en este país que cada vez parece más un patio trasero del país vecino.
El “no” en Colombia amenaza con una leve crisis en lo internacional, al no haber paz en aquella región.
De la debilidad del mercado interno mejor ni hablar. Mientras el 1 por ciento se continúe llevando el 40 por ciento de las ganancias, no haya aumento en los salarios mínimos y los impuestos sean para la mayoría de la población y no para la élite, todo está dicho.
Las elecciones del próximo año, en Nayarit, Coahuila y el Estado de México, traerán graves dificultades, ya que el Partido Revolucionario Institucional las querrá ganar a como dé lugar, invirtiendo en obras y comprando votos. De otra manera no se entiende que se haga el teleférico en Ecatepec y se eroguen 1 mil 700 millones de pesos y, además, se tenga planeado el tren México- Toluca, el cual tendrá un costo de 18 mil millones de pesos.
Por el contrario, a la Ciudad de México se le recorta el presupuesto en 7 mil 500 millones de pesos. Ello hará que no se terminen las líneas 9, 12 y A, las cuales, por cierto, dan servicio a los mexiquenses que se desplazan a esta capital. También se disminuirá el 20 por ciento del gasto en los hospitales de aquí, la capirucha; no se comprarán más vehículos para el transporte eléctrico de tierra y se frenará la adquisición de camiones para la basura, más un largo etcétera.
En este último asunto, se nota un rompimiento desde hace tiempo entre las autoridades federales y las capitalinas, tanto que el enojo de Miguel Ángel Mancera es evidente y va en aumento.
Únicamente los migrantes, a quienes nadie defiende (ojo, Claudia Ruiz Massieu), enviarán este año 26 mil millones de dólares. Un 54 por ciento más de lo que obtendremos por exportaciones petroleras y 23 por ciento arriba de la inversión extranjera. Y a esos 8 millones de esforzados mexicanos, éste y los anteriores gobiernos ni los pelan, si acaso los extorsionan –a ellos y a sus familias– cuando vienen a México. Paradoja terrible.
En fin, que éste y el próximo año, económicamente, la cosa está de horror. Tome sus precauciones.
Jorge Meléndez Preciado
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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